La Belleza en el renacimiento Grupo 3 2011

De Casiopea
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Título¿Bajo que alcance o criterio se concibe lo bello?
Tipo de ProyectoProyecto de Taller
Palabras Clavemímesis, preconcebido, simbolismo
Período2011-
AsignaturaPresentación de la Arquitectura 2,
Del Curso3º ARQ 2011,
CarrerasArquitectura
Alumno(s)Pamina Olivares, Javiera Fernandez, Sebastian Volosky
ProfesorRodrigo Saavedra

La concepción de lo Bello, como mímesis de lo preconcebido

Introducción

En esta exposición, se apuntará a establecer los complejos límites y bordes del Renacimiento, entendidos entorno a la belleza. Es cuestión del pasado al referirnos a la Humanidad que abarca este período, es decir, la belleza comienza desde las primeras manifestaciones artísticas relacionada a necesidades primarias hasta llegar a inquietudes espirituales del ser humano.

A lo largo del tiempo, la cosmovisión interpela a las necesidades de una época bajo la tutela de un pensamiento colectivo, la cual se estriba desde una sencilla sociedad de clanes hasta otra burguesa, liderada por Mecenas.

Se reúnen obras del Renacimiento orientadas bajo el alero de una cultura clásica, donde se conjugan preceptos de esta época, en busca de una innovación de acuerdo a un espíritu renacentista. Ya que, nace un sentido de estructura que se centra en la funcionalidad junto con la importante escala de valores de ese tiempo, traducido en el aporte lógico y matemático de las proporciones medibles, de una visión originada desde la Antigüedad basada en la naturaleza. El Renacimiento da hincapié a esta naturaleza medible ya existente, y a otra nueva, que transforma lo medible como ley universal de los artistas.

Será la corriente ejemplar de todas aquellas obras comprendidas en este período, para realizar proyectos encaminados a una belleza manierista. Cuyo movimiento propone la exageración de un ‘’cuerpo’’ para dar cuenta de un simbolismo. Como por ejemplo, la divinidad que se le otorga a la sección áurea en clasificar a una escultura, fachada o planta de arquitectura considerada en una obra humana y/o divina.

Es así como a partir de esto, se genera el juicio de equiparar obras a través del tiempo, equivalentemente bellas en su reconocimiento, surgiendo como consecuencia, la interrogante sobre qué las posiciona en su facultad de belleza; ¿BAJO QUÉ CRITERIO O ALCANCE SE CONCIBE LO BELLO?. Vinculando el conocimiento previo, o en otras palabras, a la experiencia en su visión de mundo y su aporte en la amalgama cultural que propicia cada época.

Se abarca desde la estatuilla de Venus de Willendorf hasta Frank Lloyd Wright relacionando sus diseños como reflejo de una época en que se transmuta el concepto de belleza en la medida natural; ya sea desde la abstracción de un concepto como la fertilidad hasta la mimesis de la ‘’Casa de la Cascada’’ en su emplazamiento como una extensión de la cascada. Lo copulativo de una materialidad, diseño, funcionalidad, significado, y entre otras, que conciben una belleza en su carácter y en su nombre.

Cuerpo del trabajo

Desde el principio de los tiempos, el hombre se ha provisto de sus necesidades bajo los más abruptos entornos y acontecimientos históricos, que a lo largo de su existencia, éstas se han radicalizado desde necesidades básicas y precarias como en la Prehistoria hasta las más complejas y pomposas del renacimiento, es decir, de un ser humano que se cultiva de las oportunidades del espacio, o mejor dicho de la NATURALEZA, hasta el hombre que interviene ese espacio. Cada uno con su visión de mundo, dentro de su propia percepción colectiva, una seña de ´´continentalización´´ que arma esa época. A partir de ésta, es como la historia se ha tejido en un constante progreso cambiante mediante sus sucesos. Como consecuencia de la percepción colectiva, se abarca consigo el pensamiento de una época junto con la manera de llevar a cabo algún proyecto, o lo mencionado anteriormente como la visión de mundo, se ordena en composición y armonía a la merced del hombre.

Es por esto, que el ser humano se reconoce como agente articulador de todo nuestro universo, es la realidad finita que desenvuelve sus actividades y desarrolla una obra dedicada a él mismo; es éste el que tiene la necesidad de crear para su beneficio e innovar para responder sus inquietudes, a medida que avanza el tiempo, y vincularlas a una expresión de sus pensamientos que proponen ideologías en las etapas más intelectuales; las cuales se traduce en imitar y plasmar en su retina lo mejor de algo en pro de lo nuevo; de crear un espacio para dar cabida a su habitar. Es el anhelo de una forma de algo con una intención que consigue una propuesta en concordancia con un fin.

