Diferencia entre revisiones de «Doyma Henríquez Atlagic EAD 3212 Tarea 4»

De Casiopea
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Cuando Daniel Dennett menciona que las metáforas no son sólo metáforas sino herramientas de pensamiento (Reyes, 2020), me evoca a la observación en la Escuela; cuando intentamos verbalizar el presente ante nuestros ojos de manera inocente y genuina cada vez que lo intentamos develar. Aquí es probablemente donde se reúnen las palabras que pueden alcanzar ser el fundamento de nuestra obra a concebir.
Cuando Daniel Dennett menciona que las metáforas no son sólo metáforas sino herramientas de pensamiento (Reyes, 2020)<ref>Reyes, J. (2020) Taller de Amereida 2020. La danza con la Venus del vacío. Recuperado 19 de mayo de 2020, de Vimeo: https://vimeo.com/411786006</ref>, me evoca a la observación en la Escuela; cuando intentamos verbalizar el presente ante nuestros ojos de manera inocente y genuina cada vez que lo intentamos develar. Aquí es probablemente donde se reúnen las palabras que pueden alcanzar ser el fundamento de nuestra obra a concebir.


Comprendamos la poesía desde la palabra y el oficio desde la acción. Cuando la acción es articulada por la palabra, pareciera construirse un lenguaje poético que es capaz de guiar el camino de los oficios. Considero a la observación en sí, como una traducción de algo que queremos traer a la realidad nombrandolo. Nombrar lo que vemos, nos permite que la palabra sea la principal propulsora del acto de hacer oficio. Incluso si nos orientamos hacia el origen de nuestra palabra, podríamos continuar develando realidades que nos conducen a otros lugares o a otras formas –gracias a la primera palabra desnuda que nos donan los griegos–. Apropósito de las metáforas de Dennett, creo que la palabra poética es una de ellas, una metáfora que formaliza y da guías formales para los oficios, dando cabida a interrelaciones y nuevos fundamentos entre la palabra y la forma.
Comprendamos la poesía desde la palabra y el oficio desde la acción. Cuando la acción es articulada por la palabra, pareciera construirse un lenguaje poético que es capaz de guiar el camino de los oficios. Considero a la observación en sí, como una traducción de algo que queremos traer a la realidad nombrandolo. Nombrar lo que vemos, nos permite que la palabra sea la principal propulsora del acto de hacer oficio. Incluso si nos orientamos hacia el origen de nuestra palabra, podríamos continuar develando realidades que nos conducen a otros lugares o a otras formas –gracias a la primera palabra desnuda que nos donan los griegos–. Apropósito de las metáforas de Dennett, creo que la palabra poética es una de ellas, una metáfora que formaliza y da guías formales para los oficios, dando cabida a interrelaciones y nuevos fundamentos entre la palabra y la forma.
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Llego a un punto de lectura personal en la Escuela en el que me encuentro con la flânerie, francés para el acto concreto de pasear, pero que alude a otras cosas mucho más complejas: una manera de relacionarse con la realidad. “Consiste en moverse por ella [la ciudad] con la atención lo más despierta posible a fin de apreciarla como una inmensa acumulación de detalles, de matices, de contrastes sutiles, de huellas de distintos pasados.” (Sánchez Tortosa, 2015). Teniendo presente estas nociones de la flânerie y del flâneur podríamos llevarlo a distintas escalas de recorrido, como del paseo por la ciudad a un paseo por una escultura. Un paseo por sus planos nos puede guiar a nuevas correspondencias, nuevos vínculos y por lo tanto, develar nuevas formas. Así, como flâneurs, nuestra atención en el silencio observa y participa al mismo tiempo para lograr distinciones en la flânerie, y poder nombrarlas.
Llego a un punto de lectura personal en la Escuela en el que me encuentro con la flânerie, francés para el acto concreto de pasear, pero que alude a otras cosas mucho más complejas: una manera de relacionarse con la realidad. “Consiste en moverse por ella [la ciudad] con la atención lo más despierta posible a fin de apreciarla como una inmensa acumulación de detalles, de matices, de contrastes sutiles, de huellas de distintos pasados.” (Sánchez Tortosa, 2015)<ref>Alemany, L. (2015). La mística del paseante. Recuperado 19 de mayo de 2020, de El Mundo website: https://www.elmundo.es/cultura/2015/06/04/555b3def268e3edd418b4598.html </ref>. Teniendo presente estas nociones de la flânerie y del flâneur podríamos llevarlo a distintas escalas de recorrido, como del paseo por la ciudad a un paseo por una escultura. Un paseo por sus planos nos puede guiar a nuevas correspondencias, nuevos vínculos y por lo tanto, develar nuevas formas. Así, como flâneurs, nuestra atención en el silencio observa y participa al mismo tiempo para lograr distinciones en la flânerie, y poder nombrarlas.


