Valentina Villegas Tarea 4 – Módulo Investigación T4 2015

De Casiopea




TítuloValentina Villegas Tarea 4 – Módulo Investigación T3 2015
Del CursoMódulo Investigación T3 2015
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Alumno(s)Valentina Villegas.



·Nombre: Valentina Villegas

·Carrera: Diseño Industrial

·Profesores: Ricardo Lang / Alfred Thiers


Abstract

La comida ha sido comparada con el lenguaje y como el, la cocina también es portadora de valores simbólicos, ya que expresa la cultura de quien la practica, y es contenedora de la tradición y la identidad de un grupo. Pero ella no sólo es instrumento de una identidad cultural sino el primer modo de entrar en contacto con los otros.

Más que la palabra, la comida se presta a mediar entre culturas diferentes, y los sistemas de cocina (y cómo se come), se abren a toda suerte de elementos de invención, cruces e influencias. Estos elementos hablan de una herencia cultural y de un territorio que son característicos dependiendo de las condiciones en las cuales se habita. Ésta herencia cultural es un patrimonio intangible ya que se encuentra directamente relacionada con tradiciones, ritos y costumbres que forman parte de actos de transmisión de conocimientos del acto de comer.

A partir de eso nace la pregunta ¿Cual es la relación entre patrimonio cultural y comida?, ¿Cómo se vinculan?


Palabras clave: Patrimonio alimentario, identidad local, cultura, herencia alimentaria.


Patrimonio alimentario: Identidad de una cultura a través de la comida

Patrimonio cultural inmaterial: Primeros acercamientos

Para la UNESCO (2011) el contenido de la expresión “patrimonio cultural” ha cambiado bastante en las últimas décadas. El patrimonio cultural no se limita a monumentos y colecciones de objetos, sino que comprende también tradiciones o expresiones vivas heredadas de nuestros antepasados y transmitidas a nuestros descendientes, como tradiciones orales, artes del espectáculo, usos sociales, rituales, actos festivos, conocimientos y prácticas relativos a la naturaleza y el universo, y saberes y técnicas. Estas costumbres provocan una cierta emoción que hace sentir que se pertenece a algo, un país, una tradición o un modo de vida. [1].

Pese a su fragilidad, el patrimonio cultural inmaterial es un importante factor del mantenimiento de la diversidad cultural frente a la creciente globalización. La comprensión del patrimonio cultural inmaterial de diferentes comunidades contribuye al diálogo entre culturas y promueve el respeto hacia otros modos de vida. La importancia del patrimonio cultural inmaterial no estriba en la manifestación cultural en sí, sino en el acervo de conocimientos y técnicas que se transmiten de generación en generación. El valor social y económico de esta transmisión de conocimientos es pertinente para los grupos sociales tanto minoritarios como mayoritarios de un Estado, y reviste la misma importancia para los países en desarrollo que para los países desarrollados.


El patrimonio cultural inmaterial es:

·Tradicional, contemporáneo y viviente a un mismo tiempo: El patrimonio cultural inmaterial no solo incluye tradiciones heredadas del pasado, sino también usos rurales y urbanos contemporáneos característicos de diversos grupos culturales.


·Integrador: Podemos compartir expresiones del patrimonio cultural inmaterial que son parecidas a las de otros. Tanto si son de la aldea vecina como si provienen de una ciudad en las antípodas o han sido adaptadas por pueblos que han emigrado a otra región, todas forman parte del patrimonio cultural inmaterial: se han transmitido de generación en generación, han evolucionado en respuesta a su entorno y contribuyen a infundirnos un sentimiento de identidad y continuidad, creando un vínculo entre el pasado y el futuro a través del presente.

El patrimonio cultural inmaterial no se presta a preguntas sobre la pertenencia de un determinado uso a una cultura, sino que contribuye a la cohesión social fomentando un sentimiento de identidad y responsabilidad que ayuda a los individuos a sentirse miembros de una o varias comunidades y de la sociedad en general.


·Representativo: El patrimonio cultural inmaterial no se valora simplemente como un bien cultural, a título comparativo, por su exclusividad o valor excepcional. Florece en las comunidades y depende de aquéllos cuyos conocimientos de las tradiciones, técnicas y costumbres se transmiten al resto de la comunidad, de generación en generación, o a otras comunidades.


·Basado en la comunidad: El patrimonio cultural inmaterial sólo puede serlo si es reconocido como tal por las comunidades, grupos o individuos que lo crean, mantienen y transmiten. Sin este reconocimiento, nadie puede decidir por ellos que una expresión o un uso determinado forma parte de su patrimonio


De la cultura a la mesa

“Al sentarnos a comer, no advertimos que en ese acto cotidiano se agazapa la historia entera de la humanidad. Cada detalle constituye una escena en la que convergen actitudes, sentires, posturas, gestos, rituales. Los muebles, la mesa, las sillas, los utensilios, manteles, platos, la comida misma; ese conjunto dispara olores y sabores que culminan en el comer. Descubrimos que en esos hábitos colectivos espontáneos se juega toda nuestra condición de "homínidos", definida desde el inicio como social y cultural. Comemos en grupo y abandonando la postura erguida; no comemos comida, comemos emblemas.“ (Lucía Rossi, 2013) [2].


