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de Grecia a Palladio.'
de Grecia a Palladio.'''


== Resumen ==
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Revisión del 06:52 11 abr 2022



TítuloEnsayo 1-1ºS 2022
AsignaturaTaller del Programa y Forma de la Edificación
Del CursoTaller del Programa y Forma de la Edificación 1º Semestre 2022
CarrerasArquitectura
10
Alumno(s)Benjamín Pinto Santander

Cómo, cuándo y por qué avanza la envolvente en el edificio del teatro

La arquitectura dramática como eco de la sociedad y la cultura: de Grecia a Palladio.

Resumen

Palabras clave: Teatro, envolvente, arquitectura dramática, arquitectura y cultura, arquitectura y sociedad


En la antigua Grecia, el teatro era completamente abierto al exterior, recibiendo la extensión desde lo habitable. Luego, los romanos cerrarían el perímetro a través de la creación del anfiteatro, el cual mantenía algo de la apertura griega pero iniciaría la línea a través de la cual la estructura se comenzó a abocar sobre sí misma, lo cual no fue si no en aumento hasta llegar a las cajas negras completamente cerradas que se utilizan hasta nuestros días. Todo esto nos habla de cómo, en definitiva, al observar el edificio del teatro a través de la historia, podemos identificar un claro avance en materia constructiva sobre una arista específica: la envolvente, cada vez más hermética y más volcada a la creación de un interior particular y, hasta cierto punto, artificial. Hacer del vacío escénico una total invención, un espacio absolutamente humano.

Siguiendo esa línea, podríamos decir que “avanza”, primero, en un sentido espacial. Constructivamente, el teatro evoluciona desde una abertura completa -en resonancia total con la extensión- hacia un teatro de interiores. Esto nos puede hablar del efecto que se deseaba crear en escena, de la relación que tenían las obras con lo natural (o lo divino), y a partir de ello nos dice sobre el propósito del teatro en las distintas sociedades, dando paso a una reflexión mayor sobre las maneras de habitar y su respuesta desde la arquitectura. También, claramente, este avance tiene un matiz cronológico; en cuanto a que se da en una línea de tiempo que, aunque algo discontinua, es concisa y sólida en grandes rasgos.

El trabajo del presente escrito se centrará en precisar y definir etapas en el avance comentado, señalando hitos relevantes a través de edificios icónicos, diseños relevantes o personajes destacados, de esta manera conformando una historiografía fundamental de la materia formal del teatro. En definitiva, una línea de tiempo. El propósito de este análisis, su enfoque particular y la herramienta narrativa de la cronología es utilizar este cuestionamiento sobre la situación formal del teatro, la pregunta material sobre la naturaleza del espacio constructivo, para -desde esta perspectiva- esbozar una reflexión acerca del rol del teatro en la sociedad y la naturaleza de estas sociedades. En definitiva, un texto sobre la arquitectura dramática (por ello y en cierto sentido, pública y colectiva) y el diálogo que subtiende con las ideas, tiempos y comunidades que le dan sustento. La arquitectura como un eco de la cultura (y cómo a medida que nos acercamos a las vanguardias y la “emancipación de las artes” esta relación se va trastocando).

DITIRAMBO

Siglo VII a.C.

Lo dramático y lo mimético han acompañado al ser humano desde sus orígenes en su eterna búsqueda a través de la creatividad. Las pinturas rupestres, las formas musicales arcanas y tantas otras expresiones culturales en los albores de la historia se unen a esta cruzada inherente a la condición humana, que nos dice como somos naturalmente creativos, profundamente artísticos, inherentemente escénicos. La espiritualidad que acunó las creencias de los habitantes antiguos de la tierra estaba cargada de esta fuerza creativa, con rituales chamánicos de una intensidad artística importante, a través de bailes, cantos, ropajes, etc. Es en este contexto que, alrededor del siglo VII a.c., los pueblos balcánicos comienzan a celebrar y desarrollar el Ditirambo.

