Presentación de la Ciudad Abierta: Experiencia del Sentido a través de la Lectura

De Casiopea



TítuloPresentación de la Ciudad Abierta: Experiencia del Sentido a través de la Lectura
Tipo de ProyectoProyecto de Titulación
Período2015-2016
CarrerasDiseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.
Alumno(s)Constanza Johnson
ProfesorAlejandro Garretón


Etapa 1

Temáticas

Reseñas

Visibilidad

Ítalo Calvino

Ahonda en las imágenes mentales, esa visión de la mente, sin pasar por los sentidos. La imaginación es la más alta fantasía. Es una vocación visual, anterior a lo verbal. Imaginar es un proceso que puede ir desde lo verbal a lo visual y viceversa. En cierta forma es un cine mental y también es una forma de adquirir conocimiento de significados profundos

¿De donde vienen las imágenes de la fantasía? Vienen de manera inconsciente, no se ve la totalidad, son imágenes conectadas, enlazadas. Se relaciona con el conocimiento, la verdad del mundo para llegar a una imagen completa. “Las imágenes mismas son las que desarrollan sus potencialidades implícitas.” Se ordenan y organizan para llegar a conceptos. La palabra escrita es lo que cuenta, va guiando el relato.

La fantasía figurativa es un estímulo inesperado. Es una generación espontánea de imágenes que en la palabra se le da intencionalidad y un discurso. La imaginación permite un identificación con el alma del mundo, es un repertorio de lo potencial, nos muestra infinitas formas de lo posible e imposible. Permite pensar con imágenes y que perduren en la memoria. “Digamos que son diversos los elementos que concurren a formar la parte visual de la imaginación literaria: la observación directa del mundo real, la transfiguración fantasmal y onírica, el mundo figurativo transmitido por la cultura en sus diversos niveles, y un proceso de abstracción, condensación e interiorización de la experiencia sensible, de importancia decisiva tanto para la visualización como para la verbalización del pensamiento.”

La imaginación compensa lo indecible en la literatura, ya que es infinita. Hay una conjugación entre estos dos conceptos. La fantasía proyecta lo que hay en un mundo imaginario al mundo real y estos dos mundos logran conjugarse mediante la escritura.


6 personajes en busca de un autor

Luigi Pirandello

Obra de teatro del absurdo, es una obra dentro de una obra. Los personajes anhelan existir en papel, por lo que se apoderan de la obra para que su realidad pueda llevarse a cabo. Siguiendo la idea de que esa conjugación entre lo imaginario y lo concreto dan vida a una obra. También alude a la relación autor-lector, donde se requiere de ambos para que una obra sea completada, en el sentido de que tendrá vida.

“El autor que nos dio vida, después no quiso o no pudo materialmente introducirnos en el mundo del arte”

“Los autores esconden con mucha frecuencia las inquietudes de su creación. Cuando los personajes están vivos, verdaderamente vivos delante de su autor, éste no hace otra cosa que observar las palabras y los gestos que ellos proponen, y es necesario que él los acepte tal como son, porque ¡mucho cuidado si no es así! Cuando nace un personaje, éste adquiere de inmediato una independencia tal, incluso frente a su propio autor, que puede ser imaginado en muchísimas otras circunstancias que el autor ni siquiera imaginó. ¡Y, con eso, incluso adquiere, en ciertas ocasiones, un significado que el autor jamás soñó.”

Geometría espiritual

Robert Bringhurst

Todo está lleno de vida. Los humanos al poseer vida también tenemos la habilidad de darle vida a las cosas que creamos, como los libros.

“Las palabras en sí mismas son invisibles. Nosotros tratamos de capturar su figura en la escritura y capturamos la escritura en la tipografía, y la tipografía es algo que ustedes pueden ver así como tener, al alcance de la mano.”

Las palabras nos permiten ver las ideas, la tipografía tienen una geometría perceptible, es táctil, habitable, se puede tocar.

“La escritura es geometría espiritual hecha visible por un instrumento material”

El trabajo caligráfico y tipográfico no es tanto de hacer, sino de nutrir un oficio. La geometría nace de la matriz de las cosas, está en su origen. No se trata de algo perfecto, si no algo natural. Los escritos no existen sin el lenguaje, la tipografía no existe sin geometría. La geometría se desarrolla a través de su manifestación material. La tipografía es la manifestación material del leguaje. “Es la geometría interna de las formas de las letras y las formas de las palabras en sí mismas lo que realmente importa”

Todo está ajustado, se genera desde la mano.

