Diferencia entre revisiones de «Técnica y Poética»

De Casiopea
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Antes de atender a la fábula misma conviene precisar un punto de vista con el que aproximarnos a la técnica y la poesía. Para la poesía se observará el contenido del mismo volumen segundo del poema Amereida. Para la técnica se atenderán ciertas indicaciones de dos filósofos del siglo XX; Heidegger y Ortega y Gasset. Por ejemplo el alemán con respecto a la técnica (Heidegger "Lenguaje Tradicional Y Lenguaje Técnico"):
Antes de atender a la fábula misma conviene precisar un punto de vista con el que aproximarnos a la técnica y la poesía. Para la poesía se observará el contenido del mismo volumen segundo del poema Amereida. Para la técnica se atenderán ciertas indicaciones de dos filósofos del siglo XX; Heidegger y Ortega y Gasset. Por ejemplo el alemán con respecto a la técnica (Heidegger "Lenguaje Tradicional Y Lenguaje Técnico"):
“el fabricar y el producir, entendido como lo entendían los griegos, no significa tanto poner a punto, manipular y operar, sino lo que nuestra palabra alemana herstellen y el término latino producere, literalmente dicen: producere,  es decir, sacar y traer a luz algo que antes no estaba ahí como presente”.  
<blockquote>“el fabricar y el producir, entendido como lo entendían los griegos, no significa tanto poner a punto, manipular y operar, sino lo que nuestra palabra alemana herstellen y el término latino producere, literalmente dicen: producere,  es decir, sacar y traer a luz algo que antes no estaba ahí como presente”.  
Amereida, en su volumen primero, se pregunta por la poesía: “¿quién sino ella dice de un origen pues sólo poéticamente se aparece?”  
Amereida, en su volumen primero, se pregunta por la poesía: “¿quién sino ella dice de un origen pues sólo poéticamente se aparece?”</blockquote>


Guiados en principio por estas sencillas explicaciones podemos atender la fábula. Luego plantearemos unas ciertas preguntas poéticas. Estas no se exponen exigiendo una respuesta que las resuelva, sino se cantan para que sus cuestionamientos permanezcan como tales, siempre lanzados hacia las aberturas desconocidas por donde intentar llegar a los campos nuevos para el hombre.
Guiados en principio por estas sencillas explicaciones podemos atender la fábula. Luego plantearemos unas ciertas preguntas poéticas. Estas no se exponen exigiendo una respuesta que las resuelva, sino se cantan para que sus cuestionamientos permanezcan como tales, siempre lanzados hacia las aberturas desconocidas por donde intentar llegar a los campos nuevos para el hombre.

Revisión del 10:22 22 mar 2016







TítuloTécnica y Poética, las preguntas de amereida
Año2004
AutorJaime Reyes
Tipo de PublicaciónEnsayo, Inédito
ColecciónAmereida
Palabras Clavepoética, técnica, amereida
LíneaFormación y Oficio
Carreras RelacionadasArquitectura, Diseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Diseño Industrial"Diseño Industrial" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Náutico y Marítimo"Náutico y Marítimo" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Ciudad y Territorio"Ciudad y Territorio" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.

INTRODUCCIÓN

Este trabajo analiza la relación entre la técnica y la poesía planteada en el volumen segundo del poema Amereida.

Amereida es la reunión es la reunión de las palabras América y Eneida; es la Eneida de América. Es un poema épico escrito por varios autores -poetas, pintores, escultores, arquitectos- cuyo primer volumen fue publicado en 1967, y canta el hallazgo de América como un presente o regalo. Propone una visión original para el ser americano. Un componente esencial de este poema es la denominada primera Travesía de Amereida, realizada en 1965. Fue un viaje poético entre Tierra del Fuego y Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia. En este viaje, que recorrió el continente celebrando actos poéticos y artísticos y construyendo pequeñas obras, participaron poetas, diseñadores, escultores, filósofos, pintores y arquitectos, americanos y europeos.

El volumen segundo del poema fue publicado en 1986 y es una suerte de registro poético de esa primera travesía. De hecho incluye la bitácora del viaje. En este volumen segundo se plantea, poéticamente, un conjunto de preguntas, reflexiones e indicaciones respecto de la técnica, escritas tanto en verso como en prosa. Este trabajo analizará este conjunto o problemática, a partir de una fábula que aparece en la página 79. Las indicaciones que provienen directamente de un poema son siempre cifradas y debiesen quedar abiertas a distintas interpretaciones. Por lo tanto no se trata de descifrarlas de una vez y para siempre, sino de ofrecer una lectura de entre muchas posibles. De hecho, el poema no explicita la moraleja de la fábula, pero allí se abre un campo donde la técnica y la poesía pueden dialogar; o incluso llegar a mostrar cómo la técnica y la poesía están íntimamente relacionadas.

