Pamela Cisternas Osvén Tarea 2 TPF2S 2018

De Casiopea
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TítuloPamela Cisternas Osvén _Kandinsky-Gaudí-Sert
Del CursoPresentación de las Vanguardias 2018
CarrerasArquitectura
2
Alumno(s)Pamela Cisternas Osven

Ensayo 2 Kandinsky-Gaudí

INTRODUCCIÓN.

Composión VIII
Mancha roja II

Uno de los arquitectos que marcó la época de las vanguardias fue Antoni Gaudí en el modernismo catalán. Las obras de Gaudí eran una búsqueda de la perfección del arte, de la perfección personal y de la perfección de la sociedad, búsqueda que ya Kandinsky había tomado en la pintura, ambos buscando una perfección del arte y trabajando en la marcha sus más grandes obras. Antoni Gaudí lo expresaba así: «Para hacer las cosas bien es necesario: primero, el amor; segundo, la técnica». Como ya mencionamos el camino de Kandinsky en este ensayo hablaremos de Gaudí y su forma de ver las cosas. Así termina la vida de Kandinsky, quizá el comienzo de su obra abstracta fue algo tardía, pero fue muy fructífera. Van Gogh muestra un cambio tras buscar algo que ya no estaba, Kandinsky buscaba algo que siempre pensó que estaba pero nadie había visto. Algo que estaba, algo que no está, ambas son cosas que requieren una gran búsqueda, ya que para Van Gogh volver a algo que ya estaba extinto era bastante complicado porque al final muere con la idea de que la había encontrado, pero solo era su forma de ver las cosas, ya que el pasado no había muerto en él. Y Kandinsky buscaba ese algo más en el arte que todos decidieron buscar en ese momento, y él se fue por la búsqueda de la mínima expresión de las cosas, saber expresar desde lo más básico, lo más simple, y en eso encontraría la plenitud. Los artistas cambian su forma de ver el arte guiados por buscarle su significado, no solo arte como arte sino el arte en sí mismo, su expresión, investigar las partes básicas de la expresión, para así buscarle el contenido a la simple forma, y así llevar la expresión del arte a lo más básico de todo, el color y la forma.


