Asignatura(s)Taller de Amereida
Año2013
Tipo de CursoOtro
TalleresARQ 2º, ARQ 3º, ARQ 4º, DG 2º, DG 3º, DO 2º, DO 3º
ProfesoresCarlos Covarrubias, Jaime Reyes, Alberto Cruz
Palabras Clavepoética, poesía, ciudad abierta
Carreras RelacionadasArquitectura, Diseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Diseño Industrial"Diseño Industrial" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Náutico y Marítimo"Náutico y Marítimo" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Ciudad y Territorio"Ciudad y Territorio" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Formación y Oficio"Formación y Oficio" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Interacción"Interacción" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Doctorado en A&D"Doctorado en A&D" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.

Estudiantes

Primer Trimestre

Audios y Vídeos

  1. Audios del primer trimestre
  2. Vídeos del primer trimestre

Cuaderno del Taller

Este año, así como el año pasado, la poesía cantó el tiempo nombrándolo, llamándolo “tiempo de celebración”, y en tal tiempo, en travesía, recorrimos el continente americano en ambos sentidos, celebrando: de la Ciudad Abierta a I Park, y luego, de la Ciudad Abierta a Sao Paulo, casi casi, esta última, llevada a cabo con toda la Escuela. Sí, celebrando los sesenta años precisamente del encuentro fortuito, un buen día, de la poesía con el oficio y del oficio con la poesía: relación recíproca que nos habla del amor a lo distinto, de los opuestos, de nosotros y los otros, tiempo que se hace vigente en esta Amereida nuestra, esta Eneida de América que cada año nos llama a volver a intentarla a pesar de cualquier pesar, que nos espante o nos asuste, prefigurándonos desaciertos o errores. Es que hay cierto quehacer, cierta labor, que por naturaleza no está destinada al éxito o al fracaso, sino sencillamente a ser vividas.

Bién, este año, la poesía nos ha señalado que estamos, que nos toca estar, en un tiempo de obra. Tres palabras sencillas, sin prestigio, tal vez gastadas por el mismo paso del tiempo...

Carlos Covarrubias

marzo 6. Jaime Reyes / Alberto Cruz

Jaime Reyes

El Taller de Amereida tiene una antigua tradición en nuestra Escuela; iniciado hace ya muchos años por Alberto Cruz y Godofredo Iommi. Desde sus inicios hasta ahora en este taller intentamos elucidar la proposición de que existe una relación entre la poesía y los oficios. Esa relación es el horizonte de todo el quehacer de nuestra Escuela en todos los ámbitos en los que se involucra. Por ello es importante que conozcamos y comprendamos sus alcances, sus implicancias, su belleza.

Este año quisiéramos adentrarnos en esa relación a partir de lo que llamamos la obra. En esta Escuela la relación poesía–oficio provoca la obra. Así ha sido desde el primer día; aun antes de la reforma, antes de la primera travesía y las que siguieron, aun antes de la Ciudad Abierta o del poema Amereida. Desde el primer día esta es una Escuela que obra. Todas las preguntas a este respecto son las que quisiéramos que surjan durante este curso.

Desde hace ya dos años lo hemos traído a la Ciudad Abierta, específicamente a sus arenas. Este lugar donde nos sentamos hoy día, en medio de esta duna, quedará enteramente dibujado por nuestras huellas. En una o dos semanas el viento surweste que viene del Océano Pacífico borrará todas estas marcas y las arenas volverán a quedar vírgenes de huella, disponibles a que podamos reunirnos una vez más como si fuera la primera vez en este lugar. A esa posibilidad le llamamos volver a no saber; un estado (Iommi, Ciudad Abierta: De la utopía al espejismo):

En buena parte su suelo es arena; los actos poéticos dicen que ella no es agua ni tierra, que está a merced del viento, que es en sí misma y que se la tiene por estéril pues nos deja en la intemperie borrando toda huella; la arena nos advierte, así, de no radicarnos en conocimientos adquiridos que vengan a filtrar lo que estemos por conocer, vale decir, nos advierte de esa disponibilidad o continuo, incesante volver a no saber que no es –se entiende– permanecer e ignorancias, sino la postura que oye y rima la palabra poética.