Antes de atender a la fábula misma conviene precisar un punto de vista con el que aproximarnos a la técnica y la poesía. Para la poesía se observará el contenido del mismo volumen segundo del poema Amereida. Para la técnica se atenderán ciertas indicaciones de dos filósofos del siglo XX; Heidegger y Ortega y Gasset. Por ejemplo el alemán con respecto a la técnica (Heidegger "Lenguaje Tradicional Y Lenguaje Técnico"):

“el fabricar y el producir, entendido como lo entendían los griegos, no significa tanto poner a punto, manipular y operar, sino lo que nuestra palabra alemana herstellen y el término latino producere, literalmente dicen: producere,  es decir, sacar y traer a luz algo que antes no estaba ahí como presente”. Amereida, en su volumen primero, se pregunta por la poesía: “¿quién sino ella dice de un origen pues sólo poéticamente se aparece?”

Guiados en principio por estas sencillas explicaciones podemos atender la fábula. Luego plantearemos unas ciertas preguntas poéticas. Estas no se exponen exigiendo una respuesta que las resuelva, sino se cantan para que sus cuestionamientos permanezcan como tales, siempre lanzados hacia las aberturas desconocidas por donde intentar llegar a los campos nuevos para el hombre.

LA FÁBULA

La fábula de la página 79 del volumen II de Amereida (varios autores, 1986) dice:

      Pero había una vez un pueblo de montañas que ha-
      bía adquirido por larga práctica una maestría ca-
      si entera sobre todo lo que tenía que ver
      con el fuego. Alimentaban en sus cavernas braseros in-
      mensos a los que sacrificaban hasta niños chicos
      La altura de las llamas era tan grande que de-
      volaban todo

      Los amos del fuego hasta vertían, por burla, gran-
      des cantidades de agua sobre las llamas y se reían
      al ver cómo desaparecía, en un momento, todo en
      vapor.
      Ahora bien, un día vinieron de la llanura unos men-
      sajeros para pedir socorro. Anunciaron que el Di-
      luvio había comenzado y que el mar invadía sus tierras.
      Los amos del fuego respondieron: ¿Por qué tienen
      miedo? ¿No saben que el Fuego es amo de todo? Les
      ordenaron a los extranjeros que construyeran unos
      carros enormes para que en ellos se pusiera el
      fuego para bajarlo a la llanura. - “Allí - agre-
      garon - opondremos nuestro fuego al mar y el agua
      será reducida a vapor”.

      Pronto estuvieron prestos los carros. Se pusieron
      en camino

      Mientras tanto Noé trabajaba en el Arca

Esta fábula, tiene como todas, su moraleja. ¿Cuál es la diferencia, desde el punto de vista de la técnica, entre el Arca y los carros del fuego? El Arca aprovecha las fuerzas de la naturaleza. Los carros del fuego combaten contra la naturaleza. La diferencia es radical.

Como el Arca, toda embarcación es un objeto técnico, los carros de fuego también. Sin embargo entre ambos existe una diferencia simple pero esencial. Los carros de fuego son el uso de la fuerza bruta contra la fuerza bruta; son el intento de dominar, por la fuerza, a los poderes de la naturaleza; el intento de someter a la Tierra, mediante el ejercicio de la guerra, a las empresas humanas. Esto es lo mismo que sucede hoy día con las más sofisticadas naves espaciales, que deben vencer a la fuerza de la gravedad con carros de fuego: toneladas de combustible que se queman para que estos cohetes puedan abandonar la atmósfera. Una vez en el espacio, estas naves ya se comportan de un modo diferente; como un barco[1]. Un barco existe de otra manera, porque no navega con del afán de vencer a la naturaleza sino traduciéndola creativamente. La flotabilidad es una cualidad ingeniosa que usa la presión, que es la fuerza residente en los mares (y en todos los fluidos), de modo que esta no deba ser derrotada sino al contrario, que sea precisamente aquello que hace flotar al barco. Una nave espacial, una vez que ha salido de la atmósfera terrestre, utiliza la fuerza gravitatoria de otros cuerpos celestes para impulsarse; no intenta derrotarla[2]. Un barco y una nave espacial, en cuanto objetos técnicos, son la práctica de la imaginación de suerte que la interacción entre la empresa humana y la naturaleza resulta ser una relación de mutua maravilla.

