Visión americana del territorio

De Casiopea
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Títulovision americana del territorio
AsignaturaTaller de Amereida Vlll
Del CursoTaller de Amereida 2014, Taller de Amereida VIII
CarrerasArquitectura
1
Alumno(s)Eduardo Andrés Segovia Jeria

Pueblos originarios y la extensión americana

¿Somos dueños de la tierra o parte de ella?

Pueblos originarios y la extensión americana ¿Somos dueños de la tierra o parte de ella? En el siguiente ensayo pretendemos abordar la visión que los pueblos originarios tienen de américa y analizar su comprensión del territorio, veremos las diferencias ideológicas frente a la pertenencia terrenal entre las comunidades aborígenes y la cultura europea.

Desde tiempos ancestrales, el territorio ha tenido una importancia trascendente para los pueblos indígenas, el sentido de arraigo a la tierra que sienta la base de sus raíces y a partir del cual se tiene una verdadera pertenencia

La tierra no sólo proporciona su supervivencia debido a lo que ofrece es donde se cultiva y donde crían animales, proporciona comida y agua, refugio y orientación.; Es también la base de su organización social y vida social, el espacio terrenal, físico y sicosocial donde crecieron sus ancestros, donde están enterrados sus antecesores, abuelos y padres y donde se encuentran sus dioses protectores. Representa, además, el lugar en el que surgieron y con el que están escritos sus mitos de origen, es en el fondo, su cuna de historia. De allí que la noción de territorio esté estrechamente ligada a la de identidad y que la naturaleza y la tierra sean consideradas como la madre de donde los seres humanos venimos.

El término Pacha mama, madre tierra o espacio-tiempo, madre de las sociedades andinas apunta y muestra el gran valor moral que el territorio tiene para los pueblos y comunidades pues vincula a los indígenas su pasado y también su futuro; les otorga sentido de continuidad y supervivencia como también de arraigo y pertenencia.

Pese a las diferencias históricas que es posible encontrar entre un pueblo y otro y distintas formas de asentamiento, estilos de vida y organización política-administrativa, es preciso recordar que antes de la conquiste europea, los indígenas tenían jurisdicción sobre el suelo que ocupaban, había una íntima relación entre sus dioses patronos y el territorio.

La tierra para los indígenas tenía extenso y profundo significado para la tierra que ocupaban, consideraba como divino, todo lo que ella les daba es por ellos que podemos ver que sus deidades estaban relacionadas con la agricultura, las lluvias, con la comida (ejemplo: el dios maíz para los mayas), etc. Y a diferencia de la visión europea sobre la partición dela misma y jurisdicción individualista, los indígenas la veían como un bien comunitario y era ocupada para fines de auto sustento a nivel del total, la tierra era del pueblo entero.

En las sociedades indígenas los seres humanos forman parte de la naturaleza, junto a otras especies y a otros seres, por lo tanto esta no puede ser objeto de uso desmedido y menos aún de explotación. A la tierra se le debe la propia existencia y por eso hay que cuidarla, honrarla, venerarla e incluso mimarla, como cuando en época de carnavales, en algunas sociedades se la adorna y se le entregan ofrendas.

Siguiendo lo anteriormente expuesto, debemos abordar también el importante tema de la colonización y el profundo y radical cambio que género en todo el mundo y por sobre todo en américa, pues las dos visiones religiosas, políticas y administrativas chocaron, fueron dos mundos totalmente distintos que se encontraron brutalmente, y la visión europea de la vida, religión y territorio busco aplastar la indígena por tema económicos y políticos. Ya todos sabemos lo que nos han enseñado en el colegio sobre la evangelización, la esclavitud y la guerra, la fiebre del oro y los cambios que significaron la pérdida de culturas y civilizaciones completas, civilizaciones que estaban desde mucho antes fueron borradas del mapa por la avaricia europea.

Aquí comenzaron una cadena de problemas por la poca tolerancia europea con los pueblos originarios con respecto a su visión de territorio, el conquistador ve la tierra como un bien material y de producción, donde el suelo le pertenece a alguien. Contraponiéndose a la cosmovisión de las culturas precolombinas que dice que: “El hombre tiene un alma, una fuerza de vida, y también lo tienen todas las plantas, animales y montañas, etc., y siendo que el hombre es la naturaleza misma, no domina, ni pretende dominar.”

Esta relación tan estrecha con la naturaleza hace que hasta hoy las demandas principales de los indígenas y sus organizaciones tengan que ver con la tierra y con el territorio, que para ellos, no son lo mismo.

La pérdida de sus tierras (esenciales para su modo de vida) ha sido una constante en la historia indígena de América Latina, y la lucha por la preservación o restitución de sus derechos agrarios está en la base de muchos de los intentos recientes de los indígenas por organizarse. La tierra y sus diversos recursos (los bosques, el agua, los animales, incluso los minerales) se ven principalmente como bienes colectivos, comunales, aunque la noción de los derechos de propiedad individual ha penetrado en los indígenas después de décadas de expansión capitalista [...] La cuestión de la tierra no está aún resuelta para el campesinado indígena en América Latina, y su descuido por parte de los gobiernos –después de la ola de reformas agrarias durante los años sesenta como parte del programa de la Alianza para el Progreso—impone severas cargas a los indígenas. (Stavenhagen, 1997:71) (7).

De hecho, es menester reconocer que el propio movimiento indígena surgió en América Latina ante la necesidad de emprender acciones de defensa de sus territorios, en unos casos, por la expoliación que supuso la constitución y continuidad de la hacienda o la invasión de madereros, cazadores, mineros y colonos, entre otros, que no sólo invadían el territorio ancestral comunitario sino que además, por medio de argucias diversas, endeudaban de por vida a los hombres y mujeres de una comunidad. Pero tal vez la fuerza que el territorio cobra en la reivindicación indígena no sólo se deba a la necesidad de contar con el espacio y los recursos materiales necesarios para asegurar la supervivencia indígena, sino al hecho de que “el territorio es [...] la base del mundo espiritual que soporta y da vitalidad a la vida” (cf. Huertas, 2002:165).