Era el Ditirambo un ritual prerromano de la zona de los Balcanes, encomendado a la adoración del dios Dionisio, deidad del panteón olímpico que manifestaba el vino, la fertilidad y las buenas cosechas, y por extensión los placeres y la abundancia. En este ritual los actores intentaban llamar la atención del dios a través del sacrificio de un animal en medio de representaciones rituales, comúnmente asociadas a cantos, máscaras y bailes profundamente performáticos.

Estas formas rituales, fruto espontáneo de la cultura del lugar, fueron evolucionando con el paso de los años, apareciendo figuras como el coro, el corifeo o el personaje protagonista, como señala Andrés Garcés (2019) en su libro “La Ciudad Teatro'. El lugar de la escena y otros lugares”

En el año 530 a.C., Tespis -considerado el primer actor de teatro-, escenificó varios personajes a la vez (…). Con él se consolida la figura del protagonista en el espacio escénico. (…) a medida que la estructura de esta fue evolucionando, se le empezó a dar relevancia y centralidad a aquel que más destacara -por ser quien mejor bailaba y cantaba-, hasta terminar siendo erigido como figura principal." (p. 29)

Con invenciones como ésta comienza a esbozarse la relevancia mayor de este ritual para los estudios de nuestros días, pues es ahí donde aparecen las luces de lo que se convertiría en el teatro griego.

TEATRO GRIEGO

Siglos V - III a.C.

Siendo el sucesor cultural del Ditirambo, el arte dramático que desarrollaron los griegos continuó la línea adoratoria que le caracterizaba. Además, con la apertura y precisión de los mitos griegos y la consolidación del panteón, se refuerza la idea de los dioses rodeando y circundando físicamente el teatro.

Sumado a lo anterior, en la época de oro asociada a Atenas y Pericles surgen los grandes dramaturgos (Sófocles, Esquilo, Aristófanes) que tomarían la tradición cultural y literaria de la épica griega y la revestirían de una complejidad narrativa que expresaba con belleza y precisión las materias filosóficas que habitaban la cultura griega, como el destino, la relación tempestuosa con lo natural y los vicios en la moral humana.

Planta de un teatro romano con sus partes. Fuente: https://yucatancultura.com/la-circularidad-del-teatro-griego/

Es en esta etapa donde atestiguamos la construcción de los primeros edificios dedicados exclusivamente a la realización dramática. Muchas veces se inscriben en recintos adoratorios como parte de un complejo de templos y santuarios, alejados de la ciudad como puntos procesionales y de interés espiritual. Albergan obras dramáticas durante períodos de festividades religiosas. Las obras en este momento tienen como principal propósito el hacer aparecer a los dioses en el lugar, lograr que se presenten a través de una fuerza natural o mediante la transubstanciación de los actores, con el fin de que intervengan en el devenir de la comunidad. Para lograr lo anterior es que el recinto del teatro es completamente abierto. Se compone de varias estructuras independientes y separadas entre sí, las cuales se abren completamente a la extensión circundante, no sólo por carecer de una envolvente completamente contenedora si no también porque su diseño recoge los monumentales panoramas que generalmente tenían por fondo de escena: grandes valles, ríos, costas o montañas.

Complejo adoratorio del Santuario de Apolo en Delfos. Fuente: https://www.uam.es/proyectosinv/hellas/arcaismo/arqui_ar/santuar/3s.html

Monumento ejemplar de todo lo anterior -entre muchos otros- es el Teatro de Delfos, en la ciudad homónima al centro de Grecia. Éste está inmerso en el complejo adoratorio de templos dedicados al dios Apolo en las inmediaciones de la ciudad de Delfos, en los faldeos del Monte Parnaso. Es uno de los más antiguos que aún se conserva, y antaño albergó parte de los eventos realizados en el gran festival que eran los juegos Pitios, dando cabida a rituales de adoración. Uno de sus principales consideraciones constructivas es el imponente panorama que tiene tras de sí: el gran valle rodeado de montañas bajo el Parnaso. Habiéndo sido construído en el siglo IV a.C., es quizás más preciso tomar como referencia para este punto al Teatro de Dionisio en la Acrópolis de Atenas, que construído en el siglo VI a.C. es el teatro griego más antiguo.

