Diego Miranda Taller de Amereida Vlll

De Casiopea
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TítuloDecurso del Ser
AsignaturaTaller Amereida VIII
Del CursoTaller de Amereida 2014
CarrerasArquitectura
Alumno(s)Diego Miranda



Decurso del Ser


C1 - Sin objeto - con objeto


“El con objeto tiende hacia un futuro. El sin objeto permanece en un presente.” Entonces, ¿En qué tiempo elijo vivir?

Poseer propósito es permanecer en el presente sin perder conciencia del futuro. Poseer propósito es vivir el presente con el fuego del anhelo del querer. De este modo, poseer propósito es vivir en lo extendido de un tiempo que no se fragmenta.

La vida del hombre tiene por connatural la búsqueda del movimiento, se mantiene en un flujo. En este punto vienen a mi memoria dos nombres: Heraclito de Efeso y Friedrich Nietzsche. El primero habla del Devenir y su imagen representada por el fuego, el mejor ejemplo de lo no estático en la vida. El segundo plantea en su idea de que “En la voluntad de poder hemos de considerar dos valores fundamentales: Conservación y Aumento, los que se dan alternadamente, pues si solo conservas lo que sabes, sin aumentar sobre ello, sin meditar, sin cuestionar, solo te resta morir. Pero para esto último se tiene que Querer ante todo para poder realizarse. “1

“Tomado estrictamente en el sentido del concepto nietzscheano de voluntad, el poder no puede nunca ser antepuesto a la voluntad como una meta, como si el poder fuera algo que pudiera ponerse de antemano fuera de la voluntad. Puesto que la voluntad es resolución a sí mismo en cuanto dominar más allá de si, puesto que la voluntad es querer más allá de si, la voluntad es el poderío que se da poder a si como poder.”2

Ambos asuntos plantean lo no estático, un flujo, un movimiento constante. Entonces, existe un propósito ante el cual debemos poseer Convicción y Determinación. Esto nos mantiene en movimiento.

La ciencia busca saberes, pero se sustenta en teorías, en supuestos, los cuales pueden ser o no ser. El hombre se oscurece cuando a lo menor, a su cotidiano, lo nutre de suposiciones. La ciencia, que es lo mayor, se alimenta de esos supuestos.

Por otro lado esta lo concreto, aquello que siempre es. Las creencias, el creer en algo es lo concreto, sin necesidad de ser cuestionado, pues es mi credo, mi verdad, mi convicción. Por ende hemos de estar convencidos de nuestro propósito. Luego, las determinaciones nos dan lugar, nos sostienen en el aquí y ahora para eyectar nuestro presente y mantenernos en movimiento. Pero, ¿debo determinar donde quiero llegar para saber dónde debo estar? Aquí florecen las posibilidades, el rostro bello del vacío de las distancias por abarcar.

Las múltiples posibilidades se encuentran en lo desconocido, en eso que está viniendo en lo próximo y que está por venir en lo lejano. Pero hay que entender que para que finamente llegue debemos de aproximarnos a ello, para que ocurra el calce y no la colisión. La colisión implica un quiebre en negativo, triza lo que había, en tanto el calce se da en el encuentro y a partir de ello las formas actúan y se amoldan entre sí.

Tenemos el desconocido del entre, un entre el aquí y ahora, y el fin que nos llevara a ese punto de anhelo. Pero existe otro desconocido más arrojadizo aun. El desconocido del final. El “hacia dónde”. Cuando no sabemos a dónde queremos llegar, no sabremos con exactitud donde debemos estar, y allí estaremos en peligro. Pero el peligro sugiere valentía, por ende los valientes son aquellos que desconociendo el todo, desconocen la meta, pero no deben prescindir de un propósito, pues quedarían quietos y allí mismo podrían sucumbir. Su propósito seria próximo, más inmediato, vivirían un tiempo menos extendido. Los valientes que se enfrentan a lo desconocido viven el sin objeto.


Cita 1: http://www.youtube.com/watch?v=6h3nwQqKoTk Cita 2: Libro: Nietzsche, la Voluntad de Poder como arte, según Heidegger, página 23



C2 - La Ruta del Ser y la Otredad del Ser.


1

“La Hermosura cuenta menos que la ruta, lo cual implica que el fin último del arte, que es la belleza, es menos importante que la ruta hacia ella”.

Cabe preguntarse ¿Qué forja o define a un artista?

