Discusión:"Desvelos del Eros. Aproximaciones a lo oculto en el territorio"

De Casiopea
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Título"Desvelos del Eros. Aproximaciones a lo oculto en el territorio"
AsignaturaPoética General Mg 2T 2015, Poética General
CarrerasCiudad y Territorio
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  • Introducción

Partiendo de una pregunta primera, ¿qué es lo que provoca los movimientos -humanos- en los territorios?. Podríamos responder -sencillamente-: es la idea de algo diferente, distinto a nosotros mismos; algo que percibimos como otro.

La otredad no es una particularidad de estos momentos de la historia ni de este continente; atraviesa todas las relaciones, en todos los planos y todos los tiempos.

Octavio Paz va a decir los otros todos que nosotros somos[1] diciendo que en el reconocimiento de la existencia del otro, el uno -en este caso colectivo- afirma su identidad, su autoconocimiento. Spinoza por otro lado dice que el otro humano genera Eros[2]. Entonces, el Eros es un aparato que alude al movimiento: impulsa un avanzar, provoca un desplazamiento hacia lo otro. Tratemos de descifrar esto y así explicar cómo funcionan las alteridades y sus posibles efectos.

Para profundizar en este argumento, tomaremos una primera idea platónica de Eros. Para Platón, Eros no sólo es deseo. Tampoco se satisface con la simple contemplación; por lo mismo, no es mera experiencia visual. (Trías:4)[3]

Este movimiento al que nos referimos, nos interesa en su sentido territorial; pues ese otro humano es ya un territorio que, a su vez, se emplaza en un territorio.Los territorios, diremos, son todo lo propio del medio, inseparable de los sujetos que lo habitan y de las huellas -heredadas- de otros modo de habitar. Los territorios condicionan en tanto que potencian, son memoria y son proyección.

Nos ocuparemos, en estas reflexiones, de estudiar el Eros no sólo como configurador de subjetividades, sino además y muy fundamentalmente, como configurador de territorios que darán cuenta de las distintas alteridades que los constituyen y las distintas aristas del Eros que los vinculan. Pues, así como los territorios implican superposiciones de distintas capas, el Eros posee múltiples formas.

Por lo mismo, haremos un recorrido por los orígenes de nuestra América -tomada desde la historia occidental- como ejercicio de reconocimiento de las diversas formas posibles del Eros y alcanzar algunos aspectos de esta fuerza que podríamos evidenciar hoy, en la ciudad contemporánea.



Empezaremos por el yo europeo, éste uno que inaugura el relato de la historia mundo; éste que se construye como tal en un proceso que comienza en la identificación del otro, musulmán. Así se inventa a sí mismo.

  • El otro desplazable

La Europa Occidental, hasta el año 1000, fue un mundo periférico y secundario del mundo musulmán. Se encontraba aislada, después de los fracasos por intentar recuperar su presencia en el lugar donde se situaba el ‘Santo Sepulcro’, que se había convertido en un centro de comercio dominado por los musulmanes, dejando a los europeos sin control sobre el mediterráneo oriental. (Dussel:103)[4] Así es que en la Edad Media, frente al avance del Islam y durante las ‘Cruzadas’, los europeos se dieron cuenta que eran una comunidad con ciertas características culturales y étnicas que lo distinguían del otro musulmán.

El yo europeo toma una forma religiosa -católica-, su Eros asume la misión de devolverle a Dios lo que le es propio; propósito éste que les ha hecho desarrollar a España y Portugal, ya en el SXV, una capacidad de conquista territorial externa. Esta actitud va a devenir en un largo proceso de reconquista sobre tierras ocupadas por los ‘infieles’ que culminará en 1492 con la recuperación católica de Granada a manos de la reina Isabel de Castilla.

Ahora Europa se entiende como centro: es orden y civilización, siendo estos los atributos alcanzados de este yo católico en contraposición a los ‘infieles’ a quienes, según entiende, debe convertir o desplazar. El Eros, como decíamos, es un desplazarse hacia el otro, pero no siempre es encuentro con aquello otro, sino también podría ser un desplazar lo otro, o destruirlo para encontrarse con lo propio.

  • Lo otro representado

Estos deseos por recuperar tierras van a direccionar un interés por el territorio, una necesidad de mapearlo para aprehenderlo y descifrarlo. La alteridad se instala en lo espacial y quedará representada en las cartografías, mapas y dibujos.