Recogiendo lo ya mencionado, vemos que la sociedad griega era una profundamente regida por los designios divinos y las deidades de su panteón, las cuales estaban involucradas en todos los aspectos de su vida individual y, aún más, de sus comunidades. Esto es reflejado en plenitud en sus formas artísticas y su expresión dramática a través del teatro, y todo aquello es recogido en integridad armoniosa en el edificio del teatro. En definitiva, el edificio es una síntesis de las costumbres y necesidades del pueblo griego de la época, habiéndose consolidado a lo largo de siglos de construcciones y diseños que de a poco se acercaban a la que sería su forma final, la cual daba cabida en fiesta a todas las cualidades que caracterizaban al pueblo griego, su modo de vida, sistema de creencias y cosmovisión. En cuanto a lo constructivo, podríamos indicar que el hito fundamental de la época fue hacer aparecer por vez primera una envolvente material construida -al menos de manera permanente- donde celebrar el acto dramático del teatro.


TEATRO ROMANO

Siglos I a.C. - V d.C.

Siglos después, el imperio romano superaría el poderío militar griego, conquistando así el poder hegemónico en el mediterráneo y posteriormente en Europa en su totalidad. Luego de la anexión de los Balcanes al imperio, los romanos observaron y analizaron en profundidad las formas artísticas griegas, siendo la arquitectura uno de los mayores ejemplos. Desde la admiración, incorporaron los preceptos tanto de la arquitectura como del teatro griego en sus propios proyectos, agregando en el camino diferentes elementos que derivarían en un tipo constructivo y dramático nuevo y particular.

Planta del Teatro Romano. Fuente: https://www.italicasevilla.org/teatro.html


Entre las grandes innovaciones introducidas por los romanos se encuentra la transformación de la estructura del teatro: mientras que en su predecesor griego la circunferencia del koilon superaba los 180 grados, y se diferenciaba y distanciaba del recinto de la escena (creando un vacío entre ambas estructuras y potenciando el que se subtendía hacia la extensión exterior), en el teatro romano el koilon era una circunferencia de 180 grados, anexada a la zona de la escena, conformando así un mismo edificio. Esto derivó en que el recinto del teatro romano fuera una unidad cerrada, completamente abocada a su interior, que si bien acogía aún la extensión del cielo al no contar con cubierta, dejaba completamente de lado lo escénico en lo natural.

Sección del Anfiteatro de Flavio Vespasiano. Fuente: Elaboración propia

Lo anterior, también, tenía que ver con una nueva perspectiva respecto al emplazamiento. En el mundo griego, el carácter ritualístico del teatro le llevaba a estar emplazado en complejos adoratorios alejados de la ciudad e inscritos en parajes de gran belleza natural, la cual jugaba un rol protagónico en todas las estructuras. Además, el soporte estructural del teatro era la misma extensión natural preexistente, en cuanto a que se asentaba directamente sobre la ladera de los cerros. Los romanos, sin embargo, a través de avances constructivos en estructuras como el arco, pudieron prescindir de una fundación natural del terreno, por lo que su edificio -ya unitario- podía construirse en cualquier lugar y valerse estructuralmente por sí mismo, con grandes galerías bajo las gradas. En este contexto, los escenarios dramáticos son llevados a los centros cívicos. Siendo de gran importancia la entretención pública en las ciudades griegas, éstos contaban con arenas, baños termales y piscinas públicas, tabernas y, también, teatros.

