Taller Amereida IV etapa: Bárbara Quiroz

De Casiopea
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TítuloTaller de Amereida 1° trimestre 2014
AsignaturaTaller de Amereida
Del CursoTaller de Amereida 2014
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Alumno(s)Bárbara Quiroz

Primera clase: Invitación a vivir en el presente

Logrando vivir en el presente podemos dar nuestro testimonio de vivir en América. Pero, ¿qué es vivir en el presente?

Enfrentarse al mundo no desde una mirada superflua, sino desde un oído agudo. Por esto, planteado en clases, hay que tener coraje y corazón para saber escuchar. Es la disposición. El disponer de un mundo que se presenta ante nosotros para abrirse camino a lo original, para transitar por un camino construido desde el propio ser. Así como desde el pasado nos fuimos forjando en nuestro ser, aquello que se originó, aquello original dentro de nosotros es lo que implica el presente ya que con eso podemos decir que estamos dispuestos a vérnosla con el ahora. Y desde el ahora dar nuestro testimonio, desde nuestro oficio, desde nuestro aprendizaje: crear; construir América y construir el futuro para que quede esa huella que otros podrán descubrir. Y en esto me detengo: descubrir.

Por supuesto, el enfrentarse al mundo en el presente implica el querer descubrir porque en cada paso en el camino supone una nueva visión. Maravillarse. Tal cual el poeta decide vérselas con lo maravilloso de asomarse a una realidad más amplia. Así también como un niño se maravilla con el presente, descubriendo a través del juego. Entonces tal vez debamos ser mas “niños”, ver el presente como una oportunidad, un regalo que se nos da para maravillarse y crear, sin quedarnos en el pasado ni preocupándonos por el futuro.

“Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo.” (Proverbio árabe) Así es el vivir el presente, haciéndolo nuestro para dar rienda suelta a la creación. El presente es nuestro, se nos regala día a día, ¿por qué no maravillarnos con esto?

Segunda clase: La admiración, la alegría y el asombro

América nos quiere mostrar su verdadero rostro. Para poder conocer su semblante debemos estar dispuestos a encontrarnos con la sorpresa, estar atentos a cada detalle que se nos muestra pues estos conforman la identidad.

Para lograr asombrarnos de esta realidad debemos abrir nuestros sentidos. Debemos empaparnos de lo que llega a nosotros a través del tacto, de la vista, del gusto, del olfato y del oído. Hay que estar en constante contacto con la realidad para lograr la percepción que nos traen nuestros sentidos, así podemos apropiarnos del espacio donde vivimos: América.

Con los sentidos se manifiesta nuestra condición humana de escudriñar la realidad, de ponernos al borde de lo perceptivo, de admirar el entorno y más aún, de asombrarnos. Y no solo el asombro del entorno, sino que también de las ideas, aquellas que construyen mundo y de las que nosotros también podemos ser parte en la creación del diseño. Todos estos factores que nos llegan a diario nos permiten ir descubriendo nuestra América, de ir a lo más profundo.

Así es como hay que alertar nuestros sentidos para percibir la realidad, para contemplar aquello que la realidad nos quiere ofrecer. Sentir el regocijo de lo asombroso, la alegría de admirar nuestra América, pues, como bien dijo Lucrecio: Si los sentidos no son veraces, toda nuestra razón es falsa.

Tercera clase: La comunicación

Tal como la evolución del ser humano, la comunicación ha tomado el mismo rumbo de transformación a través del tiempo. Pero, ¿cómo podemos entender la comunicación? Es bien sabido que todo ser vivo posee su característica de comunicar hacia los demás, ya sea de gestos, de sonidos o de simbología, pero ¿qué necesidad tiene la comunicación para entender el mundo?

Para llegar a una conclusión nos remontamos hacia miles de años atrás. El ser humano comenzaba a adentrarse en la comunicación dejando dibujos en cavernas, o símbolos, que representaban lo que veían en su presente. Después comenzaron a manifestarse a través de sonidos ininteligibles para comunicar a los de su misma especie de peligros aproximándose. Posteriormente esos sonidos se fueron uniendo y formaron palabras. Así se sigue evolucionando hasta el hoy, donde la comunicación se da en un lenguaje de bits.

