Nicolás Escobar Tarea 4 - Módulo investigación T2 2015

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TítuloAparición de la obra de arte en la realidad
AsignaturaPresentación 5 ARQ 2015
Del CursoMódulo Investigación T2 2015
CarrerasArquitectura
4
Alumno(s)Nicolas Escobar


Abstract: ¿cómo aparece la obra de arte en la realidad?

-Este ensayo tiene su punto de partida bajo la luz de dos obras principales: el Manifiesto surrealista de André Breton y la Carta del errante de Godofredo Iommi-

André Breton viene a darnos algunas pistas respecto a esta pregunta; junto con integrar el inconsciente del sueño a una posición de conformador y generador de la realidad, la promesa de su manifiesto, abre para el ser humano una posibilidad latente de desvelar el mundo en plena libertad creativa. “la libertad plena del ser humano y vivir el amor (las dos luces del surrealismo)” nos dice Godofredo Iommi en un taller de américa del año 1979 (escuela de arquitectura y diseño de la universidad Católica de Valparaíso), “había que vivir en el inmediato presente con lo mejor del ser humano, su capacidad para el arrojo. Había que vivir peligrosamente cómo cantó Nietzsche.”

La obra de arte aparece como consecuencia de este principio, de esta capacidad poética del ser frente a lo inmediato del presente, frente al mundo que se abre. Desde este punto de partida se desprenden dos conceptos clave abordados por las vanguardias: “movimiento y recorrido”. Bajo la luz del surrealismo, la experiencia creativa nace de la relación original entre distintos componentes de la realidad, relación con la cual el ser humano desvela el mundo. De este modo la poesía, y en consecuencia, la obra de arte, viene a situarse “entre” nosotros y la realidad, como plataforma para relacionarnos con “lo otro” del que nos habla Rimbaud.

Ya nos decia Iommi; “la poesía fue doblada por la política”, y esto, puesto a que la política se concentra en un fín que anuncia alcanzar. fin desde el cual el sistema utilitario (del que nos advierte Breton), ofrece un listado de herramientas establecidas para alcanzar esa proyección de la sociedad. Fuera de la quietud de cualquier fin. La poesía viene a situarnos en el movimiento que gatilla la creación, desplegando a través de la obra de arte, un recorrido unico y original hacia el encuentro con la realidad, hacia el encuentro con el desconocido. A partir del surrealismo, el ser humano obra de arte, en la medida que entable una relación creativa con la realidad.

Palabras clave: Revelación poética, recorrido hacia la obra, creatividad, poesía, surrealismo


Del manifiesto surrealista y la carta del errante:

La poesía exalta la realidad, el instante, es creación pura y sincera que esplende tocando una fibra de nuestro origen, haciendo vibrar nuestro espíritu, el cual se eleva en presencia de sí mismo iluminado por la fuente creadora, en sintonía con una hebra que hila lo que creemos discontinuo, “el movedizo espesor de las realidades, sus proyecciones sobre todos los planos- intelectual, moral, científico, poético, filosófico, etc.- ellos mismos vuelta a vuelta emisores y reflectores, como fuego de astro por sorpresa o tierra de planeta habitual”. (definición de realidad en el diccionario surrealista, cita de René Crevel)

El ser, en presencia del desconocido (desde el cual la poesía revela), se hace presencia presente para formar parte del momento revelador. Fuera del tiempo, pues no le pesa, se eleva de su continente, como la poesía del escrito, o la imagen desde la obra de arte. Queda en un flujo de desvelamiento iluminado por la poesía, en plena nebulosa de la creación que toma lugar generando realidad.

El surrealismo de Breton, buscando alejarse de todo convencionalismo del sistema utilitario dispuesto por la actualidad de la sociedad, propone una tentativa de situarnos en otra parte. En su manifiesto, nos habla de una relación directa y lúdica con los sentidos. Un dialogo genuino entre el observador y la realidad que para él se va abriendo a cada momento, incluido el tiempo del sueño, en el cual Breton encuentra una relación diversa, espontanea y original con nuestro ser. Esta nueva apertura de la realidad propone un movimiento continuo de desvelamiento, y por ende, una actitud del ser, que para hacerse cargo de esta realidad, va en movimiento, abriendo recorrido, y no en la quietud del fin.

Godo en su carta del errante, refiriéndose a Bretón, nos habla acerca de una “fidelidad poética”, sin la cual la poesía ha sido diezmada por fines ajenos a ella; “la lógica interna de la poesía como anti-arte conduce a la pasión de cambiar el mundo. Y la ardiente sed de justicia – sincera y generosa – ha querido saciarse en esta empresa. Entonces la poesía fue doblada por la política”. Si bien la poesía conlleva una revolución, esta jamás consigue la victoria ni se sienta a contemplar desde ningún sitial; “cara a cara del mundo constituido, el poeta se encuentra en otro lugar (…) no se ocupa de ser o llegar a ser un rebelde, él no lo es, puesto a que lo es obligatoriamente desde el punto de vista de las convenciones establecidas”.

