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Entonces cada elemento vibra sustentado en la dignidad retraída de  
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su importancia, y saluda entrando en nuestro presente.
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Revisión del 09:05 14 mar 2011









TítuloReuniones
Año2002
AutorJaime Reyes
Tipo de PublicaciónPoema, Inédito
Páginas25
Palabras Claveciudad abierta, poema, poesía, poetry
Notapoema para el acto poético del lado norte de los terrenos

Ciudad Abierta miércoles 17 de julio de dosmildós

1 REUNIONES poema para el acto poético del lado norte de los terrenos Ciudad Abierta miércoles 17 de julio de dosmildós 2 3 Duerme, duerme así; mansamente en la amplitud de las luces. Y la aventura. Llanos, expuestos quedaríamos a las relaciones prematuras del único planteamiento. Entre los cuadros opacos la ronda recibe su tempestuosa hechura y estando al trabajo una crónica propia y conseguida de nuestro origen completa así el baile vacío, para que el ojo abarque su estadio y la edad recobre su última crisis. Quizás diluirse -sin más- conduzca a toda la fuerza sobria, pero el primer paso siempre salva honroso a la demora y el tiempo de tiem- pos se plantea cada vez para toda la vida. 4 Han retenido la cruel tardanza contra el tiempo del cuerpo. Aquí la rara justicia convoca la caridad no por los ángeles, no por la tranquilidad; sino porque mientras, queda musitado el deber real de cantar con alegrías de Gracia la última marcha de su voz . ¿Cuándo la seña -la verdadera- liquida el mero transcurso para no restar luz a la luz de la memoria si los hombres mueren? ¿Y aún antes de la muerte caen irremisibles en el perfil sombrío y ahí el alma -límpida y a solas con su reflejo- pide toda la verdad a sus hermanos; y ellos pueden mentirle, pero de un amigo no caben imágenes sólo la vida? Entonces la pudorosa claridad pide su fina movida hacia las acti- tudes exactas de la muerte. Aquí la amistad cual fondo conoce el desvío hacia la concreta y verdadera forma de la realidad. 5 Participar en la verdad. Si el fondo ha de verse como la disposición bella del mundo, ésta -la casa prístina- que la voz del suelo entrega fértil como el humo es bandera de hogares, disminuye entonces el miedo escrupuloso de los horizontes cuidados en el fuego. Rauda la salida desde los finos y lucidos rincones, frescores que rigen -saludados- a la luz en la bienvenida valerosa del grupo; muchos al síntoma de un otro tiempo, mientras el ágora curse de su huella los ritmos fulgurados en la decisión del abandono. Suelos sin la eficiencia del crecimiento que emplacen huecos donde perduran los ecos de la leyenda. Y la piedra sucumbe altiva bajo la luz de su polvo entre las mar- chas, entre los pueblos. Las manos al tanto ciegas retoman el jugo de su sangre mientras la ruina redime el candor terrible de su nostalgia cuando la voz se entrega al vuelo material de los talentos y convoca este creído trabajo hacia los vientos saluda