A lo que se quiere llegar con esto, es que desde inicios del tiempo el ser humano ha pretendido comunicar sus observaciones del mundo, dejar un testimonio de lo que ha vivido. Es por ello que el lenguaje se hace parte de nuestra condición, vivimos en el lenguaje y en nuestro caso (como oficio) vivimos en la importancia de la palabra. Y la palabra entendida como un valor único: la palabra poética. Esta palabra que posee un significado, que quiere dejar testimonio es la principal comunicación que tenemos como oficio, ya sea un diseñador gráfico que la expresa a través de un todo en la acción de leer o un diseñador industrial que la expresa, implícitamente, en una construcción.

Aquella comunicación con el mundo es la que nos hace ser parte de él. Así como América nos tiene algo que decir y nosotros somos sus receptores, pero para llegar a esto debemos someter los sentidos hacia aquello que no se escucha fácilmente. Como Peter Drucker hace referencia a que “lo más importante de la comunicación es escuchar lo que no se dice”.

Cuarta clase: La condición humana

¿Qué es la condición humana? Sabemos que somos humanos dentro de una suerte de instintos, de sensaciones, de percepciones que nos llaman a sobrevivir, adaptados a un espacio y a una cultura desde donde nos tocó nacer. Sin embargo sobrevivir no es nuestra única condición humana.

Como se mencionó en la clase anterior, el ser humano vive en la palabra, en la poiesis de la vida de manifestarse a otros, de conocer su entorno y dejar testimonio. Por supuesto esta condición humana no es antagonista del propio ser, ya que nuestra adaptación a través de los sentidos es la que nos permite ir abriéndonos camino en el descubrimiento. Esto decanta en el concepto donde la condición humana se da plenamente: la aventura.

La aventura es la instancia donde el ser humano pone en juego sus instintos y su palabra. Desde sus inicios que es una condición neta, ya que la vida como tal es una aventura sin fin. Así que la aventura es un concepto arraigado al ser humano, el deseo de conocer, de asombrarse ante lo nuevo. Y es también la instancia donde se plantean nuevas ideas, un espacio para la creación. En todos los tiempos la aventura ha sido el motivo de los descubrimientos, el arriesgarse a ese enfrentamiento con lo desconocido.

“La vida o es una aventura atrevida o no es nada” (Helen Keller) Tal cual, la vida es una constante aventura en la cual la condición humana se vuelve plena. No es solo instinto. No es solo la palabra. Es el conjunto y el equilibrio entre ellos.

Quinta clase: El abismo

Lo abisal. Sin fondo, profundo e insondable. Incomprensible. Definiciones que manifiestan la identidad de América, “costa de los contrastes”. Pero, ¿qué quiere decir el abismo?

El abismo se manifiesta como una identidad inmensa, el principal desafío en la comprensión de América, en su descubrimiento y su cuidado. Por supuesto no es un camino fácil, al contrario, es oscuro y profundo. Pero adentrarse en este abismo, en esta aventura, es lo que nos convoca a nosotros como diseñadores y arquitectos, ya que debemos convivir con su fuerza y su misterio. Somos llamados a ser testigos de este abismo.

Tenemos la dicha de ser peregrinos en lo abisal, de ir a descubrir y a regalar nuestro oficio a América así como de conectarnos con la presencia del abismo, su presente y su esencia. Aquello es la travesía, un desarrollo del oficio directamente enfrentado con el abismo de nuestra tierra.

Sexta clase: La espesura del ser humano

América es abismal. Entonces, ¿qué somos nosotros en este abismo? Es una paradoja el decir “nosotros” cuando se trata del abismo. La verdadera realidad es que no existe el “nosotros” ni el “tus” sino que solo existe el “nadie”. Ahora adentrémonos en la espesura.

