Diferencia entre revisiones de «Taller de Amereida 2005»

De Casiopea
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===Clase 3===
===Clase 3===
2 de abril de 2005
Antes de releer este episodio tenía una pregunta a su respecto, y ahora que lo hemos leído una vez más esa pregunta se mantiene intacta: ¿Por qué es este episodio el más conocido de Don Quijote? Incluso aquellos que nunca han tenido el libro entre sus manos saben que Don Quijote se enfrentó en batalla contra molinos de viento pensando que eran gigantes, ¿por qué?
Los alumnos dicen:
::''porque es el mejor ejemplo de la personalidad del Quijote…
::''en donde se refleja exactamente la locura del personaje…
::''porque está muy bien escrito y es simple y es posible verdaderamente hallar la aventura…
::''porque hay algo en esa batalla común a todos los lectores…
Yo creo que todo esto es cierto y que tienen razón, pero sospecho que nos falta algo más. Veamos.
Efectivamente pareciera ser el episodio en donde más claramente se da el personaje tal cual es, pero con eso no alcanza. Cada libro, cada novela tiene un episodio en donde mejor se caracterizan sus personajes y sin embargo no por eso son conocidos.
Es cierto también que tenemos aquí a este señor viejo que no anda en su juicio; digamos medio loco porque allí donde la realidad objetiva tiene molinos de viento, el caballero embiste gigantes malignos. Por un lado tenemos a la fantasía, al sueño semi demente y por el otro está la realidad cruda, material, innegable. Pero la mera constatación del mal estado mental y físico (porque al cabo los molinos-gigantes le dan una buena paliza) del Quijote y su enfrentamiento entre fantasía y realidad, no es motivo para que se convierta en el más conocido episodio de la lengua castellana. Muchos libros hay que tratan con estas mismas circunstancias.
Pensemos ahora en la empatía que esta batalla crea con todos los humanos que de una u otra forma nos vemos enfrentados casi diariamente con esta clase de pelea desigual. Luchas humanas de las más variadas clases que todos los días de la historia se libran con estos mismos u otros resultados. La compasión que pudiera despertarnos el pobre Don Quijote, nuestra solidaridad con su condición y desventura, tampoco justifica tanta fama.
Supongamos ahora que este episodio está extraordinariamente bien escrito, que es la suma de lo perfecto en redacción, vocabulario, originalidad, etc. Que es una verdadera matriz acerca de cómo ha de escribirse una novela. Todo lo cual es más que probable. Sin embargo  bien sabemos que la erudición, la perfección estilística o la belleza formal no derivan en gusto popular. Cuestión de preguntarle a las más altas creaciones del arte de todos los tiempos.
Yo creo que estamos perdiéndonos algo. Aunque deba advertir de antemano que para esta pregunta que hago no tengo una respuesta definitiva. Yo no soy estudioso del Quijote ni soy un experto en literatura; se trata de una intuición poética y me voy a guiar por lo que Miguel acaba de decir: “aquí se ha introducido un elemento telúrico”. Uno de ustedes dijo además que aquí era posible hallar la aventura. Creo que desde allí nos acercamos a cierta clave. No me parece importante saber si los molinos son tales o son gigantes; mejor preguntarse ¿de dónde sacó el Quijote la idea de gigantes? Si estos nunca han existido en verdad y sin embargo el hombre siempre los ha concebido. Y como el mismo Quijote observa, los ha concebido en los mitos. Yo creo que este episodio ha trascendido porque hace que la realidad, aquella sustancia material, medible y objetiva, se vuelva mito épico. Y así logra acceder a la más honda intimidad de la condición humana. Luego, esa misma condición se vuelve enteramente aventura.
