Darío Tapia: Amereida IV

De Casiopea
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TítuloEnsayo Amereida IV
AsignaturaTaller Amereida 2014
Del Curso2º DG 2014
CarrerasDiseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.
Alumno(s)Darío Tapia

El Arrojo

“También el olvido es bello, olvidar, por ejemplo, que el arrojo es la travesía y no la vida de un obstáculo, en este caso, el perro. Pero la hermosura cuenta menos que la ruta y esto sí que es difícil aprenderlo. ¿Qué es la ruta? Es sólo seguir partiendo siempre, es mantener el rumbo abierto. ¿Será un comienzo sin fin, como el amor? Hacer tal ruta, abrir tal rumbo, tal vez de tales cosas, interrogaba Kant a los capitanes de barcos balleneros, aquellos que Melville dijo que buscaban la ballena blanca y tal vez Ajab sea el nombre de la musa de toda pura travesía”

¿Qué es el arrojo? El arrojo suena como la pretensión máxima del ser con corazón; podría bien decirse que aquel que posee corazón es llamado al arrojo. Pero este es un llamamiento problemático para nuestra condición der ser humano, puesto que más que ser una llamada El arrojo es con violencia.

El carácter inherente al arrojo es con la violencia, no hay arrojo suave; cuando un recién nacido se encuentra con el mundo por la vez primera todo lo golpea, el cálido vientre materno es el pasado afectuoso de donde una mano rígida agarra con fuerza para sacar. El hombre con mano fuerte agarra a la guagua y la saca con fuerza. Este es el primer atisbo. Del primer momento en este mundo, de esos instantes prematuros viene la primera relación con el arrojo. Este encuentro violento entre el arrojo y el ser humano marca nuestra condición como seres con libertad. De no-nacido al nacer hay un arrojo; es el arrojo que inaugura la venida al mundo y que es esencialmente un acto violento en el gesto: arrancar de la matriz cálida. Este paso hostil de un estado a otro, se puede abordar desde el plano físico como el cambio de un ambiente a otro, del punto de vista abstracto como el traspaso del interior al exterior, lo protegido a lo expuesto; cualquier par abstracto que le otorguemos va a construirse por la unión de dos adjetivos que se excluyen mutuamente, son en su esencia semánticamente opuestos. Aquí aparece una dimensión del arrojo que más vale tener en cuenta como una de las principales; no hay arrojo si es que no lo podemos definir como el paso de UN estado a OTRO estado el cual es el exacto opuesto.

Para alumbrar a un más el caso, miremos el significado establecido por el mismo hombre ; este significado puede no explicar directamente lo que significa la palabra, sino mas bien pone otros verbos mas sobre la mesa: “Lanzar, Tirar, Echar”. Si nos detenemos a observar estas palabras, saboreándolas lentamente, nos queda un regusto un tanto burdo. Pareciera que nos quedamos con conceptos que utilizamos sin prestar mayor atención, y para referirnos a objetos más bien concretos. Esta tríada verbal nos remite casi instantáneamente a la imagen de un deportista en casi cualquier deporte. Podemos entonces concluir que arrojar algo involucra un gesto del cuerpo, un movimiento que es una hazaña de la mecánica, de la fuerza. Alguien no arroja algo a 10 cm de su propio cuerpo; a alguien no se le ocurriría nunca arrojar algo delicado y que fuera susceptible de romperse; a menos que eso pretendiera desde el mismo principio.

¡Arrojarse!

¿Es el arrojo una proeza de valentía? Requiere esa violencia de romper con lo establecido, aquella situación que nos traía constreñidos o bien demasiado tranquilos, al fin y al cabo, la necesidad de arrojarse no aparece de la nada. Cuando todo está bien, cuando obtienes todo lo que necesitas casi sin pedirlo, cuando te sientas en el mismo asiento del primer vagón del tren que sale a las 8:55 am de la Estación puntualmente todos los días. Que nos queda más que la urgencia de romper y salir de una vez al exterior; nacer de nuevo con esa violencia de la mano que agarra, salir de la matriz cálida que ahoga los sonidos. Como el atleta que en su hazaña de la fuerza y la biomecánica con su brazo traza un arco en el aire y con la mano tensa empuja el balón hacia el allá; el balón corta el vacío para hacerse un camino en la nada (lo que no existe antes) y pareciera que nada lo ataja. En este acto no hay atajo. Es a ciegas. No hay certeza del nuevo estado. Es esta incertidumbre la que nos causa el miedo de lanzarnos y nos retiene. Para sobrepasar el miedo es necesario invocar el coraje.