“Hay un espesor entre los hombres. Ni el amor basta para atravesarla. Saber que el camino nunca es el camino.”

Esta frase encierra la fuerza del abismo en su emerger, donde ni el amor ni ningún camino es el correcto de seguir. Ninguna posibilidad que pretendamos tener. “Los hijos de Gea se muestran en su máxima fuerza, destruyendo lo aplanado”

Aquella es la espesura del Hombre, por eso el “¿quién eres tú?” no tiene relevancia. Todos somos nadie. Solo hay que tener el coraje para dejarse llevar a través de esta espesura ya que los sentidos no nos pueden guiar. No podemos ver a través de la oscuridad, solo si escuchamos la voz podremos ser guiados por este abismo. Esta voz nos mostrara un nuevo recorrido que nos será útil para edificar el suelo. Para lograr suelo hay que consolar el abismo.

Siempre nos veremos enfrentados al abismo de América, con su fuerza que arrasa cualquier camino. Nosotros, como oficio, debemos agudizar ese oído que nos permite escuchar nuestra guía la que, aún cuando la oscuridad nos cubra, siempre esperará ser escuchada.

Séptima clase: Lo poético

Desde que dijimos que la palabra era una condición humana nos transportamos a su manifestación poética, la que tiene una característica metafórica que la vuelve una disciplina lúdica. Es así como también depende del oído de la persona que la escucha. No nos muestra las respuestas, sino que nos hace las preguntas que nos conducen a la realidad.

Este paso a formular preguntas es lo que nos define en nuestro oficio ya que tanto el diseño como la arquitectura se basan en cuestionarnos nuestro alrededor y manifestarlo a través de la palabra. Esta formulación de preguntan es lo que nos lleva a la belleza, el ver desde nuestro entorno para llevar a cabo una creación. Así como enfrentarse al abismo con el coraje, también se debe usar el lenguaje apropiado de lo que se ha visto. Atreverse a mirar las cosas de frente dándoles un sentido.

De esta manera nuestra condición humana se acerca al oficio, entregando una herramienta para nombrar lo visto, para darle un significado a la percepción de la realidad. Con esto adentrarse al abismo de manera de oír la guía que nos muestra otros caminos, una metáfora poética en la vida, así como también lúdica donde podemos construir América.

Octava clase: La América no descubierta

Remontándonos a la aventura nos encontramos con la búsqueda de un fin, una búsqueda de aquello que se piensa o cree que se encontrará. Aquello nos manifiesta una idea, una intuición humana de ir en búsqueda, sin embargo no siempre se encuentra lo que se busca. Es la aventura la que nos encuentra, la que se da a expresar hacia nosotros. Así como Colón salió en la búsqueda de las Indias, encontrándose con una tierra desconocida, enfrentándose a su espesura y viviendo finalmente una aventura de la que hoy en día se da testimonio.

¿Podemos decir que Colón descubrió América? Colón se encontró con una América que no esperaba conocer. Una tierra que no era lo que esperaba. Sin embargo, y por lo que hemos aprendido en estas clases, América aún no es completamente descubierta.

Fijemos nuestra mirada al naturalista, siendo de una rama profesional diferente notamos una característica muy ligada a nuestro oficio: el objeto de estudio. Así como el naturalista viaja para asombrarse con el organismo nosotros cada año viajamos para descubrir las bondades de algún punto de América. ¿Cuál es el punto de esta analogía? Pues es que a pesar de ser ciencias distintas compartimos un mismo motivo: salir a descubrir nuestra América.

Estamos llamados, como americanos, a admirarnos de nuestra tierra. Vivir en América supone un gran regalo que como sus habitantes debemos lanzarnos a descubrir, así como también de cuidar. Vivamos en el asombro dentro del abismo, aventurándonos, guiados por una lejana y significativa palabra para construir camino, siempre consolando lo abisal. Vivamos el presente alegrándonos de ser americanos, de pisar una tierra tan enorme y fascinante, de la cual aún nos queda mucho por conocer. Vivamos América.