Muestra de lo anterior es, precisamente, el Teatro de Pompeyo, que construido el 55 a.C. es probablemente el primer teatro romano. Antonio Monterroso (2010) citando a Filippo Coarelli, destaca dos particularidades de dicho teatro: sus enormes dimensiones y profunda urbanidad -gracias a su central emplazamiento- y sus características palaciegas en cuanto a lujo y ornato:

Teatro de Pompeyo. Fuente: Elaboración propia

En su conocida monografía sobre el Campo de Marte, afirma Filippo Coarelli que el Teatro de Pompeyo representó un salto cualitativo en la transformación monumental y orgánica de todo aquel sector urbano, no sólo por corporeizar el primer gran edificio teatral de Roma, si no por representar un concepto arquitectónico y un proyecto urbanístico aglutinantes de elementos diversos, entre los cuales, un teatro descomunal, pórticos, exedras, jardínes, fuentes y ornamento artístico (p.17)

Emplazado en la ciudad misma de Roma, se encontraba en el corazón del mayor centro urbano del mundo clásico. Fue edificado -mayormente en mármol- a expensas del cónsul Pompeyo, a fin de aumentar su popularidad, y sentó el precedente de lo que sería el prototipo de teatro romano, presentando la arquetípica cávea en 180 grados, que a su vez permitía un frente de escena con mayor dimensión y presencia. Pompeyo incluyó en el diseño un santuario a Venus, además de un enorme peristilo en la parte posterior con fuentes, jardines y exedras, sin contar una colección de sus trofeos de guerra en exhibición. Definitivamente, además de lo arquitectónico o artístico, el caso del “Teatro de Mármol” sería la antesala de un modelo de teatro permeado por el lujo y la ostentación, el quehacer social y cívico, y la magnificencia en dimensiones impensadas hasta ese entonces. En definitiva, una idea de teatro más ligada a lo humano y cultural antes que a lo divino y natural.

Anfiteatro de Pompeya. Fuente: Elaboración propia

Por último, un gran avance romano en la cronología formal del teatro está dado por la invención del anfiteatro. Con el nuevo teatro de 180 grados, los romanos se vieron en la posibilidad de unir frontalmente dos teatros, formando una circunferencia completa para los espectadores y situando a la escena en el centro.

Con el ensayo realizado en Pompeya, en el año 80 a. de J.C., de unir dos teatros para hacer un vasto edificio de gradería oval destinado al espectáculo, nació el anfiteatro. Esta forma arquitectónica tuvo su máxima realización en el Colosseo (Coliseo), iniciado por Vespasiano en el año 29 de nuestra Era." (Cirici, 1967, p. 223)

Los anfiteatros tenían grandes arenas centrales; dónde -más allá de llevarse a cabo obras dramáticas- tenían lugar representaciones de batallas y juegos de lucha y deportes. El anfiteatro, ya completamente cerrado, sería un gran hito en el proceso dentro del cual el teatro se fue volcando hacia su interior. Además, como menciona el autor, el primer recinto dramático construído enteramente en piedra en Roma sería, precisamente, el anfiteatro de Pompeya, edificado en el siglo I a.c., siendo hasta hoy uno de los mejor conservados y más emblemáticos.

Todo lo anterior nos habla de cómo el Imperio Romano era sostenedor de un sistema político más concreto y acotado, el cual tenía como uno de sus principales propósitos la entretención de las masas (como herramienta sociopolítica), y por ello vertía en la materia importantes esfuerzos y recursos.

Por otro lado, también vemos una sociedad más hedonista, cargada hacia los placeres del entretenimiento antes que a la religiosidad por sobre todas las aristas de la vida, ampliando así el abanico de la vida cívica hacia el espectáculo antes que la adoración, en resonancia con una transformación del rol que ocupaba el panteón divino en las vidas de los ciudadanos, y del panteón mismo también. Lo anterior vería un reflejo, además, en el mayor desarrollo de una élite aristocrática ligada a lo político, lo económico y lo cultural. Por vez primera aparece el teatro (entre otras artes) como una instancia social donde las familias de prestigio podían encontrarse entre sí y exhibirse ante la ciudad, un carácter que continuaría con fuerza en los siglos venideros.

Todo esto fue recogido en la nueva arquitectura de los teatros, tanto en su nueva estructura y disposición, como el cambio en su uso, su emplazamiento, y su -nuevo- rol en la ciudad y, por tanto, en la vida pública.

