Diferencia entre revisiones de «Escuela de Chicago: Louis Sullivan y Henry Hobson Richardson»

De Casiopea
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Chicago es una ciudad floreciente, por ello se produce una gran especulación sobre los terrenos y una gran demanda de construcción. La solución que se adopta es la construcción en vertical: muchos pisos elevados sobre una planta reducida. Como es lógico, se empezaron a construir edificios con un número de pisos que a nosotros nos parecería ridículo pero que en esos tiempos era todo un logro; estamos hablando de edificaciones que podrían oscilar entre los 10 y los 16 pisos de altura. Paralelamente al surgimiento de los rascacielos, aparecerán los primeros ascensores eléctricos.  
Chicago es una ciudad floreciente, por ello se produce una gran especulación sobre los terrenos y una gran demanda de construcción. La solución que se adopta es la construcción en vertical: muchos pisos elevados sobre una planta reducida. Como es lógico, se empezaron a construir edificios con un número de pisos que a nosotros nos parecería ridículo pero que en esos tiempos era todo un logro; estamos hablando de edificaciones que podrían oscilar entre los 10 y los 16 pisos de altura. Paralelamente al surgimiento de los rascacielos, aparecerán los primeros ascensores eléctricos.  
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La Escuela de Chicago está integrada por un conjunto de arquitectos que proponen soluciones similares entre ellos: estructuras metálicas revestidas según la función del edificio, ventanas que podían variar de tamaño cuando se deseara y la eliminación, en muchos casos, de los muros de carga. Dejan de llevarse edificios con muros que son sólo de piedra (y de gran grosor) y dominarán el panorama las estructuras de hierro recubiertas. Otra innovación serán las ventanas corridas que ocuparán la mayor parte de las fachadas de los edificios esto dará lo que más adelante se llamará ‘muro cortina’.
La Escuela de Chicago está integrada por un conjunto de arquitectos que proponen soluciones similares entre ellos: estructuras metálicas revestidas según la función del edificio, ventanas que podían variar de tamaño cuando se deseara y la eliminación, en muchos casos, de los muros de carga. Dejan de llevarse edificios con muros que son sólo de piedra (y de gran grosor) y dominarán el panorama las estructuras de hierro recubiertas. Otra innovación serán las ventanas corridas que ocuparán la mayor parte de las fachadas de los edificios esto dará lo que más adelante se llamará ‘muro cortina’.

Revisión del 22:09 12 ene 2012

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La escuela de Chicago fue un estilo arquitectónico surgido a finales del siglo XIX y principios del XX en la ciudad de Chicago. Fue pionero en la introducción de nuevos materiales y técnicas para la construcción de grandes edificios comerciales. La Escuela de Chicago surge en un contexto, en la que la ciudad es más próspera, aumenta considerablemente el nivel demográfico lo que supuso que el urbanismo adquiriera una relevancia máxima. Sin embargo, en 1871 la ciudad de Chicago sufre el conocido gran incendio que la deja en su gran mayoría destruida, lo que supondrá el tener que volver a levantarla de nuevo. Esta necesidad de crear nuevos edificios, dará pie al surgimiento de la denominada Escuela de Chicago.

La Escuela de Chicago es una de las primeras manifestaciones de modernidad: Programa nuevo, postura nueva, ruptura con la historia, adoptando los adelantos técnicos (climatización y ascensores) aparecerá un nuevo concepto en la arquitectura de aquellos años; el rascacielos. El rascacielos fue acogido desde un principio con un carácter concreto, fue entendido como un elemento constitutivo del paisaje urbano. Representaba un nuevo tipo de volumen interior continuo y una especie de punto de referencia espacial.

Chicago es una ciudad floreciente, por ello se produce una gran especulación sobre los terrenos y una gran demanda de construcción. La solución que se adopta es la construcción en vertical: muchos pisos elevados sobre una planta reducida. Como es lógico, se empezaron a construir edificios con un número de pisos que a nosotros nos parecería ridículo pero que en esos tiempos era todo un logro; estamos hablando de edificaciones que podrían oscilar entre los 10 y los 16 pisos de altura. Paralelamente al surgimiento de los rascacielos, aparecerán los primeros ascensores eléctricos.

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La Escuela de Chicago está integrada por un conjunto de arquitectos que proponen soluciones similares entre ellos: estructuras metálicas revestidas según la función del edificio, ventanas que podían variar de tamaño cuando se deseara y la eliminación, en muchos casos, de los muros de carga. Dejan de llevarse edificios con muros que son sólo de piedra (y de gran grosor) y dominarán el panorama las estructuras de hierro recubiertas. Otra innovación serán las ventanas corridas que ocuparán la mayor parte de las fachadas de los edificios esto dará lo que más adelante se llamará ‘muro cortina’.