                                                para los encuentros 

que el sitio deslumbra su en-tierra 6 Mientras leíamos los principios entre la carrera de las aguas -la bi- envenida- y solos mirando de vidrios que el manso mar, que el cielo cerrado por la blancura y una lejana impropiedad amenazando la casa mientras se estudia. 7 Cuídame los puertos para atender toda esta orilla -entre mis pies y las ventanas- quedamos sin piedad por los recuerdos. Salva a las antiguas oscuridades cuando me visitan espléndidas desde el pasado. La ficción creadora por sus caras que esconden toda maravilla, la real, de los errores. Clarifican las sombras al ojo de la aventura pero el giro del gesto audaz rasga y exagera en el paso la perdición de la suerte. 8 Asignamos con el poder, nos signa la palabra y sostiene el ritmo simple de los amados inicios en los obsequios de la naturaleza. Para el amor opera el peso del pasado sobre la costumbre Quién comienza entonces si la gracia responde al oído y la realidad supone la dificultad conque sus horizontes crueles internan la noche en la mirada, pero si los ciegos también reciben lo regalado entre la tiniebla cuando la música aparece 9 Ningún compromiso fértil fue adquirido entre seguros. Cuida la anécdota de los cuentos y entra al carácter de tu música la perspectiva profunda en la advertencia Aparece la dedicación y promueve su intensidad en la cuenta del oído, El uso de la seña consta; como el fuego establece visiones del hueco en la hora nueva y severa. 10 El diálogo viste en gala su desfile frente a un ritmo. Ritmo sin adentro dispuesto al doliente augurio que exagera tu car- rera por los transparentes alcances de una medida en el habla. Ritmo de todo silencio cursa alucinado la flor de su agua conforme a la débil y aguda peripecia de una luz y así respira el tiempo -crecido- cada vez más, qué si el honor pisa y arrastra conminado su altura entre los míse- ros llantos, qué si lo inevitable deforma este camino cruzado. Así registra la vida su caída maldita. 11 volver al ritmo de un otro tiempo abandonados abandonados Ahora 12 Así las tempestades y la borrasca, soportadas en la expuesta relación que también visita el extendido vínculo como oasis, se nos entregan por el agotamiento. Este el acento de un punto claro contra la significancia práctica y quien calcula necesidad pervierte a la carencia Este el alcance hacia el traslado y toda la realidad nueva que ínti- mamente duda su apariencia. Algo en la invención tiende, lo que sucede vierte, y la materia individual se extravía cuidando el brillo de su parte Porque la flora, lenta e ingobernada, insiste su aporte cuando la primavera lúdica desaparece tras una imagen simple que nos roba -de un súbito trazo- la real abundancia. Así se extingue -presta- la dulce cadencia de una visión amplia. Allí sobre el extremo saludo que la desolación cubre con murmullo y rumores para prevenirnos del silencio. 13 Cubre tus mansos debates bajo la sombra templada de una misteri- osa extensión perdida, así verás -aún apenas- el riesgo de una memoria infinita y perfecta asomada sobre el rigor del ulterior jardín habitado por recuerdos ya en la Noche de los Tiempos. Disfruta azorado la elaboración meticulosa de una partida, sugiere susurrante la raíz poderosa de una peripecia y transforma titánico heridas antiguas y nuevas en desaparecimiento. Entonces, hablando, un cruce frugal nos extravía sin remedio entre la falsa ejecución y el ancla virtuosa de las eróticas acciones; se aparece cruda la constelación de temblores celestes y el saber audaz de la marca reclama gimiendo su servicio. Así resulta la tierra de los jardines donde aquella sola pieza desnuda brilla con hambre en su pedido hasta un vacío irreconocible que siempre holgado nos abraza y nos yergue. Así se cuida el súbito rasgo que la belleza reserva celosa entre bailes vacíos a quienes ven una noche regalada. Así la partida gira reverente sobre su respaldo y expande un régi- men fecundo hacia sus pies anunciados por el universal signo de una familia. 14 El sólo vértigo cruza fantasma por la audiencia, hacia la gracia elemental de hacer mundo. Toda tu devoción humana entrampada en un testamento de músi- cas tomado de un puro día sobre el campo de poetas, vaga incesante de oído en oído mientras allí llegan los raudales corpóreos de imagina- ciones y de ubicación. 15 Pero el tamaño y la posición operan sin transa como cálculo y con espejismos amenazan el cuidado de este empeño. Porque la poesía invade pasajera -tal curso- con imposible, cargan- do un dedo sobre el tono salvado de los abismos, entre la sangre tibia y sapiente sudada en tus manos hacia el camino furtivo y luminoso tendido por tu paso. ¿ Cuál revelación sufre entonces ? En el fondo hay siempre un cargo asible para la elaboración inicial del mundo. 16 Las manos ocupadas se hunden por la derrota en su exceso; la espalda al cargar se rompe con reverencias y elegancia en su finalidad; los ojos atentos se ciegan creados en el fulgor limitado de su ocasión. Así, evitado y generoso, el rumbo padece lejanía soberbia y se pierde rabioso en pos de una segura razón. Pero el peligro siempre otorga salvación. 17 El gran recurso extiende, como río, su llegada de anuncio sobre el lomo ardiente del futuro tocable y su imagen solvente, atenuada por el súbito plazo, debe sacrificar con dolor nuestro festivo presente. Porque una empresa cruda rige incorruptiblemente sus faenas con la huella sangrienta y mansa que tal dolor concede al Tiempo. 18 Recoge la comarca el sentido de su fragmento Nadie cumple acertada respuesta mientras la obvia y pronta llegada de sus puros anhelos dependa de la evidente obligación cotidiana que imponen aprisa los cambios. Arroja desesperado tu áureo valor al rostro benigno de lo distinto, por la vida de vidas de lo único entrampada en el éxito miserable de este mundo. Cae a un golpe de timón que vuelque -por danza- las vistas univer- sales hacia donde no hay luz alguna. ya enterados, el tiempo corrija su examen. 19 Cuando el discurso esparce gracioso su anchura atraída se expone el tris de un público avance. Cuando la poesía pasea y pasea su voz entre el tiempo y las gentes, una sorpresa épica revela celestes estancias sobre la frente en espera y ya limpia de cada cual. Entonces está la calle fácil descubierta por el brillo ascendido que dimensiona sin medir el filo mortal de los andares preferidos; tras un púber ciclo, tras el alma de una fiesta. Mientras, se nos da melancolía en una cadena supuesta para juntar -extrañados- a la realidad con lo imposible en un presente que sí ex- iste, se llama: la paradoja. Que algo le concierna a alguien sólo cuando crea. Cuando el discurso atrae salones ansiosos en su pretendida expli- cación entre sí mismo y los ojos, las manos usadas descansan en la paz soberbia de lo hecho. Cuando la poesía se entrega distraída y precipitada entre el poeta y la musa, el canto abandona paseando todo ensimismamiento, para en- cargar desprevenido y acucioso la siguiente impostergable faena lejos de todo supuesto camino, ajeno a cualquier útil herramienta, inocente ante el bello fracaso. 20 De aquí el hallazgo. 21 Por ésto la noche aún permanece en los mismos altares jubilosos del misterio, siempre dispuesta para hospedar a los espíritus desocu- pados. (Nuestras ciudades hoy ya no guardan la noche para otra cosa que el miserable desenfreno de la mustia y pervertida diversión. Nuestras ciudades hoy ya no guardan la noche para otra cosa que el peligro mortal; la inminente y pasiva posibilidad de una violencia encar- nada. No como la de fantasmas exquisitos y apariciones románticas e inocuas que vivieron sin prisa nuestros abuelos. Más bien de san- gre caliente derramada en masa por dinero, por disgusto, por nada. Nuestras ciudades hoy ya no guardan la noche.) 22 Nuevamente el fracaso -testigo y testimonio- quebrando a destajo las soluciones suficientes y el entendimiento clemente que la diversi- dad sembrada y dichosa abre en lo distinto.

