Maria de los Angeles Muñoz - Tarea 4

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Santiago a pie.png


TítuloMaría de los Angeles Muñoz Tarea 4 - Módulo Investigación T1 2018
AsignaturaMódulo Investigación T1 2018
Del CursoMódulo Investigación T1 2018
CarrerasArquitectura
4
Alumno(s)Maria de los Angeles Muñoz

La peregrinación como inicio de nuevos asentamientos urbanos

imagen conducente: trazado del país a escala del pie a través de las peregrinaciones a Santiago de Compostela.

María de los Ángeles Muñoz R., Arquitectura, Profesor: Ursula Exss.

Abstract

Desde la mirada urbanista existen muchos ángulos desde los cuales comenzar a hablar de la ciudad. Podemos abordarla desde el punto de vista económico, político, social, etc. En ella encontramos todo aquello que le es propio a la cultura y por tanto al hombre como tal. Veremos a continuación cómo aspectos muchas veces considerados abstractos pueden llegar a dejar una huella visible y determinante en la estructura y dinámica de movimiento de una ciudad. Profundizaremos en la vinculación entre el fenómeno religioso, específicamente el de las peregrinaciones, y el trazado urbano para comprobar si efectivamente la espiritualidad puede crear o modificar la realidad rural y urbana. Proponemos el estudio de conocidos lugares de peregrinación como Santiago de Compostela y Roma, entre otros, con el fin de comprobar si efectivamente la realidad histórica y también actual de esas ciudades tiene relación con las tradicionales peregrinaciones de las cuales han sido objeto a lo largo de su historia. ¿Qué es primero, la peregrinación o la ciudad? ¿La espiritualidad o la infraestructura que la sustenta? Son algunas de las preguntas que buscamos resolver en el siguiente trabajo.


Palabras claves:dinámica de movimiento, peregrinación, trazado urbano, espiritualidad.

Introducción

La dinámica de movimiento en el territorio europeo antes de las peregrinaciones

La ambición del imperio romano por expandir sus fronteras y llegar a todos los rincones del mundo entonces conocido, convirtió a esa gran civilización en la primera “sociedad globalizada” de la historia. Dicho resultado no fue accidental, tras él se encuentra una gran inversión de tiempo, esfuerzo y dinero realizada con el fin de generar una dinámica de movimiento capaz de conectar de manera eficiente los territorios. Esto lo lograron finalmente a través de la construcción de extensas rutas terrestres y del dominio del mar Mediterráneo. Esto fue, finalmente lo que le permitió tener a Roma, por lo menos en su época de mayor esplendor, un gran dominio sobre todos los territorios conquistados.

El impulso que generó el movimiento en torno al mar Mediterráneo fue el interés político y comercial del imperio. Sin embargo, dicho objetivo tenía fecha de caducidad, pues, el permanente asedio de los pueblos bárbaros en las fronteras, la gran extensión de los territorios difíciles de dominar, entre otras causas sociales y políticas, provocaron que se fuera perdiendo poco a poco la capacidad de dominio. Roma no logró mantener la dinámica de movimiento y control que por siglos había mantenido sobre su territorio lo que provocó la ingobernabilidad y finalmente su disolución.

El cambio de la dinámica de movimiento europeo y el origen de las peregrinaciones

Un nuevo rostro tomaron los pueblos del Mediterráneo en los siglos siguientes. La mezcla cultural, las nuevas lenguas y el elemento religioso unificador, fueron transformando la antigua dinámica de movimiento comercial y político del imperio, en lo que San Benito de Nurcia llamó “stabilitas loci” (estabilidad local). Esta detención de los pueblos cambió la estructura de las ciudades, las construcciones, las rutas y los traslados. La vida se fue replegando detrás de los muros de los nuevos monasterios y castillos y el dinámico intercambio comercial del imperio dio paso a una economía feudal y de supervivencia.

Sin embargo, pese a la aparente parálisis de los comienzos de la Edad Media, podemos afirmar que la dinámica de movimiento de los pueblos no desapareció sino que se transformó. Con el paso de los siglos, el impulso que movía a los individuos a trasladarse de un lugar a otro fue cobrando un carácter espiritual y religioso, por lo que los centros comerciales fueron reemplazados ahora por “lugares santos” como Santiago de Compostela y Roma. Dichas ciudades se convirtieron en grandes centros de peregrinación masiva desde todos los rincones de Europa.