Existe más de una forma para cada cosa, no todos tienen las mismas manos o cabezas. Por esto existen calibraciones diferentes, la geometría no tiene que ver con perfección, es orgánica, tiene que ver más con proporciones que exactitud. La geometría es audible y visible. Para que exista la geometría espiritual, se hacen relaciones entre lo visual, lo audible y las emociones propias. Es por esto que geometría es relación.

Los diseñadores no crean las cosas, las interpretan. Buscan su estructura, pueden modularla, pero los elementos biológicos se mantienen. La geometría espiritual tiene que ver con esa correspondencia con la anatomía humana que proporcionamos desde el origen de un objeto, tiene que ver con movimientos, flujos, ritmos que pertenecen al cuerpo o a la naturaleza y no a la racionalidad.

A rose by any other name? Personal knowledge and Hermeneutics

Chris Mulherin

El texto busca armar una conversación con respecto al conocimiento humano entre dos personajes que pertenecen a disciplinas que podrían considerarse opuestas: las ciencias sociales y las ciencias naturales. Estos son Michael Polanyi, destacado en la fisicoquímica, y Hans-Georg Gadamer, filósofo experto en hermenéutica. El título del ensayo hace alusión a las temáticas de sus publicaciones más conocidas, en las que proponen una mirada alternativa de su campo de estudio.

A pesar de la aparente diferencia inicial entre estos dos personajes, sus puntos de vista particulares los unen. El diálogo que el autor propone comienza cuando ambos rechazan la objetividad absoluta que buscan las ciencias en el conocimiento. Mientras que muchos científicos repudian la subjetividad en sus métodos y buscan erradicarla, ellos la aceptan y la consideran una parte esencial del proceso de conocer. Gadamer explica que la comprensión es un proceso en que la parcialidad de uno juega un rol importante, pues algo se puede afirmar como verdadero cuando se toman en cuenta los prejuicios para darle significancia a un conocimiento nuevo(nota). Polanyi ahonda en esta discusión cuando le da un nombre a estos prejuicios: el conocimiento personal. Este término se resume en la frase “sabemos más de lo que nos damos cuenta”. Esto implica que lo subjetivo es parte de nuestra esencia humana, desprenderse de ella es buscar algo imposible.

La subjetividad forma parte de nuestra naturaleza y es esto mismo que nos lleva a la anticipación, aquella actitud de querer hacer visible algo que no se ve. El ser humano es un ser que se construye, no solo por conocimiento, si no que también por emociones. Negar eso es negar todo lo que hay hacia atrás, por lo que la actitud inicial de anticipación es el primer paso para conocer, es poder hacer estimaciones, relacionar y observar lo que ya conocemos para llegar a algo nuevo, es proyectar para obtener nuestra verdad.

Esta misma analogía, donde dos vertientes al parecer contrarias se unen para dar un diálogo sobre nuestra manera de comprender el entorno tiene un ejemplo muy concreto en la teoría del color. Al igual que en el caso de Polanyi y Gadamer, uno era un hombre de ciencias, mientras que el otro era un hombre de letras. Isaac Newton fue el primero en relacionar color y luz, descubriendo el espectro óptico del color al descomponer la luz blanca de manera tal que se viera todo el rango de colores que vemos los humanos, cada uno con su angulo propio Esto nace por un interés científico por descifrar como funcionan los fenómenos físicos a los que nos enfrentamos y determina al color como un elemento cuantificable y observable, distinguiendo colores básicos según lo que se observaba a través del prima. Cerca de 100 años después, el poeta Johann Wolfgang von Goethe intenta desacreditar esta teoría. A pesar de que no logró llegar a una teoría física que refutara la que ya había sido establecida por Newton, si abarcó un aspecto del color que no había sido tomado en cuenta: su psicología y su estética. Goethe explica que los colores no son simplemente divisibles en un espectro, si no que también la combinación de los colores fundamentales lleva a colores complementarios. Además, propone que la objetividad de ver el color solo como luz también tiene una parte subjetiva. Al tratarse de un fenómeno físico, también produce un estímulo en el ser humano, generando reacciones a nivel psicológico. Los colores y distintas combinaciones de ellos tienen efectos en las personas a un nivel emocional, que tiene que ver con su propia interpretación.

