Ensayo amereida Barbara Valdivia VIII

De Casiopea
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TítuloEnsayo Amereida II trimestre
CarrerasArquitectura
Alumno(s)Bárbara Valdivia

De las clases de amereida del segundo trimestre recogí el tema principal, que fue la travesía, como columna vertebral de mi discurso. De las travesías hay mucho de qué hablar pero me referiré a dos aspectos de ellas, el primer aspecto será en cuanto a mi visión y experiencia y el segundo aspecto será el de su origen y tradición, relacionando algunas ideas de lo también dicho en clases. La travesía desde mi experiencia es una aproximación no solo al oficio sino también a distintas realidades que se dan en américa. Permite recorrer y reconocer los distintos puntos geográficos a los que se va, contemplándolos desde los sentidos. Hace un tiempo me encontré con esta frase y vi en ella algo de lo que se aprende en la escuela y más aun con las travesías que dice: “El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados”. Esta afirmación orienta la postura que debieran tener todos aquellos que se aproximan al oficio, me refiero a tener los ojos abiertos y no sólo en sentido literal sino que en el sentido retorico pues el cuerpo es nuestro medio de relacionarnos con el entorno y requiere de toda nuestra consciencia y disposición para descifrar bien los mensajes que se presentan, no sólo a través de la mirada, sino que de todos nuestros sentidos. Aproximándonos más a mi experiencia y mi realidad, La Travesía ha desatado en nosotros la concepción de la obra en el recorrer América dándonos la experiencia en que la visión arquitectónica puede ser fundada, pues es uno de los momentos en que más próximos estamos con la obra revelándonos la significancia de las faenas. En esto aparece un atisbo propio de la travesía y es que La experiencia de esta se ha presentado no como un viaje con retorno, sino que a un constante ir en lo múltiple, lo que según Alberto Cruz, “toca un nervio primero de la arquitectura; la multiplicidad.”, todo este recorrer que comprende viajes, actos, obras. Y es aquí que podemos darnos cuenta que lo que desata la Travesía es a través de los sentidos, lo que desata este recorrer de la extensión americana, en que se revela algo del secreto del estar en lo abierto para aproximarse al oficio mediante la poesía. Según Alberto Cruz; “... lo excéntrico que desata la poesía en los oficios. Y de un modo tan especial en la arquitectura. Es a partir de la construcción de lo excéntrico que se da la argumentación nuestra.” Y traigo esto a presencia pues la argumentación y fundamento de las travesías y de la escuela van de la mano con la poesía, porque la poesía da lugar y esto engrandece la obra. A mi parecer los estudiantes de arquitectura y diseño vamos en busca de lo excéntrico, y es a través del ocio que reflejamos nuestras mejores creaciones porque el ocio nos permite estar de lleno en el oficio y la importancia de eso es que nos abre mundo. La poesía abre. En lo abierto los oficios pueden crear, conmover lo habitual para que se abra lo infinito. "El universo tiene múltiples historias, cada una de ellas determinada por una diminuta nuez. Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito...” decía Hamlet, con las palabras de William Shakespeare; palabras que decenios más tarde Stephen Hawking parafrasea al publicar su obra El Universo en una Cáscara de Nuez, pero ambos autores apuntaban a una misma marca: la capacidad infinita de nuestras mentes, el universo infinito que se encuentra en nuestros cuerpos. Y digo esto pues el pensamiento es un regalo de la condición humana, y a través de nuestras mentes somos capaces de crear e inventar todo tipo de cosas, independiente de si se puedan concretar o no, pero como dije el pensamiento es un regalo y por tanto puro presente que permite conmover lo habitual, es decir estar en lo abierto. El estar en la poesía y lo abierto es una opción y una decisión. Es la voluntad de querer vivir el regalo. Y a pesar de que está en nuestra naturaleza sobrevivir, al estar en lo abierto y en la poesía es un paso que se acerca más al vivir en armonía.

