Sociedad de masas

De Casiopea
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TítuloEntrega Amereida Angeles Munoz
AsignaturaTaller de Amereida
Del CursoTaller de Amereida IV etapa
CarrerasArquitectura
Alumno(s)Maria de los Angeles Muñoz

<En una sociedad de masas no hay espacio para la creatividad ni para la belleza objetiva>

Se dice que la arquitectura no es una forma de arte, sino la suma de todas las artes. Entendiendo el arte como una obra creadora del ser humano, singular y bella; la arquitectura seria el arte de construir lo habitable, con belleza y singularidad. Sin embargo, si miramos las ciudades; ¿Podemos decir que es una obra, única, una expresión de belleza? Mas concretamente, si vemos un “modelo constructivo” de este siglo, podemos decir que es bello objetivamente? Se puede criticar o valorar? Si no se puede valorar, a que se resume la tarea del arquitecto de construir la ciudad? Cuales son sus parámetros?

Tomando las palabras de Eric Hobsbawn: “Lo que se impone hoy es la “idea”. Es decir, ya no vale la obra en sí misma; no interesa que la obra esté “bien hecha”; su valor no es debido a la calidad creativa ni porque sea repositorio de una belleza objetiva, sino es bien considerada en cuanto representación de un pensamiento subjetivo. Esto implica que todo y nada es arte. Por eso florecen los marchantes y los curadores que se auto atribuyen la capacidad de relacionar y disponer sentimientos e impresiones mediante una línea conductora arbitraria, fundada en una relación muchas veces antojadiza y superficial o bien fundada en cualquier moda. Hoy se estima lo cultural en función de relaciones mentales que se establecen entre dos conceptos, ideas o recuerdos que tienen algo en común o entre las cuales se puede establecer una implicación intelectual o emocional sugerida: es arte aquello con lo que muchos pueden identificarse, no aquello que posee intrínsecamente una belleza”…

Esto se debe a una sociedad que piensa en colectivo y no de manera personal. En una sociedad de masas no hay espacio para la creatividad ni para la belleza objetiva. Se ha perdido la concepción de lo que es belleza, pero no solo el concepto de belleza, sino que con ello de lo objetivo, lo verdadero. Finalmente las ideas o el sentimiento terminan por “definirnos” no solo las realidades en torno a las que vivimos, sino que el pensamiento mismo, como una realidad impuesta a través de las comunicaciones, la globalización. Basta ver cualquier ejemplo: En Asia, la gente se viste igual que el Europa o Latinoamérica, escucha la misma música, usan las mismas cosas, ven la misma información. Es decir, la globalización colabora en crear pensamientos en masa. Lo mas preocupante de este hombre masa, es que ni siquiera se da cuenta de esta realidad, y vive ensimismado y enajenado de la misma información y que por esa misma razón “se siente identificado” con tantos. Se podría decir que la sociedad hoy en vez de ser original, quiere transformarse en piezas de maquina donde calce perfectamente en un lugar determinado. Lo mas excesivo de este problema, mas que la masificación del pensamiento es la imposición en el mundo de las “ideas masificadas”, donde todos somos lo mismo. En un mundo donde todos somos iguales, no da cabida a otro y menos a uno mismo. “Un hombre colectivista no sabe que hacer con su libertad en sus dos dimensiones, como capacidad de decidir y como capacidad de realizar. Esta contento cuando otros deciden por el”. Es lastimoso, critico y agresivamente pobre que una persona en plena libertad quiera ser igual que todos, luche por que todos seamos iguales, y se identifique con tal realidad “irreal” y que a la vez trate de sentirse diferente y luchar por ser único, mientras finalmente se corta los brazos y las piernas para encajar en el lugar de todos.

“El colectivismo renuncia al derecho inherente a la personalidad. El sentido del individuo es lo colectivo, la masa. El individuo no tiene asegurados ni garantizados sus derechos personales, ni sus justos intereses que son inherentes a su propia persona. Sólo lo colectivo tiene derecho a estas garantías. El individuo por tanto esta incondicionalmente entregado a la masa. Tiene valor y derecho a existir solamente en la medida en que sirve a la masa y se deja sumergir en ella”.

Hoy en día optar por una información no mediada en un 100% en mi propia persona, significa un sin fin de renuncias por la verdadera libertad, significa casi un vivir como en otra época por el bien de mi propia personalidad y creatividad. Considero en este sentido, que hoy pasan a ser valores reales el echo de buscar en un libro y seleccionar yo la información, dedicarle un tiempo y dirigirme a un lugar por ella. No escribir igual que todos sino que de mi puño y letra, que me llevan a elegir un lápiz, un papel, un color. No mirar un aparato eléctrico, sino lo que me rodea. Se podría decir que hoy tanta facilidad crea un conflicto y un esfuerzo enorme por llegar a ser uno mismo.

Quitarle lo objetivo a la belleza, le quita al artista la posibilidad de su desarrollo personal, y su singularidad; “Al modelar una obra el artista se expresa a sí mismo hasta el punto de que su producción es un reflejo singular de su mismo ser, de lo que él es y de cómo es. Esto se confirma en la historia de la humanidad, pues el artista, cuando realiza una obra maestra, no sólo da vida a su obra, sino que por medio de ella, en cierto modo, descubre también su propia personalidad... Las obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribución que ofrecen a la historia de la cultura”.

Si asumimos la responsabilidad de entender la belleza como una realidad objetiva, y realizamos nuestra trabajo en función de esa realidad, que mas que nada es un privilegio, podremos ser creativos, cada uno imprimir su propio ser.

"La diferente vocación de cada artista, a la vez que determina el ámbito de su servicio, indica las tareas que debe asumir, el duro trabajo al que debe someterse y la responsabilidad que debe afrontar. Un artista consciente de todo ello sabe también que ha de trabajar sin dejarse llevar por la búsqueda de la gloria banal o la avidez de una fácil popularidad, y menos aún por la ambición de posibles ganancias personales". Obras de calidad creativa y de belleza objetiva deben ser el objeto de nuestro que hacer, para el desarrollo de la ciudad, de nosotros mismos y de la felicidad de todos. Arte no es aquello con lo que muchos pueden identificarse, sino lo bello y gratuito que permanece.