Por ejemplo, la representación de Macrobius -o de las zonas climáticas- evidencian un conocimiento del mundo -que ya se entiende redondo- y un registro que da cuenta de las posibilidades que las tierras ofrecen de ser habitadas o atravesadas. En cada uno de los polos hay una zona ‘frígida’ o fría; también están las ‘perustas’, zonas ardientes que, separadas por el océano, limitan cada una con las ‘temperatas’, que son las templadas, siendo una de estas conocida y otra, la ‘antipodum’, la desconocida. El mundo entonces, es entendido por el europeo desde una división más bien teológica en el plano de lo conocido que articula ‘orbis cristianus’ rodeado de ‘orbis paganus’ que se superpone además, en otra relación ligada a las ‘antípodas’, a lo oculto.

    1. Las invenciones de lo desconocido

Lo oculto, la India por ejemplo, se distingue de lo desconocido, pues ya forma parte del imaginario europeo. Contada desde historias maravillosas de mitos que incorporan monstruos, humanos deformes y gigantes, y a través de los relatos de Marco Polo, quien en 1272 viajó a India y sus experiencias se instauraron en el imaginario colectivo. También los relatos contados por los falsos viajeros, como Alejandro Magno, alimentaron el mundo maravilloso de la época. (Urbina)[5]

Además, se le atribuía a lo oculto, cualidades propias de un lugar ideal como ser 'Paraísos Terrenales' donde la abundancia permite que todos puedan servirse de los frutos sin necesidad de trabajo y sacrificio, donde no existe la guerra ni los conflictos.

El relato maravilloso, aún cuando tenga que ver con aquello visto por otro, se construye a partir de lo real conocido, lo ya visto o vivido. Recordar esto va a ser fundamental para tratar de entender cómo es que la mirada lee lo otro. Cómo es que muchas veces no se desvela, sino después de un proceso. A primera instancia, lo otro es lo mismo -lo conocido- o aquello reconstruido, para una posible lectura, con partes de lo mismo conocido.

Serán entonces los relatos maravillosos que explicarán lo oculto y el Eros, ahora, tomará acciones vinculadas a las travesías, a los viajes. Acá se presenta un quiebre a subrayar, la alteridad empieza a tomar forma objetual–territorial, como decíamos, aunque no aún real o concreta ya que es construida ante una alteridad imaginada.

Así como antes, el otro -en tanto oposición- venía a definir y darle unión a lo uno; ahora el otro ocupa roles  más bien direccionales en tanto señalan los rumbos a tomar en los territorios. 
Por un lado, lo peligroso. Lo definido por aquellos relatos que construyen lugares de lo distinto en tanto  monstruoso y temido que van a trazar fronteras donde el Eros toma una forma, más bien épica, cuando se   anima a atravesar. 
Por el otro, lo compensatorio.  Lo maravilloso tiene que ver con atribuirle a aquel mundo desconocido
aquello que le falta o carece el propio, este rol responde a un sentido esencialmente humano: el hombre en el deseo de un mejor vivir, en búsqueda de la verdad; lugar donde se ubica el Eros ahora y desde donde  justificaremos los   proyectos de  travesías de la época. Los viajes serán un punto importante, fundamental,  como comienzo  de los procesos que darán paso a la experiencia moderna.

  • El velo

En estos momentos, el viaje es a Oriente pues no existe el Atlántico en el imaginario, los intentos están orientados hacia la India, lugar-objeto de los relatos maravillosos que replicaban testimonios de que allí yacían las riquezas, las especias y las posibilidades comerciales. Por lo que el movimiento se convierte en una búsqueda erótica, que responde a un deseo; ya no sólo de subsistencia o de ‘militancia religiosa’ sino ahora también, de enriquecimiento y reconocimiento social. Colón pensó que navegando al oeste, por el Atlántico, iba a llegar al este. Cuando firma las ‘Capitulaciones de Santa Fe’, se lanza a la empresa de cruzar el Mar Océano con un solo propósito: llegar a la India, al Asia por el Occidente -que desde Aristóteles o Ptolomeo, hasta Toscanelli y el mapa de Henricus Martellus de 1489 era una tesis aceptada- (Dussel)[6]

Llegó a Guahaní -nombrada por él San Salvador- sin embargo pensó que había llegado a las puertas de la India.

