Erotismo enmarcado en ausencia espacial - Aurelia Sánchez Chacón

De Casiopea



TítuloEnsayo 2-2ºS2020
AsignaturaPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad
Del CursoPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad 2020 - Andrés Garcés
CarrerasArquitectura
3
Alumno(s)Aurelia Sánchez

EROTISMO ENMARCADO EN AUSENCIA ESPACIAL_ Gustav klimt

Contorno que construye lo bidimensional

En una inmediatez, el quiebre, aquella ruptura de una realidad paradigmática establecida que se agota en la aparición de lo nuevo como una realidad desconocida que condiciona y a la vez abre las posibilidades de su curso presentando, desde la búsqueda de los propios medios pictóricos, la expresión de ello que inunda lo natural fuera de la obra. Un nuevo escenario en blanco rodeado de una tensión entre este, un sentimiento y su medio que lo formaliza, proporcionando un arte en virtud de la vida como una serie de acontecimientos que poseen un tiempo pasado, presente y futuro.

¿Cómo es que se desarrolla aquella búsqueda pictórica mera de expresividad en las obras de Gustav klimt?

El hombre, lo corporal de su cuerpo como aquella única medida que da lugar a lo utópico en total desaparición de certezas. Volcar al origen de aquella corporalidad invisible que se gesta paradigmático y vislumbrante, aparece en aquella sensualidad desnuda femenina protagonista que seduce proporcionando en su pureza, toda expresión. A partir de este origen es que klimt se nutre y busca su motivo pictórico en cuanto al modo presentativo de esta nueva realidad invisible en un presente visible y táctil (contexto histórico social). El trazo, el ciernes del trazo en un paralelismo temporal histórico va tomando carácteres y técnicas variadas entorno a la intensidad expresiva inminente de una trascendencia que resuena no desde un resultado, sino desde aquel sentimiento expresivo.

Klimt inicia un nuevo desarrollo pictórico donde el cuerpo protagonista se desvela y oculta en plena relación con su fondo bidimensional enigmático construído ornamental en virtud de elementos propios condicionantes de la forma, su geometría y color. Se desarrolla un recorrido analítico histórico pictórico que comienza con su obra “Agua en movimiento” 1898 (óleo sobre lienzo_colección particular con la autorización de la Galerie St Etienne, Nueva York) en la cual se observa y distingue una formalidad donde el cuerpo y su envolvente de fondo dialogan en la distensión de ambos. La corporalidad representada, su volumetría y gestualidad en aquel juego de claros y oscuros dados no por una sombra y blanco luminoso, sino por manchas de color que configuran un contraste y leves tonalidades que permiten distinguir un frente y un atrás en lo difuminado del cambio de color de un empastado sutil que proporciona una textura blanda flexible.

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Forma corporal que resalta desde su figura determinada por un fondo oscuro que la dibuja en la linealidad lánguida de un traza transparente en la yuxtaposición de colores bajo equidad de línea, dando cuenta de esta transparencia en cuanto a una ligereza fina y cortante que en su totalidad construye un manto continuo móvil que gesta distensión y se mezcla con la textura fina lineal del pelo que envuelve al cuerpo en un color rojizo amenazante que va disminuyendo a medida que se acerca a los pies. Es este fondo y contorno simultáneamente los cuales proporcionan la figura, pero también aquel estiramiento del cuerpo manchado que aparece en la oscuridad de un manto tridimensional. Los cuerpos se distancian, sus tamaños y posición en continuidad con su envolvente móvil y a la vez distinguidos por un contraste de representación material, de lo transparente ligero móvil(lineal) con lo carnudo macizo pesado(manchas). El cuerpo con intención de ser transportado se entrega en aquel ritmo que condiciona su ser humano en gravedad, movimiento que toma otro peso en el diálogo y gestualidad con su fondo y contorno rápido efímero. La sensualidad como el elemento gestual desgarrador y agresivo que permite la intensionalidad del diálogo. Según Gustav Klimt y de acuerdo a lo que representa en su obra, señala una superioridad femenina sobre la masculina en el poder habitar libremente en el medio acuoso simulado en su pintura como aquel fondo dialogante.

Un segundo análisis pictórico aparece con su obra denominada “El Beso” 1907-1908 (óleo sobre lienzo, Osterreichische Galerie Viena) en la cual resalta de inmediato el color dorado (época dorada) utilizado según el libro “klimt”frecuentemente como pintura y particularmente como pan de oro, elemento decorativo en el cual se observa que detona un valor suntuoso exponencial de una espacialidad de carácter bidimensional ornamental que extrae de la obra sus profundidades, ubicándola en lo abstracto del color radiante incrementando el significado del cuadro propio y su superficie pictórica en un sin tiempo y sin lugar determinado, aproximado a la naturaleza pero fuera de toda realidad histórica social.

El insistente trazo texturizado de superficie visualizado en la articulación ornamental permite vislumbrar la sensualidad_seductora belleza erótica protagonista en el paso del contenido a la forma y al material. Según klimt refiere a aquella aura_aureola dorada que unifica los cuerpos y que al mismo tiempo los posiciona en lo indeterminado y aislado no solo con el mismo contexto de la obra sino con el espectador, en un total margen de la realidad tanto pasada como presente y futura (carácter inminente).