La verdad que se construye con el conocimiento es una interpretación. El ser humano, al ser incapaz de desprenderse de su parte subjetiva, siempre pone de su parte para conocer el mundo que lo rodea. El acto de comprender es constante, implica entregarle un significado a un conocimiento, por lo que este sentido puede ir variando sin dejar de ser verdadero. Por esto, no se puede asumir que el conocimiento es objetivo y menos absoluto. Llegar a una verdad es interpretar y dar significado, un punto medio entre la objetividad y la subjetividad, propio del ser humano.

Why there are pages and why they must turn

Robert Bringhurst

Los libros ejercen fuerza sobre uno. Apesar de ser un objeto físico, esa fuerza provine del contenido. El diseño de un libro no puede cambiar la intensidad de sus palabras, pero si puede dar énfasis.

La tipografía de un libro debe ser transparente, debe contener al igual que una copa, dejando ver lo que hay en su interior, desapareciendo en ventaja de su contenido. Sin embargo, puede reaparecer como una cosa en si para reflejar su entorno.Los libros, en cuanto a su diseño y manufactura, hablan de la cultura.

Un libro no es solamente un objeto físico, que son reconocibles por su estructura, complejidad y tamaño. También deben tener sentido. Nos puede envolver y transformar, desplegandose en la mente, desenvolviendose para ocupar otro espacio. Tienen una realidad intangible en la mente y el corazón. Es ahí cuando se da una lectura genuina.

El diseño de libros le da forma visible a las realidades invisibles. El diseñador es un intérprete, ve el mundo interior y exterior, y a la vez la intersección de ambos. Los libros existen por que son una forma potente de transmitir herencias de manera no genética. Son cruciales para la cultura humana, es parte de nuestra identidad.

Los libros son elementos que se sostienen en si mismo, generando una relación entre inmersión y naturalidad.

Referencias

Futurismo

Movimiento artítisico de las vanguardias de comienzos del siglo XX. Tiene su origen en Italia, impulsado por el poeta Filippo Tommaso Marinetti. Se origina gracias al cambio social dado en en país con su industrialización, especialmente en Milán, en una busqueda de brindarle un nuevo esplendor al arte italiano, rebelandose de la rigidéz y homogeneidad que la caracterizaba en ese momento. Se carecteriza por idealizar la guerra, las máquinas y la violencia. Las obras realizadas en este periodo se destacan por su dinamismo, utilizando el ritmo y el movimiento como una herramienta. Se intenta romper los esquemas establecidos a través de la descomposición de los elementos, tanto de figuras como con tipografías. Se trata de un movimiento escencialmente visual, por lo que se destacó por buscar una renovación del lenguaje mediante la poesía.

Marinetti propone que se abandone la sintaxis habitual en la literatura para proponer nuevas formas. Dentro de estos cambios propone que se abandonde todo tipo de puntuación, eliminar la harmonía tipográfica de las páginas y utilizar una variedad de colores y tipografías. Todo esto, con la intención de reforzar la intención expresiva de las palabras. Se abren nuevas dimensiones del lenguaje de forma visual y semántica, la composición de la página incluye lineas en todos los sentidos y curvaturas, como dibujando con las palabras. La palabra escrita así cobra importancia para los futuristas ya que sirve como medio de expresión de los artistas y también como medio de difusión de sus doctrinas. Se inicia así una revolución tipográfica que influencia a cientos de poetas y escritores, como , creador de los caligramas. Se le denomina Nueva Tipografía.

Filippo Tommaso Marinetti

Poeta, ideólogo y editor italiano, fundador del movimiento futurista. Publicó en 1909 el manifiesto futurista, donde hablaba sobre el arte ligándolo a la violencia y a la rebeldía, relacionado directamente con el fascismo. Publicó varios textos y poemas sobre el movimiento ideológico, lo que atrajo a varios artistas que se adherían a su postura. Así, editó y publicó antologías de poemas futuristas de diversos autores.

Creó el concepto de verso libre, que luego evolucionó en la palabra en libertad, donde se rompe con la sintaxis habitual del texto, afirmando:

“Se funda en la renovación completa de la sensibilidad humana, acontecida como efecto de los grandes descubrimientos científicos”.

Explica que los avances tecnológicos, especialmente en el área de la comunicación y el transporte implican un cambio en la percepción del ser humano.

Entre sus obras se destaca Zang Tumb Tumb como ejemplo de la tipografía itilizada como imagen.