Pero esta idea nos depara varios problemas. El primero de ellos es que una novela es justamente lo contrario de un poema épico. Los personajes de novela son siempre humanos, parecidos a nosotros y habitantes, por tanto, de nuestro mismo mundo. En cambio la épica trata con héroes más emparentados con la divinidad que con la humanidad y que habitan no en nuestro tiempo –ni siquiera en nuestro pasado- sino en un tiempo original, primero y fundamental. Pensemos además que Cervantes vive en el renacimiento; una época en que expresamente surge una idea de mundo en la cual, por ejemplo, no existe un caballo alado porque la biología no lo permite, o no puede un arquero lanzar una flecha sobre una montaña porque las leyes de la física no lo permiten. Los griegos sí podían concebir y creer estas cosas. Para un hombre del renacimiento, igual que para un occidental actual como nosotros, el pasado es aquello que antecede directamente al ahora, al hoy; hechos y situaciones que acontecieron ayer y que podemos ligar directamente con el presente. Pero Mneme o Mnemosyne, a pesar de que la traducimos como memoria, no es meramente un conjunto de recuerdos, sino una diosa que habla –a través de los poetas- sobre una fuerza cósmica que, por ser intemporal, está siempre presente latiendo en el universo. Esa fuerza es lo relatado en los mitos. La épica no trata de lo antiguo, sino más bien de lo primario en el orden del tiempo y considera bello lo íntimo de las cosas esenciales. Así era la poesía griega. Nosotros en cambio, al igual que Cervantes y su Quijote, hemos sido educados para pensar y creer que lo real es exclusivamente lo que nuestras manos tocan o los ojos ven. Hemos hecho del universo una pura apariencia. A nuestro mundo científico-técnico le importa el cómo de los fenómenos, a un griego le importaba el por qué. Para un griego lo real es aquello que se manifiesta como esencial; no la apariencia sino las fuentes originales.
Yo creo que Cervantes introduce una conexión entre su tiempo y otro mundo, y la verdad es que no importa si lo hizo a sabiendas o no. La lucha del Quijote contra los molinos es la conversión de la realidad, que es siempre inerte, quieta y muda, en un movimiento que ilumina y clarifica el mundo porque lo re encanta aunque sea por un breve instante. La lucha del Quijote es épica.
Pero la poesía moderna, a pesar de todas las conexiones directas, no puede volverse griega. La épica griega relata siempre los mismos sucesos para que estén presentes generación tras generación: pretende transmitir la presencia y actualidad constante de los mismos mitos. En cambio a la poesía moderna le interesa encontrar nuevos objetos poéticos cada vez; le importa la creación de nuevos mitos. Al menos este interés es de radical trascendencia especialmente donde se carece de mitos, luego no hay origen y así no se tiene destino. Esto es América y esta es la pretensión y el horizonte siempre desconocido de amereida. La épica no acabó en Grecia; llega hasta nosotros. Cualquier fragmento de la historia es susceptible de convertirse en leyenda y engendrar así el deleite que produce en el alma humana cuando lo imposible se torna posible. Es decir, el deleite de la más grandiosa aventura.
Miro entonces a nuestra amereida y más específicamente a nuestras travesías, que son la culminación de nuestras aventuras. ¿No vemos nosotros a los gigantes hijos de Gea allí donde hay montañas, simas y océanos transfigurados por los cataclismos? ¿No vemos nosotros abismos míticos allí donde hay quebradas o valles profundos? ¿No vemos dioses en cada lugar y musas danzando en cada fiesta? ¿No son nuestras travesías una visión que modifica la realidad? ¿Son quijotescas nuestras empresas creadoras, nuestras fiestas?
De las respuestas a estas preguntas hablaremos la próxima clase.
'''Lectura'''[[Don_Quijote_Cap_XXIII_2.pdf‎]]
===Clase 4===
===Clase 4===
===Clase 7===
===Clase 7===

