Diseño de Sitio Web Rolando Rojas - Etapa II

De Casiopea


TítuloDiseño de Sitio Web Rolando Rojas - Etapa II
Tipo de ProyectoProyecto de Titulación
Palabras Clavesitio web, rolando rojas
Período2014-2014
AsignaturaTaller de Diseño Gráfico Titulación 2,
Del CursoTaller de Diseño Gráfico Titulación 2,
CarrerasDiseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.
Alumno(s)José Miguel Ortega
ProfesorSylvia Arriagada


Antecedentes

Planificación del Proyecto

Objetivos del Proyecto

Objetivo General

Establecer una plataforma virtual que albergue el material artístico del fotógrafo Rolando Rojas: fotografías, exposiciones, bibliografía, entre otros elementos. Esto con la finalidad de dar a conocer su trabajo de carácter social del siglo pasado a nivel nacional y así reconocerlo como un patrimonio artístico y cultural.

Objetivos Específicos

  • Definir un marco teórico entorno al sentido del retrato el cual permita determinar la cantidad de material fotográfico que se expondrá en el sitio (tanto cualitativo como cuantitativo) y el hilo conductor entre la selección.
  • A partir del carácter artístico de las fotografías de Rolando Rojas definir un sentido en cuanto al modo de mostrar este material en el sitio web.
  • Realizar un levantamiento de información entorno a la captura de cada fotografía en su particular, esto con la finalidad de poder otorgar información al usuario entorno a cada una de ellas.
  • Establecer jornadas de diseño colaborativo junto a Marisol Rojas, esto para el diseño de wireframe e interfaz.
  • Investigar y -en lo posible- postular con el proyecto a algún fondo concursable relacionado con la difusión cultural regional.

Marco Teórico

Abstract

La presente revisión bibliográfica tiene su finalidad en abrir un campo de estudio entorno al retrato y su composición en diferentes oficios; fotografía, pintura, teatro, etc. Esto como un planteamiento a modo de marco teórico para el diseño de un sitio web que albergue y presente todo el trabajo artístico realizado por Rolando Rojas ligado al retrato fotográfico. Cabe menciona que Rolando se desempeñó como fotógrafo social en Valparaíso y sus alrededores durante la segunda mitad del siglo pasado. Reconocido como el “fotógrafo de las novias”, Rolando trabajó principalmente el retrato en blanco y negro, siendo este el principal motivo por lo que es recordado hasta el día de hoy.

Durante una etapa anterior se llevó a cabo un proceso de levantamiento de información ligado a la catalogación del archivo fotográfico de Rolando Rojas; el organizar y analizar el contenido según su tipología (tipo de fotografía, formato, soporte, año de capturada, etc.). El encuentro directo con el material tangible y las reuniones con Marisol Rojas -hija de Rolando- permitió entender a grandes rasgos el proceso creativo del fotógrafo, en donde la manera de componer el retrato a través de una mirada indirecta por parte de la persona fotografiada (en la mayoría de los casos) se vuelve un punto de interés, situación con la cual se busca otorgarle un sentido al modo de presentar las fotografías en el sitio web.

Tras lo anterior, la siguiente revisión bibliográfica pretender poner en discusión la pregunta ¿Cuál es el rol de la mirada dentro de la composición de un retrato? Y ¿cómo esta se relaciona con el resto de los elementos que están en juego? (luminosidad, encuadre, pose, etc.), esto con el fin de poder describir de manera precisa el retrato de Rolando Rojas, y así presentarlo de un modo elocuente con el carácter de su fotografía.

La Mirada como Elemento que Define una Intención Fotográfica

Se decide que para realizar un planteamiento entorno al modo de presentar las fotografías de Rolando Rojas en un sitio web se vuelve necesario definir y expresar el carácter de su obra fotográfica, con lo cual se busca abstraer esta observación y convertirla en un experiencia al momento en que el usuario se encuentre con dicho material.

Para esto se vuelve primordial entender que la interrogante entorno a esta parte de la investigación se plantea en base a dos situaciones, por un lado el proceso o método de composición de un retrato en su sentido más amplio –a través de diferentes oficios-, por otro lado, la relación de esta realidad con otras situaciones que se presentan de manera paralela: la luminosidad, la pose, encuadre, etc.

