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De Casiopea
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=Sobre dominios y distancias: La palabra poética lejos del entendimiento humano=




Godofredo Iommi fue un poeta y profesor de la Escuela de Arquitectura y Diseño, en Valparaíso. Una de sus clases mas conocidas y mas comentadas se titula “Hay que ser absolutamente moderno” <ref>Iommi, Godofredo (Profesor). (1979). Hay que ser absolutamente moderno [grabación de audio]. Recuperado desde https://soundcloud.com/archivo-jose-vial-a/sets/hay-que-ser-absolutamente.</ref>, y se encuentra disponible para revisión en el Archivo Histórico José Vial Armstrong.
=La Hermenéutica: la palabra poética, el horizonte perpetuo, el “cada vez”, una y otra vez=


Cuando la oí, me detuve en la introducción que hace Godo, refiriéndose a lo que dijo Alberto Cruz, arquitecto y profesor de la misma escuela, en la clase anterior. Hace referencia sobre el segundo momento de la arquitectura, donde esta, bajo el entendimiento del constructivismo y del purismo en ese entonces, se levanta como dominio de la naturaleza, siendo esta su relación especifica, Alberto dice no. Con esto, se refiere al modo de entender o de referirse a la arquitectura, como unidades, o como objetos de planificación. Con esto abre otra visión, una arquitectura que pone en disputa todos sus parámetros, y sobre el mismo momento expuesto anteriormente: la arquitectura, lejos de mantener esa relación de dominio, lejos, mantiene una distancia. En otras palabras, esto ultimo, en palabras de Alberto: “no se confunde con la naturaleza, pero no pretende dominarla” (Iommi, 1979)<ref>ibid.</ref>. ¿Que significa esto?
Para la lectura y entendimiento de esto que se podría llamar una discusión, antes es pertinente presentar su origen. Godofredo Iommi fue un poeta y profesor de la Escuela de Valparaíso, actual Escuela Arquitectura y Diseño. Una de sus clases, quizás la mas conocida y mas comentada, se titula “Hay que ser absolutamente moderno”<ref>Iommi, Godofredo (Profesor). (1979). Hay que ser absolutamente moderno [grabación de audio]. Recuperado desde https://soundcloud.com/archivo-jose-vial-a/sets/hay-que-ser-absolutamente.</ref>, siendo esta la que origina el presente escrito; y se encuentra disponible para revisión en el Archivo Histórico José Vial Armstrong. Esta clase realizada en 1979 para el Taller de América, uno de los cursos impartidos en la Escuela de Valparaíso, forma parte de un cuadro de clases magistrales realizadas en continuo por diferentes profesores. Alberto Cruz, arquitecto y profesor de esta misma escuela, es otro de los expositores de este ciclo, y quien realizo la clase anterior a la de Godo, en un tono mas próximo al oficio de la arquitectura, que al de la poesía.  


=[1] Sin dominio=
En ambas clases se toman partidas del poema de A. Rimbaud: Una temporada en el infierno<ref>Rimbaud, Arthur. (1873). Une saison en enfer. Alliance typographique, Francia.</ref>; específicamente de la frase “Hay que ser absolutamente moderno”; y la última clase ya mencionada de Alberto, toca además una frase de la Carta del Vidente, también de Rimbaud: “Yo es otro” (Je est un autre originalmente en francés)<ref>Conjunto de dos cartas escritas por A. Rimbaud, en 1871, a Georges Izambard y Paul Demeny respectivamente, bajo el nombre en francés: Lettres du voyant (cartas del vidente). Recuperado desde https://wiki.ead.pucv.cl/Carta_del_Vidente</ref>, la cual trae a presencia dentro de su discurso. Estas clases exponen una nueva visión desde los oficios hacia sí mismos, tomando partidas de la frase de Rimbaud, y prefigurando una suerte de manifiesto o principios para la actual Escuela de Arquitectura y Diseño, que se escuchan en el eco hasta la actualidad.


En principio, cuando escucho las palabras de Godo, citando a Alberto, pareciera tratarse de una nueva relación entre ambas, donde se expone (en palabras de Godo) como un planteamiento propio para hacerse cargo del arte moderno. Pero al mismo tiempo, pareciera no ser así. Esto lo digo y lo traigo a presencia, pensando en la relación del ser humano con la naturaleza que tenía hace unos siglos atrás, allá por el renacimiento, y que en cierta manera hemos heredado.  
Si bien, el origen de estas exposiciones esta acentuado en la frase de Rimbaud y lo que se percibía del futuro próximo de aquel entonces –al presente de 1979 –, es posible distinguir la postura y los planteamientos de cada uno frente a esto. Los expositores, dentro de lo que les concierne en sus oficios, sostienen su discurso propio, con sus propios matices; y desde aquí, es que se abre el planteamiento central de la discusión. Entonces, luego de escuchar las exposiciones, es que se desprende para este escrito una idea, una temática que quizás sea la mas importante detrás de los discursos: la heredad de la palabra poética.  