Pero al pensar en este fin, este propósito de algo de acuerdo a las necesidades y a su uso; ¿no existen acaso probabilidades de olvidar algo tan esencial como la belleza?, ¿De qué sirve crear algo, si esto puede carecer de belleza? Es aquí, donde el hombre tiene que reparar; ya que al reparar y encarar algo, se puede nombrar que eso es bello; así como la lección en una clase de Amereida (clase 4) que nos enseña que: “la facultad humana pretende encarar todo aquello que se le presenta; ya sea conocido o desconocido, imaginable o inimaginable…”, “el encarar, y que eso que se encara, aparezca y dar palabra.”

De acuerdo a lo anterior, es posible afirmar que la belleza despierta el comienzo y fin de una obra, surge como premisa; desde la necesidad del hombre. Otorgarle presencia o simbolismo de lo que se piensa, esclareciendo la palabra para nombrarlo.

Pero qué ocurre cuando lo bello no es expresado puntualmente a través de la palabra; qué sucede cuando el hombre percibe aquello que vive, lo expresa y demuestra, pero desconoce su nombre… aquello nunca antes visto, ya que, si bien se estableció a la Prehistoria como el período de las '‘’necesidades básicas y primarias’’, éstas implicaron un lenguaje precario en simplificar una realidad sin nombre a través de las artes. A pesar de que un cuadro, un edificio o una escultura no pronuncien palabra alguna, de cierta manera hablan por sí solas a través de su forma, color, diseño, materialidad, y entre otras, que avanzan un gran paso desde el mundo de un lenguaje de dibujo a otro que sumado a éste se le incorpora la conceptualidad…mas ¿qué es lo considerablemente bello?

Para ello retrocedemos a nuestro pasado prehistórico, el cual nos da una pista de un lenguaje poco establecido y totalmente a escala espacial. Existía una forma de expresar la vivencia de su cotidianidad a través del arte rupestre.

Cueva de altamirajavipamina.jpg

En la cueva de Altamira, se retrataron diversas escenas, las cuales podían tener un significado religioso, ritos de fertilidad, ceremonias para propiciar la caza, o incluso interpretarse como la batalla entre dos clanes representados por la cierva y el bisonte.

Bisontejavipamina.jpg

Este trabajo, reflejaba una importancia de la naturaleza que satisfacía sus necesidades, y justamente, las pinturas en esta cueva subterránea se posicionaba en el cielo de ésta, lo que indica una cierta admiración de ‘’mirar hacia arriba’’ lo que se anhelaba poseer en la casa. Desde aquí se comienza a connotar la conceptualidad de algo desconocido; una intención de penetrar con lo elaborado, que se hace presente y se empapan de la naturaleza. La escala corporal también fue resuelta por el hombre primitivo, el cual utilizaba restos de pieles para vestirse, y collares de huesos para adornar su cuello; e incluso pintaban sus cuerpos con minerales y barro.


Este hecho refleja una mimesis con lo natural (además de representar algún rito de divinidad); dimensión muy elaborada durante el renacimiento, donde podemos encontrar un paralelo con Da Vinci. Éste inventor de la corriente tecnicista o mecanicista(*), al igual que Brunelleschi y Alberti.Da Vinci intentó mimetizar el vuelo de un picaflor en las fases de su invento ‘’tornillo aéreo’’ que comienza como un helicóptero y termina con una extensión de dos alas a sus lados imitando al murciélago.

Da vincitornillojavipamina.jpgDa vinci2murcielagojavipamina.jpg Da vinci 5hombrojavipamina.jpg

Éste pensamiento de relacionar la naturaleza medible al humano es antaño a Da Vinci, ya que, él sólo trae a la luz los estudios del arquitecto Vitrubio en su obra ‘’Hombre de Vitrubio’’. Dice en su libro que la naturaleza distribuye las medidas del cuerpo humano bajo lo siguiente: que 4 dedos hacen 1 palma, y 4 palmas hacen 1 pie, 6 palmas hacen 1 codo, 4 codos hacen la altura del hombre. Y 4 codos hacen 1 paso, y que 24 palmas hacen un hombre; y estas medidas son las que él usaba en sus edilicios. Si separas la piernas lo suficiente como para que tu altura disminuya 1/14 y estiras y subes los hombros hasta que los dedos estén al nivel del borde superior de tu cabeza, has de saber que el centro geométrico de tus extremidades separadas estará situado en tu ombligo y que el espacio entre las piernas será un triángulo equilátero…’’ y así sucesivamente hasta llegar a unir a todos los elementos del cuerpo como las cejas, los brazos, los genitales, etc., comparando sus distancias proporcionales ‘’una es a otra’’ y viceversa.


