De la Germinación y Floración Escultórica

De Casiopea
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TítuloDe la Germinación y Floración Escultórica
Año1985
AutorClaudio Girola
Tipo de PublicaciónCapítulo de Libro
EditorialEscuela de Arquitectura UCV
ColecciónOficio
CiudadValparaíso
Palabras Claveseparatas, separatas
Código
743.8368 HON
PDFArchivo:OFI 1985 Germinacion Escult.pdf
NotaDiez separatas del libro no escrito. Título Alternativo: Sobre las Crónicas de las Proclamaciones de la Travesía al Mar Dulce o Desembocadura Urbana de la Hidrografía de América Latina

De la “Germinación” Escultórica

a) El “Acto” de la Escultura se cumplió durante la Travesía en la sala de exposición “Del Retiro”, en Buenos Aires.

b) No fue una clase, ni tampoco una visita. Para poder cumplir el “Acto” se recordó, primeramente, que la Travesía o el tiempo del taller en travesía se inició con el acto “del silencio y contemplación de una estructura en la sala blanca”.

c) Se dividió el total de los alumnos presentes en tres estaturas: altos, medios y bajos. Cada grupo tenía una sola escultura que observar y dibujar.

d) Se dieron las pautas fundamentales de cómo observar, cómo dibujar y por lo tanto de cómo “conocer” por inducción la germinación propia del trabajo del escultor: el horizonte propio de cada escultura.

e) Por ello era la división por estaturas, de los alumnos, para que cada estatura observara, empinándose o agachándose, el horizonte propio de la escultura que estaba viendo.

f) Es necesario ver la escultura desde su propio horizonte, es decir, desde su propio punto de vista, para poderla “conocer”. Además esto implica ver otra cualidad esencial de la escultura: la profundidad.

g) ¿En qué consiste la “profundidad” escultórica?
Para comenzar a definir dicha “profundidad” debemos comenzar por las negaciones. Es decir, así como el horizonte escultórico no nace ni se germina de un horizonte natural, la “profundidad” escultórica tampoco nace ni se germina de una lejanía natural.

h) La “profundidad” escultórica dice relación, tal como claramente lo expresara Rodin; entre lo que se nos viene hacia delante del volumen o bien lo que se nos va hacia atrás de ese mismo volumen.

i) Nada más lejos de pensar en ilusiones ópticas. El que se nos venga hacia adelante o el que se nos vaya hacia atrás tiene su punto de partida desde y en el interior del propio volumen. Si no sucede así el volumen no tiene carácter escultórico.

j) Desde el punto de vista estrictamente escultórico una masa nunca es un “volumen”. Así como Rimbaud dice que un día el cobre despierta clarín. Así la masa despierta volumen siempre y cuando se produzca la construcción de planos que al intersectarse hacen comparecer las aristas.

k) Por ello es que cualquier otro volumen de carácter no escultórico, por ejemplo “funcional o utilitario” (una mesa, un cajón, etc.) tiene siempre aristas “previsibles”.
El volumen escultórico, en cambio, es un canto continuo a la imprevisible aparición y desaparición de las intersecciones de sus planos. Una escultura no tiene nunca fachadas. Este trabajo de apariciones y desapariciones se genera y germina en lo interno del volumen, por eso es algo que siempre viene de adentro hacia fuera, sea que se nos enfrente o que se nos vaya.


De la “Floración” Escultórica

a) La floración es el azar.

b) El azar, escultóricamente hablando, nunca es la casualidad.

c) "Porque un golpe de dados jamás abolirá el azar" (S. Mallarmé)

d) Es decir, el azar contiene el infinito.

e) Este se da sólo en el “riesgo floreciente”.

f) Este se manifiesta por los leves cambios en la posición de los elementos.

g) “Y este orden en que están colocados los diversos elementos es mucho más importante que los propios elementos…” (H. Poincare)

h) En la construcción, en la invención de un orden o sintaxis radica la real abstracción sea cuales fueren los elementos que la constituyan (figuras geométricas o figurativas).