Cómo y Cuando hay Ciudad

De Casiopea
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¿Cómo y cuando hay ciudad?


¡Aquí, aquí mira como suelta mundo el mundo!

nombres en la construcción que llegan al rostro, de frente;

carteles de indicaciones, advertencias que destruyen el ojo al par que instruyen y construyen el lugar

Pero ¿cómo, cuando Hay ciudad?

Hago alusión a tal o cual definición - manías de educar - y veo vastas excavaciones junto a súbitas alturas

Tanto trajín entusiasta

y oficios pagados que ya no se oyen los ecos de los propios pasos

Eco emigrado de mis pasos casi como el de estas pájaras crueles en bandada hacia sus peces

¿qué decir qué murmurar en este poema?

¡Ah! si ellas a sus peces mis labios renuevan en su soplo distraído y furtuvo las preces - este saludo siempre invicto por tanto hacerse mundo el mundo

Pero llegan y llegan

titulares, informaciones noticias siempre de último minuto como pan cocido y fresco crocante que dan cuenta sacan cuentas y cuentan y cuentan

De pronto pasa ante la ventana larga del café un monja - tan leve dentro de su hábito - con manos escondidas que también cuentan otra cuenta dispensando un invisible silencio sobre el tumulto

sobre el viento lluvioso

e invernal y el tedio melancólico de este vago e impreciso aburrimiento que no puedo ocultarme

(Sé, presiento que la monja leve repite en su silencioso hábito y sus pasos sutiles y presiento el sentido)

Pues, para siempre ella sabe que tantas cóleras, tantos crímenes, asaltos sordos, sorpresivos (camino a Farellones) del dañino suelto que va

sembrando daño

como esta leva de perros que acierta a cruzar la calle internacional ignorando el tráfico corriendo en manada como aquella bandada

hacia la avenida (av. Perú de Viña) que más allá emparalela el mar con sus pájaras voraces

Ella, la monja sabe que los dañinos del Daño han sido vencidos y que no prevalecerán

Entra ahora al café una joven me apela levanto el rostro y me pide un óvolo para “Laura Vicuña”

- hoy es día de su evocación -

y entre la luz neblinosa del frío se ve sin sin verse ya que la sutileza de la monja alude a la sangre regalada de la única y múltiple divinidad que mueve su gloria invisible en esas altas nubes grises que transcurren mirándonos desde allá con el amor amante del celo materno coronado por aquel amor sin límites que levó la justicia a perdón y que aquí

rueda

en estos momentos

como el aro que un niño hace rodar sobre la vereda y jugando ante el café


Queda el silencio en el inaudible silencio en este mero mundo del propio hacerse mundo desde la yema mental de los dedos entre la gente y la edad

¿Más cómo, cuando hay ciudad? ¿De donde recibe esa última luz oculta que la hace ciudad?

Entre daños, condonaciones,

imprecaciones, excusas, bandadas esparcidas, reglas ajustadas y quebrantadas y el atardecer de la melancolía; el tedio e inefable aburrimiento pues el hombre va tendido (¿qué no?) hacia dicahs infinitas e irreversibles como un dulce secreto joya iridiscente brotada de la sangre sacra expandida en gloria resurrecta

Si, adivino que la ciudadceleste aunque invisible todavía

empero

construída ya para siempre viene desde ella - adivino - cayendo sin cesar como don o viento o susurro calando tedios y cuidados a este mundo haciéndose mundo

La ciudad que con sus bajuras Y alturas aquí En Viña del Mar, entre todos - buenos y malos, falsos y justos – mediocres, talentosos, todos concurrimos a construir

De pronto me sorprende el lápiz escribiendo este texto y con temor

saludo el origen

de la ciudad terrestre en la ciudad celeste. Tal su real origen para ser ciudad

Sorbo lentamente el café cortado, el último trozo de torta helada y espera que la lluvia fina y gris que cae ya no me alcance

“Ah, perdón” - digo - y vuelvo apresurado a pagar la cuenta que olvidé en mi distracción o lábil memoria Y dando una generosa propina imito las manos del único dador gratuito que mueve toda donación

Hablo del eterno y triduo providente Amor del único dios Señor sobre todo Señor