Uno de los elementos más representativos de una cultura es su comida, La comida forma parte de las tradiciones, de los rituales, de las creencias, de la memoria colectiva y de la cotidianeidad de un pueblo. A su vez, forma parte del individuo de manera única y muy personal, al ser conducto de sensaciones que remiten a emociones, a recuerdos, a vivencias propias.

La cultura de la comida envuelve áreas muy amplias que no sólo incluyen el acto de comer o los ingredientes y recetas usados en cocina, sino que también comprende los procesos de producción, venta y consumo de los alimentos, los espacios donde se come, se prepara la comida o se desecha, las formas y las normas o modales a la hora de sentarse a la mesa. Estamos acostumbrados a que la comida nos reúna en torno a una mesa. Que haya un particular ambiente que envuelva esta ceremonia y que este hábito tan común se relacione con el disfrutar y el compartir.

La cocina y lo que transcurre en la intimidad del acto de comer es un reflejo de como por medio de ella se comparte, se agradece, se recuerda, se festeja y se llora. Está tan impregnada de cultura, que los pueblos la han transformado en un acto donde intervienen gustos, estéticas, prohibiciones, maneras de mesa y una cantidad de otros elementos que desplazan el aspecto biológico de la alimentación a un modesto segundo plano.


“En esta medida, la alimentación constituye un «signo» de la actividad, del trabajo, del deporte, del esfuerzo, del ocio, de la fiesta, de cada circunstancia social. Cada situación tiene, pues, su propia expresión alimentaria. La importancia concedida a todo lo relativo a la alimentación es tal que no sorprende en absoluto que el alimento sea uno de los elementos preponderantes de cohesión dentro de una sociedad. Si comemos no es sólo para alimentarnos, sino también, en una buena medida, por razones ceremoniales y sociales."(Jesús Contreras, 1995) [3].


La manera como se come, lo que se come, dónde se come y cómo se siente quien come con relación a la comida, son todos elementos relacionados con la identidad cultural. Las restricciones y prohibiciones alimenticias de los diferentes pueblos son detalles característicos de cada cultura, de hecho no se cuestiona qué hace un alimento en nuestra vida cotidiana, sólo lo ingerimos, pues hemos heredado los hábitos de nuestros padres y, probablemente, nuestros hijos los heredarán de nosotros. Eso habla de este patrimonio alimentario que se traspasa de generación en generación y no sólo el alimento en sí, sino también el modo de consumirlo.

“Para ser compartidos con otras personas, las maneras como nunca serían utilizados... Todo ello expresa los modos mediante los cuales los individuos de diferentes sociedades proyectan sus identidades. Diversas preferencias en las formas de preparación de la comida, así como diferentes prioridades y aversiones sobre determinados alimentos, proporcionan una identidad, no sólo en el sentido de expresar la pertenencia a un grupo, sino también en el de reclamar atención en variadas circunstancias.“‎(Jesús Contreras, 1995) [4].


Para Woortmann (2004) en la medida en que diferentes grupos, étnicos o regionales, discriminan entre lo que es comido por "nosotros" y lo que es comido por los "otros", los hábitos alimenticios alimentan identidades, pero resulta interesante también observar que el fenómeno de la globalización no sólo se refleja en la caída de las fronteras económicas, sino que también en que las barreras culturales son menos claras, apareciendo una internacionalización de los gustos, los sabores y olores, situación que ha sido señalada como una parte de la transculturización de los pueblos que afecta directamente al ámbito alimenticio.


“De esta manera, es común percibir que, viviendo al sur del mundo, comamos las hamburguesas del norte y la aliñada comida china. Por ello, podemos afirmar que en el sistema alimentario, la clasificación de lo que es o no es comestible está cambiando el origen territorial de los sabores. Sin embargo, la globalización no sólo se refleja en una homogeneización alimenticia, sino que también nos otorga la oportunidad de "elegir" lo que comemos y nos da la posibilidad de acceder a información nutricional cada vez más sofisticada.“‎(Mario C. M. Porto, 2005) [5].

En esta identidad Chilena no sólo un exquisito reservorio de olores, colores y texturas para nuestras mesas, sino que también parte importante de nuestra identidad cultural y de la diversidad étnica de nuestro país. Existe una gastronomía étnica, muy sana y sabrosa, al alcance de cualquier persona que desee acercarse a ella, que es producto de la sabiduría milenaria de los pueblos indígenas de nuestro territorio.