Así nosotros quisiéramos atender a la palabra de la poesía para poder aproximarnos a la obra. Cada oficio posee un secreto propio y cuando alguien se acerca a ese enigma del oficio, se asoma al abismo de la libertad. Por eso hacemos el taller con los pies en las arenas, para habérnoslas con el destello fulgurante del abismo de la libertad. Este es el riesgo que quisiéramos acometer; internarnos en la relación de la poesía con el oficio para estar yendo a lo desconocido. Seremos buscadores de desconocido, pero nunca lo hallaremos, nunca lo tendremos completo y desvelado. Se trata de permanecer yendo hacia el desconocido, es un horizonte, una voluntad. En el fondo se trata de un modo de vida; nos aproximamos a la obra no tanto en cuanto un modo de hacer, sino en cuanto a un modo de ser.

Hay que permanecer vigilantes para cumplir con este modo. Podría ser cierto que la mayor plenitud del ser se da en la obra, porque al cabo toda obra se trata del paso del no ser al ser.

Alberto Cruz

Ustedes y nosotros tenemos todos una condición: estamos en la educación superior, luego estamos en lo superior. Hay que ver qué es esto. Si a cualquiera de ustedes le preguntan, ustedes pueden decir que están en lo superior.

A lo superior se aspira. Ese aspirar también es parte de nuestra condición y se relaciona con lo superior. Luego vamos a pensar, para la próxima vez, algo que tenga estas dos palabras que nos repetimos una y otra vez: el aspirar y lo superior.

Porque el poeta, que les acaba de hablar, no necesita repetirse las palabras; él les ha hablado para que ustedes caigan en la cuenta de algo como diciéndoles miren, ¿no se dan cuenta…? Y porque ustedes sí se dan cuenta es que luego pueden dar cuenta.

Vamos a dar cuenta de lo superior y del aspirar.

Marzo 13. José Balcells

a la realidad poética de América

La pregunta por la escultura actual en América nos lleva a considerar, en una visión histórica, como ha sido desde su origen hasta ahora. La civilización de la cual somos herederos relacionó la escultura con lo vertical. Imagino que esta realidad tiene que ver con la condición humana. El hombre erguido. Así, las primeras manifestaciones de escultura de gran tamaño, los menhires, piedras largas erguidas con gran esfuerzo colectivo por comunidades que comparten algún tipo de identidad. Este erguirse de la escultura se practicó en occidente hasta nuestros días. Solamente en el siglo XX y ahora, han aparecido iniciativas que ponen en cuestión esta realidad. El plinto o base es un elemento omnipresente y es la confirmación de la vocación vertical de la escultura occidental. Al parecer este erguirse de algún modo se relaciona con la muerte y la trascendencia. Europa, un continente antiguo y poblado creció hacia arriba; su aire es allá arriba, su liberación arriba, con todas las connotaciones que tal declaración denota.

Entre los escultores del siglo XX, Brancusi es quien mejor que nadie da testimonio de la verticalidad del anhelo europeo. Este extraordinario artista en 1938 realiza la pieza Columna Sin Fin, en la que esta obra de carácter modular se eleva desde el suelo hasta una altura considerable sin variación. Esta obra plantea con claridad un inicio en la tierra y un extenderse al cielo todo lo que la tecnología del momento permita.

De algún modo es la declaración tajante de que la aventura europea es de suelo a cielo.

Otro escultor, Arístides Maillol, contemporáneo del anterior le hace una seña a nuestra modernidad con una obra extraordinaria en la que su musa Pomona quien representa El Río yace tendida como sumergida en él con la cabeza por debajo del plinto que la sostiene.

Tomo estas señales para volver a América y reparar que dos veces al año un río aéreo pasa sobre mi hogar en un vuelo inmenso tanto en tamaño como en distancia. Se trata de la Gaviota de Franklin, ave migratoria que año a año, de polo a polo, y de ida y vuelta, abarca este supercontinente en su totalidad.

Cuando finalmente Europa accede a América se encuentra con la extensión y la ejerce libremente por primera vez. Es esa posibilidad de extenderse sin límites que seduce al descubridor, conquistador, colonizador.