Un planeador opera de la misma forma. Todos los intentos por volar moviendo las alas como los pájaros fueron un fracaso, que es como si intentáramos que un barco, para flotar y navegar, tuviese que impulsarse con aletas igual que un pez. El hombre para volar no se construye alas batientes con plumas como las de los pájaros, sino que traduce -mdeiante un ingenio o celada- las fuerzas que operan en el vuelo (la presión por ejemplo) y desarrolla la hélice o alas fijas con una geometría específica que le permiten aprovechar –jamás vencer– la presión de los fluidos.

Las diferencias entre ambos métodos técnicos no se muestran solamente en que una invención obtenga mejores resultados que otra, es decir no se trata de que un tal intento tuvo menos fortuna que tal otro, o que resultó poco eficiente para solucionar tal problema. La diferencia está en el fundamento mismo de la pregunta que nace desde un anhelo interior y anterior. Si el anhelo es volar podemos hacernos la pregunta ¿cómo volar? O como en el caso de la fábula ¿cómo sobrevivir al diluvio? Pero estas preguntas, si se intentan responder con una mera solución práctica, probablemente obtendremos producciones técnicas como los carros del fuego o aparatos voladores que baten alas. La verdadera cuestión es la admiración profunda por el vuelo o por la flotabilidad. Es decir, la construcción de un real elogio a las fuerzas de la naturaleza y no su sometimiento. La diferencia está en un universo elogiado en lugar de un universo vencido. La poesía es un modo peculiar de elogio. Esta diferencia está en la esencia de la verdadera innovación. La técnica, según Ortega y Gasset es “lo contrario de la adaptación del sujeto al medio, puesto que es la adaptación del medio al sujeto” (Ortega y Gasset, José 1939-1961). Hoy día la humanidad mal entiende esta afirmación como el llevar a cabo la sumisión total de la naturaleza –la Tierra– a las empresas humanas.

TECNOLOGÍA Y PRODUCCIÓN

En muchos campos la tecnología actual tiende hacia la tarea de la sumisión total de la Tierra a las tareas o empresas humanas:

“El progreso tecnológico (única manifestación real del progreso) es el nombre del mito con que la sociedad se representa y legitima éticamente su proceso evolutivo desde una perspectiva teleológica, o sea de tipo religioso. Con “progreso” se hace referencia a un crecimiento del dominio sobre la naturaleza; crecimiento que va creando nuevos sistemas de valores ideológicos y culturales en los cuales la cuota de disfunción se mantiene estable (Norberto Chaves 2001)”.

Nuestro mundo en general es gobernado y orientado a nivel filosófico -y económico- por los amos del fuego. No se trata solamente de la elaboración de máquinas, sino de sociedades cuyos ámbitos son predominados con una idea del conocimiento y de la verdad que comenzó a germinar hace unos 500 años y que remata durante la revolución industrial. “Además, la educación debía disciplinar a la fuerza laboral para el cumplimiento preciso de las tareas que conforman la base de la producción industrial. No es la creatividad o iniciativa personal lo que se premia en la línea de producción, sino el exacto ejercicio de las actividades propias del puesto de trabajo” (Brunner). Las sociedades post industriales del siglo XXI mantienen y extreman la idea que consiste básicamente en que la realidad está construida como una inmensa maquinaria compuesta por casi infinitas partes, que agrupadas o sumadas constituyen un todo. Esta concepción mecánica posibilita un pensamiento que ordena factores lógicamente, sin contradicción, separándolos según fórmulas y procedimientos para reagruparlos continuamente. Es el mundo de la causalidad, en donde interesan los fenómenos en cuanto sus mediciones y cálculos, no ya en cuanto a su esencia. Los fenómenos y las relaciones entre estos se miden y se calculan mediante procesos matemáticos racionales, orientados por la economía, descartando visiones que comprenden la realidad de formas más integrales. Sólo es útil aquello que conduce a la producción, a la explotación de recursos, al manejo de las energías y la obtención de beneficios económicos. De ahí que estas sociedades no puedan comprender ni incorporar el rol de las artes o de los artistas; el ocio se considera improductivo. Las ciencias son toleradas sólo en la medida en que de sus investigaciones deriven patentes e inventos prácticos, aunque la ciencia, como el arte, necesariamente se inician mediante la contemplación desinteresada: el “estudio está empezando a reunir, con una nueva perspectiva diversos campos de las ciencias físicas, biológicas y del comportamiento, e incluso de las artes y humanidades” (Gell-Mann, M.; García, A.; Pastor, R. 1995). Quienes se dedican a las ciencias verdaderas hoy saben que su trabajo es el mismo que el de las artes; la búsqueda de lo desconocido; que “el descubrimiento científico es más afín de lo que generalmente se cree a una obra de arte” (Crick). El premio nobel Edgar O. Wilson propone incluso que “la ciencia, tal como la definió de manera general [Bacon], debería ser poesía, y la poesía, ciencia. Esto, al menos, tiene un sonido agradablemente moderno” (Wilson), y recomienda a los poetas “colonizar la ciencia” (Wilson, Hass and Briccetti).

