Marcelo Delgado EAD 4210-01. Tarea 1

De Casiopea
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TítuloMarcelo Delgado EAD 4210-01. Tarea 1
AsignaturaSeminario de América
Del CursoSeminario de América 2020 2S
CarrerasArquitectura, Diseño, Magíster
1
Alumno(s)Marcelo Delgado

La experiencia y el conocimiento, el irreductible hacia el proyectar

“La esencia de la palabra, no es decir lo que ya se sabe. La palabra dice lo que no se sabe, y solo cuando la palabra dice lo que no se sabe, es esencialmente palabra. Cuando dice lo que se sabe, es conversación.” - (Iommi, 1979) [1]

Quiero comenzar citando a Godofredo Iommi, profesor y uno de los fundadores de la escuela de arquitectura y diseño, donde a partir de su clase “Hay que ser absolutamente Moderno”, nos invita a reflexionar sobre ciertos conceptos e ideas que componen el estudiar en la escuela. Desde mi mirada del oficio, el ser absolutamente moderno obedece a desprenderse de lo conocido, para volver a mirar como si fuese la primera vez. Esto, a mi parecer, abre camino hacia la búsqueda de un desconocido. Entonces, en esta búsqueda por el desconocido, cabe cuestionarse lo siguiente: ¿podemos habitar desde lo desconocido? Para ello, es necesario ver los objetos que componen nuestro día a día desde su cualidad y no desde su "significado instituido", como lo define Godofredo. Con esto presente y como punto de partida, analizaré esta premisa desde un acto tan cotidiano como el sentarse. Para sentarse no es necesario una silla, banca, sillón o similar, sino más bien una superficie horizontal de apoyo, la cual permita recibir al cuerpo, donde el respaldo y la distancia del suelo pasan a un segundo plano, ya que el acto a satisfacer es el sentarse, es decir, el irreductible de este acto, quitando el simbolismo clásico, lo que todos imaginamos al proyectar una silla: cuatro patas, una base y un respaldo. Es posible entonces, habitar desde un desconocido si es este irreductible quien articula el acto y para encontrar ese irreductible debemos realizar un proceso de diseño integrado, para así proyectar desde un fundamento.

Sobre el proyectar y el irreductible

El proyectar como lo definimos anteriormente debe desprenderse de cualquier simbolismo o idea preconcebida, si bien podemos traer ideas o conceptos al momento de proyectar un elemento de diseño, siempre se debe tener presente nuestro irreductible. Sobre este punto Munari nos dice: “proyectar resulta fácil cuando se sabe lo que hay que hacer para llegar a la solución de algún problema.” (B. Munari, 1983)[2]. De esta misma manera y continuando con lo anterior mencionado, podemos observar y diseñar distintos modelos de sillas que apunten a satisfacer este acto o problemática de detención, pero todas se reducen a un irreductible en común, una superficie horizontal que recibe al cuerpo.

El diseñador y artista italiano Enzo Mari el cual dedicó gran parte de su vida a la fabricación de muebles, construyó un manual con instrucciones para la fabricación de muebles básicos, a través de él buscó motivar a las personas a construir con sus propias manos, siendo esto una guía para muchos diseñadores, "la calidad se manifiesta cuando la forma de un producto no aparece sino que simplemente es." (E. Mari, 2002)[3]. De esta misma manera, un objeto de diseño no es por sí solo, el diseño busca construir y cuidar de la relación del cuerpo/objeto, ya que, esta interacción sólo aparecerá por medio de un gesto que accione dicho acto.

El dibujo como herramienta

Uno de los recursos para proyectar desde un proceso de diseño que apunte a la búsqueda de un irreductible es el dibujo de observación, es el acto mismo de dibujar lo que fuerza a quien realiza este dibujo a mirar lo que realmente tiene delante, a diseccionar y volverlo a unir en sus experiencias. En la enseñanza del dibujo, es común decir que lo fundamental reside en el proceso específico de mirar. Una línea, una zona de color, no es realmente importante porque registre lo que uno ha visto, sino por lo que le llevará a seguir viendo, por ejemplo, un fotógrafo observa y reproduce una imagen a través de un elemento que filtra mecánicamente esta imagen, en donde el observador de esta imagen resultante observa todos los aspectos presentes, sin un realce de ellos o en uno en particular. En cambio, quien observa a través del dibujo de observación posee un trabajo de abstracción previo, el cual le permite filtrar desde la realidad lo que desea traer a presencia, es decir, sus particularidades. Son estas particularidades las que interpolamos con nuestras experiencias y conocimientos. Entonces, el dibujo nos permite traer a presencia desde la representación de gestos, estos dentro de un proceso de fundamentación, nos permiten reconocer lo irreductible de cualquier acto a proponer, dejando de lado la reproducción o copia de lo observado.