Peregrinación y cuidad

Chueca Goitia, en “Breve historia del Urbanismo”, deja entrever en un comienzo que el estudio del urbanismo se puede realizar desde infinitos ángulos: la geografía, la economía, la historia, la sociología, entre otros. El mismo cita a Walt Whitman, quien señala que la ciudad “lo reúne todo y nada que se refiera al hombre le es ajeno”. Desde esa perspectiva queremos aproximarnos al fenómeno de las peregrinaciones medievales y a su vínculo con el desarrollo urbano, pues sería interesante comprobar si una dimensión que para muchos puede ser subjetiva y abstracta es capaz de dejar una huella tan concreta como lo es una ciudad.

La peregrinación como dinámica de movimiento acompaña al hombre desde sus comienzos, pues la condición de ‘peregrino’ parecer ser inherente al ser humano en permanente búsqueda. Desde esta perspectiva, la peregrinación como tal no tuvo en sus inicios una connotación religiosa hasta - como señala Gamero - la llegada y expansión de las religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam. Estas religiones, consideradas históricas porque sus hechos y personajes fundantes tienen un tiempo y espacio definido, dieron origen a las peregrinaciones de carácter religioso. Sus fieles, impulsados por la fe, comenzaron a desplazarse a los sitios sagrados los cuales comenzaron a popularizarse y a hacerse parte de su identidad cultural.

La palabra peregrino proviene del latín peregrinus y en una de sus acepciones se refiere al hombre que “va por los agros”. El concepto como tal data del siglo XIII y nace justamente para referirse a los cristianos que se dirigían a pie a través del campo hacia los lugares santos ya mencionados. Es interesante constatar el origen del término pues señala que el recorrido hacia los lugares santos no se hacía a través de rutas establecidas sino a través de zonas rurales. De hecho, si vemos los mapas actuales podemos constatar que hasta hoy existen en aquellos agros, rutas y ciudades que al inicio de las peregrinaciones no existían. Basta con comparar las fechas del surgimiento de las peregrinaciones y del origen de los asentamientos, para comprobar que la dinámica de movimiento que generaron los peregrinos de a pie por los campos, dieron origen a nuevas rutas y ciudades.

La sacralidad del lugar al cual se dirigía el peregrino estaba dada por su historia (Tierra Santa), por su centralidad religiosa (Roma) o porque en él se custodiaba la reliquia de algún santo de gran importancia. Este movimiento religioso, que tenía un carácter físico (caminar) y otro espiritual (conversión), llevaba a las personas a realizar grandes esfuerzos, caminando por semanas e incluso meses hasta alcanzar la meta. De allí que el trayecto (físico y espiritual) se tornase tanto o más importante que alcanzar el objetivo final. Junto con ello, la duración de dichos viajes hizo necesaria la aparición de lugares de alojamiento y de alimentación que ayudaran a los peregrinos a cubrir sus necesidades básicas. Esto dio origen al comercio y a la aparición de pequeños centros urbanos (Gamero) capaces de acoger a los peregrinos. Junto con ello, el movimiento que estos generaron reabrió rutas que se habían perdido con el pasar de los siglos y a su vez, crearon otras.

Un caso muy particular, es el de Santiago de Compostela. Ciudad ubicada al noroeste de España, donde fue hallada la tumba del Apóstol Santiago el Mayor. Sus restos, descubiertos hacia el año 810 d. C., motivaron “a miles de peregrinos a emprender viaje por el antiguo continente trazando libremente una red de caminos, que terminaron por trazar todo el territorio de España” (Gamero: 2017). Es interesante constatar que la construcción de la catedral que hoy alberga los restos del apóstol Santiago fue construida entre los años 1075 – 1211. O sea, su construcción finalizó cuatro siglos después del inicio de las peregrinaciones. Construida para la memoria y honra de los restos del Santo Apóstol, tanto ella como su torno, surgieron de manera ‘espontánea’ para acoger la vida que habían generado las peregrinaciones y no a la inversa. De hecho, dicho asentamiento urbano: la ciudad de Santiago de Compostela vive y se sustenta hasta hoy, de las peregrinaciones.