Pero entonces deberíamos comprender qué significa armonía. León Battista Alberti en De Re Aedificatoria decía: “Definiremos la belleza como armonía, la armonía de todas las partes entre sí ... de tal modo que no se pueda aumentar, disminuir o cambiar sino para peor .... Es el resultado de este gran valor y casi divino para obtener el cual, es necesario empeñar todo el ingenio y toda la habilidad técnica de la que uno está provisto”. The Golden Ratio, conocida en español como la divina proporción. La noción más latente y presente en nuestro universo, y en el que vivió Alberti, de la belleza en el mundo. Porque belleza es armonía; y que existe en el mundo más armonioso que Phi [ɸ símbolo utilizado para designar el ratio: 1.6180339887…]. No por nada es un patrón que tanto Dalí como Le Corbusier intentaban emular en sus trabajos, que Mozart y Beethoven presentaron en sus obras, que estructuras como  la pirámide de Gizeh y el Partenón parecen haber seguido [aunque algunos escolares afirmen que Euclídes recién fue el primero en descubrir las cualidades matemáticas de esta proporción, lo que significa que no pudo ser utilizado durante la construcción del Partenón]. Un patrón que se repite incluso en la naturaleza, en plantas e insectos, en flores y animales, en el propio cuerpo humano. La armonía misma del universo, ante nuestros ojos. ¿Pero, entonces qué quiere decir “armonía de las partes entre sí”? No debería ser suficiente sólo con Armonía, no es la definición misma de armonía autosuficiente y all-consuming?  Alberti aclara: “Es una cualidad resultante de la conexión y unión de los elementos y en ella resplandece toda la forma de la belleza y que nosotros llamamos “concinnitas” – agrega – “Es deber y tarea de la concinnitas ordenar según las leyes precisas las partes que por su propia naturaleza serían distintas entre sí, de modo que su aspecto presente una recíproca concordancia”. Dice Alberti que la concinnitas se nutre de la gracia y decoro – decoro en latín quiere decir esplendor, compañera del ánimo y la razón. En italiano concinnitas es un término usado para indicar una atención especial, la forma y el orden usado para armonizar los elementos humanos con las reglas de la naturaleza, matemáticas o rítmicas. Entonces es una especie de armonía que debe buscarse, para acoplar los patrones dados por la naturaleza [en todas sus ramas] con los hechos por el hombre, armonía entre las partes, ya no parece ser un oxímoron. 

Pero creo que debe hacerse notar que estas definiciones, que Alberti enmarca en un contexto arquitectónico estrictamente acotado a su época, aunque puedan parecer absolutas [y en su momento pueden haberlo sido] son todo menos eso. No existe, desde mi interpretación, una lista taxativa de armonías. No hay un manual a seguir que nos indique como deben armonizar las partes entre sí. Porque realmente el universo es un rompecabezas, donde las piezas cambian con la volatilidad del viento. Si bien en épocas antiguas existían parámetros objetivos utilizados para medir esta belleza y orden, [como puede comprobarse solo mirando construcciones de determinados períodos históricos: los griegos crearon el estilo Clásico, que fue copiado por los Romanos, y luego de miles de años, la Italia renacentista le dio un nuevo aire, y por cientos de años se vio en puertas, ventanas, columnas y molduras la predominancia del estilo clásico. Basta decir que en 1780 Denis Diderot publicó las Reglas para Columnas Clásicas orientada a guiar a constructores ordinarios en la tarea de preservar en todos los niveles posibles el estilo clásico], la regla el día de hoy es que no hay reglas. Bien lo pone Alain de Botton al decir que “[…]Arguments about what is beautiful emerge as no easier to resolve, but then again no harder, than disputes about what is wise or right. We can learn to defend or attack a concept of beauty in the same way we might defend or attack a legal position or an ethical stance. We can understand, and publically explain, why we believe a building to be desirable or offensive on the basis of the things it talks to us about. The notion of buildings that speak helps us to place at the very centre of our architectural conundrums the question of the values we want to live by - rather than merely of how we want things to look”. Así deberíamos