Revisión del 10:10 17 oct 2012



Asignatura(s)Taller de Amereida
Año2005
Tipo de CursoOtro
TalleresARQ 2º, ARQ 3º, ARQ 4º, ARQ 5º, DG 2º, DG 3º, DG 4º, DO 2º, DO 3º, DO 4º
ProfesoresJaime Reyes, Manuel Sanfuentes, Andrés Garcés
Palabras Clavetaller de amereida, amereida, poética, poesía
Carreras RelacionadasArquitectura, Diseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Diseño Industrial"Diseño Industrial" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.

Estudiantes

Clases de Jaime Reyes

Trimestre 1

Tratamos sobre Don Quijote de la Mancha

Clase 1

11 de marzo

Debido a una intuición poética que coincide con una celebración de escala mundial, durante este trimestre vamos a hacer una lectura de Don Quijote de la Mancha. La intuición nos invita a una aventura de la cual no conocemos los resultados; sólo la emprendemos confiados en que sus avatares nos traigan iluminación y hallazgos. La celebración es que este año se cumplen los 400 años desde la primera publicación del Quijote y las Academias de la Lengua han publicado una muy bella –y muy barata- edición.

Aún aceptando que nos adentraremos en esta lectura por pura intuición, podemos preguntarnos ¿por qué es importante el Quijote para nosotros? (los alumnos responden):

porque es un libro muy bien escrito
porque es la primera novela en castellano, antes no había nada.
Porque es el realto de un héroe

Esto es cierto. Sin embargo hay otros libros que poseen estas mismas características y que son efectivamente muy importantes. Nosotros nos adentramos en la lectura del Quijote porque sospechamos que este libro es un punto de inflexión en la historia de la lengua.

¿Cuándo comenzamos nosotros, o mejor dicho cuándo comienza lo que somos nosotros hoy? Supongamos por un instante que ese nosotros se refiere a la humanidad. La ciencia nos hace algunas indicaciones, como establecer que el primer signo de humanidad es la posición erguida (el homo erectus de hace 1,6 millones de años, o es el primer entierro de los muertos, o a partir del homo sapiens de hace 10,000 años. Hay aquí materia para debatir. Yo voy a proponer dos relatos para darle a la raza humana su carácter distintivo y definitivo.

El primero es recogido por Walter Otto (1874-1958. Alemán estudioso de Grecia, en “Las Musas. El origen divino del canto y del mito”, Buenos Aires, Editorial Eudeba, 1981):

“Zeus termina la construcción de un mundo.
Todos los dioses están presentes. Sobreviene un admirable silencio, estupor ante la belleza de lo construido. Entonces Zeus pregunta a los dioses si falta algo para que la construcción sea perfecta. Los dioses convienen que algo falta. ¿Qué? Falta la palabra, pues sólo la palabra elogia. Y entonces Zeus crea las Musas.”

El segundo es un fragmento tomado del relato del Génesis:

Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.

En ambos relatos la primera misión de los hombres es el nombrar. Por una arbitrariedad justa diremos que nosotros, los humanos, comenzamos cuando pudimos nombrar. Es decir, con el habla. ¿Cómo hablamos nosotros? ¿Qué hablan ustedes, los que están aquí presentes?

Hablamos emitiendo sonidos…
Lo hacemos para comunicarnos…
Hablamos un lenguaje…
Hablamos castellano…

Esto es. Hablamos castellano; una lengua romance surgida desde el fondo de otra lengua: el latín. Y esta lengua indoeuropea alcanzó su máxima expresión por la influencia del griego. Pero sigamos en el castellano. Don Quijote es un libro que de muchas maneras reinventó la lengua, aunque nunca podremos dar ejemplos específicos del libro, como si se puede hacer cuando se investiga el origen de los nombres. Porque al nombrar algo ese algo aparece y existe. Lo primero que se hace con un niño, desde su más temprana existencia, es nombrarlo. Así este nuevo ser tiene verdadera realidad.

Se trata de una aproximación de orden poético que nos indica que las lenguas sí se transforman cuando aparece una forma de decir algo que antes no se podía decir; cuando se puede expresar algo que antes sólo vagaba en la penumbra de la conciencia; cuando se inventan relaciones entre palabras que antes nunca se habían podido relacionar. Esto es lo que hace la poesía y hombres como Hölderlin, Shakespeare o Cervantes.

Si es cierto que nosotros somos lo que somos porque hablamos una tal lengua, entonces un punto esencial de nuestro propio origen se encuentra en el Quijote. Y a ese punto es al que nos dirgimos durante este Taller de América.