Poe, en su poema Silence - A Fable (1838), habla sobre un Demonio que relata una anécdota a un hombre en Libia, a orillas del río Zaire, en donde no hay calma ni silencio. A lo largo del relato, el Demonio describe a un hombre sentado en una piedra a orillas del río, al cual observa con cautela e intenta atemorizar con hechizos, generando cambios en el clima con el fin de que el hombre deje el lugar, lo cual no sucede. Finalmente, el Demonio decide someter al lugar con un hechizo de un profundo y tenso silencio, y solo así, el hombre vencido por el terror, huye desesperado mientras el Demonio lo observa.  
Poe, en su poema Silence - A Fable (Poe, 1838)<ref> Poe, E.A. (1838) Silence - A Fable.</ref>, habla sobre un Demonio que relata una anécdota a un hombre en Libia, a orillas del río Zaire, en donde no hay calma ni silencio. A lo largo del relato, el Demonio describe a un hombre sentado en una piedra a orillas del río, al cual observa con cautela e intenta atemorizar con hechizos, generando cambios en el clima con el fin de que el hombre deje el lugar, lo cual no sucede. Finalmente, el Demonio decide someter al lugar con un hechizo de un profundo y tenso silencio, y solo así, el hombre vencido por el terror, huye desesperado mientras el Demonio lo observa.  


Más allá de hacer un análisis de su poema, quizá Poe estaba siendo irónico con su título Silencio: Una fábula, ya que en nuestra experiencia más humana del mundo, el silencio es, de hecho, una fábula. Siempre hay sonido.  
Más allá de hacer un análisis de su poema, quizá Poe estaba siendo irónico con su título Silencio: Una fábula, ya que en nuestra experiencia más humana del mundo, el silencio es, de hecho, una fábula. Siempre hay sonido.  
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John Cage hace una referencia a ésto en su obra 4’33’’ (1958), una obra musical en la que paradójicamente, no se toca ni una sola nota. “Silence becomes something else – not silence at all but sounds, the ambient sounds. The nature of these is unpredictable and changing.” Cage nos concede cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio, en tres tiempos. Con esta invitación no pretende que escuchemos el silencio que él compuso sino los sonidos que nos entrega ese momento y lugar durante ese tiempo. Es voluntad de cada uno hacerse cargo de ese silencio –o no– y poder ser testigos de cómo la indeterminación del universo comienza a formar parte de la obra, con la certeza de que será diferente cada vez y para cada persona que pueda experimentar y atender ese silencio, al igual que en el paseo.  
John Cage hace una referencia a ésto en su obra 4’33’’ (1958), una obra musical en la que paradójicamente, no se toca ni una sola nota. “Silence becomes something else – not silence at all but sounds, the ambient sounds. The nature of these is unpredictable and changing.” (Cage, 1961)<ref>Cage, J. (1961) Silence: Lectures and Writings.</ref>
Cage nos concede cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio, en tres tiempos. Con esta invitación no pretende que escuchemos el silencio que él compuso sino los sonidos que nos entrega ese momento y lugar durante ese tiempo. Es voluntad de cada uno hacerse cargo de ese silencio –o no– y poder ser testigos de cómo la indeterminación del universo comienza a formar parte de la obra, con la certeza de que será diferente cada vez y para cada persona que pueda experimentar y atender ese silencio, al igual que en el paseo.  




