Grupo 5 Sebastián Rojas, Paula Vilugrón, Natalia Avsolomovich

De Casiopea

PROPUESTA DEL JARDÍN DEL ENCUENTRO

Se propone una plaza-mirador que regale el sumergirse en el mar de verde. Un espesor abarcable que es umbral para celebrar el esplender del hombre con la naturaleza en comunidad. El recibir como el acto que nutre y da origen a la reunión, un espacio que da cabida al encuentro en distensión.

1. desde el encuentro con campinho da independencia

Desde que emprendimos esta travesía fuimos recorriendo, descubriendo y deslumbrando la extensión americana. Fue así como paulatinamente nos sumergimos en la naturaleza, en esta nueva tierra, nuevos colores, una nueva temperatura en la piel, una nueva dimensión, un nuevo modo de abarcar y relacionarnos con lo que tenemos próximo.

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Nos encontramos, ya en Brasil, con una naturaleza que brota efervescente de la tierra, un horizonte rasante que se vuelve envolvente, nos deja inmersos en esta nueva magnitud: la de la naturaleza.

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En campinho reconocemos una comunidad que se nutre del mar de verde (un desconocido de mata atlántica), conocen la tierra que habitan, la respetan, trabajan y disfrutan, se dejan abrazar por ella día a día, viviendo en una constante celebración de encuentro con la naturaleza. Esta manera de vivir les regala la hospitalidad, ellos extraídos de sus tierras originarias son recibidos por esta tierra fértil que les regala la energía vital, es el pulsar de sus vidas. Vida que canta esta relación con su entorno, la manera que habitan el espacio como comunidad y como se relacionan con el otro (calidez) permite que el visitante pueda experimentar esta celebración también, es por esto que reconocemos el recibir como el acto de campinho. La esencia del habitante de campinho encuentra su plenitud en esto, recibir al otro como la tierra los recibe a ellos.

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2. la manera de abordar la esencia de campinho arquitectónicamente

la levedad que abre el suelo (hombre) y el cielo (naturaleza) para que se celebre el encuentro del hombre con la naturaleza: la obra (envolvente)

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La obra surge a partir de un anhelo que tenía la comunidad de Campinho, ellos pensaban en desarrollar un jardín que diera paso a la extensión del restaurante dentro de la selva. Es así como nos enfrentamos al encargo de la obra con un espíritu abierto, partimos a encontrarnos con la vegetación, internándonos en ella, recorriendo hacia el fondo de quebrada.

El suelo fue dando paso al pie, se contornea y se abre, el recorrido se fue revelando a medida que seguíamos la huella natural del curso del agua. De la misma manera, la densidad de las copas de los arboles fue variando, dando paso a claros de luz, en los cuales, el cielo y el interior de la selva se hacian presentes. Los espacios se presentaron naturalmente como miradores del mar interior de America, miradores de este desconocido que se nos iba revelando a medida que el cuerpo dialogaba con esta nueva densidad llamada Mata Atlántica.

Entonces, nos encontramos inmersos en un espacio donde la visual es límitada y el sonido se diluye en una envolvente ritmica , aquella que construye el pulso constante de la vida en la selva. El espacio que construímos busca regalar el momento para reconocerse (meditacion y contemplacion) y reconocer la relación del hombre con la naturaleza selvática en comunidad (habitantes y visitantes: el recibir). Aparece un rito de expierienciar la selva, el sendero es estrecho, individual, un introducirse sumergido, contemplativo y recogido; luego se abre al mirador, que es común, abierto y dilatado, permanecer para vivir con el cuerpo la selva, distendido con el cuerpo, la mirada y la mente. De esta manera, se completa una experiencia del lugar, un regalo al visitante y un jardín para el habitante, donde ambos puedan celebrar el esplender de su esencia en el recibir, como la selva a ellos.

3. propuesta de plan maestro

A partir de la experiencia dentro la selva, pudimos reconocer el valor de ella en el encuentro con Campinho y su gente. Sabemos que el recibir es parte de la celebración de su cultura, de su historia, y es por esto que proponemos este espacio, para regalarles el lugar para poder celebrar su cultura, tanto en sus ritos y espacios contemplativos (intimidad) como en su alegría y compartir (comunes), dar cabida para permanecer en el recorrer la selva.

Buscamos des-densificar la selva, para regalarle la mirada que acompane el sonido, bajar el horizonte (jardín rasante) y así contruir un solo espacio por medio de la mirada. Que se abra lo público de este espacio, con miradores, recorridos, plazuelas y jardín, todos conjugados para ser momento de reconocerse y reconocer.

Proponemos construir un suelo y una sombra, la acomodación del hombre en la intemperie, que permitan extender el restaurant y su encuentro, a un encuentro común con el lugar. Asimismo, que de cabida a la celebración, teniendo una magnitud de encuentro cultural, que incluya baile y reunión (consolidación espacio musical del encuentro de la cultura negra), teniendo cualidades sonoras, sombra y suelo. Este espacio conforma el borde umbral que abre el recorrido de la selva, siendo este intermedio entre el restaurant y la plaza-mirador.