Lectura Medio:Don_Quijote_Cap_vi.pdf‎

Clase 2

18 de marzo

Después de oir y de leer este fragmento, este pasaje del libro es posible darse cuenta de que Cervantes es el Quijote y viceversa; identidad doble bastante profunda, elegante, casi gentil. Cervantes es un escritor que era un soldado, y a través de Don Quijote reclama, irónicamente, la supremacía de las armas –por sobre las letras- en la mantención del orden del mundo. Pero al mismo tiempo que es un (ex) soldado, está escribiendo un libro. Es decir, pertenece tanto a los hombres de armas como a los hombres de letras. Y su desición de favorecer al hombre de armas, a la guerra, como el primordial esquema para la conservación de la armonía de los asuntos humanos es una ironía, porque él mismo y su familia fueron arruinados por la guerra, mientras sí tuvo éxito en la literatura. Sin embargo esta paradoja o ironía a la que se someten tanto Cervantes como su hidalgo Don Quijote no es la cuestión principal a tratar en este pasaje.

¿Por qué Cervantes –o el Quijote- consideran que la guerra es el método más eficiente para sostener un orden social y así humano? Recordemos sus propias palabras:

“con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de corsarios, y, finalmente, si por ellos no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus privilegios y de sus fuerzas.”

No nos anima ahora el afán de ir tras respuestas demasiado rebuscadas, porque al final podríamos guiar cualquier texto hacia las interpretaciones que nos favorezcan la propia ruta. Pero sucede que cuando el Quijote hace este discurso de las armas y las letras, se está refiriendo a una relación que hasta nuestros dias tiene la mayor relevancia. Veamos.

Cuando uno habla; ustedes, yo, cualquiera, puede decir lo que no puede transmitirse. Sólo el habla, en tanto que lengua o lenguaje, puede componer y cantar las cosas que no existen aún, o aquellas que existiendo no están del todo elaboradas y configuradas. Y el habla que mejor crea realidades es la poesía. Un poema sea tal vez la forma más perfecta de hablar, aunque obviamente no por eso es la más adecuada a toda circunstancia. A lo que me refiero es que Cervantes, mientras está con el Quijote, está ocupado en el habla. Y aparenta que no puede o no alcanza a restaurar una realidad que sostenga el orden del mundo. Le entrega, supuestamente, esa restauración a la guerra. Digo 'supuestamente' porque al final el habla sí opera.

Sucede que la profundidad de la guerra implica operar con la lógica de la no existencia, es decir al revés del habla. La guerra nace cuando se configura la diferencia; esto es cuando alguien elimina la posibilidad de existencia de una cosa o una persona diciendo –como se dice corrientemente- “esto no existe”. Hoy en dia se promueva la tolerancia como el sentimiento que puede mantener la paz entre los pueblos. Entre los pueblos que se consideran mutuamente “un error total”, y que por ende deben destruirse. Ese odio hacia la diferencia es el odio hacia la diversidad (y acaso sea este uno de los principales males o problemas de la globalización). Y llega hasta la sublimación cuando se producen guerras basadas incluso en la mínima diferencia que se agranda hasta convertirse en el todo por el todo (la historia nos cuenta de guerras provocadas por la infidelidad, por el rapto de una mujer, por un partido de fútbol, etc.).

El orden del mundo, la armonía que lo rige y lo gobierna es una suerte de unidad. Se trata de mantener la unidad; como cuando se dice que la unión hace la fuerza, para que no se desarme la simetría armónica del mundo. Pero la trágica historia de nuestra sociedad humana (a diferencia de la historia biológica de nuestro propio planeta) nos enseña que esa clase de unificación es siempre por la fuerza; “que sólo es a pesar suyo que un término cualquiera entra en fusión con otro término”. Cervantes sabe esto y sabe que son los guerreros quienes cambian el mundo, pero está escribiendo un libro. ¿Qué sucede? Que en la verdad el habla, la poesía sí cambian el mundo. No lo hacen a través de las armas, la política o la revolución, sino a través de una canción que siembra una semilla en los jardines secretos de las almas; la semilla de la paz de la unión. La poesía se propone no un cambio directo en las estructuras que mantienen el orden del mundo, sino una transformación radical desde su esencia misma; que dicho orden sea recreado a partir de la paz creadora y no con un ardid. Se trata de algo mejor que una enseñanza; es más bien una especie de formación en el amor.