Así lo expresan los ngöbe panameños cuando reivindican la necesidad de que se respete y valore la integridad cultural del pueblo y que se protejan las pocas y malas tierras que hoy HABITAN, porque es el único medio legal que les puede garantizar las condiciones mínimas para su sobrevivencia física y cultural como pueblo indígena (INRENAR-GTZ, 1993). Tal como ellos lo plantean:

Queremos definir claramente los límites territoriales. ¡Ya no queremos límites imaginarios ni convencionales! Queremos una Comarca con propiedad colectiva de la tierra y rechazamos el espíritu individualista de la propiedad privada. La propiedad colectiva constituye uno de los valores de nuestra cultura porque nos une. La propiedad privada destruye nuestra cohesión como grupo étnico y cercena nuestro territorio. Queremos una Comarca sin terratenientes ni ganaderos dentro. Queremos una Comarca en donde nuestras autoridades sean elegidas por nuestros pueblos mediante los mecanismos democráticos que poseemos. Rechazamos las autoridades nombradas de a dedo.

Queremos una comarca en donde podamos discutir con el Gobierno o con cualquier multinacional la exploración y explotación de cualquier recurso natural que exista en nuestra tierra y el derecho de negociar los beneficios que de ellos se deriven (Ibíd.: 57). (8)

Los montes, valles, ríos y lagunas que se identifican con la existencia de un pueblo indígena y que lo han provisto de sus medios de vida; la riqueza heredada de sus antepasados y el legado que están obligados a entregar a sus descendientes; un espacio en el que cada pequeña parte, cada manifestación de la vida, cada expresión de la naturaleza es sagrada en la memoria y en la experiencia colectiva de ese pueblo y que se comparte en la íntima interrelación con el resto de seres vivos respetando su natural evolución como única garantía del mutuo desenvolvimiento; [así como] el ámbito de libertad sobre el que dicho pueblo ejerce su dominio permitiéndole desarrollar sus elementos nacionales esenciales.

Pero las demandas territoriales no caracterizan únicamente a los indígenas que aún habitan en los territorios ancestrales o en el campo. También constituyen un reclamo creciente de quienes, por diversos motivos, han debido desplazarse hacia lugares distintos al ancestral originario, llegando a ocupar incluso espacios en centros poblados y ciudades de la región. Pareciera estar en construcción una noción de territorio discontinuo vivido o imaginado pero igualmente importante y necesario para poder considerarse indígena. Sentimientos como estos contribuyen actualmente a la construcción cognitivo-afectiva de las sociedades indígenas como trans-territoriales o trans-locales, y también a la constitución de una identidad indígena territorializada, que trascendiendo la comunidad indígena clásica, se construye y reconstruye en una relación permanente o periódica con los lugares de origen y que se retroalimenta con viajes y visitas tanto propias como de parientes y vecinos.

Atendiendo a toda la problemática originada por la no comprensión y aceptación del modo de vida distinto, la empatía cultural se ha visto increpada desde hace mucho tiempo. No pretendo definir una postura es buena o mala frente a lo anteriormente expuesto pues ambos mundos son igualmente respetados: la visión Europea de territorio, donde el hombre es el dueño, y la tierra pasa a ser un bien individual para producción o vivienda y la visión indígena donde nosotros somos parte de la tierra y el suelo es un bien comunitario al cual se debe respetar y agradecer.

Hay que descubrir el territorio y verlo como es, y según su estudio y ver qué significa para el hombre podremos entender a que estamos llamados, amereida define al continente como un desconocido, y esto abarca también su comprensión total, porque debemos decir y traer a presencia el origen, pero también debemos considerar la evolución en el uso que se le da, lo que influye directamente en nuestras vidas y el actuar,

América se muestra como un hallazgo, y con ello debemos ser parte de tal descubrimiento, teniendo en cuenta también que es lo que somos nosotros para tal descubrimiento y como nos situamos desde nuestro origen étnico social y cultural, pero no aferrándonos a las visiones de otros, sino que teniendo en la mano esas visiones, (la indígena, la europea y la de amereida) construir la propia, la que se nutra de todas las demás pero que finalmente con la que personalmente nos sintamos identificados y cómodos, pues tal visión nos acompañara cada vez que salgamos de travesía, que descubramos el continente, este gran continente de diversa gente y especies , de tantos valles, montañas y ríos , de tanta diversidad climática, ecológica y geológica.

Para cerrar quiero terminar con esta frase: “estamos llamados a ser protagonistas de nuestra propia vida” y eso incluye también todo aspecto de nuestra opinión y visión del mundo.




bibliografia:

http://www.unicef.org/lac/igualdad_dignidad.pdf http://www.oni.escuelas.edu.ar/2003/ENTRE_RIOS/207/COSMOVISION.htm http://books.google.cl/books?id=cU5h6hYTlAgC&pg=PA91&lpg=PA91&dq=La+cuesti%C3%B3n+de+la+tierra+no+est%C3%A1+a%C3%BAn+resuelta+para+el+campesinado&source=bl&ots=Vl3k8WvJnn&sig=gYqyKN38tY7KCk_W5b3a0zJ-9-c&hl=es&sa=X&ei=bdMHVOiGDbCPsQTD8YHgCw&ved=0CB4Q6AEwAQ#v=onepage&q=La%20cuesti%C3%B3n%20de%20la%20tierra%20no%20est%C3%A1%20a%C3%BAn%20resuelta%20para%20el%20campesinado&f=false