Diferencia entre revisiones de «Reuniones»

De Casiopea
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|Título=Reuniones
|Título=Reuniones
|Año=2002
|Año=1997
|Autor=Jaime Reyes,
|Autor=Jaime Reyes,
|Tipo de Publicación=Poema, Inédito
|Tipo de Publicación=Poema, Inédito
|Páginas=25
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|Palabras Clave=ciudad abierta, poema, poesía, poetry
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|Nota=poema para el acto poético del lado norte de los terrenos
Ciudad Abierta
miércoles 17 de julio de dosmildós
1
REUNIONES
poema para el acto poético del lado norte de los terrenos
Ciudad Abierta
miércoles 17 de julio de dosmildós
2
3
Duerme, duerme así; mansamente en la amplitud de las luces. Y la
aventura.
Llanos, expuestos quedaríamos a las relaciones prematuras del
único planteamiento.
Entre los cuadros opacos la ronda recibe su tempestuosa hechura
y estando al trabajo una crónica propia y conseguida de nuestro
origen
completa así el baile vacío,
para que el ojo abarque su estadio y la edad recobre su última
crisis.
Quizás diluirse  -sin más-  conduzca a toda la fuerza sobria, pero
el primer paso siempre salva honroso a la demora y el tiempo de tiem-
pos se plantea      cada vez      para toda la vida.
4
Han retenido la cruel tardanza contra el tiempo del cuerpo.
Aquí la rara justicia convoca la caridad no por los ángeles, no por
la tranquilidad; sino porque mientras, queda musitado el deber real de
cantar con alegrías de Gracia la última marcha de su voz .               
¿Cuándo la seña  -la verdadera-  liquida el mero transcurso para
no restar luz a la luz de la memoria si los hombres mueren? ¿Y aún
antes de la muerte caen irremisibles en el perfil sombrío y ahí el alma 
-límpida y a solas con su reflejo- pide toda la verdad a sus hermanos;
y ellos pueden mentirle, pero de un amigo no caben imágenes    sólo
la vida?
Entonces la pudorosa claridad pide su fina movida hacia las acti-
tudes exactas de la muerte.
Aquí la amistad cual fondo conoce el desvío hacia la concreta y
verdadera forma de la realidad.
5
Participar en la verdad. Si el fondo ha de verse como la disposición
bella del mundo, ésta -la casa prístina- que la voz del suelo entrega
fértil como el humo es bandera de hogares, disminuye entonces el
miedo escrupuloso de los horizontes cuidados en el fuego.
Rauda la salida desde los finos y lucidos rincones, frescores que
rigen -saludados- a la luz en la bienvenida valerosa del grupo; muchos
al síntoma de un otro tiempo, mientras el ágora curse de su huella los
ritmos fulgurados en la decisión del abandono.
Suelos sin la eficiencia del crecimiento que emplacen huecos donde
perduran los ecos de la leyenda.
Y la piedra sucumbe altiva bajo la luz de su polvo entre las mar-
chas, entre los pueblos. Las manos al tanto ciegas retoman el jugo de
su sangre  mientras la ruina redime el candor terrible de su nostalgia
cuando la voz se entrega al vuelo material de los talentos y convoca
este creído trabajo hacia los vientos
saluda
                                                para los encuentros
que el sitio deslumbra su en-tierra   
6
Mientras leíamos los principios entre la carrera de las aguas -la bi-
envenida-  y solos mirando de vidrios que el manso mar, que el cielo
cerrado por la blancura y una lejana impropiedad amenazando la casa
mientras se estudia.
7
Cuídame los puertos para atender toda esta orilla    -entre mis pies
y las ventanas-    quedamos sin piedad por los recuerdos.
Salva a las antiguas oscuridades cuando me visitan espléndidas
desde el pasado.
La ficción creadora por sus caras que esconden toda maravilla, la
real, de los errores.
Clarifican las sombras al ojo de la aventura pero el giro del gesto
audaz rasga y exagera en el paso la perdición de la suerte.
8
Asignamos con el poder, nos signa la palabra y sostiene el ritmo
simple de los amados inicios en los obsequios de la naturaleza.
Para el amor opera el peso del pasado sobre la costumbre
Quién comienza entonces si la gracia responde al oído y la realidad
supone la dificultad conque sus horizontes crueles internan la noche
en la mirada, pero si los ciegos también reciben lo regalado entre la
tiniebla cuando la música aparece
9
Ningún compromiso fértil fue adquirido entre seguros.
Cuida la anécdota de los cuentos  y entra al carácter de tu música
la perspectiva profunda en la advertencia
Aparece la dedicación y promueve su intensidad en la cuenta del
oído,
El uso de la seña consta; como el fuego establece visiones del
hueco en la hora nueva y severa.
10
El diálogo viste en gala su desfile frente a un ritmo.