Debemos cuidar y tener muy claro la diferencia entre reproducción y representación, ya que por medio de un proceso de abstracción es posible desde el dibujo proponer y encontrarse con lo observado. El pintor alemán Paul Klee, nos señala esto sobre el arte gráfico: "el arte no reproduce lo visible; lo hace visible." (P. Klee, 1971)[4]. Es así, como para realizar un proceso proyectual desde la reproducción de sus particularidades de un acto, el hacer lo visible desde sus cualidades es lo que nos permite el dibujo de observación. Si bien podemos presentar estos dibujos, es necesario nombrar nuestros hallazgos, es aquí donde nuestra relación con la poesía dentro de nuestra formación hace de puente.

Nuestra condición poética

La poesía busca traer a presencia nuestra cotidianidad, el presente, a través de la palabra como herramienta norteadora de nuestros proyectos. Es la palabra quien nos permite aunar nuestro irreductible con nuestro proceso de observación. Traigo a presencia un fragmento de Amereida II

"...llevada a todo lugar
la estrella cardinal la estrella de los cua-
tro ángulos del tiempo en la jornada rectangular
por nuestra trapa de nueve frentes nuestra
muda espera políglota nuestra girante rosa de
los vientos nuestra veleta que inviste las ciu-
dades en todo sentido trazando signos sobre las
casas apropiándonos hasta el acabóse el papel
de ángeles tomando a nuestro cargo “realizar” las
promesas figuradas desde siempre encajando so-
bre el terreno el macrocosmos y el microcosmos
ayuntando aquí la piedra cruda con la prescrip-
ción del allá atornillando las mitades desigua-
les la una a la otra para que haya un signo..." (Amereida, 1986)[5]

El acto de nombrar nos otorga el sentido y dirección al fundamentar desde la palabra. De esta misma manera y entendiendo que habitamos no desde los objetos, sino más bien desde sus cualidades (irreductible) y cómo estas componen este habitar según sus relaciones (observación), me quiero situar desde un punto de vista en donde los elementos que constituyen un espacio habitable no están presentes, es decir, desde un vacío. Con esta primicia me pregunto ¿Cuáles son los elementos que sustentan el habitar? ¿Se puede proyectar desde un vacío?

El cuerpo en el vacío

Esta relación entre cuerpo y espacio, desde la construcción de un vacío habitado es quien nos permite observar la levedad de este acto, en donde el gesto del propio cuerpo será quien accione la permanencia, para posteriormente encontrarse y reconocerse en este vacío. Josep Muntañola nos presenta el término Topogénesis, el cual busca explicar desde un punto de vista de la arquitectura la relación entre cuerpo/lugar/historia; Pierre Pellegrino en el libro de Josep Muntañola llamado “Topogénesis. Fundamentos de una nueva arquitectura” la define: “se trata de una palabra que atraviesa el límite entre el yo y el otro.” (P. Pellegrino, 2000)[6]. Entendiendo de esta manera que para construir una identidad dentro de un territorio es necesario primero poder situar a los individuos que componen cierta comunidad en sus propias particularidades y como estas comienzan a interactuar con un otro, reconociendo sus particularidades dentro de un espacio, la sumatoria de estas interacciones unos permiten establecer una tradición por medio de un hacer colectivo, la cual busca perdurar con el tiempo.

Una de las tradiciones que logramos identificar dentro de la formación de la escuela es el Taller de Amereida, realizado en la ciudad abierta, lo que sustenta esta clase no es un equipamiento diseñado para esa clase o ese lugar, ya que este Taller de Amereida, no presenta un lugar fijo o establecido para esta asignatura y aun así ha logrado perdurar. Es la arena y la voz de los poetas quienes logran reconocernos dentro de un espacio habitado con un otro, ese otro es el vacío. La arena como un soporte que recibe al cuerpo, el cual va dejando una huella sobre esta. La voz, la cual entrega el dinamismo y el ritmo de esta clase, esta se articula en torno a estos elementos. El cuerpo es quien va construyendo su estancia, es él quien construye su habitáculo, en donde existen elementos externos, como el sol, viento y suelo, quienes condicionan la permanencia en esta aula, entonces es por medio de la propia postura que va adoptando el cuerpo al enfrentarse con este vacío, como se comienzan a establecer los distintos tipos de permanencia, no existe un solo tipo de permanencia o detención, ya que serán en base a las diversas interacciones con estos fenómenos externos el gesto del cuerpo.