Así como Marinetti rechaza la composición tradicional de la palabra escrita, también rechaza los medios tradicionales de producción de libros. Se intenta involucrar nuevos procedimientos de caracter industrial y nuevos materiales, cobrando un caracter experimental. Se busca apoderarse de los procesos de la llamada Era Mecánica, aprovechando la producción en serie para lograr una mayor difusión de las obras.

Un ejemplo destacado es el libro atornillado de Fortunato Depero, donde en su interior se utilizan papeles de diversos colores, mientras que su encuadernación se realizó con tornillos. Sin embargo, el libro que más importancia tiene en esta inovación de los materiales es Parole in libertà: olfattive, tattili, termiche (Palabra en libertad: olfativa, tactil, temal) de Marinetti. Este es un libro impreso a través del método de la litografía, y con encuadernación metálica.

Historia del Libro=

Mesopotamia antigua

La forma de libro más antigua que se conoce son las tablillas, consistentes en pequeñas placas de arcilla, madera, marfil, diferentes metales u otros materiales que servían de soporte a la escritura.

Probablemente el primer libro de la historia fue creado en el seno de la civilización mesopotámica por los sumerios en el IV milenio a.C., y utilizado después durante tres mil años como método de conservación y transmisión de información por todo el Próximo Oriente.

La arcilla, muy abundante en toda la zona entre los ríos Éufrates y Tigris, se cortaba en pequeñas planchas de entre 2 y 3 cm. para las tablillas más pequeñas y hasta 30 cm. para las mayores. Se escribía por las dos caras sobre la arcilla húmeda y blanda, al principio con una caña afilada y más tarde con un estilete de madera o metal a modo de punzón, luego se dejaba secar al sol o en un horno. Debido a las características del instrumento con el que se escribía, romo y de sección triangular, y a los caracteres en forma de cuña que generaban en la arcilla, a esta escritura se la conoce como escritura cuneiforme.

También se emplearon otros materiales dependiendo de la importancia de los documentos. Los documentos más valiosos se grababan en piedra o metales (plomo, oro, etc.). Estos escritos se caracterizaban por su brevedad, su escasa circulación y la anonimia. Trataban preferentemente temas administrativos y económicos, aunque también conservaron textos épicos, jurídicos, religiosos, etc.

Las primeras acumulaciones de estas tablillas dieron lugar a las bibliotecas más antiguas. Las más famosas de esta época fueron las de Ebla y los templos de Babilonia y Nínive (S. VII a. C.).

Egipto

La cultura egipcia fue seguramente la primera en utilizar tintas y un soporte, el papiro, que comparte algunas características con el papel como: su ligereza, aspecto exterior, color, flexibilidad, capacidad de absorción, etc. La planta de la que se obtenía el papiro (Cyperus papyrus) era una planta acuática muy abundante en todo el territorio egipcio, crecía en los cursos de agua de África y Asia Menor, especialmente a orillas del Nilo. El tallo de esta planta se cortaba en tiras finas que se disponían en capas que se iban superponiendo, se secaban al sol y se pulían hasta formar una especie de tejido. Después se pegaban en largas fajas con las que se formaban los rollos o volúmenes. El papiro fue el material primitivo más empleado en el espacio y en el tiempo, fue el soporte esencial del libro en Egipto y su uso se difundió por todo el mediterráneo a través la cultura grecorromana.

Los instrumentos de escritura más utilizados entonces fueron primero juncos cortados al revés y luego la caña (calamos, canna, iuncus), que permitía una escritura más fina. La tinta se hacía mezclando minerales, carbón vegetal, agua y goma. El libro egipcio puede considerarse la segunda forma de libro de la historia, y se corresponde con el rollo (rotulus) o volumen (volvere), ya que el papiro era un material muy flexible que permitía ser enrollado fácilmente alrededor de una varilla de madera o metal. En principio se escribía por una sola cara y para leerlo era preciso desenrollarlo, de modo que fuera descubriéndose sucesivamente el texto escrito.Los rollos de papiro, por su apariencia exterior y su mayor capacidad para recoger documentos más extensos, por su fácil manejo y transporte, superaron rápidamente a las tablillas de arcilla mesopotámicas; sin embargo, ambos libros tenían algunas características comunes, como la brevedad o la anonimia. La importancia de la religión en Egipto y la difusión del “Libro de los Muertos”, que constituía una auténtica guía de tránsito al Más Allá, supuso un extraordinario desarrollo de la escritura. Además, fueron descubiertos otros textos de carácter administrativo, jurídico, legislativo, científico, etc. Todos estos papiros se conservaban en vasijas de barro, cajas de madera, estuches de cuero, etc. o simplemente se acumulaban en archivos o bibliotecas situados en templos o palacios.