Las peregrinaciones y el trazado urbano

El hombre antiguo que vivía en intimidad con la naturaleza, fue capaz de reconocer en el trayecto de los animales, sus migraciones estacionales y el recorrer de un río, múltiples posibilidades de movimiento también para él. Esa dinámica natural y los accidentes geográficos, efectivamente han sido siempre un factor determinante en la morfología de las rutas. Pero en el caso europeo, lo que construyó finalmente su historia urbana fue el movimiento permanente de grandes grupos humanos que al repetir un camino una y otra vez, crearon rutas y ciudades. Estos desplazamientos se desarrollaron prácticamente a lo largo de todo el territorio europeo y trazaron rutas de miles de kilómetros libres al paso. Algunas de ellas terminaron por convertirse en vías ganaderas, veredas y caminos urbanos, muchos de los cuales siguen siendo de peregrinación hasta la actualidad y han conformado, se podría decir, una red de caminos no solo a la ciudad sino a la totalidad del país (España).

De allí que, un santuario o lugar de peregrinación, “en medio de las fragosidades y soledades del páramo puede convertirse en una pequeña ciudad dotada de valores urbanísticos”, como señala Jiménez (2010), “una manera de afirmar la existencia de lo humano en medio de la naturaleza agreste”.

Según Gamero, el formalismo de las redes es el resultado de un proceso de intervención en el medio físico. Este se produjo no sólo por las peregrinaciones en su insistencia por abrir un nuevo camino hacia el lugar santo, sino también según la topografía del trayecto. De allí que hoy no sólo personas de fe cristiana tengan interés en realizar esta peregrinación, si no también turistas interesados en la geografía, en los paisajes, en los monumentos y en el desafío físico de él o los tramos.

Alberto Cruz cuando plantea en su estudio urbanístico para Achupallas que “la vida está en el circular. El circular hoy día es el estar”. De allí que los lugares santos estáticos en un principio – monasterios - se llenaran de vida con el flujo peregrino que llegaba a “estar” en ellos. Los peregrinos que recorrían cientos de kilómetros para recibir la gracia y experimentar lo sagrado generaron un “estar dinámico”, pues una vez alcanzada la meta, se generaba en torno al lugar otro tipo de vida, una vida social, comercial y política que generaba a su vez otro tipo de infraestructura urbana. Así, se crean asentamientos en base al movimiento, un movimiento que genera un nuevo trazado urbano. Desde esa perspectiva, otro caso interesante para destacar es el de la “ciudad eterna”. Chueca Goitia, en el estudio de la ciudad del Renacimiento, toma a la Roma renacentista como un trazado urbano nacido en torno a la peregrinación. De hecho, cuenta que el Papa Sixto V (1585 - 1590) trazó la ubicación de las basílicas mayores de la ciudad, en torno a una red de diagonales en vista a encauzar las grandes peregrinaciones (Chueca Goitia: 2013) y generar movimiento peregrino en toda la ciudad y no solamente en el punto más importante: la tumba del Apóstol San Pedro. Este trazado urbano tiene una directa relación histórica con las siete colinas de Roma, que desde su fundación son consideradas puntos claves del desarrollo urbano de la ciudad y de las vías hacia los monumentos antiguos más importantes (Robles: 2001).

Los casos emblemáticos de Compostela y Roma, en los cuales hemos profundizado, junto también al de Tierra Santa a través del desarrollo de las Cruzadas medievales, pueden otorgarnos ciertos elementos de comparación con lo que sucede hoy también con la llamada piedad popular. Conocidas son las peregrinaciones anuales al Santuario de Lo Vásquez y Las Cuarentas Horas en la Quinta región de nuestro país y con las más populares a nivel nacional el Santuario de la Virgen de La Tirana y Andacollo, que pese a su lejanía, año a año congregan a cientos de miles de fieles. Las peregrinaciones y su influencia en el trazado urbano siguen presente hasta hoy y son un elemento fundamental a la hora de considerar una dimensión espiritual del urbanismo.