No sólo Da Vinci se sirvió para innovar preceptos de antaño, también lo hizo Filarete, quien propuso una ‘’ciudad ideal’’ en base al tratado que llevo a cabo Da Vinci. Esta planta consistía en una construcción en base al cuerpo humano al proponer que ésta debía funcionar como un ‘’organismo comunal’’. Tanto el hombre de Vitrubio, de Da Vinci como la ‘’ciudad ideal’’ de Filarete se inscriben en un círculo bajo el criterio de crear una obra a partir de la simbología sagrada del círculo. La planta trata de una estrella de ocho puntas de muros inscritos dentro de un perfecto foso circular, ocho puertas eran la salida de avenidas radiales, cada una de las cuales pasaba por una plaza de mercado, dedicadas a ciertos géneros. Otras calles radiales tenían las iglesias parroquiales y los conventos. Un sistema de canales conectados con el río y el mundo exterior, proporcionaba transporte para las mercancías. En el centro de Sforzinda estaba la plaza, un cuadrado doble que era un stadio de largo y medio stadio de ancho, con la catedral en su cabeza y una torre vigía. Cuyas distancias y composición general, se ordena según la necesidad del ciudadano, es decir, las calles radiales configuran un recorrido del círculo hacia sus arcos y marca el interior y el exterior de la ciudad, y en cuyo centro se emplaza el espacio común para todos; la plaza como nodo de la dinámica de la ciudad, y sucesivamente, emplazando las otras instituciones entorno a la plaza. Filarete constató de una ‘’ciudad ideal’’ fuertemente racional, a partir de la sobriedad de una figura hasta el alcance de una compleja obra de arquitectura.

Filarete plaza nodojavipamina.jpg Hombre-de-vitruviojavipamina.jpg

Volviendo a la Prehistoria, para abordarse aún más en su relación con la naturaleza durante el período renacentista, cabe denotar la transición de la escala del cuerpo hacia la del objeto y de la casa. Una de las primeras representaciones corresponde a la estatuilla de Venus de Willendorf, en donde se idealizaba la fertilidad a través de la figura humana de una mujer regordeta. Esta representación no era realista, ya que su abdomen, vulva, nalgas y mamas eran extremadamente voluminosos. Cómo la abundancia del ser humano, se ve reflejada en esta voluptuosidad y se simplifica a esta expresión básica de hacer notar las dimensiones de la figura. Conforme a destacar su juicio, se puede comparar con la escultura del renacimiento.

Venus de willendorfjavi.jpg

Es el caso de Miguel Ángel, en su obra de El David, las proporciones no corresponden exactamente a las de la figura humana. Una desproporción ligada al manierismo y apartada de las proporciones clásicas. Estas dos obras comparten un grado de declaración en sus intenciones; son ambos conceptos abstractos. Por un lado la estatuilla de Willendorf, recoge la fertilidad y por otro lado, el David que se presenta en una pose tensa y desafiante, que simboliza, además de las virtudes masculinas, la fortaleza, la cólera limitada y la valentía que encarnan las virtudes cívicas de una época.


El lenguaje cobra importancia al nombrar algo bello aunque a veces se puede concebir su carácter pero no su nombre. Por esto, aludimos a las cartas de Cristóbal Colón; en las cuales éste relata su llegada al continente americano; observando la flora y fauna desconocida por el hombre europeo, que se conmovió por éstas, le parecieron bellas, sin ningún indicio de su nombre. Es decir, el hecho de llegar al nuevo mundo, con un lenguaje establecido y conocimiento previo, se acaba en un nuevo mundo enfrentando aquello que se desconoce,...”lo visto, lo oído y lo vivido”, pero aun así, apreciando su belleza. Constituye al registro, en que Colón se maravilla con un árbol frutal nunca antes visto, algo desconocido para él, aunque reconociendo en éste una belleza evidente.

Archivo:1 - La découverte de l'Amérique, par Théodore Gallejavi.jpg

"Yo entendía harto de otros Indios, que ya tenía tomados, como continuamente esta tierra era Isla: é así seguí la costa della al oriente ciento siete leguas fasta donde facia fin; del cual cabo vi otra Isla al oriente distante desta diez é ocho leguas, á la cual luego puse nombre la española: y fuí allí: y seguí la parte del setentrion, así como de la Juana, al oriente ciento é ochenta y ocho grandes leguas, por linea recta, la cual y todas las otras son fertilísimas en demasiado grado, y ésta en extremo: en ella hay muchos puertos en la costa de la mar sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y farto rios y buenos y grandes que es maravilla: las tierras della son altas y en ella muy buenas sierras y montañas altísimas, sin comparación de la isla de Teneryfe, todas fermosísimas, de mil fechuras, y todas andables y llenas de árboles de mil maneras y altas, y parecen que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la foja, segun lo pude comprender, que los vi tan verdes y tan hermosos como son por mayo en España. Y dellos estaban floridos, dellos con fruto, y dellos en otro término, segun es su calidad; y cantaba el ruiseñor y otros pajaritos de mil maneras en el mes de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis o de ocho maneras, que es admiración verlas, por la diformidad fermosa dellas, mas así como los otros árboles y frutos é yerbas: en ella hay pinares á maravilla, é hay campiñas grandísimas, é hay miel, y de muchas maneras de aves y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales é hay gente in estimable número.