Según la concepción de lo bello en esta época, asunto que hemos tratado en las lecciones del taller arquitectónico de esta misma escuela, este primer semestre<ref>Varios autores (2020). Taller de Marginalidad, Borde Costero y Ciudad Puerto [Material del aula]. Cátedra, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Escuela de Arquitectura y Diseño, Viña del Mar. Referencia desde https://wiki.ead.pucv.cl/Marginalidad,_Borde_Costero_y_Ciudad-Puerto_2020.</ref>, es algo que aparece reflejado en la pintura (mas aun las de orden religioso), lo bello era algo dispuesto en el espacio con un orden, medido y cuantificable, luminoso, sin esquinas ni escondrijos oscuros. Aparecían sus elementos como ornamentos del paisaje, depurados y distinguibles. Todo lo que no obedecía a esta ley, se alejaba de los parámetros de belleza.


Probablemente esto es algo que, al mismo tiempo, ellos también habían heredado. Esto, por el historial de las ciudades amuralladas, las cuales en su encierro, parecieran negar el exterior. Esta negación por el exterior estaba dado por la posibilidad de invasiones, las cuales transformaron en cierta manera al entorno natural, en un símbolo de peligro, y por ende al parecer, de algo carente de belleza, y por ello, negado. Todo lo que la naturaleza conllevaba: los bosques, los acantilados, el atrás de las colinas, las masas de agua por nombrar algunas en las que pienso ahora. Todas, se volvieron un sinónimo de peligro, y por ello, la distancia y el encierro, en su contraparte. Y fue, precisamente esta negación, la que con el pasar del tiempo se transformo en un desconocido<ref>ibid.</ref>.


De esta negación, también se habla en Amereida (Varios Autores, 1967)<ref>Varios Autores. (1967). ''Amereida'' (1era ed.). Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso, Ediciones e[ad].</ref>. Cuando se habla de ciertas iglesias y sus patios encerrados. En ellos se encontraban grabados, estos realmente depurados de todo lo que no correspondía a la esencia misma de la escena. “Ni animales de la tierra, ni frutos de la tierra […] solo los hombres podían entrar, tenían ese privilegio, el privilegio de representar a lo que quedaba fuera” (p. 108)<ref>ibid.</ref>. ¿Acaso existe un posicionamiento del ser humano por sobre la naturaleza y todo lo que por natural venga?


Ahora, volviendo a lo anterior. ¿Por que digo que la relación de dominio de la naturaleza y la relación de distancia son aparentemente lo mismo? Mas que ser lo mismo, se encuentran en una equivalencia. Ambas relaciones no son capaces de hermanar ambas partes, en el sentido de convivir y convenir entre sí. 


Por otro lado el dominio y la distancia, se presentan juntas. Aquí se nos aparece de pronto el jardín, una fragmento de naturaleza que cobra tamaño en la ciudad, o en el espacio domestico. El jardín, supone una manera artificial de hacer aparecer la naturaleza en un lugar donde no debería, y como artificio, aparece con cualidades que no le conciernen, si no que mas bien, conciernen al ser humano: la belleza, entendiéndola del modo planteado anteriormente. Diciéndolo de otro modo, el ser humano en sus dominios, hace aparecer la naturaleza, como invitada a participar en el orden urbano, a pesar de tener una relación de distancia (construida por la comarca fuera de los muros). ¿Como nos orientamos? Pareciera que el cuerpo se orienta con el horizonte o con el sol sobre la extensión. Entonces, la naturaleza en el interior carece de orientación, o mejor dicho, no es capaz de traernos a presencia en realidad lo mayor del territorio. No es mas que un por menor de la ciudad. Esto ultimo, referido igualmente en Amereida (Varios Autores, 1967)<ref>ibid.</ref>, “[]porque ella ama vivir sumergida y emerger de los pormenores de la cantidad” (p. 106).
=[1] La palabra poética: lenguaje y metalenguaje=


