Extractos de "Hoy me voy a ocupar de mi Cólera" (1983)

De Casiopea
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notas del transcriptor:

LO PRIMERO, antes de señalar algunas citas, es ACLARAR el contexto de su proveniencia. Pues, idealmente, ni siquiera sería necesario que exista un transcriptor para señalar este tema, sino, que todos deberían escucharlo, directamente, por sus propios oídos, este material que puede recogerse desde la página web de la escuela, que es el PODCAST de “HOY ME VOY A OCUPAR DE MI CÓLERA”, clase de un taller de América dictada por Godofredo Iommi en el año 1983.

Incluso, es una lástima no haber estado ahí presente para escucharlo y conocerlo directamente, mas, esa es una de las tantas distancias que pueden salvarse gracias a EL REGISTRO. Sin embargo, Godofredo Iommi postulaba como una de sus máximas algo que para nosotros hoy en día, en el mundo de la información, puede resultar enormemente misterioso, que es el hecho, de que la palabra (su palabra), sin buscar fama, sin publicarse ni colarse entre los significados del mundo, prevaleciera en el presente como una LEYENDA. He aquí un desafío para la abstracción de cada cual, en cuanto a lo que en la materia de espacio-tiempo se refiere.

<pasado-PRESENTE-futuro> no como una continuidad lineal, que es lo inmediatamente imaginable, sino, como una especie de cúmulo que no puede nombrarse con las palabras. Podríamos escribir un ensayo de esto, de cómo pasado-PRESENTE-futuro, es “tan solo” una abstracción, una lectura, de algo inacabable (distinto a lo infinito), a lo que hemos llamado EL TIEMPO, “tan solo”, para comprender lo que llamamos REALIDAD.

¿Será eso, tal vez, a lo que Godofredo Iommi se refería como “la palabra que construye”?


a propósito de AMEREIDA

¿qué es lo que importa? el significado. ¿Cuál es en este caso el significado? Que los jóvenes oigan a Mozart. Ese es el problema. Por el otro lado, queda esta batalla sin paz ni tregua. Bueno ¿cómo lo hacemos nosotros en Amereida? Yo quiero decirles algo que les va a parecer muy raro y quién sabe como lo van a repetir ustedes por allá. Miren, nosotros hicimos "Amereida" hace muchos años, un libro; un libro no usual porque está hecho por muchos, no tiene páginas, porque se puede abrir en cualquier parte y se puede leer en cualquier momento. Aparentemente, es un "collage". Está estructurado al centímetro; no se sabe bien qué se lee cuando se lee “Amereida" y evidentemente es un libro raro, no usual, lleno de interpretaciones a favor y en contra. Lo primero que yo les quiero declarar es mi diferencia con el libro en que yo contribuí a escribir. Hay una parte mala, irremediablemente mala. También nosotros caímos en la celada sin proponernos. Hay una parte como salvífica, como si "Amereida" fuera el libro que va a salvar a América, eso también es la esperanza y el significado, eso es falso. Y si el libro da a entender eso, como lo da, es malo, esa parte es mala del libro, está mal, no hay que salvar a nadie. Hay que crear una estructura real que sea capaz de abrir al mundo. Como un algoritmo conocido o desconocido. Eso lo tiene Amereida, pero tiene también la otra parte, y yo la denuncio, yo mismo, autor de ella. Y en las clases que hacemos, cuántas veces, por el afán de despertarles a ustedes la inquietud de América, cuántas veces, no sólo yo, todos, nos hemos traicionado casi como predicadores de América, ¡Dios me libre! ¿Adónde quiero llegar? Voy a ser muy violento.

(...)

En esa línea, todos los americanos que trabajan para rematar en esa línea, no me interesan nada; los respeto profundamente, los canto y los celebro, en la vereda del frente. Y digo, que yo creo, que no construyen nada, y que lo comentan todo. A veces, no tengo nada contra él, mucho menos, al contrario, soy proclive a una real simpatía por él. A veces me detienen en la calle y me preguntan qué pienso de Nicanor Parra; yo creo que es encantador, pero su poesía no sé qué es. Su poesía no sé qué es, no construye nada, como si yo por cantar una cueca construyera algo. Si fuera capaz, sí, de inventar una estructura diferente, desde la cueca, ahí hablamos otro lenguaje, ahí nos paramos los dos, si yo le cambio los compases, para inventar una estructura ¿saben lo que pasa? Hay que leer un algoritmo, no tener sentimientos, no bastan los sentimientos, no sirven para nada los sentimientos, ni siquiera para comer un buen plato de porotos, porque hay que cocinarlos.