El arte implica rigor, aquel rigor antiguo, de aquellas manos curtidas por la experiencia que cincelaban la armonía idealizada. Aquel anhelo de proporción, por aquel descontento ineludible y humano de una mal entendida y poca adorada perfección connatural del ser, por solo ser. Se está ante una búsqueda infinita que esplende en lo nuevo, no de la meta, sino del método. Método en tanto Ruta del Ser, que está en un constante ir yendo, queriendo alcanzar un horizonte en el decurso del paso inmediato. Este estado de apertura va comprendiendo el paso sin perder de vista el horizonte, atravesándolo, o sea, en el aquí y el allá. Como cual caminante en el rompeolas, buscando aquel lugar exacto y preciso en donde distanciarse y acometerse ante la vastedad del mar, pero para lo cual debe hacerse del camino dinámico y rugoso entre los desniveles delas rocas, en el aquí del paso que se equilibra en el avance.

Pero “El paso decisivo consiste para Malevitch en abandonar el objeto para borrar con su ausencia todo vestigio de representación de la realdad exterior, pero también cualquier intención direccionada hacia un objeto: la inobjetividad, como aquella ausencia que podría abrir la pintura a una abstracción total, manifestación de la nada liberada, pura presencia.”1 Podemos, así, entender que la inobjetividad nos abre un camino libre por el cual llegar a una nueva significación, es decir, un pulso propio para la ruta que nos deja ante la pura presencia de lo alcanzado.

“Con Duchamp el arte da un giro desde la obra a la persona. Se abandona la abstracción universal totalizante y se pasa desde la conquista de la libertad de formas hacia aquella de la libertad de acción: el azar y el juego del equivoco. El Azar aparece como aquella forma que hace posible introducir la singularidad en la coincidencia de “esa vez”. El equívoco permite volvernos dueños del acto creador, terminando, así, con una medida externa para la obra.”2

Esto nos deja ahora ante el devenir de la ruta, la cual se concibe única e irrepetible.

Es solo allí donde la belleza se vuelve posible y visible.


2

“Tomar conciencia de que en cada uno de nosotros cohabita el otro y el yo”

No podría haber un Yo sin la Otredad del Ser. Aquello que está más allá de lo propio, aquello que encontramos en el transgredir nuestros propios límites. Entonces para que exista lo propio, debe existir lo ajeno. Y es que entre ambas formas existen límites que definen esta situación y que las distancian y reúnen. Por ende, esto me dice de un habitar desde lo que es Propio hacia una Copropiedad. Estas distancias necesitan abarcar su espesor, en el cual se da un calce preciso y exacto, que marca aquella seña del Encuentro entre habitantes, El Saludo.

Pero sucede que el saludo no es tan simple como parece. El saludo se da y se realiza de distintos modos, en distintos momentos y lugares y no con cualquier persona, pues arma y distingue una relación.

En el simple ejercicio de tomar locomoción colectiva, por ejemplo, podemos apreciar un extraño fenómeno de saludo. Quien toma un colectivo, sube y saluda, pero ¿A quién saluda? Claramente sabemos que saludamos al chofer, aun así ¿Por qué no saludamos a los demás pasajeros? Incluso podemos pensar la situación al revés. Si voy en un colectivo, y otra persona sube y saluda ¿Por qué no respondemos el saludo?

Sabemos que es el chofer el propietario del colectivo y es él quien brinda el servicio, no así los demás pasajeros, por ello el saludo es dirigido hacia él. Aun así, existiendo un espacio estrecho y común entre pasajeros, ¿Por qué no darles el saludo a ellos también? Y es que dentro de esta estreches, tampoco podemos alterar el espacio del otro pasajero, pues ese es su espacio propio y fugaz, y por el cual paga para sentirse cómodo. De este modo, podemos entender esta situación como la yuxtaposición de dos extremos. Por un lado están quienes saludan y conversan con el chofer, por ejemplo, sin necesariamente conocerlo. Y por otro lado, cada pasajero tiene la Propiedad de estar dentro de su capsula distractora, la que establece sus propios límites ya sea, mirando por la ventana, conectándose al celular, escuchando música con audífonos, leyendo, etc. Esto último conforma un distanciamiento dentro de una copropiedad estrecha, que incluso implicando el contacto al estar sentados uno al lado del otro, se limita a mantener una relación de uso, que se expresa en lo que todos experimentamos a diario, en el Retirarse. Como quien va a la biblioteca para empaparse de la lectura en un Alejamiento preciso y cálido, en donde lo apropiado viene a ser la Correspondencia del Silencio.