Antoni Gaudí nació el 25 de junio de 1852, en Barcelona fue un arquitecto español, máximo representante del modernismo catalán. Gaudí fue un arquitecto con un sentido innato de la geometría y el volumen, así como una gran capacidad imaginativa que le permitía proyectar mentalmente la mayoría de sus obras antes de pasarlas a planos. De hecho, pocas veces realizaba planos detallados de sus obras; prefería recrearlos sobre maquetas tridimensionales, moldeando todos los detalles según los iba ideando mentalmente. En otras ocasiones, iba improvisando sobre la marcha, dando instrucciones a sus colaboradores sobre lo que debían hacer. Dotado de una fuerte intuición y capacidad creativa, Gaudí concebía sus edificios de una forma global, atendiendo tanto a las soluciones estructurales como a las funcionales y decorativas. Estudiaba hasta el más mínimo detalle de sus creaciones, integrando en la arquitectura toda una serie de trabajos artesanales que dominaba él mismo a la perfección: cerámica, vidriería, forja de hierro, carpintería, etc. Asimismo, introdujo nuevas técnicas en el tratamiento de los materiales, como su famoso trencadís hecho con piezas de cerámica de desecho. Aquí se puede notar mucho el principio de la euritmia, la cual es “la bella proporción de las partes del todo”. Al igual que Kandinsky, que tomaba sus cuadros y los desarrollaba en partes pero partes que al final armaban un solo cuadro en total armonía o un caos armonioso, todas esas formas encaminaban a sensaciones específicas pensadas por Kandinsky. Todos tienen un inicio a su gran arte, Gaudí mientras estudiaba arquitectura comenzó a colaborar como delineante con sus profesores realizando decenas de proyectos. Su inicio coincidió con la llegada de la luz eléctrica a Barcelona (1883) destacó en ese tiempo como diseñador de iluminación en espacios públicos (como plazas, caminos, etc) y privados, algunas de esas obras son las farolas de Pla de Palau y plaza Real. Con su primer encargo importante, la Casa Vicens, Gaudí empieza a adquirir renombre, y recibe encargos cada vez de mayor envergadura. Uno de los sucesos que marcaron profundamente a Gaudí fueron los acontecimientos de la Semana Trágica de 1909; Gaudí permaneció ese tiempo recluido en su casa del Parque Güell, pero debido al ambiente anticlerical y a los atentados contra iglesias y conventos temió por la integridad de la Sagrada Familia —que afortunadamente no sufrió daños—. En 1910 se celebró en el Grand Palais de París una exposición dedicada a Gaudí, dentro del salón anual de la Société des Beaux-Arts de Francia. Gaudí participó a instancias del conde Güell, concurriendo con una serie de fotos, planos y maquetas en yeso de varias de sus obras. Aunque participó fuera de concurso, recibió muy buenas críticas por parte de la prensa francesa. Buena parte de esta exposición se pudo ver al año siguiente en el I Salón Nacional de Arquitectura celebrado en el Pabellón Municipal de Exposiciones del Buen Retiro de Madrid. Mientras se celebraba la exposición de París, en mayo de 1910, Gaudí pasó una estancia de reposo en Vich, donde diseñó dos farolas de basalto y hierro forjado para la Plaza Mayor de Vich, con ocasión del centenario de Jaime Balmes. Al año siguiente también se vio obligado a pasar una temporada en Puigcerdà, a causa de unas fiebres de Malta; en ese periodo de descanso concibió la fachada de la Pasión de la Sagrada Familia. Debido a su gravedad, el 9 de junio redactó un testamento ante el notario Ramon Cantó i Figueres; por fortuna, pudo reponerse por completo. Los años 1910 fueron duros para Gaudí, que sufrió varias desgracias: en 1912 murió su sobrina Rosa; en 1914 falleció su principal colaborador, Francisco Berenguer; en 1915 una grave crisis económica casi paraliza las obras de la Sagrada Familia; en 1916 murió su amigo José Torras y Bages, obispo de Vich; en 1917 se interrumpen las obras de la Colonia Güell; en 1918 falleció su amigo y mecenas, Eusebi Güell. Quizá por todo ello desde 1915 se dedica por entero a la Sagrada Familia, refugiándose en su trabajo. Gaudí confiesa a sus colaboradores:

“Mis grandes amigos están muertos; no tengo familia, ni clientes, ni fortuna, ni nada. Así puedo entregarme totalmente al Templo.” (Bonet i Armengol, 2001, p.21)

Gaudí vivió dedicado por completo a su profesión, permaneciendo soltero toda su vida. Al parecer, tan solo en una ocasión se sintió atraído por una mujer, Josefa Moreu, maestra de la Cooperativa Mataronense, hacia 1884, pero no fue correspondido. Desde entonces Gaudí se refugió en su profunda religiosidad, en la que encontraba gran sosiego espiritual. A menudo se ha pintado la imagen de un Gaudí huraño y antipático, de bruscas contestaciones y gestos altaneros; pero la gente que lo trató más de cerca lo describió como persona afable y cortés, buen conversador y fiel con sus amigos, entre los que destacaron especialmente su mecenas, Eusebi Güell, y el obispo de Vic, José Torras y Bages, así como los escritores Joan Maragall y Jacinto Verdaguer, el doctor Pere Santaló y algunos de sus más fieles colaboradores, como Francisco Berenguer y Llorenç Matamala. A partir de 1912 y hasta su muerte en 1926, Gaudí abandonó toda ocupación para centrarse exclusivamente en la construcción de la Sagrada Familia, obra que en la que ya llevaba 30 años trabajando. Allí, en el templo, se instaló a vivir en su estudio, en uno de los barrios más humildes de la ciudad, sumergiéndose completamente en su trabajo y en una vida de asceta. Así, este hombre profundamente católico que empezó siendo el arquitecto del pueblo y que vivió su plenitud trabajando para la burguesía, acabó convirtiéndose en lo que algunos definen como “el arquitecto de Dios”. Gaudí era un héroe popular, no por su obra y gracia, sino por su trabajo y dedicación en la arquitectura, la cual acaparó toda la atención del pueblo. Un hombre misterioso que huye de los medios, se convierte en una figura, marcando un antes y un después en la percepción de la ciudad de Barcelona. Nace en Reus el 25 de julio de 1852. Es hijo de un calderero, así que no tuvo precisamente una niñez rodeado de riquezas. Además, desde temprana edad estuvo marcado por una enfermedad reumática, que le impedía hacer una vida propia de un niño de su edad. Por ello recomendaban practicar ejercicio moderado, y ya en su juventud realizó muchas expediciones por los alrededores. Esa incapacidad le valió para enriquecer otros aspectos de su ser y a hacer emerger ese artista que llevaba dentro. No fue un estudiante brillante pero sí lo suficientemente bueno como para obtener una sólida base arquitectónica. Por esa peculiar forma de ser, no se sabía si tratarlo de loco o de genio. En ese momento la arquitectura europea se encontraba en un momento de apertura y búsqueda, y las normas fijas habían desaparecido. El estricto orden impuesto por las reglas clasicistas, comienzan a rasgarse. A todo esto se le suma la admiración por el pasado, en especial por el gótico. La línea púramente estricta se vio sustituida por una red mucho más ornamental, la cual es considerada como uno de los principales rasgos del Art Nouveau.