Es el orden de los artificios humanos los que ejercen el dominio en la naturaleza, y los exponen en lugares como los patios de las iglesias mexicanas o los jardines renacentistas. Limpios, pero sin secretos. Desde el oficio y a nosotros como seres humanos, la naturaleza se nos aparece como inspiración divina, y lo digo porque nos trae el secreto de las formas, el secreto de la luz y las sombras y el secreto de la materia. Y estos secretos son, en su cualidad de secretos los que queremos desvelar en nuestra búsqueda de lo desconocido.
Primero, la palabra poética. Definir o hacer alusión a lo que se entiende como palabra por si sola, quizás sea un excurso de esta discusión, por lo que no tiene sentido –al menos por ahora –, entrar en ello. Eso si, pareciera ser acertado traer lo que dice Godo sobre la palabra citando a Dante Alighieri:


=[2] Palabra poética: ser y ente=
“La esencia de la palabra no es decir lo que ya se sabe, la palabra dice lo que no se sabe. Y solo cuando la palabra dice lo que no se sabe, es esencialmente palabra. Cuando dice lo que se sabe, es conversación” (Iommi, 1979)<ref>Ibid.<ref/>.


Con esto, se desprende algo, y me deja pensando. El desconocido, para que siga siéndolo, debe estar siempre en el horizonte, y el ser humano, ir sin llegar. En esta relación de la arquitectura con la naturaleza y la búsqueda del desconocido, ¿Cómo me acerco al desconocido sin caer en el dominio, y al mismo tiempo, sin caer en la distancia? Con esto se me viene a la mente la frase escrita en el anfiteatro de Ciudad Abierta: "Que lo que a nosotros nos vino permanezca como viniendo"<ref>"Que lo que a nosotros nos vino permanezca como viniendo". Frase escrita en los muros del anfiteatro de Ciudad Abierta, Quintero.</ref>.
Aquí, Godo se toma la libertad de no citar a Dante con toda precisión, sino que mas bien es una interpretación que al parecer infiere del análisis texto completo<ref>Alighieri, Dante. (1919). El Convivio (Trad. C. Rivas Cherif). Tipografía Renovación: Madrid, España. (Trabajo original publicado en 1307). Disponible versión digital en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-convivio--0/<ref/> del poeta florentino. Pues Dante, dice textualmente: “Porque las palabras están hechas para mostrar lo que no se sabe” (Alighieri, 1919)<ref>Ibid.<ref/>. Y nada mas, sin hacer referencia a lo demás. Con esto, se puede decir que “esencia” y “conversación” son conceptos que introduce Godo a la discusión.  


Pareciera que en ese venir sin llegar (o bien podría ser ahora ir sin llegar) se nos aparece la buscada constante del desconocido. Esa búsqueda que intenta dar nombre a lo nuevo, o volver a traer a presencia algo como nuevo. Nos formamos en una escuela fundada en la palabra, donde todo aparece y cobra sentido en don de la palabra. Con esto, traigo a presencia lo que Santiago menciona citando a Heidegger y Marion (Duque, 2015)<ref>Duque, Santiago Andrés (2015). ''El silencio del ser y la interpelación del agápe: Martin Heidegger y Jean-Luc Marion''. Teología y Vida. Vol. 56. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, Chile. Disponible en https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0049-34492015000300005</ref>:
Lo hacia con toda autoridad. Incluso validándose a si mismo, en este mismo hecho, indirectamente. Cuando Godo hace alusión a la exploración de la palabra en la que se la ha jugado la poesía de occidente, lo hace refiriéndose desde el origen griego de la palabra: “es un mito” (Iommi, 1979)<ref>Ibid.<ref/>. Aquí, mito de la palabra mythos, y esta del verbo meiein. Definiendo esta ultima como al contemplación –dicho de un modo reduccionista y brutal<ref>Aquí, Godo define el verbo meiein como el hecho de abrir y cerrar los ojos, al momento de mirar una fuente de luz; da a entender la relación del ojo que obliga a ver y la fuente luz potente que obliga a cerrar, como una “miranda parpadeante”. Y eso, para Godo, es la contemplación (Iommi, 1979).<ref/>–. Entonces, precisamente esa contemplación es la que, en palabras del mismo Godo, se a atendido la poseía –y el mismo –, por medio de la interpretación y el enriquecimiento, cada vez aun mas exploradas.


