La captura del momento - Mia Carrère Carvajal

De Casiopea



TítuloEnsayo 1-2ºS 2020
AsignaturaPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad
Del CursoPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad 2020 - Andrés Garcés
CarrerasArquitectura, Diseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.
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Alumno(s)Mia-Sue Carrère

LA CAPTURA DEL MOMENTO

Del enfoque fotográfico a la pintura emancipada



El descubrimiento

Fig.1. La Muerte de Marat, Davis, J, 1863.


Los sucesos que acontecieron en Europa Nor-Occidental durante la primera mitad del siglo XIX dan cuenta de la búsqueda de soluciones tecnológicas a labores que anteriormente fueron realizadas en escala artesanal por medio de los oficios. Este periodo reconocido como “Revolución Industrial” impulsa el auge del sistema capitalista sostenido por la clase burguesa que goza de la acumulaciones de bienes y capitales. En consecuencia, la expansión cultural y el desarrollo del conocimiento científico, impulsa en la población el sentimiento de reconocer y reconocerse en la innovación.

Dejar registro de hechos o personajes relevantes de la historia condujo al oficio gráfico a desarrollar dispositivos que fueran capaces de captar y reproducir momentos en exactitud verosímil más allá de la perfección técnica en la pintura tradicional Barroca, Romántica o Realista.

Desde el primer invento fotográfico fructífero, le sucedieron diferentes experimentos químicos y físicos que refinaron los materiales y técnicas para la reproducción de imágenes, caducando en gran medida la pintura tradicional europea y a la vez liberando al oficio pictórico de los cánones de forma y contenido hasta la fecha establecidos. La pintura naciente, en efecto, parece emerger en respuesta alternativa a todo aquello que el enfoque concreto y estático de la fotografía no podía capturar. Una relación idílica se yuxtapone conforme al desarrollo de ambas técnicas, estableciendo diálogos complementarios que avanzan simultáneamente en el tiempo contestando a los requerimientos de los avances en la sociedad.



Fig.2. Las espigadoras, Jean-François Millet​, 1857.


El declive del absolutismo monárquico con los principios de la Revolución Francesa junto con el inicio del pensamiento Ilustrado, se manifiesta en el mundo filosófico y artístico con nuevas concepciones de arte que contribuyen a sepultar la pintura tradicional relativa a la supremacía de la Corte o la Iglesia Católica en las tendencias Clasicista o Rococó. El humanismo influye sobre los pintores de la época para iniciar así el periodo Romántico. Entre los principales exponentes franceses de esta corriente están: Théodore Géricoult o Eugène Delacroix en “La Liberté guidant le peuple” (1830), que destacan en la temática diferentes epopeyas napoleónicas y nacionalistas. Posteriormente, un incipiente realismo en transición a una segunda etapa del Romanticismo aparece en pinturas de paisajes y exteriores. La exploración en la pintura por representar la atmósfera exterior, conlleva al uso de colores y luces imaginarias para dar profundidad a las figuras humanas, como también un enfoque lejano del paisaje preferentemente campesino que varía según las localidades de Europa. El realismo se instala como una nueva corriente estética, con autores como Jean-François Millet en “Des glaneuses” (1857), influenciada también por la literatura con novelistas como Honoré de Balzac o Charles Dickens quienes describen una escena naturalista y modesta de la vida cotidiana, alejándose de los principios Románticos y recargados. Jean-François Millet​


Fig.3. La Heliográfia, Joseph Nicephore​, 1826.
Fig.4. Le Déjeuner sur l’Herbe, Edouard Manet, 1826.