La arquitectura de Gaudí está marcada por un fuerte sello personal, caracterizado por la búsqueda de nuevas soluciones estructurales, que logró después de toda una vida dedicada al análisis de la estructura óptima del edificio, integrado en su entorno y siendo una síntesis de todas las artes y oficios. Mediante el estudio y la práctica de nuevas y originales soluciones, la obra de Gaudí culminará en un estilo orgánico, inspirado en la naturaleza, pero sin perder la experiencia aportada por estilos anteriores, generando una obra arquitectónica que es una simbiosis perfecta de la tradición y la innovación. Asimismo, toda su obra está marcada por las que fueron sus cuatro grandes pasiones en la vida: la arquitectura, la naturaleza, la religión y el amor a Cataluña. La obra de Gaudí ha alcanzado con el transcurso del tiempo una amplia difusión internacional, siendo innumerables los estudios dedicados a su forma de entender la arquitectura. Hoy día es admirado tanto por profesionales como por el público en general: la Sagrada Familia es actualmente uno de los monumentos más visitados de España. Entre 1984 y 2005 siete de sus obras han sido consideradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

“Hacer un candelabro de noble sencillez sin raquitismo, dando a cada parte la importancia que requiere y sujetándolo a cumplir estrictamente las necesidades con cuyo objeto ha sido creado: se ha seguido con un deber de formalidad la mayor franqueza en el uso de los materiales, dejándoles completamente vista su estructura y disposición, no pudiendo admitir, en absoluto, que una capa de color intentara la ilusión de materiales y objetos que no existen y que la intemperie se encarga continuamente de hacer desaparecer, mostrando el verdadero material a semejanza de la desnudez del mendigo vista entre harapos”.
Edificio Batlló
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Ensayo 3

Edificio Batlló

VIVIR EN EL INTERIOR DE UN DRAGÓN En el primer piso, se encuentra la planta noble, antigua vivienda de la familia Batlló donde destaca el salón principal, un espacio lleno de luz y de formas sinuosas con vistas al Passeig de Gracia. Gaudí prestó una especial atención a la interesante disposición de los techos y a una decoración muy elaborada, jugando con luces y sombras en los diferentes espacios y confiriendo ondulación a todos los tabiques. La fachada aquí es de piedra, con una galería donde las ventanas tienen de nuevo, formas sinuosas y totalmente diferentes, mientras que los pilares adoptan formas de huesos con articulaciones.

Sobre este piso principal, el edificio dedicaba cuatro pisos al alquiler y un quinto donde se proyectaron el ático, como zona para el servicio, y los trasteros. Un espacio muy sugerente, evocador y de máxima pureza conformado por una sucesión de arcos catenarios que trasladan al visitante al vientre del dragón. Con la completa reforma del antiguo edificio de Emili Sala, Gaudí amplió el espacio central donde se encuentran la escalera y el ascensor conformando un patio de luces revestido con azulejos de tonos azulados que proporcionan más intensidad a la parte superior y más claridad a la parte inferior. Así, consigue una distribución uniforme de la luz al mismo tiempo que transmite una inequívoca sensación de estar en el mar. Para algunos, evoca la obra de Jules Verne “Veinte mil leguas de viaje submarino”.