reconocer que la pregunta de que es hermoso es imposible de dilucidar, y aún más, vergonzoso y poco democrático de preguntar. Entonces, que buscamos con la arquitectura? Cuál es nuestro propósito al abrir nuestras mentes a este universo? Porque sabemos que existe armonía, que hay belleza y orden en el universo; pero como decía Le Corbusier, lo que él buscaba lograr con su obra no era solo una construcción, un espacio, un techo o una escala, sino que tratar de inducir a un cierto estado del alma a las personas. Las personas que lo viven, que lo habitan, que lo visitan o incluso que solo lo observan desde la distancia. Entonces se podría decir que ahí encontramos nuestra armonía entre las partes. Intentar unir la realidad física del lugar con la experiencia del habitante. Y es precisamente eso lo que nuestra escuela busca lograr con las Travesías. Que nuestra obra sea un presente a la comunidad en la que nos integramos. Que nuestro actuar brinde a la localidad todos los elementos que son innatos de ella, extraídos del diario vivir, del entorno y del diálogo con la comunidad, integrados en un momento determinado de su realidad. Tal vez esto se considere como una armonía del momento, porque con el tiempo las necesidades y apreciaciones de la comunidad pueden cambiar, pero por eso la obra es un presente. Y un presente en ambos sentidos de la palabra, como dice el dicho “Yesterday is history. Tomorrow is a mystery. Today is a gift. That is why it is called the present” el regalo del hoy, el regalo de nuestra interacción y comunión con el receptor, el regalo de la obra. Y eso es la travesía, vivir el presente… vivir el regalo y vivir el día. Por lo tanto queda claro que es innegable que vivimos entre esta mezcla de exposiciones. Nuestros universos están entrelazados entre ellos y con el resto del mundo y sus habitantes. Nuestro propósito por lo mismo se condice con el planteamiento de nuestra escuela. Su visión es ahora también nuestra visión, y viceversa. Hay una simbiosis, un intercambio cultural y educativo, como todos los sistemas educativos debiesen ser, en donde absorbemos conocimiento pero a la vez nuestros inputs ayudan a perfeccionar el sistema mismo. Como ya fue señalado en ocasiones anteriores, nuestra escuela planteaba ya en 1972 que “la condición humana es poética, vale decir que por ella el hombre vive libremente y sin cesar en la vigilia y coraje de hacer mundo”. Ahora, más que antes, nosotros como estudiantes nos damos cuenta de esta realidad. Armamos nuestros proyectos, nuestros mundos sumergidos en poesía, en prosa y lírica. Nos ha quedado claro que nuestra arquitectura ya no puede desasociarse de nuestra poética intrínseca. Ya no podemos concebir una propuesta llena de meras palabras, las letras y sus sonidos ya no representan lo que solían. Antes de este descubrimiento, nuestro hablar era mecánico, rutinario y carente de sentido; sentido en cuanto a propósito, porque dirección siempre hubo. Se podría decir que éramos autómatas, la correcta combinación de comandos generaba una respuesta sonora que comunicaba patrones pre-establecidos. Eso éramos; pero ya no más. Nos hemos dado cuenta que nuestras palabras importan. Nos hemos vuelto responsables del hablar, nuestro y de nuestro entorno. El poder que tienen las palabras se nos ha hecho evidente, y somos capaces de cuidar nuestra comunicación buscando siempre respetar esta herramienta que nos ha sido dada. Y qué es la poesía, sino la exaltación de la lengua. Y qué busca lograr en nosotros, sino la glorificación de nuestro espíritu. No por nada, poēsis (ποιέω), origen etimológico de poesía, era definido por Platón como “la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser”. Nuestras palabras crean. Y que mayor imperativo que ese, para motivarnos a aspirar a lo mejor que podamos, buscando siempre mejorar nuestro universo. Nuestra condición es poética, lo es nuestra vida y lo es nuestra muerte, y el camino que recorremos entremedio. Entonces, porque no ensalzarla. “Existe una producción del alma fuera de sí misma. El sujeto que persigue a Eros se trasciende a sí mismo, engendrando y pariendo hijos del espíritu. Se trasciende en una póiesis. El objeto de Eros no es, por tanto, la posesión de la belleza a través de la contemplación sino de la generación y el nacimiento de la belleza”.