Las exigencias en los movimientos humanistas que derivaron también de la Revolución Francesa centran ahora su observación en la sociedad y en los hechos y avances científicos. Paralelamente, Auguste Comte (1789-1857) difunde la corriente filosófica del Positivismo, la que plantea que la única vía válida para aprender la verdad es comprobar relaciones en base a métodos científicos. En este escenario aparece en Francia Joseph Nicephore (químico y litógrafo) en 1826, con la primera técnica para obtener una imagen a partir de la luz, se llamó Heliografía. El experimento consistía en placas de cobre cubiertas con betún de Judea, que en un tiempo de exposición de ocho horas dentro de una cámara oscura, blanqueaba bajo el efecto de la luz natural una imagen positiva, irreproducible y muy difusa. En 1839 un nuevo experimento realizado por Louis Daguerre (químico y pintor) llamado Daguerrotipo, presenta un nuevo procedimiento fotográfico, que arroja mayor detalle de la imagen, esta vez dado a conocer públicamente en Francia alcanzando popularidad, sin embargo, continuaba siendo irreproducible. Durante la siguiente década, se inventa el Calotipo, la Albumina y el Colodión húmedo, que ya hacen posible la reproducibilidad de la imagen. Las fotografías, generalmente, de larga exposición capturaban únicamente escenografías y retratos, lo que conllevaba a una estética inmóvil por el prolongado tiempo de exposición y lúgubre por la ausencia del color, contraponiéndose con la pintura realista o romántica -que paralelamente continuaban siendo tendencia en el continente- donde se exaltaban los colores según la luz del sol, de manera ficticia o imaginaria, producto de la incapacidad de pintar un paisaje realista en un tiempo acotado, pero aun así presente en el lienzo. No es hasta 1861 que se muestra al mundo la primera fotografía a color, avance realizado por James Clerk Maxwell (físico matemático).

Una crisis en la pintura marcaría para siempre la estética tradicional costumbrista o académica. Los requerimientos como reproductibilidad de la imagen, captura relativamente instantánea e impresión del color estaban cubiertos y popularizados por los dispositivos fotográficos. La pintura ahora podía liberarse de los estrictos y aletargados cánones para representar la realidad aunque sin alejarse de las teorías científicas de la luz y el color ya estudiadas y comprobadas. Es así, como en 1863 el germen de un nuevo paradigma en manos del pintor Edouard Manet en la obra “Le Déjeuner sur l’Herbe”, con predominancia del uso del color por sobre el dibujo, que si bien no es representativa de la nueva pintura Impresionista, marca un precedente de lo que vendría a acontecer. Más tarde, el hecho que decreta a cabalidad el nacimiento de la pintura impresionista ocurre en la exposición de obras rechazadas por el jurado del “Salon de Paris”, espacio bautizado como “El Salon des Refusés”, donde el estilo pictórico de los exponentes se caracterizaba por el rechazo a la tradición clásica. La estética había evolucionado. La captura del instante se hacía mediante una pincelada suelta, el uso del color saturado en sombras y luces según el estudio científico de la reflexión y refracción, la representación del movimiento, la inestabilidad del momento y la realidad evidentemente mutable, capturas que hasta entonces la fotografía no podía hacer.

La Emancipación

Fig.4. Bal au moulin de la Galette, Pierre-Auguste Renoir, 1876.

Los acontecimientos y cambios estructurales en Europa desde el siglo XVIII y principios del siglo XIX, producen en los grupos humanos, cuestionamientos y nuevas exigencias posterior a las vicisitudes de los enfrentamientos bélicos. El avance industrial que conllevó al avance científico y tecnológico, permitió la proliferación de nuevos mecanismos o dispositivos y al interés por los hallazgos. En este caso, la fotografía reproducible y en color es en respuesta a la necesidad humana de dejar registro, condición manifestada en la pintura o dibujo desde el origen de la civilización hasta ahora, un mundo industrial y moderno.

La técnica de la pintura realista, si bien, alcanza niveles técnicos elaborados y de detallada precisión, no competían con la instantaneidad, reproducibilidad o verosimilitud de una fotografía. No obstante, debido a los limites experienciales de los dispositivos inventados en la época, el mundo artístico reconocía una oportunidad de liberación de las leyes gráficas del realismo, supliendo al mismo tiempo vacíos que la fotografía no llenaba y viceversa. Al propagarse el acceso a las cámaras fotográficas de formato versátil y accesibles para la población no especializada, la pintura impresionista se adjudica en su totalidad, la oportunidad de descubrir y replantear nuevas tendencias, para posteriormente estallar junto con otras corrientes artísticas, en el concepto de vanguardias. La transformación artística, ahora en base a la percepción de los sentidos, el movimiento de la realidad y el formato de los materiales, emanciparían para siempre a la pintura, de normas o cánones irrefutables.

La fotografía y la pintura comparten un dialogo interactivo e indirectamente colaborativo, conforme avanzan las inquietudes sociales y el resto de las humanidades en el tiempo.


https://www.youtube.com/watch?v=tkHV0NpnBa4&ab_channel=MiaCarrere