LA PLANIFICACIÓN

Amereida propone que “nuestra época moderna remata hoy en la perfección de sus cálculos” (varios autores). El modo en que una sociedad así se sostiene y se perpetúa es a través de la perfección del cálculo; lo que hoy se llama la planificación. No existe ninguna empresa que pueda darse el lujo de prescindir de la planificación. Incluso los matrimonios deben calcular la cantidad y el momento de llegada de los hijos a través de la planificación familiar. La educación se planifica a largos años plazo; desde que los niños entran en los jardines infantiles las familias y la sociedad les apuestan todo al futuro: En la escuela los niños deben estudiar para ingresar a la universidad; allí los jóvenes deben obtener competencias para ser profesionales y tener una buena situación; luego de adultos deben trabajar para mantener una familia. Sólo cuando las personas jubilan pareciera que pueden dedicarse al presente, a hacer lo que quieren (aunque hoy día la sociedad del conocimiento considera la educación como un continuo inacabable). Es decir, “para la planificación, el cálculo se extiende hasta lo que era hasta aquí lo incalculable por excelencia: el futuro” (ibid).

Y al mismo tiempo se deja en el futuro, que es de suyo lo imprevisto, justo la posibilidad de trastornar la planificación presente; “le quitan al futuro su carácter de incógnita” (ibid). Esto significa que Occidente siente y considera al futuro como una amenaza; “Pero la planificación no hace más que acentuar el carácter amenazador del futuro” (ibid). Nuestro tiempo actual se descompone en dos momentos o formas: a) Una realidad determinada por cálculos universales y globales y b) Una amenaza para esta realidad; “el tiempo de nuestra época es así: por una parte, factor determinado o coordenada especial en un cálculo universal; por otra, amenaza para ese mismo cálculo”. Y es espantoso vivir pendiente de una amenaza. “En este Tiempo, el hombre sólo puede vivir en tránsito” (ibid); por un lado indiferentes al pasado, al presente y al futuro y por otro lado aterrados “con solamente la posibilidad amenazadora de la ruptura de esa indiferencia” (ibid).

Para modificar este orden actual de la vida se requiere romper esta doble mutilación del tiempo; “tal es la condición previa a toda modificación de la vida”.

¿Cómo se hace esto?

LAS PREGUNTAS ESENCIALES

La técnica pareciera ir de un lado y a la poesía del otro. La tradición actual tiende a considerar que ambos conceptos son opuestos en cuanto a su utilidad a la hora de construir el mundo. Es difícil sugerirle a un Consejo de Ministros que una nación productiva requiere tanto de científicos y técnicos como de poetas o artistas. Probablemente sea razonable apurar la creación de nueva técnica desde ciertos afanes específicos y por cierto necesarios, pero una nación llena de técnicos o tecnólogos no tiene en absoluto asegurada la creación o desarrollo de más o mejor verdadera técnica.

La relación de la técnica con la poesía es una cuestión de la mayor importancia porque, de hecho, todos los oficios tienen un mismo nivel de intimidad con la técnica, a pesar de todas las apariencias. Y la poesía se juega sus asuntos en el origen de las posibilidades de cualquier oficio de ser lo que es. “El lenguaje poético cobra en manos de Heidegger una primacía antes insospechada: es nada menos que fundación del ser, Stiftung des Seins” (Barceló 2009). Más aún, así como “poéticamente habita el hombre sobre esta tierra” según Hölderlin (Heidegger "Poéticamente Habita El Hombre"), donde “habitar poéticamente significa estar en la presencia de los dioses y ser tocado por la esencia cercana de las cosas” (Heidegger Arte Y Poesía) es también parte de la esencia del hombre su relación con la técnica y es fundamental que tal relación sea enunciada apropiadamente para la comprensión de nuestros propios proyectos en la construcción de nuestra actualidad, de nuestras vidas. En suma, del mundo.