Los primeros códices

El siglo IV marcó también la culminación de un largo proceso, que había comenzado en el siglo I, tendente a sustituir los incómodos rollos por los códices (en latín, ‘libro’), antecedente directo de los actuales libros.

El códice, que en un principio era utilizado por los griegos y los romanos para registros contables o como libro escolar, consistía en un cuadernillo de hojas rayadas hechas de madera cubierta de cera, de modo que se podía escribir sobre él con algo afilado y borrarlo después, si era necesario. Entre las tabletas de madera se insertaban, a veces, hojas adicionales de pergamino. Con el tiempo, fue aumentando la proporción de papiro o, posteriormente, pergamino, hasta que los libros pasaron a confeccionarse casi exclusivamente de estos materiales, plegados formando cuadernillos, que luego se reunían entre dos planchas de madera y se ataban con correas. Las columnas de estos nuevos formatos eran más anchas que las de los rollos. Además, frente a ellos poseían la ventaja de la comodidad en su manejo, pues permitían al lector encontrar fácilmente el pasaje que buscaban, y ofrecían la posibilidad de contener escritura por sus dos caras.

Por ello fueron muy utilizados en los comienzos de la liturgia cristiana, basada en la lectura de textos para cuya localización se debe ir hacia adelante o atrás a través de los distintos libros de la Biblia. De hecho, la palabra códice forma parte del título de muchos manuscritos antiguos, en especial de muchas copias de libros de la Biblia.

Libros Medievales en Europa

En la Europa de comienzos de la edad media, eran los monjes quienes escribían los libros, ya fuera para otros religiosos o para los gobernantes del momento. La mayor parte de ellos contenían fragmentos de la Biblia, aunque muchos eran copias de textos de la antigüedad clásica. Los monjes solían escribir o copiar los libros en amplias salas de los monasterios denominadas escritorios. Al principio utilizaron gran variedad de estilos locales que tenían en común el hecho de escribir los textos en letras mayúsculas, costumbre heredada de los tiempos de los rollos. Más tarde, como consecuencia del resurgimiento del saber impulsado por Carlomagno en el siglo VIII, los escribas comenzaron a utilizar también las minúsculas, cursivas, y a escribir sus textos con una letra fina y redondeada que se basaba en modelos clásicos, y que inspiraría, varios siglos después, a muchos tipógrafos del renacimiento. A partir del siglo XII, sin embargo, la escritura degeneró hacia un tipo de letra más gruesa, estrecha y angulosa, que se amontonaba en las páginas formando densos cuerpos de texto difíciles de leer.

Muchos libros medievales contenían dibujos realizados en tintas doradas y de otros colores, que servían para indicar los comienzos de sección, para ilustrar los textos o para decorar los bordes del manuscrito. Estos adornos iban desde los intrincados ornamentos del Libro de Kells, una copia de los Evangelios llevada a cabo en Irlanda o Escocia en el siglo VIII o IX, a las delicadas y detallistas escenas de la vida cotidiana del Libro de horas, del duque de Berry, un libro de oraciones confeccionado en los Países Bajos por los hermanos Limbourg en el siglo XV. Los libros medievales tenían portadas de madera, reforzadas a menudo con piezas de metal, y poseían cierres en forma de botones o candados. Muchas de las portadas iban cubiertas de piel y, a veces, estaban ricamente adornadas con trabajos de orfebrería en oro, plata, esmaltes y piedras preciosas. Estos bellísimos ejemplares eran auténticas obras de arte en cuya confección intervenían, hacia el final de la edad media, orfebres, artistas y escribas profesionales. Los libros, por aquella época, eran escasos y muy costosos, y se realizaban, por lo general, por encargo de la pequeñísima porción de la población que sabía leer y que podía sufragar sus gastos de producción. Entre los manuscritos miniados españoles destacan los llamados beatos, libros bellamente decorados, sobre los Comentarios al Apocalipsis del Beato de Liébana.