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Creo que aquí puede ser donde se muestra la palabra poética: en el silencio. El silencio de la palabra poética. El silencio como para poder nombrar “sin decir una sola cosa, directa, explícita” (Bodoc, 2012), decir lo que no se dice. Es cuando queremos darle una naturaleza que no establezca bordes, dejarlo abierto siempre a nuevos paseos para un-otro flâneur y dar lugar a la inocencia con la que se observa cada vez.  
Creo que aquí puede ser donde se muestra la palabra poética: en el silencio. El silencio de la palabra poética. El silencio como para poder nombrar “sin decir una sola cosa, directa, explícita” (Bodoc, 2012)<ref>Bodoc, L. (2012) Liliana Bodoc: Mentir para decir la verdad [https://youtu.be/qOFyNOYp3MU]. Recuperado de https://www.tedxriodelaplata.org/videos/mentir-para-decir-verdad</ref>, decir lo que no se dice. Es cuando queremos darle una naturaleza que no establezca bordes, dejarlo abierto siempre a nuevos paseos para un-otro flâneur y dar lugar a la inocencia con la que se observa cada vez.  


La palabra proviene de la inocencia pero no es inocente. Bodoc dice que “la palabra nunca es como una cosa inocente, nunca como una cosa neutra. Nunca como una cosa que se pronuncia y no transforma nada. Decir es hacer.”. Entonces somos testigos de que la palabra puede hacer que esta realidad aparezca, que se forme, que se transforme; que tome nuevos caminos en cada paseo. Sólo debemos prestar atención.
La palabra proviene de la inocencia pero no es inocente. Bodoc dice que “la palabra nunca es como una cosa inocente, nunca como una cosa neutra. Nunca como una cosa que se pronuncia y no transforma nada. Decir es hacer.”<ref>Ibídem</ref>. Entonces somos testigos de que la palabra puede hacer que esta realidad aparezca, que se forme, que se transforme; que tome nuevos caminos en cada paseo. Sólo debemos prestar atención.

Revisión del 01:53 18 jun 2020



TítuloDoyma Henríquez Atlagic EAD 3212 Tarea 4
AsignaturaPoetica General
Del CursoPoetica general 2020
CarrerasDiseño
4
Alumno(s)Doyma Henríquez Atlagić

Nombrar en silencio:

Una manera de trans(formar) la realidad


Introducción

Cuando Daniel Dennett menciona que las metáforas no son sólo metáforas sino herramientas de pensamiento (Reyes, 2020)[1], me evoca a la observación en la Escuela; cuando intentamos verbalizar el presente ante nuestros ojos de manera inocente y genuina cada vez que lo intentamos develar. Aquí es probablemente donde se reúnen las palabras que pueden alcanzar ser el fundamento de nuestra obra a concebir.

Comprendamos la poesía desde la palabra y el oficio desde la acción. Cuando la acción es articulada por la palabra, pareciera construirse un lenguaje poético que es capaz de guiar el camino de los oficios. Considero a la observación en sí, como una traducción de algo que queremos traer a la realidad nombrandolo. Nombrar lo que vemos, nos permite que la palabra sea la principal propulsora del acto de hacer oficio. Incluso si nos orientamos hacia el origen de nuestra palabra, podríamos continuar develando realidades que nos conducen a otros lugares o a otras formas –gracias a la primera palabra desnuda que nos donan los griegos–. Apropósito de las metáforas de Dennett, creo que la palabra poética es una de ellas, una metáfora que formaliza y da guías formales para los oficios, dando cabida a interrelaciones y nuevos fundamentos entre la palabra y la forma.


Qué dice el silencio?