Más bien el recodo lábil, el rincón débil, la pequeña y breve inter- 

rupción que asalta y embosca órdenes inscritos y transcursos labrados, para desde allí partir - mañana - a comenzar sin ofertas un reinicio. Donde lo irresistiblemente anterior, desde las pruebas irrefutable- mente obtenidas en lo que a un error le falta siempre ante una silves- tre vista cotidiana: su cálculo. 23 Sea la lectura una vertiente ordinaria y virgen, bajo cuya luz en cristalidad la disciplina humana habita agraciando a una verdad en la costumbre. Se corrige un ojo con el error para el acto de actos que, sin deten- erse ante su esperado reposo, abre sumiso otra pausa estridente sobre el ritmo de ritmos del mundo. Para entrever, lejos del primer golpe, aquel tono de tonos perdido entre cuentos salvados. Por el oído se avecina, impreciso y radical, el voluptuoso origen salvador de un espíritu conocido y asiduo que en su vasto abrazo recoge, sin valoraciones, cuanto vuela gracioso y eficaz en el espesor que hay entre hombre y hombre. 24 Desde lo otro, como danza, adviene hoy el secreto urgado que sirve curioso ya no a las verificaciones crudas ni a los fenómenos cíclicos; más bien a la estrella dorada cuyas magnitudes celestes favorecen con dicha a la disímil claridad que la juventud toda contiene apasionada para permanecer heroica y precisamente en lo otro. Cuando la equivalencia incorruptible cumple con el calce mudo de los ojos claros; cuando la pureza contenta se alza fantasmal por suelos cuidados; entonces se pliega el arte de una noche reflejada en el circuito inalterable de las eruditas e inocentes imaginaciones, hasta resultar la seña tardía que invita con pulso, sin intervenir, para armar -tal vez- a la ardiente paciencia. 25 El honor de la raza tienta como regalo enrostrando jornadas; flame- ando láminas; pintando delicias. para pulsar la fiesta. Entonces los hombres adquieren plenitudes antes de los méritos apenas agregando un tono prodigioso que vista objetivo y con palabra a la ocasión, para la posición otra que nos ubica dolorosamente en era. Entonces la escasa pista rescata con avales a la honda casa, en la consistente pausa que una reflexión soñada nos trae a media tarde. Cuando apenas una visión cómplice vuelve a extender confesada todo el sabio respaldo que nos dona la edad. Hay que extrañarse en pos de lo más inasible. Entonces cada elemento vibra sustentado en la dignidad retraída de

su importancia, y saluda entrando en nuestro presente.