Por ello atendiendo a las señas que la observación nos depara ofrecemos esta escultura a la actualidad americana con tres propiedades singulares. Lo modular: la escultura está compuesta por módulos iguales ensamblados armando un todo que privilegia lo unidireccional.

Lo sinfín: la escultura no propone ni comienzo ni término; en el hecho podría extenderse indefinidamente.

Lo aéreo: la escultura que se extiende como el horizonte no se vincula directamente con el suelo. Plantea una independencia o dislocación de la base. Así pretendemos contestar la pregunta primera.

Marzo 20. Jaime Reyes / Carlos Covarrubias / Alberto Cruz

Jaime Reyes

Voy a intentar reunir dos campos aparentemente disímiles, pero que en el fondo no lo son. Los voy a tratar de reunir para que exista la posibilidad de la relación entre la poesía y los oficios. Pero antes que todo hay que decir lo siguiente: Nos parece aquí, en la Ciudad Abierta y en la Escuela, que “la condición del hombre es poética”. A otros les parece que la condición del hombre es de otra naturaleza, y aun más, a otros les parece que no existe la condición del hombre; que todo se aprende, que todo está en el ambiente, que los hombres y mujeres aquí reunidos no tenemos nada en común, connatural, por el sólo hecho de ser humanos. A nosotros nos parece que sí existe y que esa condición es poética.

Hace muchos años cuando yo era estudiante como ustedes, un profesor en una clase nos dijo que quien no sabía física vivía en las tinieblas. Recuerdo que yo no quería vivir en las tinieblas, y la física no era una cosa que se me diera muy fácilmente. Y a partir de ahí se abrió un campo nuevo, para mí al menos. El mundo comenzó a ser y a hacerse un mundo más coherente, en donde las cosas y los hechos existen y suceden de acuerdo a ciertos motivos que eran cada vez, y que aún son cada vez, más maravillosos. Mientras más estudiaba o estudio (intento que todavía seguir estudiando) se revela una realidad, como maravilla.

También en ese entonces y al mismo tiempo se iniciaba para mí la poesía, y se abría otro campo, y más todavía se ensanchaba el espesor del mundo. Pero mientras la ciencia (la física en este caso, o cualquier ciencia) observa el mundo para obtener la verdad sobre él, la poesía no. La maravilla de la ciencia es que nos dice, o intenta decirnos, la verdad pura y simple sobre las cosas, sobre lo que somos, de dónde venimos o dónde estamos. La ciencia intenta ir hacia la verdad, y es el suyo un camino inacabable; un horizonte, nunca va a acabar. Cada vez que nos acercamos el horizonte se aleja un poco más. Es una andada perenne hacia los horizontes de lo desconocido, en busca de la verdad. Pero la poesía no sigue ni persigue un fin didáctico. Ya nos lo dijeron Edgar Allan Poe, Godo y tantos otros. Poe lo llamaba “la herejía de lo didáctico”: la creencia de que un poema ha de inculcar alguna clase de moral, o alguna clase de acción política, o de responsabilidad social. Él proponía un poema “en sí mismo”, nada más. Escrito exclusivamente para el bien del poema. Sabía Poe, porque era aficionado a la ciencia, que para la verdad hay que ser precisos, simples, concisos, mantener “una fría y desapasionada calma”. Decía que no eran conciliables los aceites de la verdad y las aguas de la poesía. Pero también hablaba de una sed de belleza; la sed de belleza era la condición humana. La “sed inextinguible”, la llamaba él, es el deseo de la mariposa nocturna hacia la luz de la estrella, aun sabiendo que la luz de la estrella la va a convertir en cenizas. Y pensaba que sólo se podían vislumbrar brevemente a través del poema unas divinas alegrías.