Heidegger insiste en que algo, en este caso la técnica, no es lo mismo que su esencia. Este “sacar y traer a luz algo que antes no estaba ahí” se inicia desde el primer hombre sobre la tierra. Es decir, que la técnica reside en el hombre y es su habilidad inherente o esencial, aunque no sea exclusiva de nuestra especie. Primeramente el hombre se procuró ciertas invenciones para hacer de su habitar una realidad más cómoda de lo que ésta se le presentaba en estado natural, esto es configurar una situación que le permitiese estar en la naturaleza con una cierta holgura. “El hombre dispara un nuevo tipo de hacer que consiste en producir lo que no estaba ahí en la naturaleza, sea que en absoluto no esté, sea que no está cuando hace falta” (Ortega y Gasset, José 1939-1961). Se llama aquí invenciones a la domesticación de los animales, al uso del fuego o al aprovechamiento de la agricultura. No es menor el hecho de que estas ‘invenciones’ suelen también ser llamadas ‘descubrimientos’. Esto porque el desarrollo de la técnica no responde exclusivamente al uso concertado de las habilidades intelectuales o físicas de uno o más individuos, sino también al azar, a una vigilia en la observación y el aprovechamiento de los regalos que la naturaleza ofrece. Tampoco responde la técnica exclusivamente a la necesidad de salvar los problemas básicos de la vida como la alimentación, el refugio, etc., porque al principio también existió la música, la pintura, los rituales religiosos, la fiesta poética o artística, que son todos quehaceres técnicos. De hecho las necesidades básicas son transformadas constantemente y varían a tal punto que ciertos enormes progresos técnicos de algunas civilizaciones y culturas fueron abandonados y desaparecieron no porque fuesen de escaso valor, sino porque ya no tenían interés (cita). La vida humana, entonces, es una gran invención y no una mera respuesta a las condiciones externas o estímulos del ambiente. Y el fondo mismo de esa invención es que se trata de una respuesta ‘no natural’. Como ya vimos, la técnica es “lo contrario de la adaptación del sujeto al medio, puesto que es la adaptación del medio al sujeto”. Esto supone que los quehaceres técnicos humanos no pueden definir ni establecer los programas u horizontes de su propia materia. El fin último que pretende toda técnica no puede ser fijada por ella misma, sino por algo anterior y definitivamente más profundo en la esencia del hombre. Esto es la poesía. Pensar que lo que la técnica pretende hacer es dejarnos más tiempo es con toda exactitud cierto, pero también sabemos que todas las fantásticas invenciones que permiten ahorro de tiempo derivan finalmente en que ese tiempo sobrante no se utiliza en otra cosa que más quehaceres técnicos y menos tiempo libre. Sucede así porque la gran invención humana de lo humano mismo es consecuencia de lo que Ortega y Gasset llama “el deseo original”. “Hay pues, una invención pre-técnica, la invención por excelencia, que es el deseo original” (Ortega y Gasset 1939-1961). Los hombres tienden a ser humanos, se inclinan hacia el ser esencial que hay en cada uno de ellos y cuando ese anhelo se confunde o no sabe de qué se trata, la técnica se extravía sin saber a quien servir. En una sociedad en que los hombres no pueden, en palabras del filósofo español, “inventar el argumento de sus propias vidas”(Pág. 49), la técnica pierde su orientación. Puesto que la técnica por sí misma no sabe discernir, entre la infinita gama de posibilidades, cuáles son las cosas que conviene inventar. “De puro llena de posibilidades, la técnica es mera forma hueca –como la lógica más formalista–; es incapaz de determinar el contenido de la vida” (Pág. 84). Sólo en una sociedad en que la inteligencia sirve a la imaginación creadora, puede constituirse adecuadamente la capacidad técnica. Este es un punto fundamental, sobre todo a la hora de pensar los paradigmas de nuestros sistemas de educación (especialmente aquellos sistemas y parámetros que pretenden acreditar la calidad de nuestra educación). Ni qué decir respecto de que estas cuestiones fueron planteadas por Ortega y Gasset hace más de setenta años, cuando aún no intervenía la computación o el ser digital.