La figura del aula como lugar de aprendizaje, no se traduce a que sea un espacio óptimo para recibir el cuerpo dentro de este contexto, ya que, como definimos anteriormente, un espacio u objeto de diseño no aparece por sí solo, necesita la interacción de los diversos elementos que lo componen para la construcción del acto desde su gesto. Según los autores Inés Dussel y Marcelo Caruso, añaden sobre el aula como habitáculo: ”Que nosotros ocupemos un aula no significa automáticamente que la habitemos. Cuando uno sólo ocupa un espacio, se trata de una estructura que ya está dada: muebles, costumbres, todo está ahí y nos espera.” (Dussel y Caruso, 1999)[7]. No es el espacio y ni sus elementos, sino más bien, la capacidad que posee el espacio para recibir el cuerpo según el acto que busca recibir y así construir una relación entre sus usuarios que en el caso de un aula/taller son desde la experiencia y conocimientos.

Sobre la experiencia y el conocimiento

En la formación de nuevos arquitectos y diseñadores, veo necesario reforzar la relación entre experiencia y conocimiento por medio de encargos que apunten a un proceso de diseño, por ejemplo, presenta una primera etapa de observación en donde se recogen las experiencias, para posteriormente fundamentar y proyectar desde los conocimientos que vienen desde lo irreductible del encargo. Este encargo busca dar una buena mirada a una problemática desde el diseño y así poder llegar con una nueva mirada que nos produzca el asombro, como si fuera por primera vez.

Entonces ¿Para qué me sirve la experiencia si debo constantemente volver al no saber? Para precisamente ser Absolutamente Modernos, como lo define Godofredo, ya que es necesario remirar, ya sea por medio del dibujo de observación el cual nos permite encontrarnos con ese desconocido. El Profesor de la escuela de arquitectura y Diseño, Jaime Reyes, en una clase del Taller de Amereida se refiere sobre este volver a no saber, “Cualquier huella que los pies o el cuerpo marca en las arenas son borradas por el viento. Las pistas y las sendas desaparecen, de suerte que se las puede rehacer o andar a través de un paseo o trayecto diferente cada vez: las arenas son siempre o vuelven a ser vírgenes.” (J.Reyes, 2020)[8]

El volver a no saber, no habla de una ingenuidad o ignorancia, sino más bien de todo lo contrario, es la experiencia y el conocimiento las herramientas que nos permiten sostener y encontrar este grado de justeza entre, tener un punto de vista desde el diseño, como también de usuario de estas problemáticas de diseño. Para la formación de nuevos diseñadores es importante sostener estas dos miradas desde el primer año, ya que las distintas experiencias con las cuales llegan los nuevos estudiantes entregan distintos puntos de vistas como usuarios al encargo, esto entrega nueva materia a estos talleres de primer año. Desde el conocimiento, es aquí donde los docentes deben leer estas experiencias para que los alumnos puedan realizar el cruce con estos nuevos conocimientos, por medio de trabajos que apunten a la observación y por medio de ella la construcción de un ojo crítico, que logre analizar aspectos cotidianos, ya sean individuales o colectivos, para finalmente proyectar, como lo define Munari. Por eso es importante nuestra relación Oficio y Poesía, ya que es esta dualidad que nos permitirá desprendernos de todo significado instituido, así la observación al momento de proyectar apunte a su real problemática o propósito.

Saber, pensar y hacer

El aprender diseño en la escuela de Arquitectura y Diseño de la Católica de Valparaíso, lo puedemos definir en tres pilares, ,los cuales cobijan nuestra relación entre “vida, trabajo y estudio” (Iommi, 1981)[9]. El aula, como primer contacto de los estudiantes con el diseño dentro de la escuela, , la cual corresponde a las clases teóricas, ligadas con la transmisión de un conocimiento. La ciudad, la cual alimenta estas clases por medio de las salidas de observación, entregando las experiencias para proyectar desde un fundamento. El continente, este aspecto es abarcado por medio de las diversas travesías que se realizan durante la formación, en donde el conocimiento y la experiencia comienzan a interactuar en un trabajo colaborativo, una obra colectiva. Vanessa Siviero, profesora de la escuela, hace referencia sobre la enseñanza del taller, "Así el Taller de proyectos, es el método que abarca todas estas características, y que permite interactuar en situaciones concretas y significativas; estimula el "saber pensar", el "saber hacer" y el "saber ser", es decir, lo conceptual, lo procedimental y lo actitudinal." (V. Siviero, 2018)[10]. Nuestra figura del aula/taller, al igual que el Taller de Amereida, busca que tanto alumnos, como docentes construyan en conjunto lo que llamamos "el taller", ya sea dentro o fuera de una determinada sala, ya que el taller se constituye desde la materia, es decir la relación entre la experiencia y el conocimiento, por medio de estimular el pensar, el hacer y el ser.