"De ahí la necesidad del pensamiento y del poetizar como búsqueda de un decir que no entifique al ser, que lo deje aparecer en su extrañeza y diferencia respecto del ente, situando a este ente en lo que le es más propio" (p. 294)<ref>ibid.</ref>.
De esto último es lo que trata esta discusión. De la constante exploración, la interpretación y la reinterpretación de la palabra poética. De un modo tal, que pareciera que existe una constante conversación entre las partes, y que cada vez que se da –casi como un ciclo perpetuo –, aparece algo nuevo, o se le agrega algo, o se interpreta de un modo diferente; o se enriquece. Bueno, aquí Godo podría decir que entonces no es una conversación, sino que es siempre palabra, según su interpretación de lo que dice Dante (Alighieri, 1919)<ref>Ibid.<ref/>. Y con toda autoría, si la comprendemos como un dialogo de algo de lo que aun no sabemos que fue lo que precisamente se dijo, como palabra –poética –.  
 
Pareciera que en la distancia que puede existir entre el ser y el ente, aparece un área del dominio que abre una nueva visión. Digo que abre porque no concluye en definir entes, si no que apunta a lo mas esencial del conocimiento y de su verdad (Ser). En este sentido, la palabra es capaz de construir un alcance hacia el entorno (Entidades), que por medio de si misma pareciera sujetar -o sostener -la verdad (Ser) de cada ente en cuestión, y dejando siempre el margen que da lugar a nuevas preguntas (impropiedad de los Entes).
 
=[3] Condición poética=
 
Se abre con esto una posible relación que ha de hermanar ambas partes. La palabra no genera dominio sobre otro o "lo otro", mas bien trae a presencia y salva distancias, del mismo modo que trae a presencia Garcia Bacca en su introducción filosófica para el libro de Euclides (Garcia B., 1944)<ref>Juan David Garcia Bacca escribe la traducción y una introducción del libro de Euclides, junto a notas y observaciones, en la cual hace alusión al pensamiento griego sobre la verdad. La referencia del libro es: Garcia B.,Juan D. (1944). ''Euclides: Elementos de Geometría'' (traducción). México: UNAM.</ref>, cuando se refiere al lenguaje griego: "[...] el griego que en su lenguaje filosófico, tan fino y sutil, no posee palabra propia para decir afirmaciones o negaciones [...]". Aquí, Garcia Bacca<ref>ibid.</ref> da cuenta de que solo pueden elucidar, es decir hablar en pro de una verdad, de la cual, ellos no tienes poder (y lo mismo al negar). Y aquí se me viene a al recuerdo, Godo (Iommi, 1979)<ref>ibid.</ref>, con el relato del pastor y las musas, donde estas al aparecerse desde la niebla le dicen al pastor: "Nosotras, que podemos decir la verdad o la falsia, te vamos a investir a ti de la palabra"; relato en el cual, según Godo, el pastor se transforma en este acto ceremonial, en poeta. Este distingo que él hace, en cierto modo, pareciera separar al poeta, del poder de hablar con verdad o con falsedad, y por ende, la palabra poética, también lo hace.
 
Con esto, recuerdo nuevamente a Godo (Iommi, 1979)<ref>ibid.</ref> citando a Dante Alighieri:
 
“La esencia de la palabra no es decir lo que ya se sabe, la palabra dice lo que no se sabe. Y solo cuando la palabra dice lo que no se sabe, es esencialmente palabra. Cuando dice lo que se sabe, es conversación”.
 
Con esto, pareciera que para mantener al desconocido como tal en su condición poética (condiciones que se aclarara mas adelante en este texto), debemos aproximarnos por medio de la palabra, de aquella misma que las musas invistieron al pastor; para así, construyendo con esta, un nuevo vinculo entre el ser humano y la naturaleza. El horizonte contiene a todo Ser en su desconocido, mientras elucidamos sobre los Entes (seres entificados constantemente). Y nos ubica en un presente constante, sin un dominio real sobre el entorno, solo aparente, que nos permite elucidar.
 
=[4] La designificación=
Recuerdo ahora, tres cosas que menciona Godo (Iommi, 1979)<ref>ibid.</ref>, y las cito: “El horizonte de la poesía, lo desconocido”; “No hay poesía si no hay desconocido”; “Lo desconocido a cualquier precio, ningún paso atrás, hay que ser absolutamente moderno”.
 
