Marcelo Henríquez Tarea 4 - Módulo investigación T2 2015

De Casiopea



TítuloMarcelo Henríquez Tarea 4 - Módulo investigación T2 2015
AsignaturaMódulo Investigación T2 2015
Del CursoMódulo Investigación T2 2015
CarrerasArquitectura
4
Alumno(s)Marcelo Henríquez


Normas creativas del arquitecto: Contexto espacial

  • Autor: Marcelo Henríquez
  • Carrera: Arquitectura
  • Profesores: Ursula Exss; Maria Paz Urrutia; Javiera Fernandez Allendes


Contexto situacional de una obra. Fuente: http://euarquitectura.blogspot.cl


Abstract:

Dentro de los límites que se ve enfrentado el arquitecto al momento de concebir una obra, es el reconocimiento exhaustivo del contexto espacial es que se emplazará dicha obra. Es por ello que el siguiente ensayo abordará los límites creativos del arquitecto frente al problema de plantear una obra de arquitectura en su contexto espacial. Para esto se debe entender cuáles son sus libertades y márgenes con que se guía para crear una obra en ese espacio, reconociendo la existencia de normas que ayudan a desenvolverse en este oficio.

Al hacer un análisis de las obras de arquitectura que surgen en la ciudad, se aprecian rasgos de diseño que se van repitiendo en gran cantidad de obras, adquiriendo cierta lógica constructiva que disipan la bella imaginación del arquitecto. Esto se debe a que existe un análisis pobre o superficial del emplazamiento físico de la obra, donde no se lora descifrar aquella riqueza única que rodea la obra. El arquitecto debe ser precavido y sensible ante aquel contexto, pues la lógica constructiva se torna una norma espacial que limita la creatividad, tornándose peligrosa, pues se apaga el fuego de la invención del arquitecto, esa hermosa locura creativa.

Lo grato en este asunto, es que el arquitecto tiene una perspectiva elevada sobre el espacio, y es esa capacidad de observación y determinación la que permite comprender aquel contexto, que no es solamente algo físico, sino que también está ligado a un contexto social, cultural, geográfico, entre otros. Mediante esa capacidad de observación se va enriqueciendo este arte.

Entonces, ¿Cuál es la importancia de entender el contexto espacial de la obra? ¿Cuáles son las herramientas con que cuenta el arquitecto para reconocer este contexto? Es importante discernir estas respuestas mediante la mirada holgada de la observación y así abordar con responsabilidad la posesión del espacio.


Palabras claves: Arquitecto, obra, contexto espacial, capacidad de observación, creatividad.

Desarrollo

Desde los orígenes del análisis del espacio, se ha discutido la naturaleza técnica y artística de la arquitectura, muchas veces arrastrándola de un lado a otro, transformando su definición de acuerdo a quien la describe y trata de definir; sin embargo, en su esencia la arquitectura debe cumplir con ciertas exigencias que la conformaron en un inicio, como lo es el perfeccionar la calidad de vida del ser humano.


La Real Academia Española, en su diccionario de la lengua, define a la arquitectura como: Arte de proyectar y construir edificios. Significado que podemos emplear como base y nos permite observar un tramo de su esencia. Sin embargo, el arquitecto ha tenido que vivir con ciertas restricciones de índole cultural, social, geográficas y con normativas que se conjugan en el proceso creativo, en donde el arquitecto mediante su ojo observador decide la espacialidad de la obra.


LO PALPABLE

Lo primero que se debe mencionar con respecto a este oficio es que la arquitectura es un arte, y a pesar de que en la antigüedad existiera la idea renacentista y burguesa de considerar como arte solo lo inútil[1], José María Valverde expresa con autoridad que “esta es la única arte del espacio necesaria e inevitable, porque vivimos dentro de ella y porque no podemos dejar de verla al circular por ahí, mientras que, en cambio, somos muy dueños de prescindir de algunas o de todas las demás artes” (Valverde 1992, 19-20)[2]. La Arquitectura es arte, no cabe duda. No obstante, cabe destacar que para que algo sea arte existen reglas, sobrelleva técnica y se deben satisfacer ciertos requisitos. Por ello en este arte el arquitecto se manifiesta como un “sociólogo amoroso y con sentido fraternal”(Valverde 10992, 25)[3] por el espacio y todo lo que acontece sobre el sitio donde se emplaza la obra a proyectar. La arquitectura no es arte por ser estética, sino por buscar satisfacer sensiblemente en una disposición talentosa las demandas físicas y psicológicas del cuerpo y la mente y las exigencias estéticas y emocionales de los seres.