Pero entonces yo digo que ciencia y poesía sí tienen algo en común. Ambas son rumbos hacia lo desconocido. Ambas pretenden estar yendo hacia la maravilla. Un modo de ser y hacer el mundo. Ya no pueden ignorarse ciencia y poesía, y hay una instancia en la que se van a reunir para construir el mundo. Esa instancia es la obra. El oficio se hace oyendo. Nosotros creemos que se hace oyendo la llamada de la palabra poética y ejerciendo las labores de la verdad. La llamada, la voz de la poesía, dura un fulgor, un esplendente rayo en la memoria. La labor del oficio, en cambio, sucede en la demora. La obra –la obra de arte y cualquier obra– es acaso el testimonio de esa relación, entre el fulgor efímero que colma, y el ejercicio paciente y dedicado de cualquier quehacer material. Esa relación entre poesía y oficio esplende especialmente en la obra. La relación se juega ahí su “todo por el todo”. ¿De qué forma?, ¿cómo sucede? Porque la poesía canta para que exista su fiesta, la fiesta de la condición humana. Esa es la celebración de la poesía. Esa condición humana que nosotros llamamos “la vigilia y coraje permanente de hacer un mundo”. La celebración, el rito mediante el cual damos cuenta de lo que somos ante nosotros mismos y acaso también ante lo divino. Ese dar cuenta sólo puede ocurrir o realizarse en función del obrar. Me parece que no hay testimonio o testigo de aquello profundo y común que todos llevamos dentro por igual, si no hay obra. Y entonces no hay nada que celebrar. ¿Puede haber obra sin poesía explícita? Sí, puede. Pero en el fondo, los oficios obran, dan testimonio de la maravillosa creación del mundo, aunque no lo sepan explícitamente. Están dando cumplimiento a la condición poética del hombre, porque esa condición es la que induce justamente hacia la creación o hacia la creatividad, hacia lo nuevo, hacia la novedad, y dirigido hacia eso es que vive el hombre y la mujer en la vigilia y coraje de hacer un mundo.

Marzo 27. Carlos Covarrubias

Abril 3. Jaime Reyes / Carlos Covarrubias

Abril 10. David Jolly / Alberto Cruz

Abril 17. Jaime Reyes / Carlos Covarrubias

mayo 15. Jaime Reyes / Carlos Covarrubias

Última clase del primer trimestre, con ágape a cargo del taller de diseño de objetos de Ricardo Lang.

Jaime Reyes

Introducción

Es esta la última clase del primer trimestre.

Quisiera finalizar compartiendo una lección que recibí hace muchos años atrás y que hace muy poco volvió a encenderse. La recibí de un astrónomo hoy fallecido, que se llamaba Carl Sagan.

Voy a contarles una historia, breve, antigua, cuyos alcances me parece que esclarecen los temas que hemos estado tratando en este Taller y nuestro presente. Es una historia que recibí de un astrónomo, ya fallecido. Es un pequeño atajo para intentar no sólo comprender la importancia de la obra, aquí y ahora, entre nosotros, en esta Escuela, en esta Ciudad Abierta, en Chile y en América. Pero no se trata de comprender la repercusión que la obra pueda tener en la formación de arquitectos y diseñadores; lo que quiero es sostener la tesis de que la obra es el fundamento de la construcción de la realidad, y por ende concerniente a todos los oficios.

La naturaleza misteriosa

Desde que nuestra raza comenzó sobre el planeta, hace ya unos 6 millones de años, hemos intentado explicarnos la naturaleza. Durante toda la existencia los pueblos de la tierra hemos sido asombrados por las maravillas que el mundo siempre ofrece y hemos debido arreglarnos para la supervivencia. Hemos hecho muchas veces las mismas preguntas acerca de las fuerzas que provocan los fenómenos naturales; los mortíferos y los benéficos.

Algunos pueblos antiguos consiguieron elaborar elegantes ideas y bellas metáforas que les explicaban los movimientos celestes, las variaciones climáticas o la conducta de las plantas.

Sin embargo la casi todas esas ideas fueron prontamente sustituidas, en la mayoría de las culturas humanas, por otra idea: los seres poderosos del cielo fueron promovidos a la categoría de dioses. Desde entonces hubo un dios para cada preocupación humana. Si los dioses eran felices habría cosechas abundantes, pero el más leve desaire de un hombre o de una mujer bastaría para enojarlos y desatar su furia catastrófica sobre la superficie terrenal; sequías, erupciones, cataclismos. Los dioses eran veleidosos y volubles, nadie podía estar seguro de lo que irían a hacer. El universo actuaba como una marioneta de las deidades y los pueblos vivían bajo la opresión de la oscuridad. La naturaleza era un misterio; no se podía conocer el mundo.