Acá nos encontramos con uno de los grandes velos que interesa analizar. El velo del deseo. La misma imagen maravillosa y preconcebida que lo había impulsado a lanzarse a lo desconocido y tenebroso en búsqueda de lo real, fue aquello mismo que le impidió encontrar lo que buscaba. Siendo en realidad, donde arribó, mucho más novedoso.

Cabe destacar que en el relato de su segundo viaje, Colón dice haber llegado al ‘Paraíso Terrenal’. Las tierras nuevas las presentaba como un lugar ideal que encarnaban, ahora, las utopías europeas: fecundidad, abundancia y exuberancia se ofrecían como la posible alternativa al sufrimiento y carencia propios de una Europa del S XVI de guerras e invasiones. (Sanfuentes:125)[7]

    1. El deseo como dirección

Respecto de la forma y función erótica que toma el relato bíblico, a propósito de esta idea sostenida por Colón de haber arribado a un territorio sagrado, se presenta una clara evidencia de lo que antes se mencionaba. Cómo se construye un deseo a partir del relato mitológico -bíblico en este caso- y cómo sirve de impulso para insistir con las travesías a partir del reconocimiento social -sobre todo de los reyes de España quienes financiaban estos proyectos-; reconocimiento ligado, a su vez, a una 'misión religiosa'.

Además vale evidenciar que éste hecho se aproxima a la incorporación de lo ‘nuevo’ al imaginario del yo -español-, ya no como un mero acceso a las deseadas Indias, sino como acceso al ‘Paraíso Terrenal’, nada más maravilloso y desconocido que eso.

  • El desvelo

Los jesuitas de la Compañía de Jesús en el S XVI alcanzan las tierras de dominio guaraní, muchos años después que Colón haya puesto el primer pie sobre el continente americano. En este caso, se evidencia un yo -colectivo- que se reduce y se especifica, aunque sigue siendo uno católico tomará el atributo que le otorga la ‘misión evangelizadora’. También el otro -desde la perspectiva del jesuita- toma otro rol en la relación alterna, pues es en estos momentos cuando empieza a aparecer.

Hasta entonces, lo otro originario de la Amerindia no era; o no era sujeto. Aparecía asociado a la iconografía de seres fabulosos o del hombre salvaje medieval (Sanfuentes:150)[8]. Luego, la imagen de los nativos se va acercando a una realista, sin embargo se los veía como criaturas inferiores, primitivas y de costumbres depravadas, hasta se dudaba si eran poseedores de alma o no.

Vale recordar que desde la primera otredad mencionada -el musulmán- que dio forma al uno europeo -católico-; las  relaciones de alteridad, que éste ha construido, fueron más bien con el territorio o con la Divinidad, trazando y  configurando un modelo de expansión del uno. Y vale aclarar, que aunque haya una aparición incipiente del otro guaraní,como sujeto, no significará que el vínculo que con él se establezca no sea todavía jerárquico. 
  • El mito como movimiento

Sería oportuno ubicarse ahora en el yo -colectivo- americano, específicamente de la cultura guaraní. En este caso, se trata de un colectivo que ha construido sus representaciones de manera muy diferente. Su modo de habitar -nómade- da lugar a que sus edificaciones no sean duraderas, y su lengua, de carácter ágrafa, también podría darnos algún indicio de un mundo apropiado y construido desde la palabra hablada, desde el sutil nombrar. La palabra ya es un modo de la propiedad territorial.

La construcción de la prosperidad no es material, sino de movimiento; modo que los enfrenta una y otra vez al espacio ilimitado desde una conciencia rica del medio y desde la palabra que señala el constante avanzar erótico. Los guaraníes persiguen, como tantas otras culturas nómades, la idea del lugar idílico donde reina la paz y existe todo lo necesario para el bienestar. Esta idea se encarna en el mito de la ‘Tierra sin Mal’ que será la forma que el Eros tomará como excusa de un constante movimiento hacia el Este, como promesa.(Villar-Combès)[9]

    1. El desvelo como producto

Las campañas jesuíticas se embarcaron en la enseñanza a los guaraníes de saberes europeos como pintar, tallar y construir además de prácticas musicales.
 Así, desde la formación del oficio se va construyendo un barroco excepcional -colocado- algo nuevo que deviene del encuentro de estos saberes importados y las manos nativas que lo asumen y le imprimen lo propio. (Sustersic:382)[10] Podríamos decir que la técnica insertada y practicada sobre materia prima local se fue constituyendo como la escritura de la lengua guaraní.