TEATRO MEDIEVAL

Siglos V - XV

Luego de la caída del Imperio Romano, así como Roma hizo con Grecia, los pueblos germanos miraron con admiración el -otrora- esplendoroso imperio en ruinas. Recogieron gran parte de sus costumbres y conocimientos, aunque tomó varios siglos en que la oscuridad en la que quedó sumida Europa tras el ocaso del imperio comenzara a disiparse, y florecieran con la fuerza de antaño las artes y la cultura en los reinos resultantes del tumulto geopolítico.

El medioevo fue un periodo marcado por las guerras y la división política de los pueblos. Con una constante sensación de amenaza ante invasiones y saqueos, las ciudades manifestaron planos urbanos esencialmente defensivos, en los cuales, muchas veces, la ciudad completa se inscribía dentro de una gran muralla. Generalmente cada ciudad era, hasta cierto punto, autosustentable, irguiéndose como una unidad prácticamente autónoma, que podía sobrevivir por mucho tiempo en caso de ser sitiada. Contaban con edificios de gran relevancia militar y comercial, como el mercado, lugar de reunión y desarrollo social en la época, o el castillo, la cabeza de la ciudad, desde donde se gobernaba y dónde se refugiaban los ciudadanos en caso de un ataque.

En este panorama, los castillos o los palacios se comenzaron a establecer como centros cívicos importantes, que contaban con grandes salones de fiesta, donde el rey o el señor recibía a su pueblo en banquetes y celebraciones. La actividad social y recreacional se vuelca casi completamente hacia los interiores,está presente la necesidad de habitar un espacio completamente construido, un refugio. De esta manera, el teatro y su desarrollo se desplaza hacia estos interiores también. Somos testigos, así, de las primeras muestras de un lugar teatral completamente cerrado, aunque no siendo un edificio específicamente diseñado para ello, es un hito más bien sociológico que puramente arquitectónico en nuestra cronología.

Sin detrimento de lo anterior, cada acción tiene su reacción, y el progresivo hermetismo de las ciudades tiene su balance en el desarrollo del mundo campestre fuera de los muros, entre pueblo y pueblo, y la permanente presencia (e incremento) de viajeros o artistas itinerantes moviéndose a lo largo de Europa, y más allá. Serían estos personajes o comitivas los que desarrollarían otra forma de teatro: el teatro itinerante, mucho más popular y ligero. De esta manera, comienzan a aparecer diferentes variantes de la actividad teatral. Por un lado, tenemos el entretenimiento más básico otorgado por rapsodas, trovadores, juglares, bufones y arlequines, que si bien puede estar cargado hacia otras artes como lo son la música, son profundamente performáticas y, por ello, escénicas. Tenemos también el “teatro de salón”, más -de cierta forma- institucional u oficial, asociado a las instancias proveídas por la aristocracia, a los grandes salones del castillo y, generalmente, a tragedias dramáticas o épicas clásicas protagonizadas por héroes o miembros de la corte. Por último, tenemos el teatro callejero, el de caravana, el itinerante, mucho más dinámico, asociado al pueblo, al mercado y a las comedias, y a estos personajes que podían viajar de pueblo en pueblo nutriendo su repertorio.

Así, somos testigos del surgimiento de nuevas diferenciaciones en el teatro y sus géneros, asociado cada uno a espacios específicos, temas y, en general, un panorama cultural y escénico particular. Además, se continúa la senda abierta por los romanos del teatro principalmente recreativo, en una sociedad precarizada y profundamente miserable, que carecía, en general, de mayores entretenimientos o distensiones, con gobiernos adscritos a sistemas explotadores, monarquistas y feudalistas que poco tenían que ver realmente con el desarrollo social o cívico de la comunidad.