Entonces, ¿Qué es lo apropiado del saludo? La Correspondencia del Saludo viene a ser lo que marca un punto de Encuentro. Del mismo modo que en la celebración de la Misa se da el Saludo de la Paz. Este se realiza en un momento determinado del encomio, rompiendo esa distancia que se tenía con los desconocidos que están próximos a nuestra ubicación. Este símbolo, podríamos decir, es lo apropiado, pues se entabla en base a una relación exacta entre feligreses alcanzando un mayor grado de Encuentro, que va más allá del congregarse.

Entonces, la Posibilidad de Corresponder es en el Encuentro y el Retiro siempre en la conciencia de la Distancia entre el Yo y el Otro.


Cita 1: Libro, Hacia una nueva abstracción, José Cruz Ovalle, pagina 13 Cita 2: Libro, Hacia una nueva abstracción, José Cruz Ovalle, página 15



C3 - “El encuentro del uno con el otro. El yo y lo otro”


Hay un encuentro que se da entre dos personas. El encuentro arquitectónico, del habitante. Encuentro de vecinos en la sede. Encuentro familiar en celebración. Etc. Pero existe ese otro encuentro que es con el otro yo. ¿Cómo encontrarnos con el otro yo?

MI SOMBRA, poema de Robert Louis Stevenson.

Mi sombra no es muy grande y va siempre conmigo,

pero qué hacer con ella, yo nunca lo he sabido.

Es idéntica a mí, mide lo mismo de alto,

y salta junto a mí cuando a la cama salto.

Lo más raro que tiene es que crece a su modo,

no como hacen los niños, que es siempre poco a poco;

porque a veces se estira cual si fuese de goma

y es tan pequeña a veces que se esfuma y se borra.

No tiene ni noción de cómo juega un niño,

y encuentra mil maneras de ponerme en ridículo.

Se nota que es cobarde por cómo se me pega,

pero yo hago igual que ella: ¡me pego a mi niñera!

Un día muy temprano, antes de verse el sol,

salí al jardín: brillaba rocío en cada flor;

pero mi sombra vaga, dormida y haragana,

no se vino conmigo y se quedó en la cama.1


Es aquí donde se nos dice que en nosotros podemos reflexionar y hallar otro yo o múltiples yo. Así como una sombra en Stevenson, otro yo que se le escapa, que no lo sigue siempre, que no permanece en sí mismo y que incluso es contrario a sí.


Cita 1: Poema de Stevenson: http://uprm.info/jung/?p=42



C4 - “Amar lo adverso”


¡No, no me resignare! Avanzar siempre

como un niño, como un prisionero,

a pequeños pasos medidos por anticipado

día tras día ¡No, nunca me resignare!

¿Tal es el destino del hombre? ¿Mi destino? ¡No!

Al laurel aspiro. No me tienta el reposo.

Mas el peligro suscita las fuerzas del hombre

y el dolor hincha el pecho de los jóvenes.

Extracto del poema El Laurel de Holderlin.

La Fuerza del hombre es una voluntad que ha de ser indomable ante lo adverso. En lo adverso se oculta la profunda libertad del ser. Aquel ser que no reposa, como dice Holderlin, aquel ser que vive inquieto, que no se resigna. Pues aquel es quien mira con ojos de cazador, aquel mira ojo avizor, atento, avanzando, caminando su ruta. Pero la libertad cobija el todo, el amplio espectro de las Posibilidades del ser. Pero entonces otro, en aquella libertad profunda y abierta, también podría optar ante lo adverso por aquella debilidad de la quietud.

Vivir en lo adverso es estar en el peligro, en el riesgo. Arriesgar parte de uno para entregarse a una generosidad. Virtud y Calidez. Aquella generosidad que traspasa aquellos límites del individuo para ser con el otro. Ir en la otredad del ser.

Pero, ¿Cuál es nuestro destino? ¿Tenemos destino?, como se pregunta Holderlin. Quizás estas sean las preguntas más elevadas y oscuras que uno pueda oír. Las más inquietantes.

Amar lo adverso es vivir en una aceptación del devenir. No en la conformación que se resigna, sino en el reconocer. El amor por lo adverso es la exhortación a la valentía, es un grito que te busca, y que te eyecta hacia una entrega. Sin ello, sin aquel amor, solo nos resta hundirnos en la sociedad del cansancio, y desde allí, dejar de intentarlo y finalmente perecer.