En palabras de Gotfreid Benn:

“La poesía posee por principio una suerte de experiencias radicalmente diferentes a la de los técnicos y los guerreros y exige otras conclusiones que la de la mera eficacidad práctica o que del servicio al progreso. Yo me pregunto,

dice Benn,

si no es más que la fuerza de un hombre vigoroso el que sea capaz de enseñarle a la Humanidad lo siguiente: tú eres así y no serás jamás otra. Así tú vives, así tú has vivido; así vivirás siempre. El que tiene dinero tendrá salud. El que tiene poder será el que diga el juramento justo. El que tiene la fuerza hará el derecho. Esta es la historia hecha historia. He aquí el hoy, presente, tómalo, míralo y ámalo. Esta enseñanza me parece mucho más radical, porque tiene un conocimiento más profundo, una continuidad mucho más honda y más rica de promesas que todas las esperanzas de felicidad que propagan los partidos políticos.”

hablando    digo lo que no puede transmitirse    trabajo a partir de la 
singularidad absoluta    como lo mostró hegel    y es esto lo que se 
pierde    de todos modos    me pierdo en el lenguaje    y es allí que 
nosotros tratamos de encontrarnos  –  el medio de este encuentro es 
así lugar de una extraña indiferencia  de una neutralidad desesperante 
( lo universal )      mientras que esta pérdida me somete a suplicio 

amereida, pág. 83 

así como decimos en nuestra len- 
gua hablada para desestimar a un hombre o a una dificultad ( eso no 
existe )


ellos son un error total     insoportable su mane- 
ra de hablar sus dialectos      de comer   de vestirse      ellos deben 
ser destruidos 


la guerra es el único ardid de la unificación 

Nota

Cervantes es considerado como el más grande escritor español de todos los tiempos, y uno de los mejores escritores universales. Nació probablemente el 29 de septiembre de 1547 en Alcalá de Henares, Madrid. Fue bautizado en la iglesia de Santa María el 9 de octubre de 1547. Fue el cuarto de siete hijos del cirujano-barbero Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas. Parece ser que estudió con los jesuitas en Córdoba o Sevilla y quizás en Salamanca. Durante su adolescencia vivió en distintas ciudades españolas (Madrid, Sevilla). Cuando cumplió veinte años, abandonó su país para abrirse camino en Roma, ciudad donde estuvo al servicio del cardenal Acquaviva. Recorrió Italia, se enroló en la Armada española y en 1571 participó en la batalla de Lepanto. Fue en esta batalla, donde perdió el movimiento del brazo izquierdo, por lo que fue llamado el Manco de Lepanto. Mientras regresaba a España, en el año 1575, fue apresado por los corsarios y trasladado a Argel, donde sufrió cinco años de cautiverio (1575-1580). Fue liberado gracias al rescate pagado por el fraile trinitario fray Juan Gil. El 27 de octubre llega a las costas españolas y desembarca en Denia (Valencia) su cautiverio ha durado cinco años y un mes. Partió hacia Madrid y a su llegada, se encontró a su familia en la ruina. Al poco tiempo contrae matrimonio en Esquivias (Toledo) con Catalina de Salazar y Palacios. Publica La Galatea (1585) y lucha, sin éxito, por destacar en el teatro. Sin medios para vivir, marcha a Sevilla como comisario de abastos para la Armada Invencible y recaudador de impuestos. Es allí donde le encarcelan por irregularidades en sus cuentas. Cuando es puesto en libertad se traslada a Valladolid. Es posible que se iniciara en la literatura bajo la supervisión y en la amistad del humanista y gramático López de Hoyos. Entre 1590 y 1612 escribió una serie de novelas cortas que, después del reconocimiento obtenido con la primera parte del Quijote en 1605, acabaría reuniendo en 1613 en la colección de Novelas ejemplares. Esta colección se inicia con La gitanilla, fantasía poética creada en torno a la figura de Preciosa y la relación entre la gitanilla y un joven capaz de renunciar a su alcurnia por amor. En contraste con tan embellecido marco sigue El amante liberal, novela bizantina de amor y aventuras, con las adversidades que Ricardo y Leonisa han de superar antes de su matrimonio. Don Quijote de la Mancha, hoy en día considerada como una obra universal. Se cree que la comenzó a escribir mientras se encontraba en la cárcel a finales del siglo XVI. Ya en el verano de 1604 estaba terminada la primera parte, que apareció publicada a comienzos de 1605 con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Tuvo un éxito inmediato.