Godofredo Iommi nos habla de una poesía que encuentra su lugar instaurándose en una verdadera “experiencia reveladora”, vale decir, la palabra poética que se hace voz y gesto, instaurando un acto que trasciende a la obra de arte, al poema, al cuadro. Podemos presenciar este legado a través de los actos poéticos de amereida, que buscan y encuentran en su modo, la aparición de la poesía en la realidad, en el presente y desde el lugar. En la vigilia de los sentidos, en un cuerpo conformado por todos los asistentes.


En base al surrealismo de Breton y a la carta del errante de Iommi, me pregunto acerca de la realidad y de la obra de arte;

¿cómo aparece la obra de arte dentro de su contexto en la realidad?

Incluso la aproximación, o el rondar, entorno a lo que llamaré “la revelación de la obra de arte” no quedaría, bajo estos principios, confinado de la experiencia creativa. El situar incluso la revelación en algún momento exacto, sería a simple vista, bastante difícil de precisar.

La obra de arte abre, con su sola presencia, infinitas relaciones con la realidad. Su carácter creativo genera constantemente Interacciones con “lo otro” del que nos habla Rimbaud, que es siempre variable, impredecible, siempre nuevo. Conformado por una realidad en constante movimiento, y que nos contiene además, a cada uno de nosotros en ella, participando y accionando frente al mundo que se abre.

Bajo esta luz del surrealismo, la obra de arte conlleva en su escencia, movimiento y recorrido, puesto a que ambos son necesarios al momento de concebir cualquier creación. La revelación de la obra no puede situarse en un punto estático, conllevaría situarla en un fin.

Ya nos decia Godo; “la poesía fue doblada por la política”, y esto, puesto a que la política se concentra en un fín que anuncia alcanzar, fin desde el cual el sistema utilitario (del que nos advierte Breton), ofrece un listado de herramientas establecidas para alcanzar esa proyección de la sociedad. “so pretexto de civilización, con la excusa del progreso, se ha llegado a desterrar del reino del espiritu, cuanto pueda calificarse de superstición o quimera; se ha llegado a proscribir todos aquellos modos de investigación que no se conformen con los usos imperantes”. (manifiesto Surrealista de André Breton). Esta condición de “fin”, propia de la política, conlleva a la imposibilidad de accionar frente al mundo que se abre. No tienen cabida en él, ni la poesía, ni la creatividad.

El concepto de recorrido, abordado por las vanguardias (del que se desprende la dérive, como una actitud del propio recorrido), no contempla ningun fín, se nutre de su propio movimiento, el movimiento es lo que genera la creación puesto a abre un recorrido que permite la relación entre distintas partes. sin recorrido no hay movimiento, por lo tanto no hay ni encuentro, ni interacción entre las partes, y por ende no hay creación. Hacia principio de los años 20, Dada realiza una incursión urbana, con la cual busca abrir una operación estética consciente, una transición desde la representación del movimiento hacia la construcción de una acción estética que debía llevarse a cabo en la realidad de la vida cotidiana. Estás acciones buscaban superar la obra de arte, desde una experiencia creativa directa con el entorno cotidiano y presente de la ciudad. Este concepto caló profundo en el desarrollo del arte a partir de entonces, luego de la incursión Dada, el surrealismo de bretón busca profundizar en estas ideas abiertas de recorrido y movimiento, transformando la incursión, el mero caminar, en una deambulación errática a campo traviesa, con lo que le entregaba a este sentido de movimiento, una actitud poética, para afrontar el mundo en movimiento que se abre una y otra vez frente a nosotros.

La primera manifestación de esta forma de relación con la realidad, tomo lugar a través de una vasta extensión de territorio natural por el centro de Francia, en la cual André Breton , Louis Aragon, Max Morise y Roger Vitrac experimentaron una “exploración hasta los límites entre la vida consiente y la vida soñada”, en palabras del propio André Breton. Posteriormente, la dérive de los situacionistas, explorará más a fondo las potencialidades de la deambulación como forma creativa, buscando encauzar este principio hacia el desarrollo de un “método objetivo de exploración de la ciudad: el espacio urbano es un terreno pasional objetivo, y no sólo subjetivo e inconsciente.”