El poema, entre las páginas 77 y 89, como hemos visto, se hace un pregunta que atañe al fundamento de cualquier trabajo creativo: “¿Puede ser fundadora la técnica?” Tal vez, antes habría que preguntar ¿Qué cosas son susceptibles de ser fundadas? Existen, por ejemplo, ciudades que han existido a partir de requerimientos de empresas de carácter técnico, como es la explotación minera, por lo que se podría afirmar, en primera instancia, que puede el habitar de los hombres ser determinado u originado por la técnica. Los enclaves como el petrolero de Cerro Sombrero mencionado en Amereida, o la ciudad salitrera de Humberstone o la minera de Sewell, por nombrar casos chilenos, nacieron por y para mantener alguna empresa de explotación, empresas de naturaleza técnica. Pero todos estos lugares que pretenden ser ciudades, desaparecen y se convierten en pueblos fantasmas en cuanto el yacimiento se agota. Es decir, son asentamientos humanos que dependen del yacimiento y de la empresa que lo explota. Allí todos los oficios, todas las actividades, el bienestar o el perjuicio, la salud y la recreación , “todo está provisto por la “empresa”. La escuela, el hospital. La casa, la comida, la diversión, el trabajo, el salario, el ahorro” (ibid). Son asentamientos en los que no existe el ocio, sólo el negocio. No hay una multiplicidad de oficios sino una sola dedicación. Esto en el ámbito del habitar del hombre se llama campamento y no ciudad; “Por eso un campamento nunca podrá ser ciudad.
Lo propio de ella es la multiplicidad, lo ordinario con lo extraordinario, la posibilidad, la inestabilidad. Luego, desde este punto de vista, la técnica no puede generar el habitar de los hombres, al menos no el habitar con plenitud. Es posible traspolar esta conclusión hasta la posibilidad de toda creación, es decir, concluir que no puede la técnica, por sí misma, ser creadora.

Es necesario, en este punto, aclarar antes ¿Qué es exactamente fundar? El poema propone: “Fundar es confundirse con la tierra”. Pero¿qué es confundirse? “¿Es tomar el tono fundamental de aquello con lo cual uno se confunde o por el contrario transformar la tierra en algo que se confunde con uno?” Entonces, aún antes el poema quiere entonces “saber lo que es la Tierra”. Una posible respuesta es la Tierra es un lugar.

EL LUGAR

Muchas civilizaciones antiguas, en sus mitos fundacionales, emigraban religiosamente; el descubrimiento de los lugares para habitar era divino; “el descubrimiento del lugar era siempre divino” (ibid): Eneas saliendo de Troya y llegando al Lazio; los sacerdotes aztecas viendo al águila y la serpiente para fundar Tenochtitlán, Moisés vagando en los desiertos hacia la Tierra Prometida, etc. Pero hoy se “emigra técnicamente” (ibid): “Todo el mundo puede irse a trabajar a cualquier parte, sea al interior de un país o por toda la superficie del globo”; “se emigra de un sitio que ya no ofrece condiciones de vida hacia otro que puede ofrecerlas” (Ibid). Son las cuestiones económicas las que, al interior de los mercados de trabajo (donde las humanos no son personas sino recursos) las que determinan los movimientos de población de un lugar hacia otro; como las grandes masas de gentes que huyen de la pobreza de los países del llamado tercer mundo hacia las naciones desarrolladas convirtiendo las fronteras en zonas de permanente conflicto. En este sentido ¿qué es o cuál es la esencia de un lugar? el poema tiene una proposición: “el Lugar es allí donde hay encuentro. Cualquier encuentro. Bon jour Monsieur Courbet es un Lugar”.

Dicho esto, y manteniéndolo por un momento suspendido,

¿es la relación técnica con la tierra el fin de todo encuentro (a saber, en la medida en que la técnica no encuentra nada más que un objeto-técnico = la tierra en tanto que explotable), por lo tanto fin de todo lugar; o bien, encontrando a la Tierra como objeto de explotación no transforma la técnica todo encuentro en un solo tipo de encuentro, por lo tanto, toda la variedad posible de lugares en un solo Lugar?

No es una pregunta simple.

EL TIEMPO COMO FRUTO

En “Ciencia y Técnica” el filósofo alemán Martin Heidegger concluye, entre otras cosas y después de su larga meditación, que la esencia de la técnica es ambigua y que observar esa esencia desde cerca puede conducirnos a la verdad. Pero Heidegger ve también que el modo actual en que nos relacionamos con la técnica presenta un peligro para lo humano. Y un peligro mayor, de esos que pueden llegar a destruirnos enteramente (Heidegger Ciencia Y Técnica). Recoge entonces y justo en este momento a la poesía. Específicamente los versos de Hölderlin “donde está el peligro nace también lo salvador” y “poéticamente habita el hombre sobre esta tierra” (Heidegger 1977) Pág. 20). Sucede que “la esencia de la técnica no es nada técnico. La reflexión sobre la técnica y la contraposición decisiva con ella, tiene que tener lugar en un ámbito que, de un lado, está emparentado con la esencia de la técnica y que, de otro, es sin embargo fundamentalmente distinto. Tal ámbito es el arte” (Heidegger 1984) Págs 106-107). Es decir, le entrega la solución final de toda la problemática a la palabra poética y desde ella al arte. Pero no dice más, no explica, al menos no en este texto, el paso práctico por el cual podríamos comprender, o alguna suerte de procedimiento o tal vez alguna explicación, para seguir comprendiendo. ¿Por qué hace esto?, ¿qué pueden hacer los poetas o la poesía o los artistas frente a esta amenaza?