RENACIMIENTO

Siglos XV - XVIII

El fin de la edad media en el siglo XV es tanto propiciado como acompañado por importantísimos hitos socioculturales que definirían el panorama venidero: la violenta caída de Constantinopla (y, por extensión, del imperio bizantino) en manos de los Turcos Otomanos y el posterior éxodo de grandes mentes y obras hacia occidente, resultando en un rescate de las figuras intelectuales clásicas grecorromanas; y, más aún, el renacimiento de estas figuras como protagonistas de un nuevo paradigma cultural, que pone énfasis nuevamente en el desarrollo del ser humano, disipando las sombras de la edad media y el yugo de la iglesia católica. Ello no es más que un bosquejo de las grandes transformaciones que derivarían en una real revolución de las artes y la cultura desde lo fundamental, lo esencial, es decir, una nueva perspectiva desde la cual enfrentarnos al desarrollo intelectual y creativo.

Sumado a lo anterior, el período del Medioevo tardío y el Renacimiento fue uno de enriquecimiento para las ciudades italianas, de tal manera que vieron a sus principales familias acumular grandes fortunas, las cuales fueron, en parte, invertidas en el desarrollo artístico, en manos de los grandes maestros de Venecia, Florencia, Milán, entre otras.

(...) la geografía de la región animó a los italianos a dedicar más atención al comercio y las artes que sus vecinos. Al encontrarse la península en el corazón de Europa y tener fácil acceso al mar, sus comerciantes tuvieron la oportunidad de convertirse en intermediarios entre Oriente y Occidente. (...) No es sorprendente que ciudades italianas como Génova, Venecia o Florencia desempeñaran un papel protagonista en la revolución comercial del siglo XIII , o que en 1300 unas veintitrés ciudades de Italia central y del norte contaran con veinte mil habitantes o más. (Burke, 1972, p. 20)

Pero, ¿qué tiene que ver esta coyuntura político-económica con las artes? Bueno, este proceso llevó al surgimiento de una nueva clase conformada por los mercaderes ricos, la burguesía. El burgués, a diferencia del noble, hacía su fortuna a través del trabajo y una labor concreta, y con el tiempo y el avance del mercado los nuevos ricos comenzaron a interesarse por nuevas formas de entretenimiento más cultas; por un lado instigados por un aire humanista relacionado al renacer de la individualidad, cómo también como un método para validarse ante las clases nobles, quienes les veían, primero y aún, como parte del pueblo.

ello (el proceso de racionalización humanista) se produjo porque la fabulosa prosperidad de los grandes industriales florentinos les permitió mirar las cosas desde más distancia. (...) La aparición del capitalismo significa una toma de distancia respecto a los hechos concretos y, en consecuencia, el desarrollo de una necesaria capacidad de generalización. Se pasó así a manejar conceptos, ideas, en vez de cosas.” (Cirici, 1967, p. 419)

Apoyado por lo anterior, las artes visuales fueron testigos de grandes invenciones, siendo una de las más destacadas la perspectiva. La posibilidad de crear ilusiones ópticas que traigan a presencia realidades más allá de lo material era algo impensado hasta ese momento, prácticamente brujería; sin embargo, los grandes maestros de la pintura y la escultura se sirvieron de ello para agregar nuevas dimensiones y un peso visual inmenso a sus obras. Avances tecnológicos en materiales y nuevas ingenierías permiten el desarrollo de mecanismos que hacen evolucionar la escenografía con piezas móviles, grandes piezas representativas, entre otros. Todo ello aporta a un desarrollo general en materia escenográfica que abre la posibilidad de realmente crear nuevos mundos en la escena a través de invenciones e ilusiones. Vemos luces de la representación figurativa desde lo creativo y lo abstracto que más tarde será puesto en valor y llevado al extremo por las vanguardias.

En lo puramente arquitectónico, esta es quizás la etapa de mayor relevancia para la cronología moderna. Peter Burke (1972) señala que “pocos negarían que en la Italia renacentista se «acumularon» los avances artísticos. Es en la pintura donde se aprecian más «cúmulos», de Masaccio (o incluso Giotto) a Tiziano (...), y en arquitectura de Brunelleschi a Palladio” (p. 21) . El Renacimiento supuso el punto de inflexión fundamental que nos lleva hacia lo que conocemos hoy por teatro, y con ello me refiero a dos elementos en particular.