La mirada a la alimentación del pasado tiene y tendrá una fuerte influencia en la definición del patrimonio alimentario, el desarrollo apuntando al rescate de saberes ancestrales de producción, y el creciente desarrollo de comunidades locales y globales, que son víctimas y beneficiarias del proceso de la globalización alimentaria que vivimos hoy en día.

Es por esto que se puede concluir que efectivamente hay un patrimonio alimentario que conversar y costumbres que realzar. No tan solo la preservación del ingrediente sino que el acto y la fiesta que se produce al entrar en este mundo sensitivo de olores, sabores y recuerdos.

‘’Hoy, ¿compartimos?, ¿nos encontramos? Siempre celebrando, festejando, brindando, agasajando al otro en el cocinar, en el degustar. Momento en que se degusta, se recuerda, se ríe, se charla, se discute, se traga, se mastican cuestiones humanas, se tejen acuerdos.’’(Lucía Rossi, 2013) [6].






  1. ¿Qué es el patrimonio cultural inmaterial?. UNESCO, Paris, 2011. Pag.4
  2. Historia del comer. Lazo social y tradición cultural. Lucia Rossi, Buenos Aires, 2011. Pag.15
  3. Alimentación y cultura: necesidades, gustos y costumbres. Jesús Contreras, Edicions Universitat Barcelona (Editor). Barcelona, 1995. Pag.15
  4. Alimentación y cultura: necesidades, gustos y costumbres. Jesús Contreras, Edicions Universitat Barcelona (Editor). Barcelona, 1995. Pag.11
  5. Cultura y alimentación indígena de Chile. Marcio C. M. Porto, FAO (Editor). Santiago, 2005. Pag.4
  6. Historia del comer. Lazo social y tradición cultural. Lucia Rossi, Buenos Aires, 2011. Pag.15

Bibliografía

http://www.unesco.org/culture/ich/doc/src/01851-ES.pdf


Fichas de Lectura

Ficha 1: Historia del comer. Lazo social y tradición cultural

Autor: LUCÍA ROSSI

Año:2013

Lugar:España


La autora es una sicóloga que introduce el acto de comer desde su origen antropológico que explica con claridad desde el nacimiento y su relación de comer supervivencia hasta el comer del placer y el festejo.

·Párrafo 1 Al sentarnos a comer, no advertimos que en ese acto cotidiano se agazapa la historia entera de la humanidad. Cada detalle constituye una escena en la que convergen actitudes, sentires, posturas, gestos, rituales. Los muebles, la mesa, las sillas, los utensilios, manteles, platos, la comida misma; ese conjunto dispara olores y sabores que culminan en el comer. Descubrimos que en esos hábitos colectivos espontáneos se juega toda nuestra condición de "homínidos", definida desde el inicio como social y cultural. Comemos en grupo y abandonando la postura erguida; no comemos comida, comemos emblemas


·Párrafo 3 Pero volvamos a la escena original. El bebé humano al nacer –cuando aún vista y oído no son organizados y prevalentes– se orienta hacia la madre por el olfato; en la noche, en la oscuridad, y ya siendo tenido y abrazado, toma la teta: el gusto. Come de otro. Esto nos hace distintos a otras especies, pero también señala que la experiencia de satisfacción originaria, fundante de la futura subjetividad, se encuentra en las trazas de esa relación primera absoluta en la que uno "upa" del otro –"sostenido"–, toma la teta mirando a este otro en un situación afectiva absoluta que modelará para siempre la primera experiencia de satisfacción. De acá me llevo la expresión "comer del otro", superpuesta a "ser tenido por el otro", previa a toda significación que indica que el comer está en el campo del otro.


Sobre la cotidiano y lo festivo ·Párrafo 22 La gente se reúne a comer, a beber, a charlar... y sobre todo a festejar. No hay festejo sin comida totémica compartida. Como antaño, alrededor del fuego se cocinan tradiciones, maneras... A través de la comida, los inmigrantes recrean el hogar perdido –estar como en casa–. Una socialidad, una historia cotidiana compartida, decires, sentires. Los negocios se hacen comiendo, los amores se consolidan con una invitación a cenar; todo el decurso de la vida humana está atravesado en su cotidianeidad, resorte clave de la identidad alrededor de una comida y un fogón. Hay culturas que aún hoy conservan el fogón en la mesa: la bagna cauda piamontesa, la fondeau de queso, el braserito, la comida japonesa, coreana, todas muestras de que aún hay fuego en la mesa.


·Párrafo 24 Hoy, ¿compartimos?, ¿nos encontramos? Siempre celebrando, festejando, brindando, agasajando al otro en el cocinar, en el degustar. Momento en que se degusta, se recuerda, se ríe, se charla, se discute, se traga, se mastican cuestiones humanas, se tejen acuerdos.