Poema de Holderlin: http://poesiaholderlin.blogspot.com/2012/02/el-laurel.html



C5 - Las señas de Amereida.


Aventura, Origen, Ancla y Luz.

¿Por qué acometerlas con palabras regaladas desde una interpretación? Heidegger reflexiona: “Podría propiamente acontecer que los consabidos ingredientes del lenguaje mostrasen un distinto “modo”. Una simple reflexión conduce a lo libre. El Ser regala primeramente al ente la posibilidad de tener una significación.” La Significación de la Palabra se encuentra entre dos mundos posibles. Aquel mundo de lo constante, que es cerrado, es consenso, es lo que la cosa es siempre, como cual piedra que siempre será piedra. Pero por otro lado está el mundo de lo variable, que es abierto, es en su singular y único presente, que puede a la vez ser más que solo uno.

Es sobre esto lo último que el acto realizado se yergue como tal. Acto de mostrar al huésped aquel sentido de la palabra. Desde la sutileza de un trazo plasmado sobre el papel hacia la eyección de una palabra que otorga significado a la seña.

Es que la palabra como ente necesita de un presente, un regalo, que desde el ser abierto en su reflexión ha de conducirle libremente a un significado. ¿Pero porque la palabra necesita un nuevo significado? Pues –pienso- destino del hombre es Ser en las Posibilidades.


Cita de Heidegger: http://www.heideggeriana.com.ar/textos/palabra_significacion.htm



C6 - La Levedad


¿Por qué la Levedad funda la Gran Técnica con la cual hemos de construir América?

La pregunta casi logra responderse sola. Es que una gran técnica logra constituir un presente sin necesidad del peso, sin recurrir a la sobre carga. Lo leve hace comparecer el entorno sin cegarlo, sin quebrarlo. Pero por otro lado, ¿qué quiere decir que la Aventura del pacifico es mucho más que el océano?

Pensar en la Aventura América es abrir un gran campo de pensamiento. La aventura americana, como se dijo, no solo se refiere al océano, pues, se halla en él –pienso- para distanciarse de la luz europea. Somos con la luz del viejo mundo, pero estamos eyectados a aventurarnos en búsqueda de nuestra propia luz. Por ello que la aventura solo es acogida por el Pacifico pero no reside solo en él. Reside en la palabra, en el interior salvaje, en ese mar interior que se oculta en sí mismo, como queriendo hacer un llamado, uno que solo el valiente caminante ha de oír. La Aventura es una ruta que busca preguntarse por el ser. Ese ser Americano que comparece bajo las cuatro señas de Amereida. Es que la aventura ha de dejar la marca del paso, pero una marca leve, que se muestra sutil, diáfana, coronando al continente en cada arista, en cada vértice, en cada rostro, dejando que el tiempo pase por sobre ello.



C7 - La impropiedad de la poesía.


El poeta se sale de si para traer a presencia la palabra.

¿Cómo es que algo es propio o impropio para aproximarnos a lo buscado?

Holderlin diría:

“Cuando la vida es pura fatiga, ¿un hombre

puede alzar la vista y decir: así

quiero yo también ser? Sí. En tanto la benevolencia

en el corazón, con pureza dure todavía

sin desventura puede medirse el hombre

con la divinidad. ¿Es Dios desconocido?

¿Es evidente como el cielo?

Esto creo yo más bien. De los hombres es medida.

Pleno de méritos, pero poéticamente habita

el hombre sobre esta tierra. Pero no es más pura

la sombre de la noche con las estrellas,

si así puedo decirlo, cuando

al hombre se le llama imagen de la divinidad.

¿Hay sobre la tierra una medida? No hay

ninguna.”


Heidegger reflexiona sobre estos versos y se pregunta:

“Que los poetas habitan a veces poéticamente es algo que aun podríamos imaginar. Sin embargo, ¿Cómo el hombre, y esto significa todo hombre, y siempre, puede habitar poéticamente?” En un análisis posterior llega a la siguiente conclusión “El poetizar constituye la esencia de habitar. Poetizar y Habitar no solo no se excluyen. No, poetizar y habitar, exigiéndose alternativamente el uno al otro, se pertenecen el uno al otro”

Entonces ¿cómo es posible que habitemos poéticamente si la poesía es con lo impropio? Para comprender aquel habitar poético hablare de dos realidades en sus respectivos tamaños.