(...)

Pero la batalla está situada en otro punto y es donde realmente es preferible ser reducido a cenizas que tener un Premio Nobel significativo. Frente a este cuadro, la pregunta se reinicia. Bueno y nosotros qué: ¿cómo podemos construir América? Yo recuerdo muy bien, y esto es bueno que lo sepan todos, porque a medida que pasan las generaciones estas cosas desaparecen. El proyecto grande de Amereida, el proyecto concreto, fuera de instaurar la Ciudad Abierta, que es una realidad, es un hecho que está ahí, era: cómo podíamos unir el Cabo de Hornos con Caracas. ¡Ah!, es fácil, se hace un camino, se toma un avión, no hay ningún problema; problema de dinero. ¡No! Entonces, cuando Alberto Cruz –en aquella ocasión– junto con todos los artistas que estábamos en pleno viaje y debate, dramático, por otra parte; pues una de las cosas deliciosas de América es que sin estar en guerra se viaja como si se estuviera en una guerra apocalíptica, increíble, es más fácil viajar en una guerra entre Alemania y Francia y cruzar la frontera que cruzar la frontera de aquí a Bolivia; en medio de ese debate, Alberto planteó una cosa que hasta hoy sigue como una estrella cuya luz aún no ha llegado a la tierra. “No es un camino lo que nosotros llamamos camino”. La pregunta, entonces, surge fácil, ¿qué es? ¡Ah, si yo lo supiera! ¿¡Pero, cuántos están dispuestos a dar la vida por él!? Porque aquí no se trata de decir: "yo tengo una buena idea". Yo voy a contestar: en dieciocho años, nadie.


propósito de CIUDAD ABIERTA

No estoy hablando de ustedes, estoy hablando de nosotros mismos. Nadie. Alberto formuló esto, en un trance dificilísimo, cuando íbamos a abordar la entrada a Bolivia, no por el lado habitual sino por ¿cómo se llamaba?, se me olvidó, y era muy difícil, nosotros no sabíamos nada de lo que pasaba, y ocurría que en esos momentos el Che Guevara estaba en Bolivia. Entonces, la tensión era siempre al filo del cuchillo. ¿Y qué será? No es una obra de ingeniero, no es puente aéreo, mientras sea eso, habrán comunicaciones, pero no se construye América, no se construye nada; mucho más fácil es llamar por teléfono a unos constructores alemanes dándoles honorarios para que lo hagan. ¿Qué es si no es un camino? Desde ese día que se escribió esa estrella hasta hoy no ha llegado la luz a la tierra, no sabemos. Y ninguno de nosotros ha hecho nada, nada por saberlo, tal vez Alberto en secreto. ¿Cómo se construye América? Así. Bien, y qué tenemos por delante; hagamos un reconocimiento rápido. Nosotros lo hemos hecho, puede ser que esté equivocado, pero hemos dejado de lado la historia, nos tienen hartos los historiadores, esa es la verdad, hartos, lateados; fuera de uno o dos que tienen una aguda y delicada penetración, todos los demás son o acopiadores de datos, tergiversados de alguna manera para darles la razón a esta tendencia, a esta otra, o a esta otra, y lo que es peor, los filósofos nos dicen cualquier forma que usted le dé, siempre se va a dar una tendencia esto se traduce en el lenguaje, en la diferencia que hay entre ciencia e ideología, cualquier cosa que ustedes hagan aún cuando digan que no son ideólogos, son ideólogos. Es una petición de principios tonta. Porque no es verdad, es como la vieja paradoja ¿no es cierto?: si usted dice que miente, dice la verdad, pero si dice la verdad, miente. Está resuelta hace mucho tiempo, es una charada lógica.

(...)