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Pero qué diferencia tiene una planta exótica de América, con una obra del renacimiento en Florencia, o, la Capilla Sixtina con las pinturas rupestres en la Cueva de Altamira (El Juicio Final y La Batalla de Clanes); qué es lo que convierte a estas obras bellas, siendo entre ellas, antítesis de la mano del pensamiento en su época correspondiente.


Entonces, luego de todo el planteamiento anterior, surge una problemática: ¿BAJO QUÉ CRITERIO O ALCANCE SE CONCIBE LO BELLO? Si bien, se expone la belleza en distintas épocas, qué factor las convierte igualmente bellas, a pesar de la visión de mundo en que se establecen diferentes cánones de belleza.

Por lo tanto, la belleza, como concepto, surge con el pasar del tiempo; es decir, según la doctrina del artista, se articuló la belleza con la armonía y su calce a la perfección idealizada de su período.

Como consecuencia, la tendencia a proponer se encuentra en estrecha relación al conocimiento previo del Renacimiento, en arquitectos como Filarete, es inevitable reconocer la orientación de sus obras hacia un pasado clásico. Constituye a una inconsciencia del espíritu renacentista nutrirse de sus raíces, de su humanidad. En este re-nacer del hombre que incumbe en todos los aspectos, se basa en la vivencia y reconocimiento de lo existente. No existe su renacer sin una vida pasada, sin que haya nacido primero y, a la vez, muerto.

Es a partir de este re-conocimiento de las obras clásicas lo que lleva a plantear una hipótesis sobre la problemática. La palabra de la cual trata este periodo lo dice: RE- NACIMIENTO; un renacimiento a partir de lo clásico; el sustituir y desplazar el lenguaje gótico por otro nuevo que propugnaba la vuelta de lo antiguo, del arte grecorromano. Lo viejo se impuso ante lo que en ese entonces era “moderno” (lo gótico)


Entonces es posible afirmar que lo bello parte de un conocimiento previo, de LO DADO y presentado anteriormente, ya sea necesaria o inconscientemente que se recurre a éste para poder concebir en algo la belleza.

Cómo en la memoria surge un recuerdo de lo ya existente, estudiado y conocido, que nos entrega luces y directrices a seguir un planteamiento propio, en cuanto a la estética de lo que se observa. Todo esto, entonces tiene directa relación con lo conocido, con lo ya nombrado en un enfrentamiento con lo nuevo y lo ya existente, y probablemente con lo desconocido.

Volviendo al renacimiento, se puede demostrar cómo este conocimiento previo se generó permitiendo dar cabida a aquellas obras que potencian y dejan plasmado el pensar de la época.

Es el caso de Palladio, quien desde un principio aprendió la pulcritud de las reglas del clasicismo. Gracias a Giangiorgio Trissino, su mentor; conocimiento el cual lo amplió debido a sus viajes y estadías en Roma, a través del contacto directo con las obras clásicas y la observación de éstas mismas. Él se familiarizó con aquello ya existente, siendo ruinas o monumentos aun erigidos.

También, no solo se empapó de obras clásicas, sino que admiró obras paralelas a su época como el Templo de San Pedro de Bramante, siendo curiosamente una de las únicas obras contemporáneas a su época que incluyó en uno de sus tratados: I Quattro Libri dell’ Architettura. En éste se demuestra aquel análisis previo de la arquitectura antigua, y la aplicación de éstas en sus obras, obviamente respondiendo a aquellas necesidades, nuevas exigencias y funciones de acorde a su época.

Él se guió y estableció su planteamiento arquitectónico a base de patrones ya establecidos en la época clásica, pero ideó algo nuevo, algo nunca antes visto, aquello que le entregó el tiempo en el que vivía: el Renacimiento.

El hombre del renacimiento era un hombre culto en las humanidades (ideal humanista), un hombre completo en búsqueda de la perfección que se quería alcanzar. Es en este periodo, donde el hombre centra sus actividades en torno a él; su mirada ya no es teocéntrica.

Luego de una etapa oscura, como la que se vivió en la edad media, con el románico y gótico, éste se abre a la creatividad, a la libertad de pensamiento conducido por una mayor libertad de espíritu.

La vida en la Edad Media estaba gimiente bajo el destino pecador que le imponía un dios terrible, en contraste con una etapa de esplendor y majestuosidad tanto del hombre como de sus obras.

A pesar de que se produjo un cambio de periodo, y con ello un cambio de mentalidad; siguió existiendo aquella relación entre lo terrenal y lo divino, pero tuvo un giro respecto a la misma cosmovisión se mundo que en el renacimiento se instauraba. Esta focalización de lo terrenal y divino se vio expresada en la composición de las obras y su simbolismo.