El retrato como una interpretación desde la sensibilidad

A través de la historia, el retrato ha tenido una gran presencia en el ámbito de la creación artística, cuya principal función en muchos casos ha sido definida como un modo de mantener la imagen de la persona retratada a través del tiempo: ya sea el rostro de los reyes persas en monedas en el siglo VI a.C., como en un retrato particular de simplemente de un ser cercano. Ahora bien, en cuanto al modo de definirla, muchos han aportado desde distintos oficios una diversidad de visiones en cuanto a este tema. Georg Simmel, filósofo alemán, en 2011 definió al retrato como “una representación de lo que vemos de manera puramente sensible, es decir, lo que podríamos ver si nuestra sensibilidad fuera bastante autónoma”. Bajo este sentido se podría comenzar a entender que el retrato no responde de manera completa a una representación fidedigna de la realidad, sino más bien se relaciona de manera directa con el mundo sensible. Algo similar nos señala Pedro Azara en El Ojo y La Sombra: “todo retrato consiste en una representación… mediante la perfecta y plausible reproducción de la apariencia.” , a lo que más adelante agrega una cita de Clito, antiguo escultor griego, “además de lo visible, un buen retratista tenia que se capaz de transmitir la vives del alama del modelo. Es más, la obra era válida y se desmarcaba de las reproducciones artesanales carente de vida, si comunicaba el espíritu del modelo los espectadores. El artista, por tanto debía conseguir que la materia hiciera visible algo tan impalpable, secreto y oculto como el alma del modelo”. Esta representación más bien subjetiva relacionada con los retratos, y que alude al mundo del retratado es una concepción que a través de la historia ha ido cambiando, los antiguos neerlandeses se interesaban más bien en que el retrato fuese una representación exacta de la realidad, en donde se cerraban a la interpretación psicológica, situación que para el siglo XV cambia, ya que en esta época el retrato “comienza a comunicar el estado de ánimo, el talante, la actitudes intelectuales y morales”, en donde “se llega tan lejos que, por una inversión dialéctica, esta representación psicológica desemboca en un temor a exponer los propios sentimientos e ideas”. (Norbert Schenieder, Historiador del Arte).

Si se observa detenidamente cada una de las posibles definiciones de retrato, es posible notar que todas aluden a la representación del retratado mediante el mundo sensible, de las emociones. Ahora, representar significa “hacer presente algo con palabras o figuras que la imaginación retiene” , en donde este presentar muestra la realidad física, concreta del retratado mediante el mundo sensible de las emociones.

El rol del rostro en la composición de un retrato

Al señalar que un retrato se compone mediante un complemento entre la realidad y el mundo de las emociones, se vuelve necesario entender como este último punto hace presencia en un hecho tangible como es el retrato. Para muchos, el rostro representa el medio de reconocimiento de un ser, lo que caracteriza su individualidad, en donde el retrato pone en evidencia la identidad de una persona. En una conversación con José Balcells (diseñador Gráfico y Escultor), este señala que “en el rostro de una persona lo que le entrega individualidad son 4 rasgos: los 2 ojos, la nariz y la boca” , a lo que él llama “primer milagro”, en donde el segundo correspondería al hecho en que a pesar de que “la mayoría de las personas poseen estos rasgos, nunca estos son igual a otros”, y es mediante la configuración de estas realidades que el ser expresa su mundo interior. George Simmel señaló en 2011 que “el alma se expresa con mayor claridad a través el rostro… el rostro es lo que posee en mayor medida una unidad interna. Baste una prueba: un cambio, real o aparente, en un solo de los elementos del rostro modifica de inmediato todo su carácter y expresión, por ejemplo, la contracción de los labios, la forma de mirar, de fruncir las cejas.” Pareciera que mediante la cualidad de expresión del rostro y de los elementos que lo componen, el artista es capaz de dar cuenta del mundo interior del retratado a través de la singularidad: “el retrato singulariza al ser humano. El artista lo aísla de la multitud. Luego, hurga, en su faz para sacar a la superficie algún rasgo, un deje que lo personaliza: el alma amanece a través del brillo de los ojos, como sostenía Sócrates” (Pedro Azara, 2002).

Se vuelve interesante como a través de diferentes escritos se reitera en la función del rostro y el modo de componer la expresión que este conlleva dan cuenta, o más bien, se relacionan con el área sensible de las personas. Ahora bien, un retrato no sólo se compone de un rostro, sino también de luminosidad, de un fondo, de una pose, sin olvidar el contexto histórico, político y social al que este puede pertenecer y la técnica con que este fue llevado a cabo, situaciones que en este caso, como se señaló en un inicio de la revisión bibliográfica, no tienen cabida. Bajo este contexto se vuelve primordial indagar en el rol de la mirada dentro del retrato.