Llego a un punto de lectura personal en la Escuela en el que me encuentro con la flânerie, francés para el acto concreto de pasear, pero que alude a otras cosas mucho más complejas: una manera de relacionarse con la realidad. “Consiste en moverse por ella [la ciudad] con la atención lo más despierta posible a fin de apreciarla como una inmensa acumulación de detalles, de matices, de contrastes sutiles, de huellas de distintos pasados.” (Sánchez Tortosa, 2015)[2]. Teniendo presente estas nociones de la flânerie y del flâneur podríamos llevarlo a distintas escalas de recorrido, como del paseo por la ciudad a un paseo por una escultura. Un paseo por sus planos nos puede guiar a nuevas correspondencias, nuevos vínculos y por lo tanto, develar nuevas formas. Así, como flâneurs, nuestra atención en el silencio observa y participa al mismo tiempo para lograr distinciones en la flânerie, y poder nombrarlas.

Poe, en su poema Silence - A Fable (Poe, 1838)[3], habla sobre un Demonio que relata una anécdota a un hombre en Libia, a orillas del río Zaire, en donde no hay calma ni silencio. A lo largo del relato, el Demonio describe a un hombre sentado en una piedra a orillas del río, al cual observa con cautela e intenta atemorizar con hechizos, generando cambios en el clima con el fin de que el hombre deje el lugar, lo cual no sucede. Finalmente, el Demonio decide someter al lugar con un hechizo de un profundo y tenso silencio, y solo así, el hombre vencido por el terror, huye desesperado mientras el Demonio lo observa.

Más allá de hacer un análisis de su poema, quizá Poe estaba siendo irónico con su título Silencio: Una fábula, ya que en nuestra experiencia más humana del mundo, el silencio es, de hecho, una fábula. Siempre hay sonido.


Siempre hay sonido

John Cage hace una referencia a ésto en su obra 4’33’’ (1958), una obra musical en la que paradójicamente, no se toca ni una sola nota. “Silence becomes something else – not silence at all but sounds, the ambient sounds. The nature of these is unpredictable and changing.” (Cage, 1961)[4] Cage nos concede cuatro minutos y treinta y tres segundos de silencio, en tres tiempos. Con esta invitación no pretende que escuchemos el silencio que él compuso sino los sonidos que nos entrega ese momento y lugar durante ese tiempo. Es voluntad de cada uno hacerse cargo de ese silencio –o no– y poder ser testigos de cómo la indeterminación del universo comienza a formar parte de la obra, con la certeza de que será diferente cada vez y para cada persona que pueda experimentar y atender ese silencio, al igual que en el paseo.


El silencio de la palabra poética

Creo que aquí puede ser donde se muestra la palabra poética: en el silencio. El silencio de la palabra poética. El silencio como para poder nombrar “sin decir una sola cosa, directa, explícita” (Bodoc, 2012)[5], decir lo que no se dice. Es cuando queremos darle una naturaleza que no establezca bordes, dejarlo abierto siempre a nuevos paseos para un-otro flâneur y dar lugar a la inocencia con la que se observa cada vez.

La palabra proviene de la inocencia pero no es inocente. Bodoc dice que “la palabra nunca es como una cosa inocente, nunca como una cosa neutra. Nunca como una cosa que se pronuncia y no transforma nada. Decir es hacer.”[6]. Entonces somos testigos de que la palabra puede hacer que esta realidad aparezca, que se forme, que se transforme; que tome nuevos caminos en cada paseo. Sólo debemos prestar atención.

  1. Reyes, J. (2020) Taller de Amereida 2020. La danza con la Venus del vacío. Recuperado 19 de mayo de 2020, de Vimeo: https://vimeo.com/411786006
  2. Alemany, L. (2015). La mística del paseante. Recuperado 19 de mayo de 2020, de El Mundo website: https://www.elmundo.es/cultura/2015/06/04/555b3def268e3edd418b4598.html
  3. Poe, E.A. (1838) Silence - A Fable.
  4. Cage, J. (1961) Silence: Lectures and Writings.
  5. Bodoc, L. (2012) Liliana Bodoc: Mentir para decir la verdad [1]. Recuperado de https://www.tedxriodelaplata.org/videos/mentir-para-decir-verdad
  6. Ibídem