Es el caso de el Tempietto de San Pietro in Montorio, el cual, a pesar de sus dimensiones mínimas tiene bastantes significados de los cuales hablar. Uno de ello es su ubicación, ya que se edificó donde se suponía que había sido inmolado el apóstol San Pedro. Esto explica la intención del autor al plantearlo en base a una rotundidad, ya que parte de un punto central, siendo éste el centro de todo lo creado tanto en el plano religioso como en el artístico.

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El templete de San Pedro, debido a su mínimo diámetro de cuatro metros, fue concebido para ser observado, y no para ser utilizado por los fieles como espacio litúrgico; es decir tiene un carácter conmemorativo. En él se buscó y a la vez significó la síntesis de las formas del mundo clásico y de la iglesia cristiana rescatando entonces, la esencia de una arquitectura antigua.

Además en cuanto a su estructura, este templete está conformado por tres bloques o segmentos ordenados de manera vertical: la cripta, que simboliza el martirio del apóstol (donde supuestamente fue clavada la cruz de San Pedro), el peristilo a la iglesia militante, la cúpula a la iglesia triunfante. A su vez en el crepidoma se representan 3 virtudes: la fe, esperanza y caridad.

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Si se retoma su aspecto de rotonda, éste simboliza a lo circular como una evocación a lo divino, a la perfección y cómo todas sus partes que van desde el exterior de mayor a menor magnitud, reflejan aquella proposición o intención. También la virtud de que fuese circular, parte, como ya se dijo, por su emplazamiento y por el planteamiento de Bramante de partir de un módulo que más allá del tamaño que entrega la medida comienza de una forma: el cilindro. Si se pone atención en los detalles o simplemente en los elementos arquitectónicos, éstos dan cuenta de aquella composición cilíndrica (como las columnas, su pórtico, balaustrada, cella y tambor)

El templete de San Pietro es entonces aquella monumentalidad y armonía que se quería mostrar y rescatar de un periodo clásico de griegos y romanos.

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Es en cuanto a esta monumentalidad que también es demostrada en otros templos, como es el caso de Santa María dei Fiore, la cual, a pesar de ser previa al templo anterior mencionado, quiere demostrar y propulsar el inicio de un movimiento, de una época, de un cambio de visión de mundo.

Uno de los aspectos que caracterizan a esta catedral es su cúpula, ya que esta pasaría a definir su majestuosidad en sí y a la vez constituiría una imagen monumental de la ciudad.

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Es acá donde su autor, Filippo Brunelleschi mezcló y concluyó elementos góticos planteados e ideados anteriormente por Arnolfo di Cambio, y al mismo tiempo resolvió ciertas dificultades técnicas de construcción que se le presentaban. Es decir, sin negar lo anterior (lo preconcebido), Brunelleschi logró dar una nueva imagen en base a elementos constructivos y arquitectónicos acorde a los nuevos planteamientos e ideales que comenzaban a surgir en esta época.

Fue el diseñar una estructura encima del tambor que permitiera aligerar el peso de la mampostería o a través del modo de “espina de pez” y que este fuera conformado finalmente una gran cúpula que resultó ser de 40 metros de diámetro y a su vez el rematarla. Tomando partido por una linterna, la cual resultó decisiva en el total de la construcción. Es esta linterna que como elemento autónomo termina por conformar la grandiosidad de esta cúpula, innovación de Brunelleschi.

Es entonces esta cúpula, finalmente la que simboliza y envuelve la grandiosidad de una ciudad, que le otorga, en ese entonces, una nueva imagen a la urbe, tanto de una visión próxima como lejana; es decir todo su entorno quedará regido a su presencia, siendo capaz de dar cobijo a todos sus habitantes.

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Es este el proyecto que surge de la necesidad de congregar a los fieles, a diferencia del Templete de San Pedro, que curiosamente no da cabida a un estar: la distinción de la monumentalidad con la habitabilidad.

Otro templo que da cabida al habitar y se encuentra entre medio, en cuanto a sus medidas de las que anteriormente se nombraron: es la Capilla Pazzi, la cual guarda en su composición, ya sea tanto su fachada como su planta, un simbolismo y significancia de la época del renacimiento. Es en ésta donde se demuestra una discordia con respecto a lo espiritual y la importancia del rito en relación a su forma.

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En un principio, cabe mencionar, que Brunelleschi la ideó en base a un sistema de planta centralizada, donde los vanos cuadrados aparecen cubiertos por cúpulas sobre pechinas. Siendo entonces, construida bajo el ideal de planta centralizada, su explicación simbólica podría ser la búsqueda del valor divino del círculo, debido a su perfección geométrica. O sea la congruencia, o mezcla de elementos geométricos, en base a lo medible, para originar este total que refleja la armonía de sus partes.

Por ello Brunelleschi, en la Capilla Pazzi, trató de definir el espacio religioso ideal, en base al simbolismo del circulo, el cual desde aquel momento en adelante, fue rechazado por el clero, debido a que su forma no cumplía en cuanto a lo funcional, a la vez no se adecuaba a las necesidades litúrgicas del rito, y no respetaba aquella disposición jerárquicas de los religiosos, en relación con los feligreses.