Aquí cabe retroceder en el habitar de América. Desde antes de la llegada del Viejo Mundo, el continente se extendía con holgura, con libertad y con un gran apego al suelo natural. Con el paso del tiempo y con el aparecer del sedentarismo surgen pequeñas comunidades que desde ya, y seguramente de forma inconsciente, se aproximan a lo que podría ser una ciudad. Desde este punto podemos entender con una mirada fugaz un primer momento de ciudad: la congregación de una cultura que se cobija en sí misma. Esto ocurre ya que más allá de las razones agrícolas, existe la necesidad de protección, de vínculo y fortalecimiento común. Es así como la ciudad se asoma desde un primer momento común, El Cobijo. Por otro lado, con la llegada de los navíos europeos, la Toma de Posesión de los Conquistadores implicaba apropiarse de un lugar siguiendo paso a paso las leyes de indias. De este modo La Posesión implicaba guiarse por ciertas cualidades espaciales que propiciaran buenas condiciones en el habitar de la futura ciudad. En este sentido surge de inmediato un concepto de gran importancia en el modo de habitar y fundar ciudad, El Apropiamiento.

En tanto en lo nuestro, en el habitar de Valparaíso. Ocurre que Valparaíso se habita con el Apropio de su gente en su Ciudad. Con el apropio del color en sus casas, con el apropio de la ropa tendida en la vereda, con el apropio de la celebración en sus calles, con el apropio de sus identidades en sus plazas, con el apropio acomodado en un traslape forzoso de las laderas. Es aquí donde el porteño cuelga su bicicleta en el balcón, es acá donde los cerros tienen sus propios códigos, es acá donde una animita está a los pies de una escalera. Es el vivir abalconado ante un horizonte común, pues lo único que no es propio del porteño, es el borde costero, motivo por el cual, su vínculo con el mar siempre ha de ser distinto para todos, pero común para todos.

Pero ¿Cómo es que Valparaíso y América en si se habitan en el Apropiamiento del espacio, si nuestro habitar poético, por ser poético es impropio?

Resulta que –según yo- para comprender como es que habitamos poéticamente hemos de pensar en lo impropio de nuestro habitar. Habitamos un Horizonte común para todos, porque él es resultado de lo Impropio del borde costero, lo cual nos desprende de nosotros, como seres individuales, y nos deja eyectados hacia una lejanía común, nostálgica, y en la cual nos recogemos y abstraemos. Es allí, en aquella Lontananza porteña, donde el habitar propio de Valparaíso alcanza su vigor poético.


Poema de Holderlin: http://www.ead.pucv.cl/1982/el-calculo-pictorico/



C8 - Lo más sagrado de nuestra existencia, lo que no somos.


¿Cómo es posible, y en qué medida, la existencia ha de alcanzar lo sagrado, mediante aquello otro?

¿Cómo hemos de entender la existencia humana?

Es que el ser, en sí mismo, e incluso en el simple hecho de nombrar la palabra ser, estamos arrojados a la unicidad de las cosas. Decir que aquello es tal cosa, es darle existencia, es determinarlo, es definirlo, es darle termino, es darle fin, es darle conclusividad, pues aquello es eso y no otra cosa. De este modo hablar del ser es hablar de lo particular, algo que es una cosa y no otra. Pero, para que tal cosa sea en sí, ha de haber un distingo con respecto a aquello otro. Ha de existir una diferencia, una distancia.

Y es que aquí mismo queda presentado el hecho de que el ser necesita de lo otro. La otredad permite reconocerme. Aceptar la existencia del otro, permite concretar la mía.

Pero aquella distancia que anida en el distingo de las cosas es la que permite a su vez alejarnos de lo otro o aproximarnos a ello.

La existencia está en un constante movimiento, está en un ir yendo en el lugar y tiempo, el cual halla vínculos que sostienen tal situación. No existimos en el mero hecho de lo material. Somos al unísono de lo tangible e intangible. Alma y Espíritu, como dos vínculos, uno con el entorno, otro con lo divino.

¿Pero, como es que lo otro es sagrado?

Es que lo otro es aquello inalcanzable, aquello sagrado. No alcanzaremos otra existencia más que la nuestra. Y es que allí surge la poesía de la existencia, pues no hay ser si no hay otro. Aquello que no somos y que jamás seremos solo será una distancia honda que nos permite ser tal cual somos. Es lo impropio. Es aquello que no nos es propio, pues en la conciencia de tal hecho hemos de alcanzar el habitar poético de nuestra plena existencia.