Matías Quero Tarea 4 - Módulo investigación T1 2017

De Casiopea



TítuloDescolonizar la matriz productiva: hacia una comprensión del diseño como alternativa de desarrollo para América Latina
AsignaturaMódulo Investigación T1 2017
Del CursoMódulo Investigación T1 2017
CarrerasDiseño, Diseño Industrial"Diseño Industrial" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.
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Alumno(s)Matías Quero

El desequilibrio alcanzado por un modelo económico mundial, basado en la extracción masiva de materias primas (recursos naturales) para su exportación desde las regiones periféricas hacia los centros productivos (industria), ha determinado el completo deterioro ambiental de la realidad contemporánea.

A partir de una comprensión estructural del modelo económico (en algunos casos entendido también como modelo de desarrollo) que caracteriza la realidad en América Latina, basado en su totalidad en el desarrollo de la actividad extractiva (principalmente minería, petróleo, agroindustria, entre otras) se pretenderá analizar el estado de dependencia económica, originada desde la actividad financiera mundial, que ha condicionado a una subvaloración transversal de la calidad y sentido de la vida. El alto impacto ambiental y deterioro social han sido las condicionantes necesarias para el desarrollo de la actividad extractiva en las distintas regiones del continente.

Como parte fundamental de este ensayo es preciso señalar que el imaginario conceptual ligado a las actividades productivas, incluso a la misma idea de desarrollo, conserva más que nunca su naturaleza colonial, raíz histórica de una dependencia en constante renovación. Mediante el reconocimiento de visiones alternativas, se buscará ubicar la relevancia del Diseño, como una herramienta capaz de desacoplar el estado de dependencia actual.


Preámbulo

La creciente oferta de servicios y bienes de consumo parece no cesar en su cada vez mayor penetración social. El incremento del gasto y costo de la vida pasó a convertirse en el dictamen hegemónico incuestionable, cada vez más diversificado y categorizado según las características específicas de cada población. Las necesidades son cubiertas según los medios adquisitivos disponibles, y por sobre todo gracias al abastecimiento sistemático dispuesto por el comercio. Sin embargo, la crisis civilizatoria es cada vez más evidente, cuando se manifiestan las inoperancias e incapacidades frente al colapso estructural de aquel mismo sistema de distribución, siendo este un ejemplo sintomático de su propia enfermedad.

Intentar responder a los problemas actuales sin analizar si quiera el origen que determina las causas sería como disfrazar la realidad, maquillarla con apariencias llamativas que basten con generar una conformidad temporal.

El diseño en América Latina mantuvo durante cierta época una importante participación e incidencia como motor de desarrollo productivo estratégico, abordado incluso desde los organismos gubernamentales como un mecanismo de vinculación directa a los intereses económicos e industriales de cada nación.

Este potencial de autonomía productiva quedó sepultado bajo el intervencionismo promovido por las entidades financieras globales, las cuales en una rearticulación macroeconómica mundial sobrepasaron las posibilidades de desarrollo productivo (desarrollo industrial) en casi todas las naciones latinoamericanas, perpetuando así la realidad periférica de dependencia.


El cauce histórico de América Latina

Como una vía desenfrenada, los gobiernos latinoamericanos, tanto neoliberales como progresistas, han adoptado de manera progresiva, desde las dictaduras militares y mayormente desde las transiciones democráticas, una política económica basada en la explotación de los recursos naturales para una exportación masiva dirigida hacia los centros productivos. A esta actividad de extracción masiva de recursos naturales para su exportación (commodities) se le ha denominado Extractivismo2, y es en la actualidad la principal fuente de ingresos a nivel continental. Esta es una política que si bien ha cobrado mayor fuerza desde los años 80, su origen remonta hacia los años de la Conquista, siendo parte fundamental de la raíz occidental que colonizó el territorio hace más de 500 años.

"América se constituyó como el primer espacio/tiempo de un nuevo patrón de poder de vocación mundial y, de ese modo y por eso, como la primera identidad de la modernidad. Dos procesos históricos convergieron y se asociaron en la producción de dicho espacio / tiempo y se establecieron como los dos ejes fundamentales del nuevo patrón de poder. De una parte, la codificación de las diferencias entre conquistadores y conquistados en la idea de raza, es decir, una supuesta diferente estructura biológica que ubicaba a los unos en situación natural de inferioridad respecto de los otros. Esa idea fue asumida por los conquistadores como el principal elemento constitutivo, fundante, de las relaciones de dominación que la conquista imponía. Sobre esa base, en consecuencia, fue clasificada la población de América, y del mundo después, en dicho nuevo patrón de poder. De otra parte, la articulación de todas las formas históricas de control del trabajo, de sus recursos y de sus productos, en torno del capital y del mercado mundial." (Quijano,A.,”Cuestiones y Horizontes”, Buenos Aires: CLACSO, 2014, p.778)


Es por eso, como parte fundamental de este ensayo, reconocer que el imaginario conceptual ligado a las actividades productivas, incluso a la misma idea de desarrollo, conserva más que nunca su naturaleza colonial, modernizada y tecnificada gracias a los avances progresivos de la ciencia y la tecnología. Esta raíz histórica es también causa insoslayable del actual estado de dependencia, tanto económica como tecnológica.