Siendo ésta la razón por la cual se acabó prefiriendo una planta longitudinal, como la de la cruz latina, que permitía lo que la planta centralizada no entregaba en cuanto a las necesidades del rito ceremonial.

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En este planteamiento que tuvo Brunelleschi en su principio que dio pie a iniciar en el hombre humanista esta necesidad de hacer todo medible, y que existiese armonía de las partes con el todo. 'Entonces, a través de que se podía hacer todo medible, por medio de esta geometría y el de otorgarle importancia a la naturaleza. Esto marcó en el ideal humanista, un racionalismo y empirismo, el cual se dio en el arte.

Es el arte el que incorpora a la vida como un instrumento capaz de explicar y transformar la realidad.

Son la suma de factores como la naturaleza, lo preconcebido, el empirismo, racionalismo, cosmovisión de mundo, simbolismo y obviamente geometría que marcan este periodo y centran al hombre en el universo, como aquella persona capaz y culta de hacer todo medible y de demostrarlo a través de formas, hechos y obras tangibles en la historia.

Es la geometría junto con las relaciones proporcionales y las medidas de la cosas, lo que se toma y se lleva a las obras del renacimiento, siendo uno de los principios básicos, ya sea en arquitectura, en el arte o incluso en la vida. Son estos elementos como la geometría y las proporciones que tienen directa relación con lo natural, con lo preconcebido; con aquello que ha estado presente en el evolucionar del pensamiento del hombre y sus obras.

“Por lo tanto, comenzaron a deducir los fundamentos de la arquitectura como de todas las otras artes, del seno mismo de la naturaleza y a examinar, meditar, sobre cada elemento con máxima diligencia y perspicacia. No descuidaron buscar los cánones que distinguen edificios más hechos de los bien hechos. Hicieron toda clase de experiencias (experimentos) siguiendo las huellas de la naturaleza. Mezclando elementos de proporciones semejantes(paria quidem paribus),rectas con curvas, luces con sombras, trataron de extraer como de una conjunción entre elementos masculinos y femeninos. ALGO NUEVO que correspondiese a los fines que los movían” *(A) *Selecciones del Libro de Alberti, I LA ARQUITECTURA, ficha n° 15, pág. 450 – 454.

Es a través del análisis de estas obras como aparece aquella relación de las partes con un todo, el énfasis a la imitación de la naturaleza, la importancia de la perspectiva y las proporciones; lo anterior se fundamenta en la sección áurea o proporción divina.

Esta sección áurea consistía en un número áureo representado por una letra griega Fi (Φ,φ), el cual posee diversas propiedades como relación o proporción, que se encuentran tanto en algunas figuras geométricas como en la naturaleza.

Proporcion aureajavipamina.jpg Proporcion aurea2javi.jpg Este aspecto geométrico abarco en obras del renacimiento tanto de índole religiosa, como cívica. Estas últimas fueron base fundamental de la época, porque demostraron como era partes de la sociedad de este periodo y cómo gracias a los grandes mecenas se hallaba el poder de una ciudad, siendo estos incluso capaces de conducir los trazados y ordenamiento en la ciudad. Eran estos los que detentaban el poder económico, financiaban las obras de la iglesia y auspiciaban a los artistas quienes les otorgaban una imagen ennoblecida por medio de las obras artísticas.

Es el caso de los palacios, como el Palacio Strozzi (1489), Palacio Medici-Riccardi (1444- 1464), o el Palacio Rucellai(1446-1459).

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A este último mencionado, Alberti impuso en el orden su geometría, la cual estaba expuesta en las compartimentaciones de las alturas, mediante las líneas horizontales de los frisos, y en el remate de la gran cornisa. En éste, a través de su composición de cada piso se puede apreciar la geometría presente y aquella proporcionalidad reflejada en el basamanento de sillares resaltados, que se repiten en cada piso. Sobre éstos se articulan módulos repetitivos, donde están los vanos de las ventanas partidas simétricamente, junto a la presencia de columnas a modo de parteluces.

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Otro ejemplo de la geometría y proporciones medibles puras del renacimiento, es la Villa Rotonda ideada por Palladio.

La gracia e intención de las villas en general, era la de poder poblar nuevamente aquellas tierras llanas para el regreso de nobles a fin de cultivarlas o de recreo, siendo ésta representativa al apropiamiento del lugar, es decir demostrando a un dueño y señor del territorio.

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Tanto en la Villa Rotonda como en otras villas de Palladio, se organizaban en esquemas geométricos y sus frontones eran extraídos de templos griegos clásicos, los cuales simbolizaban en la forma del triangulo, las casas de los dioses. Por lo tanto su finalidad era clara: él quería introducir aquellas formas clásicas en el territorio agreste y llevar el profundo sentido de civilización a base de volumetrías geométricas y grandiosas.