Primero, luego de que en la Edad Media los teatros paganos quedaran en abandono, y la acción dramática pasara a castillos y palacios, en el Renacimiento se retorna a la construcción de teatros. Los europeos del renacimiento vuelven a muchas costumbres de las artes clásicas. “Esta tendencia a imitar a los griegos y los romanos es particularmente evidente en la arquitectura. Se empezó a estudiar el tratado del escritor romano Vitruvio y a medir los edificios antiguos para aprender el «lenguaje» clásico de la arquitectura” (Burke, 1972, p. 23). Parte de aquellas costumbres era la edificación de recintos dedicados de manera exclusiva a la acción dramática, lo que -obviamente- suscita la vertiginosa evolución de aquellos edificios en materia estructural, formal, acústica y estética. Seguido de lo anterior y en segundo lugar, la época ve nacer los primeros teatros completamente cerrados, es decir, que por primera vez se proyectan, diseñan y construyen edificios destinados al teatro con una envolvente que separara completamente lo exterior del vacío interior, construyendo así características particulares y absolutamente autónomas para el espacio dramático.

Sección del Teatro Olímpico de Vicenza, diseñado por Andrea Palladio. Fuente: http://intranet.pogmacva.com/es/obras/31030

Tomando como punto de partida el teatro romano, los grandes maestros renacentistas terminarían por concretar la cerradumbre que el diseño sugería, agregando cubiertas que finalmente completaban de manera íntegra la envolvente, constituyendo el vacío interior como un ente absoluto y el edificio como una unidad espacial total. El primero en concretar tales aspiraciones sería Andrea Palladio con el Teatro Olímpico en la ciudad italiana de Vicenza. Diseñado por Palladio en 1580, siguiendo estrictamente la arquitectura y estética del teatro romano, éste sería el primer edificio teatral techado de la historia.

En lo sociopolítico, el renacimiento abre un panorama en el cual la Iglesia, tras siglos de protagonismo, pasa a un segundo plano. Surgen nuevas y sólidas monarquías que reúnen los que anteriormente fueran pequeños feudos individuales a lo largo de toda Europa. Situaciones como las cruzadas o los grandes exploradores ampliaron los horizontes del mundo conocido, y el comercio exterior y la importación incrementan hasta alcanzar un cénit, lo cual enriquece a familias de particulares. Estas familias o, es más, personajes específicos, se yerguen desde lo civil como un poder importante, a la par de los gobernantes políticos; y es que el poder durante el renacimiento -con el desarrollo de la aristocracia y el albor de la burguesía- es profundamente plutárquico.

Con el paso del feudalismo a la monarquía mercantilista y la burguesía, estos nuevos grupos cívico-comerciales aumentan su influencia y poder, siendo su máxima expresión las familias de comerciantes italianos que gobiernan las ciudades-estado como Milán, Florencia, Génova, Nápoles o Venecia. Su influencia era tal que las dinámicas sociales se convirtieron en un centro de atención importantísimo para las demás familias de la ciudad, por lo que las instancias recreativas significaban movimientos político-económicos que podían significar un beneficio directo, tal como fuese la situación de los patricios en la antigua Roma. En este contexto, el teatro -si bien recupera su protagonismo constructivo- se jerarquiza drásticamente, con la aparición de nuevos segmentos definidos por el estatus social, y espacios especiales para las familias importantes o gobernantes que constituían una red de palcos y balcones circundando la platea. Esto, en cierto sentido y con el pasar del tiempo, fue restando importancia al acto escénico que era el real motivo de todo el aparato, en la medida que las obras e instancias dramáticas tenían una gran relevancia como evento social, como señala Andreas Beyer (1997) “La capa social, ahora dirigente, descubrió una oportunidad propicia para celebrar su erudición, su prodigalidad y su despliegue de lujo, ante los ojos de los demás. La arquitectura creó el marco necesario para todo esto” (p. 12)

Todo lo anterior revela el carácter tumultuoso, revolucionario y hasta contradictorio del renacimiento. El ascenso de las artes y su desarrollo vertiginoso en la senda de los grandes clásicos dejó su enorme huella sobre el diseño y el decorado de las escenas y del edificio; los nuevos paradigmas permitieron que el edificio recobrara su importancia perdida, y ello que su avance continuara hasta una evolución completa de la envolvente, la cual avanza por sobre los habitantes hasta cerrarse completamente.