De esta manera y en este año de contingencia sanitaria, acabe poner en cuestionamiento este modelo y si es posible llevarlo fuera de taller, de forma remota. La figura del aula/taller, dentro de este contexto ha perdido presencia física, de igual manera este conocimiento comenzó a trasladarse a plataformas digitales, en donde, si bien podemos acceder de una manera más inmediata a este conocimiento, el tiempo de conservación alrededor de este es distinto, solo sostenido por el tiempo académico destinado a dicha asignatura, sin la posibilidad de ser proyectada a un espacio exterior común, como ocurre en el "patio de la araucaria" de la escuela. De esta misma manera, las salidas de observación se han limitado a espacios interiores e íntimos, debido a la cuarentena obligatoria en varios sectores del país, esto entregó la posibilidad a poder reconocernos, reconocernos dentro de nuestro propio entorno, así podemos abrir un campo de estudio sobre cuestionar nuestra propia interacción con el espacio y así reencontrarnos en él, pero todo esto desde lo individual, sin tener la posibilidad de construir una relación colectiva, o llevarlo a otra escala, como en la ciudad. De esta manera hemos visto que los tres puntos primarios que componen el taller han sido sostenidos metodológicamente, fuera de un lugar físico y presencial, esto debido a que la figura del taller no lo sostiene un espacio físico, sino más bien, son las cualidades de ellas, articuladas por los encargos y la búsqueda exploratoria de ellos.

Absolutamente Honestos

La carrera de diseño en la Escuela de Arquitectura y Diseño de la PUCV está próxima a cumplir 50 años, en los cuales han logrado sostener nuestra tradición entre el oficio y la poesía; gracias a la modernidad y la masificación de la tecnología, se han acelerado los procesos y el diseño se ha acercado a más personas, que son capaces de acceder al conocimiento de forma inmediata desde el interior de sus hogares. Por ello veo fundamental conservar y reconocer figuras como las Travesías y el Taller de Amereida, los cuales buscan cuestionar todo conocimiento ya establecido por un significado o figuración. Estas figuras buscan la construcción de un hacer colectivo, a partir de cada uno de sus participantes proponer una nueva obra colectiva y original. Debemos ser absolutamente honestos para reconocer nuestros fundamentos ligados con la observación y la palabra, y como ellos cobran valor en nuestro cotidiano, ya que, a pesar de que durante este año hemos perdido la presencialidad en el Taller de Amereida y en las diversas travesías, esto abrió paso para reordenar nuestro estudio hacia el cuestionamiento del habitar dentro de nuestros hogares, para ello es importante volver a mirarlo como si fuera por primera vez y así poder reconocernos en él. Desde este reconocimiento individual, podremos volver a reencontrarnos para recoger estas experiencias en la generación de una nueva obra colectiva, cuando volvamos a reunirnos.

  1. Godofredo Iommi, (1979) Hay que ser absolutamente moderno, [Audio en Podcast].https://soundcloud.com/archivo-jose-vial-a/sets/hay-que-ser-absolutamente
  2. Bruno Munari, (1983) Como nacen los objetos
  3. Enzo Mari, (2002) ¿Autoproyectos?
  4. Paul Klee, (1971) Teoría del arte moderno
  5. Amereida II, (1986) https://wiki.ead.pucv.cl/Amereida_II
  6. Josep Muntañola, (2000) Topogénesis. Fundamentos de una nueva arquitectura
  7. Dussel y Caruso, (2003) (Argentina) La invención del aula
  8. Jaime Reyes, Taller de Amereida 2020, semana 8 / https://wiki.ead.pucv.cl/Taller_de_Amereida_2020#Semana_8_Mi.C3.A9rcoles_20_de_mayo
  9. Godofredo Iommi, (1981) Vida, trabajo y estudio, https://wiki.ead.pucv.cl/Vida,_trabajo_y_estudio
  10. Vanessa Siviero, (2018) Tesis: Enseñanza – aprendizaje inicial en Diseño: Taller de proyecto como generador de conocimiento teórico y habilidades creativas en el curso de Diseño de la Escuela de Arquitectura y Diseño, PUCV