El edificio, como novedad en estos territorios, se presentó como diálogo entre el nativo y el arribado. El acto de erigir -precisamente Iglesias- fue mera comunicación, donde las partes exponían su propia visión del mundo y de lo divino con la posibilidad de intercambio y del reconocimiento del otro. Una condición de otredad, atravesada por la empatía mutua, dio lugar a este espacio común -material y tangible- que se presenta con características muy diferentes a los mestizajes en otros casos americanos. En estas tierras, en ese momento, se dio una unidad de las culturas, tanto así, que poco se puede leer de una o de otra. Hecho que habla de otro tipo de articulación de roles entre las partes: un vínculo simbiótico donde uno es con el otro y esa unión es reproducción, pues resulta en algo tercero.

  • Discusión

Estos ejemplos nos posibilitan avanzar sobre la idea de Eros. Decíamos al comienzo que el Eros es un aparato, que alude al movimiento: impulsa un avanzar, un desplazarse hacia lo otro. También decíamos que para Platón Eros no sólo es deseo, no se satisface con la simple contemplación, por lo mismo no es mera experiencia visual.

Agregaremos entonces, que para Platón el objeto de Eros, lo que en propiedad le define, es la instancia fértil, productiva. En suma: Platón alcanza una concepción unitaria y sintética de Eros y de Producción -Eros y Poiesis-. (Trías:5)[11] Entonces, ese movimiento es un ser-hacer con o desde eso otro.

El Eros como fuerza productiva, queda evidenciado en el desarrollo de las representaciones cartográficas que  reconocen las diferencias propias del territorio que desea, que identifica lo propio de lo pagano o de las antípodas y en el desarrollo de estrategias para la reconquista de tierras musulmanas por parte de los católicos. Queda evidenciado en la construcción de relatos maravillosos como intento de explicar lo no conocido, en las valientes travesías de  los viajeros con el fin de atravesar las fronteras de lo conocido y en el consuelo de estar cerca de encontrar el‘Paraíso Terrenal’ o de la ‘Tierra sin Mal’. Y, fundamentalmente, podemos verlo en el proceso de desvelo de cada tierra nueva alcanzada, pues es ahí donde se produce una detención, una interrupción. El Eros hace aparecer, por primera  vez, a un otro -territorio, en su sentido más amplio- donde construirse. 
  • Territorios urbanos y contemporáneos

La ciudad contemporánea está trazada, marcada y vivida en sus múltiples redes de movimientos. Algunos corresponden a necesidades -son más bien funcionales-, y otros a deseos -son más bien placenteros-. También nuestras ciudades construyen e inventan ‘Paraísos Terrenales’ o fronteras con lo desconocido temido. Con estos movimientos y estos límites podríamos diagramar hoy la ciudad en sus partes: la conocida, la desconocida y la oculta.

La ciudad contemporánea no es un todo homogéneo, ni todas sus partes se presentan accesibles. Posee también sus 'antípodas'. Posee ‘reversos', y quienes la identifican como tal, son aquellos que viven en los ‘anversos’, pues las relaciones entre estas grandes partes de ciudad son unilaterales: los habitantes de lo desconocido o de lo oculto sí conocen las partes que le son otras. (Calvino:117)[12] El reverso, se entiende y se cuenta también desde el relato. Estas 'antípodas contemporáneas', se relacionan con imágenes monstruosas difundidas por los medios de comunicación, por experiencias vividas por otros, o también personales. Y serán estas ideas de los reversos las que provocaran un malestar tal que levantará barreras que, virtuales o no, son poco deseables de atravesar. Los reversos, generalmente, no son parte de las cartografías eróticas de los habitantes de la ciudad de los anversos.

Sin embargo, podemos encontrar casos de reversos, que en su otredad, son provocadores de Eros. Aquellas partes que, aunque corresponden a lo otro, por algún motivo estimulan a un recorrido contrario: el habitante del anverso hacia lo inverso.