Dentro de la misma exposición de Godo, habla sobre la designificación de la palabra, donde estas no dicen ni verdad ni mentira, es entonces, el juicio, algo de lo que no se hace cargo la poesía. Con la separación del significado de la palabra, comenzó el cambio de los significados y con esto, “Cayeron los significados, y al caer los significados, cae el sentido del mundo”<ref>ibid.</ref>. Y con esto, al parecer, se abre la posibilidad del desconocido para la poesía, el absoluto.
 
La poesía construyó su propio modo de aparecer, su esencia, por medio de la designificación y la reiterada apetencia de mantener el desconocido (su horizonte y su luz) como tal. Y con esto, recuerdo nuevamente a García Bacca (Garcia B., 1944)<ref>ibid.</ref>, cuando expone sobre las ciencias trascendentales. En resumen, lo que dice en su introducción filosófica es que las ciencias trascendentales son las encargadas por medio del artificio de su propio lenguaje, crear una base de condiciones necesarias para que lo que esta misma plantea, en su totalidad, pueda tener esencia en el entendimiento humano. Siendo entonces, esta ciencia (o bien a mi parecer podría ser otra cosa, como lo es por ejemplo la poesía) uno de los tantos modos de construir un lenguaje para un conocimiento, y el modo de preguntarse sobre el desconocido. En otras palabras, la poesía es la que por medio de la palabra, la designificación y la búsqueda del desconocido absoluto y permanente, construye su esencia y le permite aparecer como tal: designificada; pero, da cabida a que otros entendimientos puedan hacer lo mismo.
 
Con esto ultimo dicho, pienso que la designificación conlleva no solo a la destrucción total del vinculo entre el ser y el ente, si no que también, a la unicidad del ser humano en su capacidad de lenguaje, puesto que su palabra, en su designificación, será entonces sometida al eterno juicio; y por ende, el entendimiento que trasciende al tiempo, y el "de todos" que nombraba Alberto (Iommi, 1979)<ref>ibid.</ref>, se transforma en "solo algunos". Entonces, esto no sostiene ni dará cabida a una poesía construida por todos, y con esto, a la ronda.  
 
Entonces, me pregunto ¿Hasta que punto la palabra es capaz de construir relaciones, y en que punto esta separa al ser humano?


Ahora, ¿Por qué la palabra poética?


=Referencias=
=Referencias=

Revisión del 17:05 8 nov 2020



TítuloDiego Chocano EAD 4210-01. Tarea 1
AsignaturaSeminario de América
Del CursoSeminario de América 2020 2S
CarrerasMagíster
1
Alumno(s)Diego Chocano


La Hermenéutica: la palabra poética, el horizonte perpetuo, el “cada vez”, una y otra vez

Para la lectura y entendimiento de esto que se podría llamar una discusión, antes es pertinente presentar su origen. Godofredo Iommi fue un poeta y profesor de la Escuela de Valparaíso, actual Escuela Arquitectura y Diseño. Una de sus clases, quizás la mas conocida y mas comentada, se titula “Hay que ser absolutamente moderno”[1], siendo esta la que origina el presente escrito; y se encuentra disponible para revisión en el Archivo Histórico José Vial Armstrong. Esta clase realizada en 1979 para el Taller de América, uno de los cursos impartidos en la Escuela de Valparaíso, forma parte de un cuadro de clases magistrales realizadas en continuo por diferentes profesores. Alberto Cruz, arquitecto y profesor de esta misma escuela, es otro de los expositores de este ciclo, y quien realizo la clase anterior a la de Godo, en un tono mas próximo al oficio de la arquitectura, que al de la poesía.

En ambas clases se toman partidas del poema de A. Rimbaud: Una temporada en el infierno[2]; específicamente de la frase “Hay que ser absolutamente moderno”; y la última clase ya mencionada de Alberto, toca además una frase de la Carta del Vidente, también de Rimbaud: “Yo es otro” (Je est un autre originalmente en francés)[3], la cual trae a presencia dentro de su discurso. Estas clases exponen una nueva visión desde los oficios hacia sí mismos, tomando partidas de la frase de Rimbaud, y prefigurando una suerte de manifiesto o principios para la actual Escuela de Arquitectura y Diseño, que se escuchan en el eco hasta la actualidad.

Si bien, el origen de estas exposiciones esta acentuado en la frase de Rimbaud y lo que se percibía del futuro próximo de aquel entonces –al presente de 1979 –, es posible distinguir la postura y los planteamientos de cada uno frente a esto. Los expositores, dentro de lo que les concierne en sus oficios, sostienen su discurso propio, con sus propios matices; y desde aquí, es que se abre el planteamiento central de la discusión. Entonces, luego de escuchar las exposiciones, es que se desprende para este escrito una idea, una temática que quizás sea la mas importante detrás de los discursos: la heredad de la palabra poética.