Hubo movimientos artísticos a comienzos del S. XX que pretendieron cambiar el mundo a través de la política; los surrealistas se hicieron comunistas, los futuristas ingresaron al fascismo, etc. No dio resultado. Nunca ha dado resultado –si por resultado comprendemos consecuencias directas, de fondo y de largo plazo– la poesía comprometida. El relato de los mitos, concedido a los poetas por las musas griegas tiende hacia otra cosa que el compromiso. No importa si el mito es verdadero o falso porque está lanzado hacia la fuente original de la realidad, hacia el fundamento del mundo y por lo tanto hacia su devenir (cita de godo, hay que ser absolutamente moderno). La poesía opera sobre el destino, pero no en la forma que quisiera la política o la guerra o la economía. Amereida insiste entonces “¿Cuál es la condición para que la Tierra pueda encontrarnos como tal Lugar? ¿Qué es lo que debe tener-lugar para que un tal encuentro sea posible?” (ibid). Una salida es “romper la doble mutilación del tiempo” mencionada anteriormente. Y eso se consigue, según el poema, de la siguiente forma: “El tiempo ha de aprehenderse como fruto” (ibid).

¿Qué es un fruto? Es un alimento, proteínas y vitaminas, un producto, una cosa natural, por ejemplo una manzana. Esto es; una manzana, ¿qué se hace con ella? Se la come. Y en este comer está involucrado el gusto, el olfato, el tacto, la vista, el oído, etc. Comer una buena manzana es una experiencia sensorial, es decir sensual y erótica. Nada se come intelectualmente sino con todas las posibilidades del cuerpo. Pues bien, así mismo podría ser el proceso de aprehensión de la realidad. Los niños aprenden la realidad llevándose todo a la boca porque “sabor es saber”, porque literalmente se la comen y así son transformados. Lo que comemos nos transforma efectivamente a través de un proceso biológico y la realidad podría venir a constituirse del mismo modo. Tal vez no es cierto que la verdad se descubra a través de un proceso intelectivo mediante el cual separamos objeto y sujeto u observador y observado (la mecánica cuántica ya esclareció este punto). Nuestro conocimiento se inicia cuando aquello que observamos es transformado en el proceso de la observación. “La cultura occidental, proyectando la filosofía aristotélica, ha tratado la realidad sensorial como si fuese algo externo e independiente del ser vivo”, pero “lo que un humano conoce por realidad sensorial no es algo objetivo que esté definido exteriormente” (Ruiz (Ruiz Barría 2008) Pág. 199-214).

Un tiempo aprehendido como fruto es un tiempo que no se fuga hacia la muerte, como lo explica Baudelaire: “Comprende bien esto… El tiempo presente se reduce a un punto matemático, y este punto matemático perece mil veces antes de que hayamos podido afirmar su nacimiento. En el presente todo es finito, y ese mismo finito es infinito en la velocidad de su huída hacia la muerte. Pero en Dios no hay nada finito; en Dios no hay nada transitorio; en Dios no hay nada que tienda hacia la muerte” (Baudelaire).

Un presente como nos lo cuenta C.S. Lewis en la carta XV de sus “Cartas del diablo a su sobrino”: “Los humanos viven en el tiempo, pero nuestro Enemigo les destina a la Eternidad. Él quiere, por tanto, creo yo, que atiendan principalmente a dos cosas: a la eternidad misma y a ese punto del tiempo que llaman el presente. Porque el presente es el punto en el que el tiempo coincide con la eternidad” (Lewis).

Es decir un tiempo en donde el futuro no se presenta como amenaza. Y es más, un fruto –incluso etimológicamente– esplende como tal cuando sirve más para el regalo que como alimento. Un tiempo regalado, como la semilla que es un signo viviente que guarda y cuida en secreto la maravilla de la creación, porque a través de una maduración y un florecimiento ya no perece. Un tiempo como un hijo –fruto del amor- que encarna el renacimiento atravesando la muerte para que recomience el ciclo de la vida.