  • Caso de estudio: La Chimba y La Vega Central

Traemos como ejemplo el caso de la Chimba, ubicada al norte del río Mapocho, en Santiago. Esta tierra fue ocupada primero por la cultura Aconcagua, conquistada y ocupada luego por los Incas y más tarde por los Españoles. (Alvarez:21)[13] Chimba, en idioma quechua, quiere decir de la otra orilla(Rosales)[14] lo que significa al río, en este caso, no sólo como límite de una parte, sino además como división de las dos.

Del lado sur del Mapocho se ubicó la población enriquecida y las autoridades (…) mientras que la Chimba [-el lado norte del mismo río-] estaba fundamentalmente compuesta (…) de población subalterna (Alvarez:31)[15] La condición socio-económica de los habitantes de cada parte ha hecho que el río, como decíamos, actúe como frontera entre dos ciudades paralelas. Pues cada espacio, por lo mismo, se ha desarrollado en autonomía, construyendo, cada una, una relación propia con su territorio que resultará en distintas actividades, (…) juegos, tertulias, formas de vestirse, [y] otras prácticas sociales (Alvarez:34)[16]. Sin embargo, desde aquellos momentos, hasta hoy, la Chimba por sus actividades laborales vinculadas a lo rural y la artesanía, asume un papel proveedor de Santiago, hecho que la deja estrechamente vinculada a ésta, hasta hoy (Alvarez:34)[17] La Chimba, como territorio otro provoca un atractivo, tensiona un movimiento. Ir al mercado de la Chimba, la Vega, implica entrar a ese otro mundo -al mundo del reverso- a esos otros modos de habitar, de construir o construir-se con el medio. Accedemos al conocimiento del territorio otro a través de quien lo ha hecho propio, de quien lo ha materializado y eso nos entusiasma y nos 'con-mueve'. Es decir, nos movemos con el otro, o mejor aún, nos movemos por el otro.

Esto es lo que deseamos subrayar para darle forma a lo erótico en tanto provocador de movimiento: el territorio del otro, así tal como el otro lo produce, provoca en uno el deseo de abordarlo. Ese deseo no se satisface en la mera   contemplación, ni es pacíficamente placentero; sino más bien, es una producción, o una construcción; pues en ese  encuentro -aunque temporal, aunque conflictivo- descubro lo otro con toda su materialidad. El otro aparece en su  espesor y eso hace posible el desvelamiento de los reversos. 


  • Bibliografía

1. Paz, Octavio fragmento de poema “Piedra de sol”. 2. citado por Carpintero, Enrique (2014) “Elogio de la alteridad. El otro humanos genera Eros”- revista Topía nº72. 3. Trías,Eugenio (1997) "El Artista y la Ciudad" Anagrama, Barcelona. 4. Dussel,Enrique (1994) “1492 : el encubrimiento del otro : hacia el origen del mito de la modernidad”- UMSA. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Plural Editores, La Paz. 5. Urbina, Ximena (2015) "Los viajes y el conocimiento del mundo en la Edad Media" clase de magíster 'ciudad y territorio'- 8 DE MAYO DE 2015. 6. Dussel,Enrique (1994) “1492 : el encubrimiento del otro : hacia el origen del mito de la modernidad”- UMSA. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Plural Editores, La Paz. 7. Sanfuentes, Olaya (2009) “Develando el nuevo mundo -imágenes de un proceso-” - ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago. 8. ídem. 9. Diego Villar e Isabelle Combès (2013)"La Tierra Sin Mal. Leyenda de la creación y destrucción de un mito" revista Tellus- año 13 Nº24, p. 201-225, Campo Grande, MS. 10. Sustersic Darko (1993) “La búsqueda de una estética del arte americano” - Centro Argentino de Investigadores de Arte, Buenos Aires. 11.Trías,Eugenio (1997) "El Artista y la Ciudad" Anagrama, Barcelona. 12.Calvino, Italo (1972) "Las ciudades invisibles" Minotauro, Buenos Aires. 13.Álvarez, Paulo "La Chimba del Valle del Mapocho: historia de una alteridad en construcción (siglos XVI-XIX)"Revista de Geografía Espacios- Nº1, p. 19-42 -Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Chile. 14. Rosales, A. (1948) "La Chimba antigua, la cañadilla de Santiago (1541-1887)"- Difusión, Santiago de Chile. 15.Álvarez, Paulo "La Chimba del Valle del Mapocho: historia de una alteridad en construcción (siglos XVI-XIX)"Revista de Geografía Espacios- Nº1, p. 19-42 -Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Chile. 16.ídem 17.ídem