“Todavía vivimos bajo el imperio de la lógica” (Bretón 1080, 25)[4], es una frase que André Bretón dice en el primer Manifiesto Surrealista, aludiendo a ciertos criterios y/o normas que están delimitando el mundo creativo, o dicho de otra manera, apagando la bandera de la imaginación[5]. No obstante, la imaginación es la herramienta principal de todo arquitecto, aquella virtud que el propio Bretón manifiesta su admiración diciendo: “Querida imaginación, lo que más quiero en ti es que no perdonas. Lo único que todavía me exalta es la palabra libertad” (Bretón 1980, 19)[6]. La libertad en este arte radica en la capacidad de imaginación, y la capacidad de observación para comprender el espacio, pues “el ejercicio de la observación es prioritario para el arquitecto. Cuanto más observamos, en efecto, más clara surge la esencia del objeto. Una esencia que va a consolidarse como conocimiento vago e instintivo” (Siza 2003, 131)[7], por ello es que Álvaro Siza invita a los estudiantes de arquitectura a viajar con frecuencia y observar con atención, pues el aprender a ver es fundamental y categórico en sus oficios [8].


Llegado el momento de sentarse a proyectar una obra, lo primero es tener certeza de lo que se quiere crear, tener una piedra angular que ni las normas, ni el contexto espacial puedan afectar y cambiar el corazón del proyecto, lo que en la Escuela de Arquitectura de la UCV se denomina como Acto Arquitectónico, ese acto que se protege con el alma y que a pesar de las límites y restricciones, el arquitecto logra sortear para darle voluntad a la obra en proyección.


El segundo paso es conocer la normativa del sitio de obra, y es aquí el primer límite que debe sortear el arquitecto, pues la imaginación debe estar amparada bajo el techo que la ley establece, y la ley no se puede atropellar. En esta disyuntiva, Sigfried Giedion expresa: “La arquitectura no puede tener una libertad absoluta; se mueve dentro de ciertos límites que en cada período en particular tenían fuerza de las leyes eternas” (Giedion 2009, 827)[9]. Entonces, en este punto el arquitecto muestra su autoridad espacial, pues por ejemplo, la normativa constructiva puede decir que se permite una rasante de 70° desde el eje de la calle, pero el arquitecto observó con sensibilidad el contexto urbano y se auto limitó la rasante en 60° para regalar una riqueza espacial. Sin duda alguna, el arquitecto tiene una perspectiva sublime ante el espacio, y es esa capacidad de observación y determinación la que enriquece este arte.


El canon que sigue, es uno de los mayores pilares de este arte. Comprender el contexto espacial, o emplazamiento del sitio de obra, requiere de un poder de sensibilidad y de observación que sea capaz de intuir la mejor forma de relacionar la obra con su sitio y contexto. Lo trascendente de entender el emplazamiento es que se pone en juego la geometría y proporción de la obra, la que Rodrigo Pérez de arce plantea como una relación complementaria entre la matriz geométrica o formal de la obra y su vocación para el uso[10], sin embargo esa geometría y proporción de la obra no se pueden cuestionar sin la capacidad de observación, ni menos visualizar cuales son las virtudes y defectos de la obra al emplazarla.


LO IMPALPABLE

¿Y la naturaleza? “La relación entre la naturaleza y la construcción es decisiva en arquitectura. A pesar de ello, hoy tiende hacia una extinción progresiva” (Siza 2003, 15) [11]. En algunas ciudades está en jaque la relación obra-naturaleza, siendo un desafío contemporáneo el dar cabida a ello dentro de la ciudad, otorgando un óptimo convivir entre la obra y lo natural.


Algo similar ocurre con la cultura, donde muchas veces se pasa por alto el contexto cultural, transgrediendo las raíces propias de la ciudadanía, por sobre el sostenimiento de un diseño apetecible a la vista. “El vínculo entre reglas, comportamiento y cultura consiste en que, al cambiarse normas culturales, cambian también las actividades apropiadas para diferentes ambientes” (Raporot 2003, 46-47) [12]. Cada obra es parte de un entorno cultural y social que influye en el buen o mal recibimiento del proyecto por parte de la ciudadanía.