“El tiempo del mito, como el de la fiesta religiosa, o el de los cuentos infantiles, no tiene fechas: “hubo una vez…”, “En la época en que los animales hablaban…”, “en el principio…” Y ese Principio –que no es el año tal ni el día tal- contiene todos los principios y nos introduce en el tiempo vivo, en donde de veras todo principia todos los instantes. Por virtud del rito, que realiza y reproduce el relato mítico, de la poesía y del cuento de hadas, el hombre accede a un mundo en donde los contrarios se funden (Paz).

CONCLUSIÓN

Hoy día se exige que países como el nuestro comiencen a gastar un mayor porcentaje de su PIB en investigación, como único camino posible hacia la meta del desarrollo, cuyo modelo son las naciones desarrolladas del hemisferio norte. Se copia también entonces un paradigma de investigación para la ciencia y la tecnología. Este es el mismo sostenido por Occidente desde hace más de 500 años, y que a estas alturas se muestra decididamente incompleto, si es que no equivocado. Este paradigma ubica primero a la ciencia -en la partida- y después a la tecnología en el siguiente paso hacia el desarrollo industrial, económico, material e incluso humano. Se exige así que tanto los académicos como sus universidades recorran este camino por el cual supuestamente alcanzaremos a vencer a la naturaleza. La investigación científica se comporta con la arrogancia de los amos del fuego. Si un universitario es preparado en conocimientos de última tecnología estará irremisiblemente perdido mucho más temprano que tarde. Le mienten a los jóvenes quienes les prometen una carrera exitosa basada en la utilización y aprendizaje de las últimas herramientas de la tecnología. De hecho mienten quienes ofrecen una ‘carrera’ en lugar de una vida de oficio. En un primer momento de la educación es preferible aprender los fundamentos esenciales de la técnica que la tecnología; los principios de la naturaleza que el procedimiento científico experimental. En suma, debemos enseñar a los niños y jóvenes a admirarse de la realidad, de la naturaleza. Enseñarles a hacerse preguntas, no a responderlas. Todo esto para que un pueblo pueda efectivamente generar verdadera técnica y desde allí nueva tecnología. Las artes están no sólo esencialmente preparadas para llevar a cabo esta clase de enseñanza sino que su esencia las faculta para generar precisamente esas preguntas esenciales, no importa dirigidas a quien o quienes. Se trata de que cada profesión tenga una formación ‘artística’, entendiendo esta como la capacidad de crear, de hacer aparecer, de traer la novedad desde allí donde no había nada. Esto es una formación que les va a permitir a los jóvenes y futuros oficiantes ser consecuentes con sus propios intereses, los que irán cambiando con el tiempo. La poesía no es ni una disciplina ni un arte, sino más bien el rumbo primero desde el cual comenzar a abrir el mundo. La palabra poética se ubica justamente en un punto de la realidad desde donde es posible comenzar no sólo a comprenderla sino incluso a crearla. La experiencia épica de la poesía le indica al hombre, cualquiera sea su oficio, un modo de relacionarse con la técnica. Modo enteramente creativo y eficaz, incluso práctico y útil. La relación entre la técnica y la poesía no está basada en ideas románticas o superfluas, sino que dicha relación es profundamente fructífera y hasta productiva. En términos de resultados, serán mejores nuestros trabajos técnicos sólo en la medida en que sepamos escuchar el canto poético que nos llama hacia la creación de un mundo.

Bibliografía

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  • Brunner, José Joaquín. Educación E Internet ¿La Próxima Revolución? Santiago: Fondo de Cultura Económica, 2003. Print.
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  1. Principio de Arquímedes: Un cuerpo total o parcialmente sumergido en un fluido en reposo, recibe un empuje de abajo hacia arriba igual al peso del volumen del fluido que desaloja». Esta fuerza1 recibe el nombre de empuje hidrostático o de Arquímedes, y se mide en newtons.
  2. En 1961 el matemático estadounidense Michael Minovitch, con el problema llamado de los tres cuerpos, demostró que si una nave pasa cerca de un planeta que orbita alrededor del Sol puede apropiarse de parte de la velocidad orbital de ese astro y acelerar en dirección opuesta al Sol sin utilizar el combustible de propulsión de la nave. La primera misión que utilizó la asistencia gravitacional fue la Pioneer 10, que incrementó su velocidad de 52.000 km/h a 132.000 km/h cuando pasó por Jupiter en diciembre de 1973