La Casa Batlló es un edificio obra de Antoni Gaudí , arquitecto el cual fue el máximo representante del modernismo catalán. La cronología de la casa empieza en 1877, en donde elaquitecto Emilio Saa Cortés,uno de los maestros de la Escuelca de Arquitectura de Barcelona, contruye el primer inmueble. En 1904 la casa es dirigida por Josep Batlló y Casanovas quien encarga a Gaudí su rehabilitación. Originalmente se había pensado en derribarla y levantar otra residencia, pero al final se decidió lo primero. En 1954 durante la guerra civil española la casa sufrió muchos daños y en la década de los 50 dejo de pertenecer a la familia Batlló. En 1993 fue adquirida por los propietarios de la compañía Chupa Chup quienes han realizados numerosas restauraciones, tanto a nivel ornamental como estructural. A partir de 1995 se alquilan sus salones para actos y convenciones y en 2002 abre sus puertas al público convirtiéndose en uno de los iconos de la arquitectura catalana y de la ciudad de Barcelona. La Casa Batlló fue catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2005. La Casa Batlló es un edificio obra del arquitecto Antoni Gaudí, máximo representante del modernismo catalán. Se trata de una remodelación integral de un edificio previamente existente en el solar, obra de Emilio Sala Cortés. Está situado en el número 43 del paseo de Gracia de Barcelona, la ancha avenida que atraviesa el distrito del Ensanche (Eixample), en la llamada “Manzana” de la discordia, porque alberga además de este edificio otras obras de arquitectos modernistas: la casa Amatller, que colinda con la de Gaudí, obra de Josep Puig i Cadafalch; la Casa Lleó Morera, obra de Lluís Domènech i Montaner; la Casa Mulleras, de Enric Sagnier; y la Casa Josefina Bonet, de Marceliano Coquillat. La construcción se realizó entre los años 1904 y 1906.

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La fachada de la Casa Batlló es conocida en todo el mundo por su composición singular llena de fantasía y color. Este cromatismo, juntamente con las ondulaciones verticales, han hecho que sea comparada pictóricamente con la serie de óleos “Los Nenúfares” de Claude Monet. Otros la han relacionado con elementos de carnaval: el coronamiento de la fachada parece el sombrero de un arlequín, el recubrimiento de trencadís recuerda al confeti, y las barandas remiten a la forma de les máscaras. Pero la alusión más clara hace referencia a la leyenda de San Jorge (Sant Jordi), con el tejado en forma de lomo del dragón, la cruz que remata la lanza del caballero, el balcón de la princesa en forma de flor abierta o los huesos de las víctimas devoradas por el dragón, en el primer piso.

Al margen de interpretaciones, esta fachada principal es un compendio de hallazgos estructurales y formales que se repite en el resto del edificio, como en las fantasiosas chimeneas de la azotea, que recuerdan setas; la fachada posterior, con un trencadís cerámico de formas naturales y geométricas, o en el excelente patio de luces, donde Gaudí graduó la medida de las ventanas y el color del revestimiento cerámico en una combinación progresiva que favorecía la iluminación de todo el interior.

La Casa Batlló es un reflejo de la plenitud artística de Gaudí: pertenece a su etapa naturalista (primera década del siglo XX), periodo en que el arquitecto perfecciona su estilo personal, inspirándose en las formas orgánicas de la naturaleza, para lo que puso en práctica toda una serie de nuevas soluciones estructurales originadas en los profundos análisis efectuados por Gaudí de la geometría reglada. A ello añade el artista catalán una gran libertad creativa y una imaginativa creación ornamental: partiendo de cierto barroquismo sus obras adquieren gran riqueza estructural, de formas y volúmenes desprovistos de rigidez racionalista o de cualquier premisa clásica.