“Lo que posiblemente no se ha dicho todavía de Palladio es que toda su arquitectura civil, que sus villas de recreo son una audaz secularización de un tema sacro.El “climax” de toda la composición es siempre un templo.Casi una profanación” *(B) * “Cinquecento en Italia”, pág. 97-98

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Es por ello que la Villa Rotonda, en especial presenta una planta completamente simétrica y sus cuatro pórticos de accesos idénticos, marcan dos ejes ordenadores que se cruzan en aquel centro circular o rotondo.

Siguiendo en el orden de las obras cívicas se encuentra el Hospital de los Inocentes. En esta obra de Brunelleschi, al principio del Quatroccentto (en 1418), se puede apreciar la diferencia en las proporciones en cuanto a la altura de sus arcos con respecto a las ventanas superiores, siendo esto visto desde una escala humana.

Inocentes2dz.jpg Inocentesdzdz.jpg Son éstas que a pesar de mostrar la magnitud arquitectónica del edificio, se presentan en detalles constructivos pensados en el propósito y origen del edificio mediante la escala humana, es decir existían estas medidas en base al hombre. Un ejemplo claro de este edificio, es el lugar donde se dejaba al inocente, el cual consistía en una ventana, la cual tenía cierto tamaño que servía para dejar al niño y que no se pudiera identificar a la persona que lo abandonaba.

Alejándonos de las obras cívicas y retomando las religiosas, tenemos a Santa María de Novella. En esta se tiene una formulación de sus medidas en base a los cuadrados del friso que sirve de transición entre los dos cuerpos principales. Además junto a las volutas incorporadas en la parte superior de la fachada generan una armonía geométrica y policromía a través de los colores y el mármol que reflejan la composición de las partes hacia un todo; y que a pesar de aquella mezcla de elementos góticos y renacentistas puede resultar algo que puede llegar a ser concebido como bello.


También en la actualidad no se es indiferente con los preceptos básicos planteados en el renacimiento (la geometría, proporción y armonía de las partes); y a su vez se adhieren los conceptos abordados en esta investigación, tales como la mimesis (de la naturaleza), lo preconcebido, y el simbolismo, presentes en obras arquitectónicas del siglo XX.

Uno de los artistas a considerar en la actualidad es Frank Lloyd Wright, su obra que se asume muy personal, desborda los límites de una escuela o tendencia: “pero que a la vez aluden a una concepción de un organismo que crece y se desarrolla como un ser vivo, de manera más libre que la de continuar con las leyes y reglas geométricas” (Breve historia de la arquitectura,arquitectura del sigloXX, pág.231). Por ende, más intuitiva que deductiva; que busca y se identifica con los materiales entregados por el lugar y no se afana por establecer los cánones geométricos de la época estudiada, pero que lleva a través de su obra reminiscencias de la naturaleza donde cuyo el contacto directo con las cosas y el paisaje en que ésta se construye, envuelve aquel concepto de esta mimesis con lo natural, propuesto por renacentistas. Un ejemplo a esto es “La casa de la Cascada”.

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Asimismo dentro del siglo XX, se encuentra otro arquitecto, que a través de sus obras es posible apreciar inherentemente señales y vestigios del renacentismo. Es Le Corbusier, quien permite entender aquel lenguaje moderno de la arquitectura a través de su teoría y práctica, como también de su labor pictórica como arquitectónica. Esta formulación del lenguaje fue fruto de los aprendizajes personales, estudios de arquitectos y viajes en los cuales dibuja los materiales de la historia y lugares. Entonces es posible hacer un paralelo entre Le Corbusier y un humanista del renacimiento o incluso un tratadista; como aquel que adquiere un conocimiento mediante de lo previo y se nutre por medio de la observación de obras, llegando a postular ciertos ideales a considerar en el momento de la construcción de algún edificio.

Una de sus obras es la Villa Saboye, en la cual más allá de querer materializar sus “cinco puntos para una nueva arquitectura”, su intención apelaba a la estrategia de un sitio; apropiarse de las afueras de París en busca de ser ‘’señor y dueño de sus tierras’’ en antítesis al asentamiento bélico en Francia en 1929. Pues entonces, la aplicación en este proyecto fue la idea del viejo tema de la villa de recreo en el campo, como la Rotonda en el Renacimiento, desde el punto de vista del emplazamiento y las expectativas funcionales. La diferencia eso si, es que este la concebía como un “máquina para habitar”, haciendo comparación con el diseño funcional del automóvil, es decir la vivienda se concibe pretendidamente como objeto que se posa sobre el paisaje, siendo totalmente autónomo del mismo y pudiendo ser colocado en cualquier lugar; esto se traduce en la adaptación a las necesidades y funcionalidades de construir viviendas en series bajo el contexto de la época en que se vivía ( segunda guerra mundial).