Ritmo sin adentro dispuesto al doliente augurio que exagera tu car-
rera por los transparentes alcances de una medida en el habla.
Ritmo de todo silencio cursa alucinado la flor de su agua conforme
a la débil y aguda peripecia de una luz y así respira el tiempo -crecido-
cada vez más,
qué si el honor pisa y arrastra conminado su altura entre los míse-
ros llantos,
qué si lo inevitable deforma este camino cruzado.
Así registra la vida su caída maldita.
11
volver al ritmo de un otro tiempo
abandonados
abandonados
Ahora
12
Así las tempestades y la borrasca, soportadas en la expuesta
relación que también visita el extendido vínculo como oasis, se nos
entregan por el agotamiento.
Este el acento de un punto claro contra la significancia práctica y
quien calcula necesidad pervierte a la carencia
Este el alcance hacia el traslado y toda la realidad nueva que ínti-
mamente duda su apariencia.
Algo en la invención tiende, lo que sucede vierte, y la materia
individual se extravía cuidando el brillo de su parte
Porque la flora, lenta e ingobernada, insiste su aporte cuando la
primavera lúdica desaparece tras una imagen simple que nos roba -de
un súbito trazo- la real abundancia.
Así se extingue -presta- la dulce cadencia de una visión amplia.
Allí sobre el extremo saludo que la desolación cubre con murmullo
y rumores para prevenirnos del silencio.
13
Cubre tus mansos debates bajo la sombra templada de una misteri-
osa extensión perdida, así verás -aún apenas- el riesgo de una memoria
infinita y perfecta asomada sobre el rigor del ulterior jardín habitado
por recuerdos ya en la Noche de los Tiempos.
Disfruta azorado la elaboración meticulosa de una partida, sugiere
susurrante la raíz poderosa de una peripecia y transforma titánico
heridas antiguas y nuevas en desaparecimiento.
Entonces, hablando, un cruce frugal nos extravía sin remedio entre
la falsa ejecución y el ancla virtuosa de las eróticas acciones;
se aparece cruda la constelación de temblores celestes y el saber
audaz de la marca reclama gimiendo su servicio.
Así resulta la tierra de los jardines donde aquella sola pieza
desnuda brilla con hambre en su pedido hasta un vacío irreconocible
que siempre holgado nos abraza y nos yergue.
Así se cuida el súbito rasgo que la belleza reserva celosa entre
bailes vacíos a quienes ven una noche regalada.
Así la partida gira reverente sobre su respaldo y expande un régi-
men fecundo hacia sus pies anunciados por el universal signo de una
familia.
14
El sólo vértigo cruza fantasma por la audiencia, hacia la gracia
elemental de hacer mundo.
Toda tu devoción humana entrampada en un testamento de músi-
cas tomado de un puro día sobre el campo de poetas, vaga incesante
de oído en oído mientras allí llegan los raudales corpóreos de imagina-
ciones y de ubicación.
15
Pero el tamaño y la posición operan sin transa como cálculo y con
espejismos amenazan el cuidado de este empeño.
Porque la poesía invade pasajera -tal curso- con imposible, cargan-
do un dedo sobre el tono salvado de los abismos, entre la sangre tibia
y sapiente sudada en tus manos hacia el camino furtivo y luminoso
tendido por tu paso.
¿ Cuál revelación sufre entonces ?
En el fondo hay siempre un cargo asible para la elaboración inicial
del mundo.
16
Las manos ocupadas se hunden por la derrota en su exceso;
la espalda al cargar se rompe con reverencias y elegancia en su
finalidad;
los ojos atentos se ciegan creados en el fulgor limitado de su
ocasión.
Así, evitado y generoso, el rumbo padece lejanía soberbia y se
pierde rabioso en pos de una segura razón.
Pero el peligro siempre otorga salvación.
17
El gran recurso extiende, como río, su llegada de anuncio sobre el
lomo ardiente del futuro tocable y su imagen solvente, atenuada por el
súbito plazo, debe sacrificar con dolor nuestro festivo presente.
Porque una empresa cruda rige incorruptiblemente sus faenas con
la huella sangrienta y mansa que tal dolor concede al Tiempo.
18
Recoge la comarca el sentido de su fragmento
Nadie cumple acertada respuesta mientras la obvia y pronta llegada
de sus puros anhelos dependa de la evidente obligación cotidiana que
imponen aprisa los cambios.
Arroja desesperado tu áureo valor al rostro benigno de lo distinto,
por la vida de vidas de lo único entrampada en el éxito miserable de
este mundo.
Cae a un golpe de timón que vuelque -por danza- las vistas univer-
sales hacia donde no hay luz alguna.
ya enterados, el tiempo corrija su examen.
19
Cuando el discurso esparce gracioso su anchura atraída se expone
el tris de un público avance.