Ensayo 4

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Josep Lluís Sert

Nació en Barcelona, hijo del ingeniero Francisco Sert Badía, primer conde de Sert, y de Jenara López y Díaz de Quijano. Desde muy joven se interesó por la obra de Antoni Gaudí, y de su tío, el pintor Josep Maria Sert. Estudió en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona.

Durante un viaje a París en 1926 Sert estudió en profundidad la obra de Le Corbusier, a quien conoció con tal motivo. Al año siguiente se incorporó al estudio de Le Corbusier y colaboró con él durante varios años. En 1930 comenzó a diseñar sus primeros edificios, que reflejan a través de su color blanco y la profusión de luz un inconfundible estilo mediterráneo. Al mismo tiempo estos edificios carecen de ornamentos y otros elementos innecesarios, con lo que Sert realizó por primera vez en España edificios de carácter racionalista.

Al final de una vida errante y cosmopolita plagada de ilustres amistades (Miró, Picasso, Le Corbusier) y de brillantes éxitos profesionales no cuajó en ningún sitio. En Harvard era el español. Y en Barcelona se había convertido en un extranjero. "Así como a Antoni Gaudí se lo quieren quedar todos, desde la Iglesia hasta los nacionalistas, a Sert no se lo quiere quedar nadie", comenta Josep Maria Rovira, catedrático de Historia de la Arquitectura en la Escuela Superior de Arquitectura de Barcelona, comisario -junto a Jaume Freixa- de la muestra y autor de una monografía sobre Sert publicada por Electa. Para Rovira, Sert fue un hombre de gran olfato, un tipo con una capacidad especial para otear el futuro, estar donde había que estar y hacer lo que había que hacer. Como arquitecto, y al contrario que otros grandes proyectistas del siglo XX, no fue un fundamentalista. No creyó a ciegas en el ideario moderno. Se preocupó por las personas en medio de un mundo de normas, materiales y proporciones. Construir sus ideas le hizo cuestionarlas. "Eso le hizo cambiante y camaleónico. No fue un arquitecto rígido. Aprendía y rectificaba", apunta Rovira. El espíritu revolucionario que le llevó a oponerse a sus padres siendo un adolescente o a simpatizar con Esquerra Republicana también le llevó a repensar las ciudades. De hecho, fue de los primeros en abogar por algo que hoy parece obvio: la buena arquitectura debe funcionar por dentro (para los usuarios) y por fuera (para la ciudad).

La historia que recoge la exposición de la Fundación Miró de Barcelona arranca poco antes del 10 de agosto de 1929. Ese día, Josep Lluís Sert obtuvo el título de arquitecto. Y ese año sería clave para su vida profesional y para la historia de la arquitectura moderna en España. En Barcelona se celebró una exposición universal en la que los arquitectos modernistas finiseculares dieron sus últimos coletazos. El actual Museo Nacional de Cataluña, un imponente pastiche que preside desde la montaña de Montjuïc la Feria de Barcelona, fue la pieza estrella de la exposición. Por todas partes se levantaron edificios grandilocuentes para celebrar el evento. Pero fue un discreto pabellón temporal, el de Mies van der Rohe para Alemania, el que consiguió pasar a la historia. Y quedarse en la ciudad (que lo reconstruyó muchos años después). Por esas mismas fechas, todavía en 1929, Sert concluía en la calle de Muntaner una de sus primeras obras, un bloque de viviendas dúplex que todavía hoy resulta vanguardista. Pero no había sido Mies van der Rohe el maestro de Sert, sino Le Corbusier, con el que un año antes había trabajado en París. Ese viaje marcó al catalán, que regresaría a España con la voluntad de cambiar la arquitectura. Así, fundó el GATCPAC (Grupo de Arquitectos y Técnicos Catalanes para el Progreso de la Arquitectura Contemporánea) y elaboró con el propio Le Corbusier y su primo Pierre Jeanneret el llamado Plan Macià, que, con la ayuda de la Generalitat, buscaba modernizar Barcelona. Otros edificios de esos años, como la joyería Roca, en el paseo de Gracia, o el Dispensario Antituberculoso, no lejos de la Gran Vía, hermanan la obra de Sert con la vanguardia europea. La arquitectura española estaba poniéndose al día. Justo entonces estalló la Guerra Civil.