Ello nos revela las primeras luces de cómo este cambio de perspectiva comienza a apuntar hacia una forma nueva a través del arte escénica: se busca diferenciar el exterior natural del interior humano, escénico, que tiene ahora la capacidad de crear nuevos mundos, épicas gráficas que no sólo acompañen si no que -más allá- construyan una realidad en sí misma.

El ornato y estilo en incremento va de la mano con el progreso en materia de artes plásticas, y se rinde al mismo tiempo a la necesidad de una clase social superior más culta y pretenciosa de tener espacios de una belleza profunda y lujosa, además de estructuras más complejas y amplias dónde recrearse no sólo como espectadores sino también desde otras aristas del habitar un edificio cultural. Y de la mano con lo anterior, la misma sociedad se complejiza y estratifica, surgiendo nuevas clases sociales y jerarquías más amplias y sólidas, proceso el cual hallará su resonancia en la diversificación de espacios dentro del espectáculo, yendo desde el -prácticamente- uniforme koilon hasta la red de balcones y palcos del renacimiento.

Utilizando la historia cómo guía, un breve análisis artístico y antropológico nos revela cómo la arquitectura es una expresión creativa y cultural, y como tal, es también un reflejo fiel de la sociedad que le da sustento. El avance técnico y constructivo en el diseño de los teatros, los sucesivos paradigmas en constante cambio y las diferencias entre las distintas épocas dejan de manifiesto la relevancia que tiene para la comprensión de la historia una mirada arquitectónica, y viceversa. Ineludiblemente, la construcción del teatro siempre ha sido una de las más complejas, y por lo tanto ricas, ya que aúna en su estructura una gran cantidad de actividades y acontecimientos del habitar, además de dar cabida a la escena dramática, que es una forma de habitar particular en sí misma. El proceso que vivió el diseño del teatro y el claro avance de la envolvente a través de los siglos en los nuevos recintos está estrechamente ligado a la evolución a la que estuvo sujeta la posición del teatro en el sistema y la sociedad. Su uso determinaba su desarrollo, y al ir constantemente mutando, yendo y volviendo, siempre en desarrollo y evolución, el edificio jamás se quedó estático, impasible a estos cambios. Todo lo contrario, está influido profundamente y permeado a las características de los tiempos que le dieron sustento.

Referencias

Beyer, A. (1997). Andrea Palladio, el teatro olímpico: arquitectura triunfal para una sociedad humanista. Siglo XXI.

Bomgardner, D. (2021). The story of the Roman amphitheatre. Routledge.

Burke, P. (2001). El Renacimiento italiano: cultura y sociedad en Italia. Alianza Editorial.

Cirici, A. (1967). El Arte Universal. Ediciones Danae.

Garcés, A. (2019). La Ciudad Teatro. El lugar de la escena y otros lugares. Ediciones Universitarias de Valparaíso.

Hale, J. R. (2016). La Europa del Renacimiento (1480-1520). Siglo XXI de España Editores.

Heródoto (1920). History (Trad. A. D. Godley). Harvard University Press. (Trabajo original publicado ca. 430 ac)

López, A. S. El Teatro Olímpico de Vicenza.

Monterroso, A. (2010). Theatrum Pompei: forma y arquitectura de la génesis del modelo teatral de Roma. Editorial CSIC Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Pellicer, M. (11 de enero de 2012). Teatro VI. Arqueología. Gran Enciclopedia Rialp (G.E.R.). https://web.archive.org/web/20120111071117/http://www.canalsocial.net/GER/ficha_GER.asp?id=12399&cat=varios