Conclusión

Como hemos podido comprobar, la peregrinación entendida como dinámica de movimiento, ha acompañado al hombre desde que es hombre, dado su carácter de “buscador”. El peregrino religioso emprende su viaje hacia los lugares santos pues en ellos y en el peregrinar encuentra un bien que no está solo al final del camino sino en el desarrollo mismo de la peregrinación. A lo largo de su viaje y en el de tantos otros que le siguen, se va abriendo a campo traviesa una nueva huella que genera vida urbana. De allí se advierte que la espiritualidad de un pueblo, expresada en las peregrinaciones, sirve como un campo de estudio dentro del amplio espectro del urbanismo y que contribuye en forma original a entender las dinámicas de surgimiento de nuevos espacios rurales y urbanos.

Los autores mencionados dejan entrever dos realidades. La primera es que claramente existe una relación entre el diseño del trazado urbano y la dinámica de movimiento de las peregrinaciones. La segunda, es que el trazado es posterior a los lugares de peregrinación y se generan justamente por éstas.

De allí que volviendo al caso ejemplar del imperio romano y usándolo como punto de comparación del origen y la intencionalidad del trazado y la infraestructura urbana, vemos que la generada por aquella civilización, fue previa a la dinámica de movimiento y generada desde las esferas de poder. Mientras que la infraestructura urbana de la Europa medieval surgió de manera espontánea y fue propiciada por la dinámica de movimiento del ciudadano a pie. Por otra parte, la intención del imperio romano de carácter política y económica fue generar unidad y dominio, mientras que la del peregrino medieval fue abrir nuevos caminos de peregrinación y conversión para alcanzar un lugar específico (el santuario/el cielo).

España en este sentido, a partir de Santiago de Compostela, adquirió identidad y unidad en torno a las peregrinaciones y a la concepción de país desde su recorrer a escala del pie. Dentro de su extensión, diferentes santuarios fueron surgiendo y compartiendo ese mismo carácter rural: Nuestra Señora de la Covadonga, Nuestra Señora de Monserrat, Nuestra Señora del Pilar, entre otros. Su característica común: lo inhóspito y el peregrinar del hombre a pie que adelanta con él lo urbano.

El lugar santo desde el punto de vista geográfico es estático, pero desde el punto de vista demográfico es de gran vitalidad. De allí que, a la hora de proyectar un centro de peregrinación, un santuario, una casa de retiro, una iglesia o capilla, uno de los elementos más importantes a considerar sea el anticipar la dinámica de movimiento del peregrino y las necesidades físicas y espirituales que conlleva su “ir y venir” en busca de lo sagrado. Por eso, más que ofrecer un lugar para “estar” se debe ofrecer un lugar para “albergar” el movimiento y dinamizarlo.


Bibliografía

Gamero Lagüens, T.d.A. (2017). Las transformaciones urbanísticas en el entorno de las peregrinaciones. De camino al Rocío, corazón del Santuario Natural de Doñana. (Tesis Doctoral). Universidad de Sevilla, Sevilla.

Robles Salgado Javier (2001). Turismo religioso. Biblio 3W, Nº 316, 1-5.

Chueca Goitia, Fernando (2013). Breve historia del urbanismo. Madrid: Alianza.

José Miguel Muñoz Jiménez. (2010). Arquitectura, urbanismo y paisaje en los santuarios españoles. Madrid: Gea Patrimonio. S.L

Francisco Javier García Turza. (2000). El Camino de Santiago y la sociedad medieval. España: Instituto de Estudios Riojanos: Ayuntamiento de Logroño.

Cruz Alberto. (1954). Estudio Urbanístico para una Población Obrera en Achupallas. Anales UCV, Nº1, 243 y s.s.


Fichas de Lectura

FICHA 1

Robles Salgado Javier (2001). Turismo religioso. Biblio 3W, Nº 316, 1-5.

“Roma desde su fundación misma sobre las siete colinas hasta su posterior cristianización y construcción de sus siete basílicas, donde se van a ir trazando una serie de vías que van a relacionar estas iglesias mayores con los monumentos antiguos mas importantes”.

FICHA 2

Cruz Alberto. (1954). Estudio Urbanístico para una Población Obrera en Achupallas. Anales UCV, Nº1, 243 y s.s.