[1] La palabra poética: lenguaje y metalenguaje

Primero, la palabra poética. Definir o hacer alusión a lo que se entiende como palabra por si sola, quizás sea un excurso de esta discusión, por lo que no tiene sentido –al menos por ahora –, entrar en ello. Eso si, pareciera ser acertado traer lo que dice Godo sobre la palabra citando a Dante Alighieri:

“La esencia de la palabra no es decir lo que ya se sabe, la palabra dice lo que no se sabe. Y solo cuando la palabra dice lo que no se sabe, es esencialmente palabra. Cuando dice lo que se sabe, es conversación” (Iommi, 1979)<ref>Ibid.Error en la cita: La etiqueta de apertura <ref> es incorrecta o tiene el nombre mal.

Aquí, Godo se toma la libertad de no citar a Dante con toda precisión, sino que mas bien es una interpretación que al parecer infiere del análisis texto completo<ref>Alighieri, Dante. (1919). El Convivio (Trad. C. Rivas Cherif). Tipografía Renovación: Madrid, España. (Trabajo original publicado en 1307). Disponible versión digital en http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-convivio--0/Error en la cita: La etiqueta de apertura <ref> es incorrecta o tiene el nombre mal del poeta florentino. Pues Dante, dice textualmente: “Porque las palabras están hechas para mostrar lo que no se sabe” (Alighieri, 1919)<ref>Ibid.Error en la cita: La etiqueta de apertura <ref> es incorrecta o tiene el nombre mal. Y nada mas, sin hacer referencia a lo demás. Con esto, se puede decir que “esencia” y “conversación” son conceptos que introduce Godo a la discusión.

Lo hacia con toda autoridad. Incluso validándose a si mismo, en este mismo hecho, indirectamente. Cuando Godo hace alusión a la exploración de la palabra en la que se la ha jugado la poesía de occidente, lo hace refiriéndose desde el origen griego de la palabra: “es un mito” (Iommi, 1979)<ref>Ibid.Error en la cita: La etiqueta de apertura <ref> es incorrecta o tiene el nombre mal. Aquí, mito de la palabra mythos, y esta del verbo meiein. Definiendo esta ultima como al contemplación –dicho de un modo reduccionista y brutal<ref>Aquí, Godo define el verbo meiein como el hecho de abrir y cerrar los ojos, al momento de mirar una fuente de luz; da a entender la relación del ojo que obliga a ver y la fuente luz potente que obliga a cerrar, como una “miranda parpadeante”. Y eso, para Godo, es la contemplación (Iommi, 1979).Error en la cita: La etiqueta de apertura <ref> es incorrecta o tiene el nombre mal–. Entonces, precisamente esa contemplación es la que, en palabras del mismo Godo, se a atendido la poseía –y el mismo –, por medio de la interpretación y el enriquecimiento, cada vez aun mas exploradas.

De esto último es lo que trata esta discusión. De la constante exploración, la interpretación y la reinterpretación de la palabra poética. De un modo tal, que pareciera que existe una constante conversación entre las partes, y que cada vez que se da –casi como un ciclo perpetuo –, aparece algo nuevo, o se le agrega algo, o se interpreta de un modo diferente; o se enriquece. Bueno, aquí Godo podría decir que entonces no es una conversación, sino que es siempre palabra, según su interpretación de lo que dice Dante (Alighieri, 1919)<ref>Ibid.Error en la cita: La etiqueta de apertura <ref> es incorrecta o tiene el nombre mal–. Y con toda autoría, si la comprendemos como un dialogo de algo de lo que aun no sabemos que fue lo que precisamente se dijo, como palabra –poética –.

Ahora, ¿Por qué la palabra poética?

Referencias

  1. Iommi, Godofredo (Profesor). (1979). Hay que ser absolutamente moderno [grabación de audio]. Recuperado desde https://soundcloud.com/archivo-jose-vial-a/sets/hay-que-ser-absolutamente.
  2. Rimbaud, Arthur. (1873). Une saison en enfer. Alliance typographique, Francia.
  3. Conjunto de dos cartas escritas por A. Rimbaud, en 1871, a Georges Izambard y Paul Demeny respectivamente, bajo el nombre en francés: Lettres du voyant (cartas del vidente). Recuperado desde https://wiki.ead.pucv.cl/Carta_del_Vidente