El libro en Oriente

Probablemente, los primeros libros del Lejano Oriente estaban escritos sobre tablillas de bambú o madera, que luego se unían entre sí. Otro tipo de libros eran los constituidos por largas tiras de una mezcla de cáñamo y corteza inventada por los chinos en el siglo II d. C. Al principio, estas tiras se incidían con plumas o pinceles de junco y se envolvían alrededor de cilindros de madera para formar un rollo. Más adelante, se comenzaron a plegar en forma de acordeón, a pegarse en uno de los lados y a colocarles portadas hechas de papel fino o tela. Los sabios y funcionarios que sabían escribir se esforzaron especialmente en dotar a sus escritos de estilos distintivos de caligrafía, que era considerada como una de las bellas artes, lo cual no es de extrañar, pues tanto el chino como el japonés y el coreano, lenguas habladas en la actualidad por unos 1.500 millones de personas, utilizan para su escritura los llamados kanji o ideogramas, caracteres que representan no sílabas, como los de los alfabetos occidentales, sino conceptos, y son unos dibujos esquemáticos que se pueden escribir utilizando gran cantidad de estilos más o menos creativos o artísticos.

En el siglo VI a. C., en China ya se imprimían textos utilizando pequeños bloques de madera con caracteres incisos, aunque el más antiguo de los libros impreso de este modo de que se tenga noticia, el Sutra del diamante, data del año 868. El Tripitaka, otro texto budista, que alcanzaba las 130.000 páginas, fue impreso en el 972. Por supuesto, imprimir libros a partir de bloques reutilizables resultaba más rápido y cómodo que tener que escribir las distintas copias del libro a mano, pero se necesitaba mucho tiempo para grabar cada bloque, y se podía utilizar para una sola obra. En el siglo XI, los chinos inventaron también la impresión a partir de bloques móviles, que podían ensamblarse y desensamblarse entre sí para componer distintas obras. Sin embargo, hicieron muy poco uso de este invento, debido a que el enorme número de caracteres (kanji o ideogramas) del chino —unos 7,000— hacía prácticamente inabordable la utilización de este sistema.

En Europa, se comenzó a imprimir trabajos a partir de bloques de madera en la edad media, idea que debió llegar como consecuencia de los contactos que por entonces ya se tenían con Oriente. Los libros impresos con bloques de madera solían ser obras religiosas, con grandes ilustraciones y escaso texto.

Llegada de la imprenta

En el siglo XV se dieron dos innovaciones tecnológicas que revolucionaron la producción de libros en Europa. Una fue el papel, cuya confección aprendieron los europeos de los pueblos musulmanes (que, a su vez, lo habían aprendido de China). La otra fue los tipos de imprenta móviles de metal, que habían inventado ellos mismos. Aunque varios países, como Francia, Italia y Holanda, se atribuyen este descubrimiento, por lo general se coincide en que fue el alemán Johann Gutenberg quien inventó la imprenta basada en los tipos móviles de metal, y publicó en 1456 el primer libro importante realizado con este sistema, la Biblia de Gutenberg. Estos avances tecnológicos simplificaron la producción de libros, convirtiéndolos en objetos relativamente fáciles de confeccionar y, por tanto, accesibles a una parte considerable de la población.

En consecuencia, en el siglo XVI, tanto el número de obras como el número de copias de cada obra aumentó de un modo espectacular, y este crecimiento comenzó a estimular el apetito del público por los libros.

Los impresores renacentistas italianos del siglo XVI establecieron algunas tradiciones que han sobrevivido hasta nuestros días. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, la del uso de caracteres de tipo romano e itálico, de composiciones definidas o de portadas de cartón fino, a menudo forradas en piel. Utilizaban también las planchas de madera y de metal para incidir en ellas las ilustraciones y establecieron los distintos tamaños de los libros —folio, cuarto, octavo, duodécimo, 16º, 24º y 32º. Estas designaciones se refieren al número de páginas que se pueden conseguir plegando una gran lámina de papel en las imprentas. Así, una lámina doblada una sola vez forma dos hojas (o sea, cuatro páginas), y un libro compuesto por páginas de este tamaño se denomina folio. Del mismo modo, una lámina doblada dos veces forma cuatro hojas (ocho páginas), y el libro consiguiente se denominará cuarto, y así sucesivamente. Los editores europeos contemporáneos continúan utilizando esta terminología. Los libros renacentistas establecieron también la tradición de la página de título y del prólogo o introducción. Gradualmente, se fueron añadiendo a estas páginas las del índice de contenidos, la lista de ilustraciones, notas explicativas, bibliografías e índice de nombres citados.