Obra que se centra, enfoca y reduce a la diferencia biológica de ambos sexos, femenino y masculino en su mayor plenitud de pureza potenciada en un simbolismo ornamental que construye y diferencia las envolventes que cubren y descubren los cuerpos en un juego de alternancias entre el ocultar y desvelar,”vestir desvelando_klimt”. Un sexo femenino representado a través de “formas blandas” bajo un trazado curvilíneo en virtud de una gran gama de colores floreados, de lo contrario el sexo masculino se muestra a partir de “formas duras” , de trazado cuadrangular delimitado por colores grises, blancos y negros (se convierte la diferencia sexual en una abstracción visible e invisible a la vez bajo una construcción geométrica contrastada y una de color en capas).

Se observa lo curvilíneo y lo rectangular, el círculo y el rectángulo, geometría intangible que se superpone en un mismo fondo de manto dorado y se contrapone en los cuerpos, proporcionando una situación de tensión abstracta esencial de ambos sexos en lo propio del color y la formalidad gestual_formas geométricas de aquel programa de ornamentos contrastado en aquella total trasposición de los cuerpos al ornamento, bajo una cuestión de identidad biológica que se efectúa desde el otro.

Se da cuenta del cuerpo y una doble envolvente. La desnudez se presenta entre ornamentos textiles que enmarcan y presentan el sutil fragmento femenino gestual. El cuerpo en aquel trazo lineal de contorno negro que lo limita en su figura de manera precisa y concreta, es envuelto y contrastado con una primera envolvente ornamental recién descrita su virtud distintiva formal de sexo, se distingue en un trazado de manchas empastado característico por la yuxtaposición de colores que se encuentran en función de la forma limitados por una ruptura geométrica y configuración del color. Una segunda envolvente que mantiene mas puramente el color dorado primario y es intervenida con una leve formalidad lineal proporcionando el contorno de la escena erótica potenciando tanto aquella dimensión bidimensional estática de la obra, como su movimiento enmarcado sutil. En este juego de envolventes se aprecia el rebote de luces y colores recogidos por un fondo de traza manchada, opaco y brillante, dando cuenta de un cosmos transparente y flotante que toma lugar en una gravedad ajardinada construída en la mancha punteada y superposición de colores primaverales, se presenta como parte del ornamento. “Envolvente ornamental en un mismo diálogo coherente y distintivo con el gesto corporal”, aquí se reconoce otro carácter de lo ambivalente que posee aquel juego geométrico y del color (unión erótica / diferencia de sexos) donde el hombre según klimt es quien incita todo movimiento de su obra, de lo contrario la mujer adopta una pasividad.

Un tercer y último análisis se desarrolla entorno a la obra “Dos mujeres desnudas echadas de espaldas” 1905-1906 (Lápiz rojo, Neue Galerie en el Landesmuseum Joanneum, Graz). En esta obra se observa el boceto, una sencillez de la línea, trazos finos y frágiles que expresan total gestualidad, una linealidad fluída en pleno dominio del desnudo femenino y el erotismo. La línea en soltura, se relaja logrando una abstracción disponiendo de posiciones extremas y forzadas a sus figuras. Figuras eróticas aisladas en el mero trazado de su contorno y en casi total renuncia del modelado interior de las mismas, revelan según Gustav Klimt una “armonía modernista” en aquella silueta no demasiado naturalistas, transformando a la mujer representada en ornamento. Se reconoce un aislamiento en cuanto ausencia de toda referencia, no solo a un contexto espacial, sino que a un significado, desapareciendo por completo el tema “literario” y con el, toda concepción temporal.

Boceto en el cual se observa cierta peculiaridad en la gestualidad íntima de ambas mujeres, en que, si es analizado desde una realidad con tiempo y lugar, se reconoce un distanciamiento con el espectador, dando a entender cierta autonomía, siendo estas en concordancia con klimt, determinadas por si mismas, las mujeres, independientes de un tercero (espectador). El erotismo y la sensualidad como único y último espacio autónomo egocéntrico de la mujer. Gustav Klimt reduce la esencia de la mujer a una plenitud sexual (“lo femenino” como aquella capacidad ilimitada de placer sexual y erótico_klimt), convirtiendo a este_lo sexual, en un motivo pictórico.

De acuerdo a los análisis realizado de cada obra en virtud de una secuencia temporal, se reconoce y aprecia el uso de la “línea” y sus diferentes técnicas para transmitir aquella esencia de la forma humana y la naturaleza de su existencia poniendo total énfasis en el erotismo y sensualidad del desnudo femenino, corporalidad que mantiene su imagen de ser natural la cual es develada en el sin lugar y tiempo tanto visible de un ornamento como invisible de un solo contorno, donde el cuerpo al no posicionarse en una realidad dispone de cierta ruptura abstracta pero a la vez presenta cierta continuidad infinita con aquel indefinido. Ambivalencia dada por el constante juego del trazado, proporción y equilibrio del color y su geometría. Formalidad que rompe con todo tipo de cánones y órdenes predispuestos temporal y espacialmente. Obras que dan cuenta de una diálogo formal intangible entre lo femenino y masculino, pero al mismo tiempo persisten en sus diferencias, es aquí aquella apertura que deja las preguntas ¿cómo es que nos reconocemos hombre y mujeres? ¿qué es lo que realmente nos distingue? Y ¿cómo es que dialogamos?