El Rol de la Mirada en la Composición de un Retrato

Anteriormente, y de manera reiterativa se ha señalado la importancia de la mirada dentro del retrato y su capacidad de expresión, en donde Simmel señala: “en la capacidad de alcanzar un máximo de expresión con el menor movimiento, el ojo no tiene parangón…”a lo que más adelante agrega “a mismo tiempo el ojo lleva al punto máximo la capacidad del rostro de reflejar el alma, el ojo también lleva a cabo, en el plano puramente formal, la realización más sutil: interpretar el fenómenos sin necesidad de remitirse a una espiritualidad invisible que se ocultarías detrás de fenómeno”. Bajo este contexto se comienza a entender como la mirada, a través del ojo, posee una importancia en cuanto al complemento entre lo real y lo espiritual –se mueve entre ambos mundos-, otorgándole así una importancia clave dentro de la realización de un retrato. En cuanto a la mirada en la fotografía Roland Barthes en su libro La Cámara Lúcida: Nota sobre la fotografía señala que “la fotografía separa la atención de la percepción, y que sólo muestra la primera, a pesar de ser imposible sin la segunda; se trata de lo aberrante, de una noesis sin noema, de un acto de pensamiento sin pensamiento… lo que ocurre es que, ahorrándose la visión, la mirada parece estar retenida por algo interior”. En este sentido se vuelve a hacer hincapié en el contexto de la sensibilidad que se entrega a través de la mirada, pero en este caso, en una situación indirecta, en el mirar sin mirar, como si le hecho que conlleva y el problema relacionado con la mirada fuese algo únicamente ligado a la sensibilidad, algo que Pedro Azara comparte hasta cierto punto, señalando: “Un buen retrato es inconfundible; manifiesta lo rasgos personales e un determinado individuo, lo cual no quiere decir, curiosamente, que la imagen deba necesariamente parecerse físicamente al modelo. Debe, ante todo, evocarlo espiritualmente, permitiéndole manifestarse a través de la obra antes los sentidos de espectador, en donde la luz pareciera ser un elemento de reconocimiento”. El hecho de citar al autor anterior revela una intención dicha anteriormente al iniciar esta revisión bibliográfica: la relación del rostro con otro –específicamente la mirada con el resto de los elementos que conforman un retrato. Se comienza a entender la capacidad que posee la mirada –y el ojo- de revelar el alma del retratado, a partir de un hecho formal, en donde el destaque de esta realidad a través de la luz pareciera ser un hecho digno de estudiar.

La Luz en la Mirada del Retrato como Revelador de una Intención

Se ha señalado en repetidas oportunidades como el retrato busca representar de alguna manera tanto el alma como la realidad física del retratado, en donde la mirada pareciera ser el eje fundamental para la realización de dicha acción. La luz en este caso se plantea como una herramienta que permite responder una interrogante ligada a “qué aspecto de la personalidad o qué imagen del sujeto se desea ilustrar”. (Michael Freeman, 2000). Es mediante esta realidad tan primordial del retrato que se logra otorgarle una personalidad al retrato, y así destacar de una manera más óptima la mirada del retratado, Freeman continúa señalando: “en la mayor parte de los retratos, el interés está más en la personalidad que se transmite… situación en donde la luz puede resaltar o difuminar ciertas realidades… la iluminación lateral produce un contraste bastante definido en ambos lados de la cara, para un efecto más natural, el relleno de sombra tendría que tener un nivel aproximado a una cuarta parte de la iluminación principal. La luces secundarias, producen el efecto de un halo reluciente.”

El entender el rol de la luz en el retrato como una realidad que pretende destacar la personalidad con la que se busca representar a la persona retratada da cuenta de cómo esto se logra mediante el juego entre un hecho real y el mundo sensible al que evoca esta expresión artística. Situación que la propia mirada –a través del ojo- la cual “trae consigo la intuición, incluso la garantía, de que la solución dada a los problemas artísticas, problemas de pura visibilidad, de representación visual de las cosas, es también la solución a otros problemas que se entrecruzan entre el alma y el fenómeno, problemas de ocultación y revelación.” (Simmer, 2011). En pocas palabras la mirada podría ser el eje central del retrato, reveladora de un mundo interior, que mira sin mirar a través de situaciones tanto sensibles (como la dicha anteriormente) y formales, ya que es un hecho real, esto con una composición lumínica que sirve para destacar dicha realidad.

La Mirada de Rolando

La Mirada Indirecta a través de una Luminosidad Diagonal Una vez estudiado el retrato y su composición se vuelve necesario que Rolando Rojas debe ser presentado a través de la mirada. Rolando en sus retratos se destaca -en su mayoría- por realizar composiciones en donde el ser retratado no mira a la cámara, aun así logra transmitir una historia, una personalidad propia de este mismo ser. La luz por su parte se compone a partir de una diagonal -característica señalada por su propia hija Marisol Rojas-, cuyo juego de luces y sombra destaca la mirada y pose del propio retratado. Bajo este contexto, se decide presentar a Rolando a través de la mirada de su retratados, cuya composición luminosa se construye en base a una luz diagonal que destaca la mirada de sus retratados.

Fotografía de Estudio

Fotografía de Exterior

Vida Social

Mirada de Rolando - Completa

Archivo:Ambitos fotografías de rolando - ortega - 05-05.png

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Mapa de Clase I Sitio de Rolando Rojas .png

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