Lectura Medio:Don_Quijote_Cap_viii.pdf‎

Clase 3

2 de abril de 2005

Antes de releer este episodio tenía una pregunta a su respecto, y ahora que lo hemos leído una vez más esa pregunta se mantiene intacta: ¿Por qué es este episodio el más conocido de Don Quijote? Incluso aquellos que nunca han tenido el libro entre sus manos saben que Don Quijote se enfrentó en batalla contra molinos de viento pensando que eran gigantes, ¿por qué?

Los alumnos dicen:

porque es el mejor ejemplo de la personalidad del Quijote…
en donde se refleja exactamente la locura del personaje…
porque está muy bien escrito y es simple y es posible verdaderamente hallar la aventura…
porque hay algo en esa batalla común a todos los lectores…

Yo creo que todo esto es cierto y que tienen razón, pero sospecho que nos falta algo más. Veamos. Efectivamente pareciera ser el episodio en donde más claramente se da el personaje tal cual es, pero con eso no alcanza. Cada libro, cada novela tiene un episodio en donde mejor se caracterizan sus personajes y sin embargo no por eso son conocidos.

Es cierto también que tenemos aquí a este señor viejo que no anda en su juicio; digamos medio loco porque allí donde la realidad objetiva tiene molinos de viento, el caballero embiste gigantes malignos. Por un lado tenemos a la fantasía, al sueño semi demente y por el otro está la realidad cruda, material, innegable. Pero la mera constatación del mal estado mental y físico (porque al cabo los molinos-gigantes le dan una buena paliza) del Quijote y su enfrentamiento entre fantasía y realidad, no es motivo para que se convierta en el más conocido episodio de la lengua castellana. Muchos libros hay que tratan con estas mismas circunstancias.

Pensemos ahora en la empatía que esta batalla crea con todos los humanos que de una u otra forma nos vemos enfrentados casi diariamente con esta clase de pelea desigual. Luchas humanas de las más variadas clases que todos los días de la historia se libran con estos mismos u otros resultados. La compasión que pudiera despertarnos el pobre Don Quijote, nuestra solidaridad con su condición y desventura, tampoco justifica tanta fama.

Supongamos ahora que este episodio está extraordinariamente bien escrito, que es la suma de lo perfecto en redacción, vocabulario, originalidad, etc. Que es una verdadera matriz acerca de cómo ha de escribirse una novela. Todo lo cual es más que probable. Sin embargo bien sabemos que la erudición, la perfección estilística o la belleza formal no derivan en gusto popular. Cuestión de preguntarle a las más altas creaciones del arte de todos los tiempos.

Yo creo que estamos perdiéndonos algo. Aunque deba advertir de antemano que para esta pregunta que hago no tengo una respuesta definitiva. Yo no soy estudioso del Quijote ni soy un experto en literatura; se trata de una intuición poética y me voy a guiar por lo que Miguel acaba de decir: “aquí se ha introducido un elemento telúrico”. Uno de ustedes dijo además que aquí era posible hallar la aventura. Creo que desde allí nos acercamos a cierta clave. No me parece importante saber si los molinos son tales o son gigantes; mejor preguntarse ¿de dónde sacó el Quijote la idea de gigantes? Si estos nunca han existido en verdad y sin embargo el hombre siempre los ha concebido. Y como el mismo Quijote observa, los ha concebido en los mitos. Yo creo que este episodio ha trascendido porque hace que la realidad, aquella sustancia material, medible y objetiva, se vuelva mito épico. Y así logra acceder a la más honda intimidad de la condición humana. Luego, esa misma condición se vuelve enteramente aventura.