¿Qué es lo que pasa? ¿Cuáles son las cosas que podemos reconocer? Yo les voy a contar. Porque ya estoy harto de esto. Me da una rabia enorme que nos roben, yo soy autor de un poema que empieza así: "Dios quiera que me roben". ¡Pero me da rabia! Hace muchos años, al regreso de Amereida, inventamos un género que no existía en Chile, ni siquiera en Europa; una invención total, que nosotros llamamos "Oda". Y tenía la siguiente característica: concurrían todas las artes. La música, el teatro, la pintura, la escultura; todas, sin ser ópera, concurrían todas. Y la primera "Oda" que hicimos fue una recuperación de los textos de la poesía "Nahualt". Para los que no saben, los Nahualt son una de las civilizaciones más antiguas de México y muy refinada, y muy superior –aún cuando menos poderosa que la azteca–. De una finura endiablada, hasta el día de hoy, casi insuperable. Personalmente creo que no hay ninguna poesía en América que se le compare. Tomamos los poemas Nahualt; y con los alumnos de la Escuela y de Barón compusimos la obra, y había un pequeño grupo que tocaba "rock" en Valparaíso, aquí en Viña. Entonces, nosotros dijimos, sería estúpido que a la "Oda Nahualt" –a la que nosotros vamos a tomar el texto y lo vamos a abrir al fuego de las artes contemporáneas, porque el teatro que se hacía era un teatro que aún no había hecho el teatro "La Mamma" en New York, hay que decirlo esto–. Sería ridículo ponerle discos, por lo demás adulterados de la supuesta música recogida y reconstruida de los Nahualt. No, vamos a llamar a los tipos del "rock". Y los llamamos, y vinieron los tipos del rock; dudaron, no sabían qué hacer, les explicamos, los metimos a la fuerza, y en esa época se llamaban así: "High Bass". Y esto está publicado y está escrito en un libro editado por nuestra propia Universidad, ahí debutaron los "Jaivas". Ahí, por primera vez, aprendieron que podían unirse a los viejos textos americanos. Jamás, por supuesto, volvieron hablar de esto, pero se llenaron de dólares con "Machu Pichu". Hicimos una segunda "Oda"; en el Municipal para pulsar la realidad que podía tener en el público. Con un éxito fantástico. ¿Y qué hicimos? Transformamos todo el teatro, por primera vez también, no se había hecho nunca en el teatro una cosa igual; hay fotos, hay una Memoria editada, la pueden ver. La Oda terminaba y todo el teatro entero, estoy hablando del teatro –no del escenario– se transformaba entero, todo el espacio cambiado. ¿Y qué podía hacer una escultura en una "Oda"? Hay que ver lo que hacía la escultura en la Oda: hizo tal, que apenas apareció, el público de pie, ovacionó la escultura; todo eso se ha hecho. Y para empujar más allá, en vez de conformarnos con eso, porque todos trabajábamos, se creaba la estructura –cada uno trabajaba y había uno que dirigía, en ese caso era yo–. Pasó lo siguiente: para dar un paso más, la tercera, yo dije no; libertad absoluta, vamos a hacer una apuesta ciega. Jamás se había hecho eso. Vamos a llegar al día de la representación en el teatro sin que yo sepa lo que tú haces ni que tú sepas lo que yo hago; y ahí nos vamos a jugar; fue un fracaso, tanto, que nos dio susto, ¡¡que nunca más volvimos a hacer una Oda!! Bueno, hemos hecho todo eso, es una lucha permanente por intentar construir formas propias, pero propias no quiere decir remedos. Lo que yo puedo hacer es mi propio algoritmo; con toda potencia de los algoritmos del arte moderno. ¡Ah! y cine había además, todas las artes reunidas en un solo espectáculo sin ser ópera.

(...)


Bueno, la Ciudad Abierta; son todos intentos, son todas tentativas, puede fracasar todo en este momento, si no importa nada, no se hace nada para persuadir a nadie, no se hace nada para tener condecoraciones, se hace para construir, y la construcción a veces se viene a la mano. En ciencias, esto pasa todos los días; un hombre de ciencia acomete un experimento y le sale mal, ¿saben lo que hace? lo publica, porque es tan bueno salir mal como salir bien, porque ayuda mucho saber que salió mal. E inclusive, yo puedo revisar de nuevo y averiguar por qué salió mal; así, así fue el camino que llevó a Einstein a la relatividad; porque el experimento de Michelson Morris contradecía la tesis que se sustentaba, se podía abandonar, se abandonó, hasta que alguien lo retuvo y dijo: a ver veamos, ¿por qué?, ¿qué es lo que está ocurriendo? Eso es construir. Claro, si no construyo, y estoy pendiente de las comunicaciones, entonces, se acabó todo, fracaso y soy yo peor leyendo noticias que la Raquel Argandoña. Pero si construyo, no me pasa absolutamente nada, al contrario, sigo construyendo, sobre mis propios fracasos. Esta es la línea, me parece a mí, y el camino que sólo puede conducirnos a construir algo, y con ello a América.


Fuentes:

podcast: http://archivo.ead.pucv.cl/archivopodcast/7-01%20CL%20ame%2083%20-%20Hoy%20me%20voy%20a%20ocupar%20de%20mi%20Colera%20%28Iommi%20Clase%2001%29.mp3

texto: http://wiki.ead.pucv.cl/index.php/Hoy_me_voy_a_Ocupar_de_mi_C%C3%B3lera