Entonces tenemos que preguntarnos dónde está la vida en las manifestaciones espaciales actuales. La vida está en el circular. El circular hoy día es el estar. Por eso hoy día construimos tantos y tales caminos, vías, aeródromos, automóviles, aviones, etc. La vida no está en nuestro estar. La vida no está en nuestra arquitectura. Arquitectura del esquema: arquitectura de la zonificación. Pero Valparaíso no puede ser zonificado porque es el cuchitril: todos los cerros es un inmenso cuchitril y la arquitectura nuestra no es este instante capaz de cantar el cuchitril como lo hizo el gótico. Como el Renacimiento. Nuestra vida es el circular. Nuestro avance será dado por la circulación que atrapa al mundo, al mar mundo redondo, mediante la velocidad. Lo atrapa en toda su simultaneidad. Cinco siglos después, aquí en América, cantamos a Colón, el que cantó la redondez del mundo. (Pág.22)

FICHA 3

Francisco Javier García Turza. (2000). El Camino de Santiago y la sociedad medieval. España: Instituto de Estudios Riojanos: Ayuntamiento de Logroño.

“El Camino de Santiago desempeñó un papel determinante en la organización del territorio, al contribuir con largueza a la jerarquización de la población dispersa, heredada del siglo X. El más simple de los poblamientos, a lo largo del Camino de Santiago, se traducía por la creación de hospitales y de albergues en los lugares montañosos y de difícil travesía. Pequeños monasterios, instalados a comienzos del siglo XI, cerca del camino, fueron el origen de aldeas cuyos habitantes acogían a peregrinos y mercaderes. A lo largo de ese camino se estructuraron gran número de villas nuevas. Podemos esquematizar tres fases en el desarrollo urbanístico de las villas pequeñas o medias a lo largo del Camino de Santiago. En la primera fase se eligen algunos sitios ligados a la protección del peregrino en su camino y a la creación de villas-etapas; de estas citaremos la supervivencia de las de Estella y Puertomarín, existentes aún hace treinta años. Esas implantaciones iniciales se desarrollaron como pequeñas poblaciones entre puente y colina, ocupadas por una torre o castillo. Esta fase la situamos a lo largo de la segunda parte del siglo XI. Después sigue una segunda fase, que supone la prolongación de la primera, y corresponde a un desarrollo más planificado, entre las cuales citamos las villas de Puente la Reina, Molinaseca o Villafranca del Bierzo. De esta fase en el transcurso del siglo XII nace un modelo planificado, que aparece ya descrito en los fueros al final del siglo XII y principios del siglo XIII como fijado. Esta forma de parcelación en hilera será el modelo planificador utilizado después en varios núcleos fortificados medievales del siglo XIII. Así, a su forma simple corresponde Aguilar de Codes ya su forma compleja la ciudad de Viana, fundada en 1219. El fuero de Viana, plaza estrategia en la frontera de Navarra y Castilla hasta 1512, precisa el lugar donde empieza el trazado de la rúa, también las medidas de las parcelas”. Pág.43

FICHA 4

José Miguel Muñoz Jiménez. (2010). Arquitectura, Urbanismo y Paisaje en los Santuarios españoles. Madrid: Gea Patrimonio. S.L.


“Ya hemos explicado al lector que son muy diversas las formas del santuario hispánico. Desde la humilde ermita, pasando por las iglesias de mayor o menor tamaño, hasta tipos mucho más complejos como los santuarios rurales extremeños o andaluces, las grandes catedrales, y los ricos monasterios de origen medieval, con su variante específica de las cartujas, a medio camino entre el cenobio concentrado y la dispersión eremítica. Pues bien, a partir del crecimiento de un centro devocional, cuando comienza a definirse un recinto sacro seguramente delimitado por una tapia con su correspondiente entrada, se empiezan a percibir unos resultados de índole urbanística, en cuanto la dispersión -o la simple adición- de los espacios constructivos conducen al coloquio visual de aquellos elementos, entre sí y con los viales, atrios, plazoletillas y escalinatas que acaban por organizar una pequeña trama urbana. En algunos casos, como los grandes santuarios rurales extremeños –del tipo de Na Sa de los Remedios de Fregenal de la Sierra, o Na Sa de Belén en Cabeza de Buey, o el de La Puebla de Sancho Pérez, o los de Almendralejo y los Santos de Maimona-, podemos hablar de una pequeña ciudad sagrada”. Pág. 430

Nota al pie

Esta discusión bibliográfica forma parte del proyecto de título que se centra en la propuesta de una Casa de retiros y centro de peregrinación religioso en la zona rural de Mostazal, en la VI región.