En plena contienda, Sert fue elegido para diseñar el pabellón de la República, que acogería el Guernica de Picasso, en la Exposición Universal de París de 1937. Le costó caro. Él y su socio en el proyecto, Luis Lacasa, fueron juzgados por responsabilidades políticas. Se les prohibió ejercer a menos de 400 kilómetros de Barcelona. Además, su socio barcelonés, Josep Torres-Clavé -que diseñó las butacas del pabellón republicano-, cayó en el frente. Sert decidió marcharse a París. Allí se casó con Ramona Longás, Monxa, hija de la portera de la casa levantada en la calle de Muntaner. Joan Miró y Jean Jeanneret fueron los padrinos de una boda apresurada. Pero ésas fueron las únicas prisas: Monxa lo acompañará durante toda su vida, aunque la madre del arquitecto, una López descendiente de los marqueses de Comillas, se negó siempre, incluso cuando estaba moribunda, a recibirla. En París, Sert decide mover sus fichas y consigue que otro arquitecto, Walter Gropius, y el historiador Sigfrid Giedion lo reclamen desde EE UU.

En Nueva York, el matrimonio se hospeda primero en casa del escultor Alexander Calder y meses después en el hotel Van Rensslaer, en la calle 11. Monxa trabaja de costurera mientras su marido trata de poner en juego el resto de sus cartas. Da conferencias, escribe. Publica el famoso libro Can our cities survive? (¿Pueden sobrevivir nuestras ciudades?). Y, por consejo de Le Corbusier, con el que mantiene correspondencia, decide contactar con el arquitecto Paul Lester Wiener, autor del pabellón norteamericano, vecino al de la República española en la Exposición de París. Wiener está casado con la hija del secretario del Tesoro. El arquitecto se interesa por las ideas urbanas que expone Sert y juntos deciden asociarse bajo el nombre de Town Planning Association. El catalán comienza así a trabajar para el Departamento de Guerra del Gobierno estadounidense. Realiza planes para construir ciudades en puntos estratégicos de Perú, Colombia, Venezuela, Cuba y Brasil. Pero aquello no cuaja. Los países latinoamericanos resultaron un territorio demasiado convulso para soportar planificaciones impuestas. Tras seis años de viajes, luchas e ideas que no fructifican, Sert consigue levantar su primer edificio en Estados Unidos: la casa Locust Valley, en Long Island, cerca de Manhattan. Será la primera piedra. Poco después, con 49 años y tras el éxito de algunos proyectos en Suramérica, se convertirá en ciudadano estadounidense. Y con 51, en decano de la escuela de arquitectura de la Universidad más prestigiosa de ese país: Harvard, puesto en el que sucede a Gropius, fundador de la mítica Bauhaus y también exiliado en Estados Unidos.

ERE 1
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ERE2
ERE 1.2
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Taller Sert

Esta es una obra de Josep Lluís Sert, la cual hizo para su amigo Joan Miró. Sert concibe este edificio que se adapta a los bancales del terreno. Miró lo fue asesorando sobre sus aspectos prácticos. Así le sugirió que tuviera presente el clima de Mallorca y las condiciones ambientales de taller. Le pidió una separación de las telas que dejaba en reposo, y le recordó que la superficie del trabajo tenía que tener en cuenta las dimensiones de las pinturas de gran formato, como su mural para Cincinnati. En otoño de 1956 la construcción del taller diseñado por Sert ya había terminado y Miró se mostró entusiasmado con el resultado final. El edificio muestra una fachada común pero su techo caracteriza el edificio, con sus curvas que dan lugar a la luz natural dentro del edificio. “Líneas minimalistas, amplitud y luz del norte para un espacio inspirador donde trabajar numerosas telas al mismo tiempo.” Mediante numerosos croquis y planos Sert había proyectado para Miró un taller a escala humana, que unía tradición e innovación. La estructura de hormigón contrasta con los materiales más tradicionales, propios del Mediterráneo, como la piedra o la arcilla. El taller, de planta en forma de L, se organiza en dos niveles cubiertos con techo abovedado. Las ondas de la cubierta introducen un movimiento sinuoso en la estructura regular del edificio. Todas las fachadas reciben un tratamiento muy plástico, incluso cromático; en particular la fachada sur, que yuxtapone el blanco del hormigón al color de la arcilla y al azul, rojo y amarillo de la carpintería. En definitiva, Sert estrena un nuevo lenguaje que supera la rigidez y las limitaciones del funcionalismo más ortodoxo y apuesta por una arquitectura más plástica y escultórica, en consonancia con su idea que “la arquitectura misma puede convertirse en una pieza de escultura”.


