Encargo 01 Epistemología - Apuntes 2022 / Marina Cabezas

De Casiopea



TítuloEncargo 01 Epistemología - Apuntes 2022 / Marina Cabezas
AsignaturaPresentación: Epistemología en Arquitectura y Diseño
Del CursoPresentación: Epistemología en Arquitectura y Diseño 2022
CarrerasDiseño
1
Alumno(s)Marina Cabezas

Hypomnémata

Clase 1 | 08 de Agosto

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Clase 2 | 22 de Agosto

Disponer al espíritu a la aventura de observar


Fabio Cruz plantea que ““Observar” sería entonces esa actividad del espíritu (y del cuerpo) que nos permite acceder, una y otra vez, a una nueva, inédita, visión de la realidad.”. Sin embargo, ¿cómo pongo a mi espíritu en esa tarea? Además de estar presente, ¿debe estar calmado, satisfecho, feliz, melancólico? ¿Qué necesito hacer para que mi espíritu esté dispuesto a la aventura de observar? ¿no estar alienada? ¿hay algún ritual que me permita poner al espíritu en esa tarea? ¿puede el espíritu realizar una actividad espiritual/artística bajo presión? ¿debo estar absolutamente presente en el tiempo-espacio o debo alejarme mentalmente de alguna manera? (como cuando uno se desconecta de una conversación y queda hipnotizado, por ejemplo, por la manera en que un pajarito construye su nido) ¿Debemos estar armonizados con nuestro espiritu para poder observar? ¿cómo se armoniza con el propio espíritu? Según Mario Levrero “mediante el ocio es posible armonizarse con el propio espíritu, o al menos, prestarle algo de la atención que merece.”. En este sentido, es necesario el tiempo de ocio para poder observar pero, ¿la observación aparece sólo en el tiempo de ocio o es capaz de aparecer cuando me obligo a hacerlo?

Por otro lado, esta nueva realidad que es revelada gracias a la observación produce en el espíritu una emoción y admiración tales que se ve en la necesidad de elogiar, a través de la palabra y/o el dibujo, lo que le ha sido revelado. ¿Por qué nos produce esa emoción? ¿tendrá que ver con que la observación viene de mirar manifestaciones de vida? (Alberto Cruz) ¿Qué de ese descubrimiento y tren de emociones (sospresa, admiración, alegría) nos mueve el espíritu? ¿Tendrá algo que ver con el goce de descubrir algo nuevo o de ver algo que estuvo frente a nuestras narices todo el tiempo? ¿Es posible que una observación nos genere emociones negativas?

Jaime Reyes en “La observación es una actividad del espíritu (y del cuerpo)” plantea que “En verdad, la observación permite la abertura de un campo existencial; antes que nada, exige nuestra propia transformación. Primero hay que cambiar de vida y luego podremos hacer obras que transformen nuestro entorno o la realidad.” pero, ¿cómo lograr esa transformación si no sabemos realmente en qué consiste esa transformación? ¿es esa transformación igual de “ingarantizable” que la revelación que debería aparecer al observar? ¿acaso no pueden garantizarse porque ambas lindan con lo desconocido?

¿Es gracias al espíritu que podemos experimentar distintos modos de vida y/o visiones de la realidad? ¿cómo traemos a presencia nuestro propio espíritu? ¿qué lo hace aparecer? ¿qué lo mueve?

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Clase 3 | 29 de Agosto

(sin título)


Una alegre melodía me despierta y obliga a enfrentarme a una luz intensa, siento mi cara luchar contra esa luz, ¿de dónde viene el sonido? sigo perdida en el tiempo‐espacio. Aún sin ubicarme a mi misma trato de ubicar el origen del sonido, está cerca pero, a pesar de que mis ojos hacen su mejor esfuerzo, es en vano. Son mis manos, luego de unos segundos de ardua búsqueda, las que encuentran una textura suave, lisa, y el sonido se detiene. Descansan mis oídos y respiro agradecida y resignada a la vez: sé que debo enfrentarme a un nuevo día.