En la mayoría de los edificios pertenecientes a la Escuela de Chicago, encontramos varios elementos comunes que podemos considerar como características generales de esta Escuela:

  • Estructuras metálicas (esqueletos o armazón de hierro) que, entre otras cosas, permitirá realizar edificios con gran altura.
  • Uso del pilar de hormigón como soporte o cimiento. Será la solución al desafío de construir sobre un suelo arenoso y fangoso.
  • Ventanas extendidas horizontalmente por toda la fachada (con las dimensiones que se desee, dado que ya no serán necesarios los llamados muros de carga):
  • Posible eliminación de los muros de carga (gracias a esta estructura metálica)
  • Desarrollo del ascensor eléctrico
  • Con respecto al exterior, se suprimen los elementos decorativos (tan habituales en la arquitectura artística de finales del siglo XIX). Se apuesta por superficies lisas y acristalas. Predominan las líneas horizontales y verticales.
  • Atractivas fachadas de mampostería.

La figura más importante de la Escuela de Chicago, como arquitecto y como teórico, fue Luis Sullivan (1856-1924). Sullivan se opuso a la arquitectura que enmascaraba las fachadas con elementos estilísticos asimilados superficialmente. Estas fachadas de efecto decorativo no guardaban una autentica relación con el interior del edificio y de hecho negaban su concepción.

Para Sullivan el exterior del edificio debe formar con su interior una unidad indivisible, de modo que parezca una pura aplicación. Cada edificio ha de representar un todo orgánico, inconfundible, al que nada se puede añadir o suprimir, y cada una de sus partes debe reflejar las funciones que le corresponden.

Un ejemplo de lo anterior se concreta en los almacenes Carson de Chicago, la idea de Sullivan son especialmente dos cuestiones. De una parte, su empleo de una estructura no visible (de acero y hormigón) que sostiene al conjunto y que permite generar interiores diáfanos, sin más distorsiones que los necesarios pilares de apoyo, aquí trasmutados en columnas de fustes desnudos y con llamativos capiteles. De otra parte, una explícita aplicación del conocido planteamiento del arquitecto: "la forma sigue a la función" que se resuelve tratando de llevar directamente al interior la luz natural del exterior, para lo que ambas fachadas se organizan a un ritmo constante de amplios ventanales apaisados, de líneas rectas y privados de toda decoración, enmarcados por bandas longitudinales, al más puro estilo de la Escuela de Chicago.

Sin embargo, sabemos que Sullivan gustaba de contrastar esta tendencia racionalista con algunos detalles decorativos, para lo que recurría a materiales como el hierro forjado o la terracota. En este caso, empleó el primero para el repertorio que sitúa en el exterior de las dos primeras plantas del edificio, donde abundan los motivos de carácter vegetal y recurrió a la terracota para el remate de la cubierta, donde de nuevo emplea columnas en el exterior, esta vez con función meramente decorativa.

Así que los Almacenes Carson dan una doble lección de arquitectura: la articulación de un interior amplio y la disposición de una fachada abierta que contribuye a hacer ese interior aún más espacioso, aportándole luz natural. Este edificio, que algunos han considerado como un rascacielos apaisado, organiza adecuadamente sus volúmenes y manifiesta como el arquitecto consigue que su idea rectilínea no se vea sustancialmente alterada por la intrusión de esa torre central, que queda convenientemente articulada en el ritmo del conjunto y se adapta a las formas que la abrazan por ambos lados. Estamos pues ante un verdadero antecedente de tantos grandes almacenes actuales, pero quien lo ideó logró mostrar aquí algunos de los preceptos en los que, años después se basaría el racionalismo. Una lección de arquitectura cuando el mundo cambiaba de siglo.

Por otra parte Henry Hobson Richardson, afrontó el problema de los edificios en altura con notables implicaciones estilísticas, claramente inspiradas en el románico. Como observa el arquitecto y crítico de arte italiano Bruno Zevi: “Richardson no ve en el románico un estilo comparable a los demás estilos importados, sino un austero método compositivo que tenía en cuenta realidades constructivas fundamentales, reduciendo la decoración a lo esencial”. Con la sencilla monumentalidad de los grandes almacenes Marshall Field, de pesada mampostería, marca un nuevo rumbo en la arquitectura. El efecto que produce este edificio, con sus arcos y su ornamentación, se debe, más que nada, a la fuerza expresiva de los materiales utilizados en sus fachadas.








Bibliografía

.- http://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_Chicago_(arquitectura)

.- http://www.arquba.com/monografias-de-arquitectura/escuela-de-chicago/

.- http://www.launiondigital.com.ar/diario/2010/10/12/nota_23018.html

.- http://www.arqhys.com/contenidos/chicagoescuela-historia.html

.- http://aprendersociales.blogspot.com/2010/04/los-almacenes-carson-de-chicago.html