Cuando la poesía pasea y pasea su voz entre el tiempo y las gentes,
una sorpresa épica revela celestes estancias sobre la frente en espera y
ya limpia de cada cual.
Entonces está la calle fácil descubierta por el brillo ascendido que
dimensiona sin medir el filo mortal de los andares preferidos;
tras un púber ciclo, tras el alma de una fiesta.
Mientras, se nos da melancolía en una cadena supuesta para juntar
-extrañados- a la realidad con lo imposible en un presente que sí ex-
iste, se llama: la paradoja.
Que algo le concierna a alguien sólo cuando crea.
Cuando el discurso atrae salones ansiosos en su pretendida expli-
cación entre sí mismo y los ojos, las manos usadas descansan en la paz
soberbia de lo hecho.
Cuando la poesía se entrega distraída y precipitada entre el poeta y
la musa, el canto abandona paseando todo ensimismamiento, para en-
cargar desprevenido y acucioso la siguiente impostergable faena lejos
de todo supuesto camino, ajeno a cualquier útil herramienta, inocente
ante el bello fracaso.
20
De aquí el hallazgo.
21
Por ésto la noche aún permanece en los mismos altares jubilosos
del misterio, siempre dispuesta para hospedar a los espíritus desocu-
pados.
(Nuestras ciudades hoy ya no guardan la noche para otra cosa que
el miserable desenfreno de la mustia y pervertida diversión. Nuestras
ciudades hoy ya no guardan la noche para otra cosa que el peligro
mortal; la inminente y pasiva posibilidad de una violencia encar-
nada. No como la de fantasmas exquisitos y apariciones románticas
e inocuas que vivieron sin prisa nuestros abuelos. Más bien de san-
gre caliente derramada en masa por dinero, por disgusto, por nada.
Nuestras ciudades hoy ya no guardan la noche.)
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Nuevamente el fracaso -testigo y testimonio- quebrando a destajo
las soluciones suficientes y el entendimiento clemente que la diversi-
dad sembrada y dichosa abre en lo distinto.
Más bien el recodo lábil, el rincón débil, la pequeña y breve inter-
rupción que asalta y embosca órdenes inscritos y transcursos labrados,
para desde allí partir - mañana - a comenzar sin ofertas  un reinicio.
Donde lo irresistiblemente anterior, desde las pruebas irrefutable-
mente obtenidas en lo que a un error  le falta siempre ante una silves-
tre vista cotidiana: su cálculo.
23
Sea  la lectura una vertiente ordinaria y virgen, bajo cuya luz en
cristalidad la disciplina humana habita agraciando a una verdad en la
costumbre.
Se corrige un ojo con el error para el acto de actos que, sin deten-
erse ante su esperado reposo, abre sumiso otra pausa estridente sobre
el ritmo de ritmos del mundo.
Para entrever, lejos del primer golpe, aquel tono de tonos perdido
entre cuentos salvados. Por el oído se avecina, impreciso y radical, el
voluptuoso origen salvador de un espíritu conocido y asiduo que en su
vasto abrazo recoge, sin valoraciones, cuanto vuela gracioso y eficaz
en el espesor que hay entre hombre y hombre.
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Desde lo otro, como danza, adviene hoy el secreto urgado que
sirve curioso ya no a las verificaciones crudas ni a los fenómenos
cíclicos; más bien a la estrella dorada cuyas magnitudes celestes
favorecen con dicha a la disímil claridad que la juventud toda contiene
apasionada para permanecer heroica y precisamente en lo otro.
Cuando la equivalencia incorruptible cumple con el calce mudo de
los ojos claros;
cuando la pureza contenta se alza fantasmal por suelos cuidados;
entonces se pliega el arte de una noche reflejada en el circuito
inalterable de las eruditas e inocentes imaginaciones, hasta resultar la
seña tardía que invita con pulso, sin intervenir, para armar -tal vez- a
la ardiente paciencia.
25
El honor de la raza tienta como regalo enrostrando jornadas; flame-
ando láminas; pintando delicias.
para pulsar la fiesta.
Entonces los hombres adquieren plenitudes antes de los méritos
apenas agregando un tono prodigioso que vista objetivo y con palabra
a la ocasión, para la  posición otra que nos ubica dolorosamente en
era.
Entonces la escasa pista rescata con avales a la honda casa, en la
consistente pausa que una reflexión soñada nos trae a media tarde.
Cuando apenas una visión cómplice vuelve a extender confesada
todo el sabio respaldo que nos dona la edad.
Hay que extrañarse en pos de lo más inasible.
Entonces cada elemento vibra sustentado en la dignidad retraída de
su importancia, y saluda entrando en nuestro presente.
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Revisión actual - 12:03 21 dic 2018









TítuloReuniones
Año1997
AutorJaime Reyes
Tipo de PublicaciónPoema, Inédito
Páginas25
Palabras Claveciudad abierta, poema, poesía, poetry