Pero esta idea nos depara varios problemas. El primero de ellos es que una novela es justamente lo contrario de un poema épico. Los personajes de novela son siempre humanos, parecidos a nosotros y habitantes, por tanto, de nuestro mismo mundo. En cambio la épica trata con héroes más emparentados con la divinidad que con la humanidad y que habitan no en nuestro tiempo –ni siquiera en nuestro pasado- sino en un tiempo original, primero y fundamental. Pensemos además que Cervantes vive en el renacimiento; una época en que expresamente surge una idea de mundo en la cual, por ejemplo, no existe un caballo alado porque la biología no lo permite, o no puede un arquero lanzar una flecha sobre una montaña porque las leyes de la física no lo permiten. Los griegos sí podían concebir y creer estas cosas. Para un hombre del renacimiento, igual que para un occidental actual como nosotros, el pasado es aquello que antecede directamente al ahora, al hoy; hechos y situaciones que acontecieron ayer y que podemos ligar directamente con el presente. Pero Mneme o Mnemosyne, a pesar de que la traducimos como memoria, no es meramente un conjunto de recuerdos, sino una diosa que habla –a través de los poetas- sobre una fuerza cósmica que, por ser intemporal, está siempre presente latiendo en el universo. Esa fuerza es lo relatado en los mitos. La épica no trata de lo antiguo, sino más bien de lo primario en el orden del tiempo y considera bello lo íntimo de las cosas esenciales. Así era la poesía griega. Nosotros en cambio, al igual que Cervantes y su Quijote, hemos sido educados para pensar y creer que lo real es exclusivamente lo que nuestras manos tocan o los ojos ven. Hemos hecho del universo una pura apariencia. A nuestro mundo científico-técnico le importa el cómo de los fenómenos, a un griego le importaba el por qué. Para un griego lo real es aquello que se manifiesta como esencial; no la apariencia sino las fuentes originales.

Yo creo que Cervantes introduce una conexión entre su tiempo y otro mundo, y la verdad es que no importa si lo hizo a sabiendas o no. La lucha del Quijote contra los molinos es la conversión de la realidad, que es siempre inerte, quieta y muda, en un movimiento que ilumina y clarifica el mundo porque lo re encanta aunque sea por un breve instante. La lucha del Quijote es épica.

Pero la poesía moderna, a pesar de todas las conexiones directas, no puede volverse griega. La épica griega relata siempre los mismos sucesos para que estén presentes generación tras generación: pretende transmitir la presencia y actualidad constante de los mismos mitos. En cambio a la poesía moderna le interesa encontrar nuevos objetos poéticos cada vez; le importa la creación de nuevos mitos. Al menos este interés es de radical trascendencia especialmente donde se carece de mitos, luego no hay origen y así no se tiene destino. Esto es América y esta es la pretensión y el horizonte siempre desconocido de amereida. La épica no acabó en Grecia; llega hasta nosotros. Cualquier fragmento de la historia es susceptible de convertirse en leyenda y engendrar así el deleite que produce en el alma humana cuando lo imposible se torna posible. Es decir, el deleite de la más grandiosa aventura.

Miro entonces a nuestra amereida y más específicamente a nuestras travesías, que son la culminación de nuestras aventuras. ¿No vemos nosotros a los gigantes hijos de Gea allí donde hay montañas, simas y océanos transfigurados por los cataclismos? ¿No vemos nosotros abismos míticos allí donde hay quebradas o valles profundos? ¿No vemos dioses en cada lugar y musas danzando en cada fiesta? ¿No son nuestras travesías una visión que modifica la realidad? ¿Son quijotescas nuestras empresas creadoras, nuestras fiestas? De las respuestas a estas preguntas hablaremos la próxima clase.

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Trimestre Segundo