La supremacía del extractivismo como actividad primordial no es más que una larga consecuencia del sometimiento histórico a un patrón de poder occidental, que en constante renovación a perpetuado el poder económico financiero como el ente configurador de distintas realidades en el mundo. El extractivismo es la condena histórica de aquellos territorios periféricos, valorizados como fuentes de recursos para el progreso y desarrollo tecnológico de los centros productivos. La dependencia ha sido el efecto de este sometimiento, materias primas que se exportan para retornar como bienes de consumo, determinando así una realidad imposible de transformar debido a las complejidades materiales que se instalan ahora como necesidades de consumo. En consecuencia, los índices de crecimiento económico como el PIB, son los parámetros exclusivos para justificar el atropello desenfrenado que generan las explotaciones del los recursos naturales. Se ha establecido como una verdad incuestionable que la remuneración económica es sinónimo de crecimiento, por ende, de mayor calidad de vida.

"El crecimiento implica un simple incremento de magnitudes económicas (como el PIB u otra magnitud de referencia utilizada), mientras que el “desarrollo” (a la larga siempre capitalista) no solo implica aspectos cuantitativos, sino incluso cualitativos (p.ej. industrialización, mayor peso en el comercio internacional, poder y dominio de sociedades capitalistas fuertes sobre sociedades capitalistas débiles, entre otros)...Por eso, liberarnos de las ataduras del “desarrollo” podría potenciar las capacidades propias para encontrar otras formas de construir estilos de vida dignos para todos los habitantes del planeta, inspirados en las visiones y propuestas de cada sociedad, sin caer en la copia inviable y caricaturizada de otras realidades.” (Acosta, A. (2016). Post-extractivismo: entre el discurso y la praxis. Algunas reflexiones gruesas para la acción. Ciencia Política, 11(21), 292-293)

Pero la inestabilidad de este paradigma se hace cada vez más evidente y es inevitable afrontar las consecuencias que más temprano que tarde cobrarán el costo de una degradación ambiental. Y cuando se piensa en degradación ambiental se piensa también en las dimensiones sociales que se han configurado en base a un modelo económico extractivista y de dependencia.

“Los límites biofísicos de la naturaleza, aceleradamente desbordados por la expansión de la modernidad y acumulación capitalista, son cada vez más notorios e insostenibles. Tal desbordamiento se conjuga con una inequidad social (inherente al capitalismo en tanto civilización de la desigualdad) que encuentra múltiples rupturas y ocasiona complejos y dolorosos procesos. Nótese, por ejemplo, la creciente migración desde Suramérica a los EE.UU. y a la Unión Europea y la consecuente descomposición social al interior de ese mismo sur que exporta naturaleza y expulsa personas.” (Acosta, A. (2016). Post-extractivismo: entre el discurso y la praxis. Algunas reflexiones gruesas para la acción. Ciencia Política, 11(21), 289)

Es por esto que, la necesidad de vislumbrar un modo auténtico para sostener el caótico devenir cobra mayor relevancia. Desacoplarse de la dependencia externa como primera instancia ha sido una propuesta esbozada por algunos autores*, pero el entramado macroeconómico comprende un complejo escenario cargado de intereses corporativos y poderes financieros que no están dispuestos a corregir sus maniobras operativas.

Des/colonizar la producción como una alternativa necesaria

Más allá de las posibles renovaciones que se originen desde los centros productivos, la realidad de los territorios periféricos requiere de una transformación en lo que respecta al sentido y la calidad de vida, partiendo por desprender toda influencia externa únicamente interesada en la explotación de los recursos naturales.

Esta transformación se puede reconocer como un modo de apropiación sistemática enfocada en dar respuesta a las necesidades y requerimientos de cada comunidad. El sentido colectivo del bien común y la recuperación de la naturaleza como sustento armónico son ejes insoslayables a la hora de redefinir el paradigma porvenir.

En este sentido, la idea de descolonizar la matriz productiva responde a una necesidad inevitable de poner en cuestión el orden del poder devastador y autoritario, re/significando así la utilización de los medios productivos, hasta ahora enfocados únicamente en sostener una demanda externa de producción. Esta re/significación comprende también la necesidad de recuperar la organización comunitaria como medio de articulación para la reapropiación del desarrollo local, como pilar fundamental de subsistencia y autonomía que se encamine hacia una reinvención auténtica en un modo de vivir que no condicione la degeneración del entorno.

Finalmente, des/colonizar hace referencia al desprendimiento necesario para imaginar de otro modo, para revalorizar la existencia en búsqueda de un equilibrio necesario en tiempos catastróficos.