“El trasfondo de la preocupación de Le Corbusier sobre el tema radicaba en que había que aprovechar y rentabilizar el espacio como un bien escaso y oneroso, y la inspiración para encontrar soluciones procedía de lo que venía siendo puesto a prueba desde tiempo atrás por los diseñadores afectos al mundo de la máquinas” “Breve historia de la arquitectura, Arquitectura del siglo XX, pág.241”

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El arquitecto en la Villa Saboye, la definió como un “objeto posado sobre la hierba, una caja horizontal blanca apoyada en el suelo sobre pilares (pilotis) cilíndricos, pero bien mirado el volumen revela acentos variados de rica interpretación desde la relación con la naturaleza, que es llevaba a la azotea y transfigurada en jardín…”. Entonces si se analiza a partir de este volumen, se puede entender esta relación con la naturaleza y geometría, pero planteada de acuerdo a un contexto social y época distintas al renacimiento.

Es entonces en la actualidad como el hombre se nutre de lo pasado, y puede llegar a ser incluso aquel hombre humanista ideal; y plasmar esa grandiosidad de una época a través de sus obras, dejando aquel legado, aquella permanencia… aquella concepción de belleza.

Conclusión

Fue que a partir de las obras de diversos artistas los que generaron la inquietud por establecer bajo qué criterio o alcance se concibe lo bello. Es así como se gesta la importancia de reconocer cómo en el Renacimiento, el concepto de lo bello se posesiona del arte y la obra. Fundamentalmente es el concepto que a través de la historia fue evolucionando debido a una cosmovisión de mundo que en su conjunto resguardada las necesidades que subyacían al hombre y su época; pues son estas necesidades que permitieron en el tiempo presentar ciertas inquietudes a las problemáticas vividas, las cuales irían propiciando una sed de cambio e innovación a lo antes conocido para luego incursionar en el legado que se plasmó en la obra en sí; porque el construir ya no se solucionaba con el solo hecho del habitar, sino que quedaba abierto a una responsabilidad mayor: en su ser, en su pensamiento, en su esencialidad. Es así como en el renacimiento se resolvió en la obra con la presencia de la belleza a través de la armonía de las partes, siendo utilizado un nuevo concepto: “LA GEOMETRÍA”, como base de todo, como una solución aplicable a la arquitectura; para en sí lograr que este acontecimiento fuera un paso ganado en la historia de la arquitectura. El hombre renacentista solucionó una problemática que relacionaba aquel interior con el exterior, la obra con el lugar, los elementos arquitectónicos con el total del edificio, en conclusión las partes con el total. Los humanistas del Renacimiento asumen su verdad en cuanto a lo bello, es por esto que consideran el concepto y se comprometen con un legado el cual debe plasmarse en registros siguiendo el ejemplo de un clásico: Vitruvio, el cual lo había hecho con el objeto de perseverar los conocimientos para futuras generaciones. Es este modo de PERMANECER a través del tiempo lo que hace que también se considere que una obra sea bella o no. Si bien cabe reflexionar que en el Renacimiento se analizaban las obras clásicas para luego en su creación tomar sus preceptos y con ello poder innovar y crear nuevas obras. Es en este acontecer donde aparece ese afán de la imitación que se plasma en la obra para generar lo verdaderamente bello. Es este concepto de imitación o mimesis, de acuerdo a Aristóteles, que nos lleva a considerar cómo se fue creando la obra en el renacimiento a partir de los clásicos, en una condición natural, pero innovando en un concepto que trasciende a lo racional y armónico. Es así como lo bello fluye a través de lo antes preconcebido. Con lo PRECONCEBIDO se trae al presente aquella comunión con un momento pasado y un inicio a una nueva circunstancia. Es aquel pasado, aquel conocimiento previo, es decir de lo ya aprendido, lo que otorga luces para avanzar en el presente originando nuevas obras. Es la conjugación del pasado y del presente que hace que el concepto de lo bello permanezca y sea digno de admiración. Esta admiración en el Renacimiento se traduce en la búsqueda de lo perfecto, es así como el alcance de esta perfección se puede encontrar en la naturaleza, que revela una simetría, ordenamiento y proporción que lleva a la exactitud. Es así como esta perfección puede ser digna de belleza. Entonces sería posible responder a aquella pregunta o problemática planteada a través de ciertos parámetros, cánones establecidos o paradigmas que den indicios si aquello de lo que se habla o se observa es digno de ser bello. Es quizás por su armonía entre las partes que conforman un todo, o por su calidad plástica y trabajo del material con que está hecho, o también porque aquello que se ve causa cierto asombro, cautiva y conmueve, o incluso, porque simplemente se repara en ello, se detiene; siendo aquello digno de admiración y contemplación, pasando por una etapa de extrañamiento para luego nombrarlo en aquel preciso momento por lo que es y que así aparezca la belleza pura de algo, probablemente expresada por aquella simpleza que revela complejidad a través de un lenguaje, a través de la PALABRA.