El florecimiento de Jonia

Así fueron las edades del mundo, desde que la evolción biológica nos separó de los chimpancés hace unos 6 millones de años. Pero todo cambió de pronto, en el 600 AC, en la isla de Samos, en Jonia, muy cerca de las costas de la actual Turquía. Allí aparecieron personas que creyeron que todo estaba hecho de átomos, que los seres humanos y los demás animales procedíamos de formas más simples, que las enfermedades no eran maldiciones causadas por demonios ni por dioses, que la Tierra no era más que un pequeño planeta girando alrededor del Sol y que las estrellas estaban muy lejos de nosotros.

Entonces, aboliendo el Caos, nació el Cosmos. Ahora el universo se podía conocer, porque encontraron un orden interno y regularidades que revelaban los secretos de la naturaleza; hallaron reglas que incluso ella debía obedecer.

Hay varias explicaciones de por qué estas ideas no surgieron también en otras civilizaciones fabulosas: mayas y aztecas, el antiguo Egipto, en las milenarias India y China. Por cuestiones de tiempo escogeré una.

Jonia tuvo una ventaja. Es un archipiélago. El aislamiento generó diversidad; fue una multitud de islas con gran variedad de sistemas políticos y de panteones. La imposibilidad de concentrar el poder político o religioso en un sólo lugar consiguió que no pudiera imponerse una hegemonía social e intelectual en todas las islas. Esto hace posible y provoca el libre examen y la aparición de la razón crítica.

Se juntaron allí los dioses de todos, en la multitud de lenguas y costumbres. Si tu dios es igual al mío, entonces son el mismo, o bien no hay ninguno. El poder político estaba en manos de los mercaderes, que promovieron activamente las tecnologías que creaban la prosperidad.

Excurso: Igual ha de suceder con todas las culturas marítimas o fluviales que tienen en la navegación una fuente inagotable de libertad. Cuánto sentido tiene entonces el lamento poético de Ignacio Balcells, cuando preguntaba ¿cuándo se dará cuenta Chile que es un archipiélago? Esa cuenta es la que intentamos elucidar en nuestro magister náutico y marítimo.

La mano

Una de las claves de esta revolución fue la mano. Sí, la mano. Muchos de los mejores pensadores jonios fueron hijos de marineros, campesinos, artesanos, tejedores. Al contrario de los clérigos y escribas de otras naciones criados en el lujo y que no estaban dispuestos a ensuciarse las manos. Pero la ciencia requiere el trabajo de las manos. No importa si Tales de Mileto, uno de los primeros pensadores jonios, dio las respuestas correctas, sino el método que utilizó para intentar esas respuestas: el mundo fue hecho por fuerzas materiales en interacción dentro de la naturaleza.

Los jonios realizaron obras hidráulicas mayores, puentes, canales. Inventaron herramientas de construcción como la llave mecánica, la regla, la escuadra, el nivel, el plomo, la fundición del bronce. Hipócrates inició la medicina basada en el entendimiento y no en la superstición; el método experimental se expandió a Grecia, Italia, Sicilia. Personajes como Empédocles, Arquímides o Demócrito observaron, midieron, calcularon y construyeron modelos. Experimentaron. Los teóricos y los prácticos eran los mismos.

Los genios de la filosofía

Luego aparecen en el firmamento de los genios nombres como los de Sócrates, Platón, Aristóteles, Pitágoras. No me voy a referir a los grandes aportes que sus talentos hicieron a la conciencia de la humanidad, sino a la lamentable herencia que nos dejaron y que nos pesa incluso hasta el día de hoy.

Sabios como Pitágoras enseñaron que las leyes de la naturaleza podían deducirse con el puro pensamiento; místicos convencidos que practicaron una rigidez ortodoxa que les impedía confrontar ideas libremente. Promovieron un desdén por lo práctico que inundó el mundo antiguo. Platón pidió a los astrónomos que pensaran en los cielos, pero sin perder el tiempo observándolos. Plutarco y Jenofonte despreciaron la mano que obraba en las artes mecánicas porque esas manos, en aquella época, eran las manos de los esclavos. Estas artes mecánicas fueron deshonradas en las ciudades griegas y el método experimental de los jonios fue abandonado durante 2.000 años. 20 siglos debieron transcurrir hasta que otro hombre volviese a ponerlo en práctica: Galileo Galiei. Ahora sabemos que sin experimentación no hay ciencia que avance.