El calor de mi cobijo y el frío del exterior sólo colaboran con mis ganas de seguir refugiada en este pequeño espacio, en estas suaves texturas que abrazan mi cuerpo. Me giro en mi misma, abro los ojos y el blanco de que me rodea me encandila nuevamente. Poco a poco comienzo a ver algunos colores. Todo a mi alrededor está detenido pero siento fugaces sonidos que parecieran venir de un lugar cercano y lejano a la vez. A pesar de la detención general del espacio que me rodea, la distribución de los objetos (algunos ordenados y otros desordenados) logra guiar mis ojos a través de ellos, me indican un camino a seguir, una sutil invitación a mirarlos uno después de otro, uno al lado del otro, filas y filas de objetos, colores y texturas.

Estiro mi cuerpo y me giro un poco. La horizontalidad y altura en la que me encuentro me hace descubrir nuevas perspectivas de objetos que veo todos los días: esa nueva forma de mirar los transforma en objetos nuevos, interesantes otra vez. Hay un plano café que tiende al cilindro ubicado diagonalmente entre cuatro verticales y dos horizontales. Llama mi atención en primer lugar porque no suele estar ahí, y en segundo lugar porque me muestra nuevas luces, o nuevas sombras: la vertical agujereada que evita que dicho plano se caiga se vuelve curva en la superficie áspera y café. El trabajo conjunto de luces y sombras le avisan a mi ojo las texturas de cada cosa que ven, le entregan a mi piel anticipadas nociones de las sensaciones que experimentará si decido tocarlas.

Los vacíos contenidos entre las verticales unidas a través de planos horizontales a distintas alturas parecieran contener la mayoría de los objetos del lugar, objetos que se distribuyen en esos planos siempre en relación a otro objeto y siempre con un punto de apoyo inferior que ubica un objeto en el plano o un objeto sobre otro. La distribución de las formas, colores y texturas parecieran no tener sentido.

Mis ojos buscan un descanso de tanta información, buscan refugio en el blanco grumoso de las paredes que lo encierran todo. Se distraen de igual manera viendo la diferencia de cada uno de esos grumos, buscando formas reconocibles.

Algo me dice que ya no puedo seguir aquí, el hambre y las obligaciones no me dejan más opción que levantarme. Mi tiempo se conecta al de otros.

Desde una nueva perspectiva, veo otra vez el mar y me pregunto por qué pareciera que el agua se mueve sola, por qué decide lanzarse al choque con las piedras, por qué si su cíclico movimiento se ve tan suave produce un sonido tan fuerte al estrellarse, ¿es por su peso? ¿cuánto pesa el mar? ¿está vivo? ¿decide conscientemente estrellarse una y otra vez o hay alguna fuerza que lo obliga a ese eterno ir y venir? Yo también voy y vuelvo, a lugares, a canciones, a personas, mi consciencia —al dormir— va y viene, ¿hay algo que me obliga a hacerlo sin que me de cuenta? ¿eso que controla al mar, también me controla a mi? ¿estaremos conectados de alguna forma? ¿hechos de lo mismo? Sólo el tiempo va, no viene, no vuelve más.

El mar y yo somos diferentes, ya lo sabían quienes decidieron nuestros nombres. Si fuera igual al mar, si fuera el mar, ese sería mi nombre: Mar. Hay algo que nos separa y nos mantiene separados, independientes, algo que hace que el mar sea y siga siendo mar, que no se fusione, por ejemplo, con las rocas. Algo que mantiene sus corporalidades aún cuando se tocan. Una especie de fuerza aglutinante que permite que sigan siendo a pesar de ceder un poco de sí mismos, como cuando la ola moja la arena o cuando la arena se dispersa en el mar.

Quizás, entre nosotros, los seres y los elementos con los que compartimos nuestra existencia tenemos tantas diferencias como similitudes.

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Clase 4 | 05 de Septiembre

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Clase 5 | 12 de Septiembre