Doyma Henríquez - Hacia la conformación colaborativa del todo

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TítuloHacia la conformación colaborativa del todo
AsignaturaTaller de Diseño de Servicios
Del CursoTaller de Diseño de Servicios 2019
CarrerasDiseño
2
Alumno(s)Doyma Henríquez Atlagić

Hacia la conformación colaborativa del todo

La universidad, desde su origen, se ha fundado en la entidad constructora y transmisora de las diversas culturas. A lo largo de la historia se ha apropiado de distintos sentidos: es la única Institución que permite la consagración plena de sus miembros, profesores y alumnos, reuniéndonos y determinando el sentido de nuestro quehacer. Para introducirnos al tema y tener algunas nociones sobre su trascendencia, José Echeverría (1993) se refiere al génesis de la Universidad en el ámbito histórico, predominado por la lucha de la libertad del pensar:

“El siglo XII de nuestra era se caracterizó por dos hechos de la mayor importancia en la historia Europea. Uno fue el auge de los debates teológicos, lo cual responde a la aspiración de depurar y comprender mejor el contenido de los dogmas de la Iglesia en que se funda la cristiandad; el otro consistió en recuperar el Derecho romano, sepultado entonces por instituciones que los pueblos germánicos habían traído consigo o que se habían desarrollado por el solo decurso de la historia— a fin de determinar hasta qué punto la ciencia jurídica, la cual Roma había desarrollado con tanto esmero, brillo y agudeza podía ser re-instituida a fin de conferir una misma racionalidad jurídica a las sociedades europeas de entonces. A cada una de estas dos magnas tareas correspondió, ya en el siglo XIII, la iniciativa de fundar una universidad. La de París fue ante todo la universidad de la teología y de la filosofía, mientras Bolonia fue aquella en que iniciaron su labor los glosadores del Derecho Romano. [...] La acumulación de estudiantes en escuelas abaciales y catedralicias ya en el siglo XII, pero sobre todo en el XIII, requirió más profesores y operó, por tanto, como un aliciente para que muchos hombres de ingenio se dedicaran a los estudios teológicos y filosóficos. Llegó un momento, en el siglo XIII, en que los maestros en estas disciplinas decidieron organizarse corporativamente, a la manera de otros gremios, junto con sus estudiantes. A esta organización corporativa la denominaron Universitas magistrorum et scholarium o, en palabras de la Partida Segunda de don Alfonso X el Sabio, título XXXI, «ayuntamiento de maestros y de escolares con voluntad y entendimiento de aprender los saberes». Toma aquí la palabra «universidad» el sentido jurídico de «comunidad», equivalente de «corporación».”1

Recogiendo la palabra con que fue designada esta institución, universidad» deriva de universitatem, voz que significa el «todo», en este caso el todo corporativo que formaban maestros y estudiantes. Sin embargo, el origen de esta última palabra se descompone en unus, «uno», y en vertere, «verter», «reunir», «recoger», por lo que señala la tarea propia de recoger en la unidad cuando la Universidad se desintegra en una multiplicidad de ciencias y artes separadas e inconexas las unas respecto a las otras.

Para orientarse hacia la concepción de esta unidad de múltiples disciplinas, primero la Universidad debe reconocer su labor de enseñanza como interlocución entre profesores y alumnos, requiriendo que estos últimos no tomen una actitud pasiva sino una participación en el cuestionamiento y un pensamiento propio sobre el saber ya elaborado que los profesores pueden ofrecer en estos diálogos. Una simbiosis de investigación y enseñanza que contribuya a generar el futuro de la comunidad y en cierta medida, de la humanidad en su conjunto. Mientras más global es el mundo, más urgente se hace el compromiso de la universidad con la región, siendo la propia identidad local, la mejor manera de mirar lo universal: la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso podría cumplir un importante papel en la construcción y transmisión de una cultura identitaria regional.