El trabajo manual

La misma tradición mercantil que provocó la ciencia jónica desembocó en una economía de esclavos. La posesión de esclavos conducía a la riqueza y al poder. La Atenas de Pericles, Aristóteles, Platón, tenía una vasta población de esclavos. La democracia era sólo para los privilegiados (cualquier parecido con la contingencia nacional actual es pura coincidencia).

La tarea característica de los esclavos es el trabajo manual. Pero la experimentación científica es trabajo manual. Los propietarios de esclavos prefieren alejarse del trabajo manual, pero acaso son los únicos que tienen tiempo libre y disponen del ocio necesario para dedicarse a la ciencia. Aumenta así la rigidez de las elites, de modo que las personas educadas se sienten menos inclinadas a sentir curiosidad por las técnicas, y menos dispuestas a valorar a la ciencia como una actividad digna.

Las clases educadas tienden a ser los hijos de los más ricos, interesados en mantener el status quo, o bien no acostumbrados a trabajar con sus manos. Por esto no tenemos ni ciencia ni arte. ¿Qué vamos a hacer en un país como este, con huestes inmensas de profesionales universitarios que nunca han participado de un trabajo manual?

El arte también es trabajo manual y en la sociedad actual su prestigio, como modo de hacer una vida digna, es aún menor que el de la ciencia. Pero nosotros, en esta Escuela, proponemos que la arquitectura y el diseño son un arte. Y sabemos desde hace mucho que los buscadores de lo desconocido no sólo están en la poesía, sino que también abundan en el ámbito de las ciencias.

Manos a la obra

Hay algo que reúne a la ciencia con el arte, a la técnica con la filosofía, a la palabra con el oficio. Eso es la obra. La reunión de la praxis con el fundamento en una construcción material y concreta. Y puede reunir todo esto porque también la obra es trabajo manual. Nuestras travesías y nuestra Ciudad Abierta, la aparición de los diseños en la Escuela, han sido el testimonio de esa reunión. Para que con mayor y mejor dedicación comparezca el trabajo de las manos. Ya nos lo advirtió Rimbaud: “Vale lo mismo la mano que ara que la mano que escribe” y esa premisa de igualdad intrínseca de todos los oficios nos ha guiado por largos años.

Porque nuestras sociedades actuales también promueven que unos oficios valen más que otros. Muy especialmente el mundo actual, gobernado por la mercantilización de las relaciones, desdeña el trabajo manual. Por eso nadie quiere ser carpintero y todos quieren ser abogados, ingenieros, arquitectos. Querer ser un artesano equivale a condenarse social y financieramente.

Pero nosotros sabemos que más allá del sueño no se despierta nunca y que la construcción del mundo se realiza, es decir cobra su realidad, cuando el oficio acomete una obra, cualquier oficio y toda clase de obra.

Por eso quisiera quedarme con una indicación que contiene todo el sentido y arroja, en dos palabras, toda la poética que hemos intentado ofrecer en este Taller. Es un dicho que como todas las cuestiones profundamente poéticas, no se puede traducir literalmente a otras lenguas, y tenemos la suerte de poder oírla en castellano. La trajo Carlos hace algunas semanas; se dice ¡manos a la obra!, ¡manos a la obra!

Colofón

Los 350 ejemplares del presente cuaderno se terminaron de imprimir en los talleres de Litografía Garín en el mes de mayo.

El cuidado de la edición estuvo a cargo del Taller de Investigaciones Gráficas de la Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV. Para la composición tipográfica se usó la fuente Fedra Serif B Pro en sus distintas variantes. Las páginas interiores se imprimieron en papel Bond ahuesado de 80 gr.

Los textos que conforman este cuaderno corresponden a las clases del Taller de Amereida impartidas durante el primer trimestre, marzo y abril de 2013, en los terrenos de la Ciudad Abierta de Ritoque.

La transcripción de las clases estuvo a cargo de los alumnos del taller de segundo año de Diseño Gráfico y la edición final, a manos de Jaime Reyes. Los archivos de audio están disponibles para ser oídos en: álbum de audios en SoundCloud

Mayo 2013