Al evidenciar el oficio del arquitecto, aparece el juego creativo como la relación entre libertad y limitación, y si bien alguien puede enfatizar con mayor detención sobre algunos de los canon expuestos, lo macro es que la arquitectura es un arte, en donde prima el azar, la pasión y el placer por el espacio, donde el trabajo delicado y sensible proviene con la buena base de la observación del espacio y las necesidades del hombre. Todo esto se realiza para mantener viva la esencia arquitectónica inicial de la obra al traspasar por el proceso creativo y enfrentarse a los límites. Esta es la libertad del arquitecto, que la esencia sea tratada con sutileza hasta la concreción de la obra.


Citas

  1. José María Valverde, Arquitectura y moral, (España: Generalitat Valenciana, 1992), 20
  2. José María Valverde, Arquitectura y moral, (España: Generalitat Valenciana, 1992), 19-20
  3. José María Valverde, Arquitectura y moral, (España: Generalitat Valenciana, 1992), 25
  4. André Bretón, “Manifestes du surréalisme” Manifiesto del surrealismo, (Barcelona: Labor, 1980), 25
  5. André Bretón, “Manifestes du surréalisme” Manifiesto del surrealismo, (Barcelona: Labor, 1980), 20
  6. André Bretón, “Manifestes du surréalisme” Manifiesto del surrealismo, (Barcelona: Labor, 1980), 19
  7. Álvaro Siza, Imaginar la evidencia, (Roma: Abada editores, 2003), 131
  8. Álvaro Siza, Imaginar la evidencia, (Roma: Abada editores, 2003), 135
  9. Sigfried Giedion, Espacio, tiempo y arquitectura, (Barcelona: Reverté, 2009), 827
  10. Rodrigo Pérez de Arce, Guillermo Jullian: Obra abierta, (Chile: Ediciones ARQ, 2000), 21
  11. Álvaro Siza, Imaginar la evidencia, (Roma: Abada editores, 2003), 15
  12. Amos Raporot, Cultura, arquitectura y diseño, (España: Edicions UPC, 2003), 46-47


Consideraciones finales

Bibliografía

  • Bretón, André. 1980. “«Manifestes du surréalisme” Manifiesto del surrealismo. Traducido por: Andrés Bosch. Barcelona: Editorial Labor.
  • Cobo García, Pedro y Juan Canales Mourgues. 1996. Ordenanza general de urbanismo y construcción. Chile: Jurídica Conosur. Me explica las normas con las que debe involucrarse el arquitecto.
  • Giedion, Sigfried. 2009. Sobre los límites de lo orgánico en la arquitectura. Espacio, tiempo y arquitectura. Política y arquitectura. En Espacio tiempo y arquitectura, 827-833. Barcelona: Reverté. La arquitectura no puede tener una libertad absoluta, se mueve dentro de ciertos límites.
  • Iommi, Godofredo. “Carta del Errante”. (Valparaíso: Escuela de Arquitectura ucv,1976)
  • Pérez de Arce, Rodrigo. 2000. Arquitectura y juego. En Obra abierta: Guillermo Jullian, 20-47. Chile: Ediciones ARQ. Habla del proceso proyectual, gestualidad y juego, como el juego se da entre la libertad y los límites.
  • Raporot, Amos. 2003. Posdata: La necesidad del diseño abierto. En Cultura, arquitectura y diseño, 207-211. España: Edicions UPC. Habla que el diseño debe tener una coherencia espacial con el entorno.
  • Riskin, John. 2000. Las siete lámparas de la arquitectura. Barcelona: Editorial Alta Fulla. Habla de que la arquitectura es el arte de levantar y decorar los edificios construidos por el hombre, cualquiera sea su destino.
  • Siza, Álvaro. 2003. Esencialmente. En Imaginar la evidencia, 127-139. Roma: Abada editores. Habla que el diseño tiene límites poco definibles, ya que forma parte de un proceso carente de solución de continuidad que incluye por igual plan y proyecto.
  • Valverde, José María. 1992. Arquitectura y moral. España: Generalitat Valenciana. Muestra que la arquitectura es un arte y se debe mirar como tal.