Como sostiene el ex Rector de la U. de Valparaíso, Agustín Squella, “Las universidades no tienen por qué imitar la organización parlamentarista del Estado, pero de todas maneras hay que buscar formas más expeditas de participación.”2 (Squella, 1998)

Es sabido que el día de hoy, nuestra Universidad está intentando realizar esta labor a través de variadas actividades con la comunidad, y sólo a través de la contribución de ésta se puede llevar realmente a cabo. Es imperante la participación activa del cuerpo estudiantil pero existen inquietudes, molestias y también baja motivación académica que impide que la colaboración sea plena; a la vez que existe desinformación y poco civismo de nuestra parte.

“Los llamados déficits culturales de los alumnos no pueden explicarse solamente en los procesos de enseñanza-aprendizaje en el aula, en muchos casos influyen factores extraeducacionales, como la cesantía del padre, la drogadicción, la mala alimentación, la baja autoestima, la violencia intrafamiliar y muchas otras causas.”3 (Gumucio, 2001)

¿Existen instancias comunitarias o talleres, en que se brinde educación o apoyo emocional al estudiante? Como estudiantes, no sabemos. Muchas veces la deserción en los estudios —e incluso, la iniciación— va ligada a fuertes emociones debido a nuevos desafíos, presiones y ansiedades. Por ejemplo, según Times Higher Education (2015) 1 de cada 4 estudiantes en Alemania tienden a dejar los estudios debido a los problemas monetarios, una mala relación con el profesor o falta de motivación.4 Asumiendo que en Chile esta tendencia es cada vez mayor, ¿qué ocurre con el estudiante de cuarto año que abandona prematuramente su carrera, y que por algún motivo, no puede o no desea volver a acceder a la educación superior?, ¿cuántas de las asignaturas que cursó le servirán para su desarrollo personal?, ¿cuál fue el aporte trascendental, no pedagógico, que le brindó la universidad, durante su formación?

Como mencioné anteriormente, si hablamos de universidad hablamos de la conformación del todo. Este todo debe ser fortalecido, restableciendo y restaurando las carencias o dolores de sus integrantes, asumiendo la responsabilidad sobre el cuidado y protección de quienes la componen. Sería altamente significativo que la Universidad atienda a la nueva tarea de pensar el desarrollo según otras pautas; la de elaborar el concepto de un desarrollo tecnológico social y cultural, óptimo y sostenible, orientado, antes que al beneficio de las empresas, al logro de la felicidad y autorrealización de los individuos de modo tal que, al alcanzarlo, las diferentes agrupaciones humanas pudiesen vivir en armonía entre sí y proteger, a la vez, el entorno ecológico de que su subsistencia depende. Entre estas, tengo la seguridad que existe diversidad de temas y problemas a los que la PUCV, por su situación y condiciones específicas, puede aportar valiosamente.

Como declara el Manifiesto de Córdoba (1918), “En adelante podrán ser maestros en la futura república universitaria, los verdaderos conductores de almas, los creadores de la verdad, de la belleza y del bien.”5 (Juventud Argentina de Córdoba)


Bibliografía

1 Echeverría, J. (2001). Universidad, democracia y destino. Polis, 1. Recuperado de https://journals.openedition.org/polis/8083

2 Squella, A. (1998). Sobre Acreditación Universitaria, en Calidad de la Educación. Documento presentado en Consejo Superior de Educación, Santiago, Chile.

3 Gumucio, R. (2001). Grandezas y miserias de las universidades, Una perspectiva histórica. Polis, 1. Recuperado de https://journals.openedition.org/polis/8278

4 McKie, A. (2015). 27% of German students drop out. Recuperado de https://www.timeshighereducation.com/news/27-of-german-students-drop-out/175542.article

5 Juventud Argentina de Córdoba (1918). La Juventud Universitaria de Córdoba a los Hombres Libres de Sudamérica. Recuperado de http://invexped.udistrital.edu.co:8080/documents/40587/88535/cordoba.pdf