Ultimo ensayo

Los tres grandes artistas

Juntando a estos tres grandes artistas, quizá no se basaron tanto uno en el otro, porque cada quien tiene sus ideas y eso hace que sea un gran artistas. Los tres fueron un gran punto en la historia para el lugar en el que se encontraban, Kandinsky estaba en busca del significado del arte por sí solo, Gaudí creía en la belleza del todo, esta armonía que veía en los cuadros de Kandinsky la llevo a sus muchas obras junto con la forma curva como elemento continuo, no brusco, como las rectas, en la curva unía la totalidad de su obra como se ve en el edificio Batlló, el cual muestra una fachada armoniosa casi como un cuadro en 3d en donde hasta en su interior se extiende esta elegancia de la curva, incluso en los muebles, Gaudí se destacó no solo por arquitecto sino también un diseñador de interiores, no solo hacia el edificio sino que creía que los pequeños complementos eran también parte de la obra en sí. Su obras se muestran por partes separadas en curvas, mostrando muchos tipos de ellas, de muy marcadas a casi imperceptibles dándole un aire relajado a su trabajo, puesto que de la un principio y fin unido en toda su forma, haciendo que la curva arme la obra como una sola, Kandinsky hacia que en su obra un elemento fuera el centro de todo, pero los elementos pequeños también eran de importancia para la armonía de este como se ve en “Composición VIII” . Sert estudio mucho a Gaudí y su forma en la curva, pero dándole un color a o que él pensaba en sus inicios, Gaudí solía servir a la burguesía por lo que sus edificios son muy ostentosos, lo que cambia tras irse al templo, Sert es como una continuación de la curva en la historia, pero más allá de la belleza le da la visión de practicidad, no solo busca la belleza en la forma sino su utilidad máxima, para así poder servir bien a los que les construye. Ambos arquitectos suelen usar la simetría pero no cayendo en su simplicidad, de hacer una parte y duplicarla y ya, sino que la usan como base para el orden (belleza) dándole pequeñas diferencias en ambos lados para darle una forma distinta, pero los pequeños elementos no están de más si no que complementan y siguen el equilibrio de ambas partes.

Muchas veces crees que las cosas parecen caóticas, pero no es cierto. Todo obedece a una armonía y si te paras verás cómo las golondrinas siempre vuelven al lugar donde tuvieron su nido. Las flores vuelven a brotar en primavera y el sol vuelve a salir cada día por el Este.

Tal vez lo que te digo te parezca una obviedad, pero no lo es en absoluto. Te estoy dando las claves del éxito en tu vida. Si aprendes que cada día saldrá el sol, tendrás éxito. Si aprendes que cada primavera florecerán las más bellas rosas, y que las rosas de otoño huelen más que las de primavera y son más bellas, tendrás éxito. Si aprendes a fluir sin atascarte en discusiones absurdas y avanzar, tendrás éxito. Si aprendes a ser tú y a mirar por las ventanas de tu existencia, verás muchas primaveras y muchos veranos y muchos amaneceres. El anochecer no es el fin del mundo, tan sólo es el término de un día y la espera para el comienzo del siguiente. Y esa es la Inteligencia del Todo, esa es la esencia de Dios, no acaba ni termina, es Eternamente bella y Creativa. Esa es la clave de todo. (La esencia de las cosas: Armonía,Onamai Art)

Los tres estaban en busca de algo más en el arte, buscando la belleza en la forma, la búsqueda de la belleza mediante las curvas como elemento lineal, obras con varios elementos unidas en un todo, dando armonía al total.