La Trascendencia

Es el fin que nos trae a lo sinfín; el umbral donde lo que es en nuestro presente de desdobla en lo que fue y lo que será al mismo tiempo. El último escollo para salvar la barrera del olvido y adquirir la eternidad. Miremos el cielo nocturno, tal como la bóveda de una catedral se cierne sobre el que lo contempla, el vacío nos muestras las estrellas. Las estrellas y lo infinito. Cuando el hombre alcanza la trascendencia es como la estrella que brilla porque se luz permanece sin estar presente siquiera.


SCENA III

Druidi dal fondo, Sacerdotesse, Guerrieri, Bardi, Eubagi, Sacrificatori, e in mezzo a tutti, Oroveso.

CORO

Norma viene: le cinge la chioma
La verbena ai misteri sacrata;
In sua man come luna falcata
L'aurea falce diffonde splendor.
Ella viene, e la stella di Roma
Sbigottita si copre d'un velo;
Irminsul corre i campi del cielo
Qual cometa fioriera d'orror.


SCENA IV

Entra Norma in mezzo alle sue ministre. Ha sciolto i capegli, la fronte circondata di una corona di verbena, ed armata la mano d'una falce d'oro. Si colloca sulla pietra druidica, e volge gli occhi d'intorno come ispirata. Tutti fanno silenzio.

NORMA

Sediziose voci, voci di guerra
Avvi chi alzarsi attenta
Presso all'ara del Dio?
V'ha chi presume
Dettar responsi alla veggente Norma,
E di Roma affrettar il fato arcano?
Ei non dipende, no, non dipende
Da potere umano.


La música es un arte que el hombre desarrolló y donde la inspiración y el arrojo -que alcanza grados altísimos de perfección y belleza- el arrojo aquí queda claro . La trascendencia que se logra a partir del arrojo es de una inconfundible energía derrochadora. La belleza aparece como un caudal insalvable. Es como el brillo de la estrella, potente y certero en la oscuridad honda, inconfundible y siempre titilante. Si algo logra trascender de esta manera tan potente, se convierte en sí mismo en un llamado al arrojo, una nueva fuerza derrochadora que inspira al que tiene el oído atento y los ojos abiertos. Se empiezan a formar vínculos, nodos brillantes , tejidos de obras llenas de belleza arrojadas al sin-fin; de esta manera se va construyendo la constelación de la humanidad.

Casta diva

De la ópera Norma, del año 1831, con música del compositor italiano Vincenzo Bellini, una de las arias para soprano más famosa e interpretada de todo el repertorio lirico. Una pieza altamente delicada, podría decirse que de cristal, altamente compleja y exigente. Es un ejemplo del derroche de belleza y del arrojo en la intepretación. Al oído llega como un susurro flotante, se anuncia una flauta como salida de un sueño y luego caemos en un estado contemplativo, totalmente hipnotizados por la melodía sinuosa. En este trance nos quedamos y nos mecemos con los suaves oleajes que revientan cerca de la orilla de muestras conciencias. Se detiene y comienza de nuevo para emerger de entre las aguas negras una voz femenina voluptuosa. Pronuncia “casta diva “como la precisión del cuchillo pero la delicadeza de lo sagrado. Invoca a la diosa. Se escucha en su voz el temor y a la vez la seguridad del rito. Se lanza con ímpetu al agudo filoso y desciende de nuevo al arrullo. Entre el coro es ágil la voz como un bailarina. En su voz hay a la vez fuego y agua, luego luz y sombra, el claroscuro de noche con luna llena. Casi al final del hechizo, sube el monte del agudo y se precipita al fondo en una escala brillante como perlas. Su voz termina de desvanecerse dejando un sosiego en el corazón.



Casta Diva, che inargenti
Queste sacre antiche piante,
Al noi volgi il bel sembiante,
Senza nube e senza vel!

OROVESO E CORO

Casta Diva, che inargenti
Queste sacre antiche piante,
Al noi volgi il bel sembiante,
Senza nube e senza vel!

NORMA

Tempra, o Diva,
Tempra tu de' cori ardenti,
Tempra ancora lo zelo audace.
Spargi in terra quella pace
Che regnar tu fai nel ciel.
OROVESO E COR
Diva, spargi in terra
Quella pace che regnar
Tu fai nel ciel.