Se trata de una posibilidad de acción poética, de la capacidad de afrontar el desvelamiento movedizo y múltiple de la realidad que se abre, con una actitud poética abordada por nuestro ser. Bajo la luz de las vanguardias, cada quien tiene un rol activo en la composición del modo en que la poesía se manifiesta en la realidad, esta llega a nosotros porque nos llama, porque ejerce una fuerza sobre nuestro espíritu, porque es creación que participa, exalta e irrumpe en la realidad con nosotros en ella.

Bajo este prisma, la obra de arte, reclama una actitud de movimiento por parte de nuestro ser, puesto a que ella misma se encuentra fuera de todo fin, en pleno movimiento. Nos induce, de este modo, a situarnos en el recorrido de la experiencia creativa que toma lugar. En el recorrido que ella instaura y despliega hacia lo desconocido.

Y entonces, en el continuo desvelamiento de la realidad, si llevamos todo esto a la situación práctica que todos hemos experimentado alguna vez, de ir aproximándonos a una obra ¿desde donde se distingue la obra de arte del contexto con el que interactúa?

Veamos todo esto desde un plano más cercano a todos nosotros, dentro del ámbito de la arquitectura, que es el que nos convoca como taller. Esta “actitud poética” nos lleva a la concepción de un espacio habitable, que requiere, incita, una actitud de movimiento, desde la cual la revelación creativa tome lugar y ejerza sus efectos en el habitante. En este sentido, la arquitectura aparece y toma lugar, abriendo relaciones con “lo otro”, de su contexto, de la extensión, del propio habitante, etc. Y sitúa por lo tanto al observador, en una relación creativa con la realidad. La arquitectura queda entonces “entre” el habitante y la realidad, construyendo el recorrido hacia el encuentro creativo con ella.

Este aspecto habitable de la arquitectura, nos ayuda a asimilar la obra de arte en su sentido de “plataforma” para abordar la realidad. Plataforma que se conforma en su recorrido para abrir una interacción creativa con ella. Es a partir de esa condición de “plataforma”, de conformar un “entre”, un “recorrido” hacia la realidad, que podemos distinguirla de su contexto.

En el libro “El andar como práctica estética” de Francesco Careri, se puede encontrar en sus primeras páginas, un listado escrito de acciones que ilustran esta relación del habitante con su entorno, las cuales abren múltiples posibilidades del habitante frente al espacio que se abre, relacionando acciones frente a dimensiones dispuestas por la realidad, que se conjugan en una actitud creativa; “abrir un sendero andar”, “subir una montaña orientarse”, “habitar un circulo perderse”, hasta llegar a 42 distintas, de seguro existen aun muchísimas más, incontables. Mas, a lo que me refiero, es a como estas acciones vienen a participar del arte a modo de forma creativa con que se aborda y se compone la realidad. Estas actitudes serían a la vez, generación y consecuencia de una revelación creativa. Para poder abordar el presente que se abre, es necesaria una actitud poética.

El abordaje de esta “actitud”, conlleva una apertura para nuestro espíritu. Viene a instaurar una forma poética para el “obrar” del ser humano. “El ser humano obra de arte”. La obra de arte queda así, desde entonces y para siempre, estrechamente ligada a nuestra capacidad de accionar de forma poética las relaciones que abrimos con la vida misma, para que nos muestre su curso.

Aun fuera de los museos y de las ciudades, de todas las obras de arte, los cuadros, poemas, puestas en escena, edificios. Fuera del “mundo artístico” reconocido por la actualidad (y sobre todo fuera de él). En la medida en que el ser humano entable una relación creativa con la realidad, estará componiendo de algún modo y aunque no lo sepa, obra de arte, entre él y el mundo. Este principio poético de la humanidad, es el punto de partida de toda obra creativa. Cada quien desvela libremente la realidad, construyendo el contexto de existencia de la obra y más aún de la revelación poética. Todos quedamos a la vez, como espectadores y actores que influyen en la aparición de la obra constantemente. “la poesía debe tener como fin la verdad práctica… la poesía debe ser hecha por todos. No por uno”. (Lautreamont)

La obra de arte eleva así nuestros espíritus, e induce sus efectos sobre nosotros tras encontrarnos con ella. Su sola presencia nos planta de lleno frente a la realidad, nos hace parte de la creación y nos otorga pistas para abrir el mundo. El poeta, el artista, el “vidente” del que nos habla Rimbaud y el “hacedor de milagros” de la fiesta de Saint-Paul Roux que nos cita godo, es el que hace de esto su campo de acción, su ocupación consiste en celebrar esta condición poética de la humanidad, de traerla a presencia, desde el desconocido, para esparcir su efecto, para desencadenar la fiesta.


Bibliografía