Barbara Valdivia: Taller de Amereida VII Etapa

De Casiopea

Clase1 :La poesia abre.

La poesía abre. En lo abierto los oficios pueden crear, conmover lo habitual para que se abra lo infinito.

'Podría estar encerrado en una cáscara de nuez y sentirme rey de un espacio infinito.' William Shakespeare

Así es como el infinito se vuelve real, se vuelve real en lo abstracto, en el pensamiento intrínseco del hombre en que la sensación y sentimiento dan cabida a lo infinito que es a su vez provocado por la emoción, y que en cierto grado surge del ser conmovido en el asombro de algo que logra, redundantemente, emocionarnos.

Es así que el hombre en lo habitual, es difícil de conmover porque ya nada le asombra. La rutina ha vuelto perezosa a la sociedad y la tecnología encierra a las personas en un mundo virtual en que los pequeños detalles pasan desapercibidos. En la rutina.

El estar en la poesía y lo abierto es una opción y decisión. Es la voluntad de querer vivir el regalo. Y a pesar de que está en nuestra naturaleza sobrevivir, al estar en lo abierto y en la poesía es un paso que se acerca más al vivir en admiración, asombro y alegría.

Así también, retomando lo del pensamiento intrínseco, el pensamiento es un regalo de la condición humana, por tanto puro presente, conmover lo habitual es conmoverse en el presente para poder estar en lo abierto y crear hoy con la posibilidad de hacerlo con la mente.

Ha sido posible celebrar el cumplimiento de cada diez años con una exposición, hoy nos tocan los cuarenta. Es innegable que vivimos entre exposiciones y que tantas obras son –proponiéndoselo o no– sus propios pabellones de exposiciones. Es que éstas lanzan a las posibilidades que contiene toda forma. Habitamos en un comercio de posibilidades.

La Ciudad Abierta, las travesías, sus exposiciones, se dan en el horizonte de la interna libertad de una obra, que no en sus posibilidades. La interna libertad es la perseverancia que no se marcha donde nuestros logros se levantan sobre otros logros: la posibilidad.


Clase 2:El asombro.

La impresión que algo o alguien deja en el ánimo de una persona. Como suele suceder con cada etapa que completamos a lo largo de nuestra existencia, el asombro al descubrir algo que para nuestro universo es nuevo, es un sentimiento cotidiano. Tal vez la frecuencia de su asomo varíe, según cada individuo y su capacidad de observar el mundo, (con ojos conscientes de lo poco que saben). Que incluso lo conocido, puede generar en nosotros esa gozosa reacción de sorpresa ante un nuevo descubrimiento. Ya lo decía Jorge Luis Borges en su Otro Poema de los Dones: “Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas […]Por el fulgor del fuego, Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo […]”.

Y en efecto, incluso si fuésemos capaces de analizar hasta el más mínimo componente involucrado en la vida de una llama, cada interacción, cada reacción, cada cadena; caemos rendidos ante su presencia…y no por ser extraordinario o inesperado, no porque entendamos como arde, no porque conocemos su capacidad destructora, no porque su existencia es casi asimilable a la nuestra, sino porque existe en ese preciso momento en que lo contemplamos. Asombrados por su vida, su ondear, su recorrido, y su extinción.

La familiaridad y la rutina suelen ser antónimos del ASOMBRO, pero he ahí donde recae precisamente su virtud. Como cuando al leer un libro por séptima vez se descubre una idea que antes permanecía oculta; o cuando al hacer el recorrido diario a casa descubrimos en un árbol un nido o una rama o una hoja, que probablemente siempre estuvieron ahí, pero que gracias a las circunstancias del momento fuimos capaces de apreciarlo y sorprendernos de no haberlo notado antes. El devenir del hombre en la tierra pasó de ser uno lleno de descubrimientos y asombro, a uno lleno de complacencia e indiferencia. El avance que la tecnología ha significado a las nuevas generaciones ha generado una especie de resistencia al sorprender y asombrar. La posibilidad de tener en la palma de las manos, en menos de un segundo, información, imágenes y videos, sean ficción o realidad, han aumentado significativamente la habilidad de no inmutarse ante un sin número de situaciones, que no por ser “ordinarias” pasan a ser menos significativas. Nos hemos vuelto, (unos en mayor medida que otros) inmunes a la realidad en la que vivimos, y nos resulta más cómodo interactuar virtualmente. Aunque, como se ha demostrado recientemente, eso no quita que en momentos de crisis estemos listos y dispuestos para ayudar al prójimo que lo necesite; en el day to day no somos fácilmente impresionables.

Como bien lo decía el protagonista de Dan in Real Life: “I want to talk to you about [...] life plans, and how we all make them. And how we hope that our kids make good, smart, safe plans of their own. But if we're really honest with ourselves, our plans usually don't work out as we had hoped. So instead of asking our young people "What are you plans? What do you plan to do with your life?" Maybe we should tell them this: Plan to be surprised.”

Clase 3: La comunicacion.

Como señala James Gleik “la redundancia – ineficaz por definición- sirve como antídoto de la confusión. La mayor parte de las veces la redundancia del lenguaje forma solo parte del trasfondo. Para un telegrafista es un despilfarro, para un tocador de tam-tam es fundamental”. Así, los mensajes que se envían por medio de tambores en medio de la jungla africana parecerían innecesarios a nuestros oídos acostumbrados a las palabras y esclavos del alfabeto, convirtiendo un mensaje como “Está listo el almuerzo” en algo como “Espíritu de hombre blanco en la selva, ven, ven a casa de vigas que está por encima del espíritu del hombre blanco en la selva. Mujer con ñames espera. Ven, ven”.

Claramente nuestra educación occidental nos hacer ver como absurdo, innecesario el exceso de palabras utilizadas para transmitir un idea tan corta; tal como lo verían los operadores de telégrafo que enviaban y recibían mensajes en formato morse (no por nada las letras, que estadísticamente más se usaban, fueron a las que se les asignaron los símbolos más cortos). El alfabeto, las palabras, las reglas de gramática facilitan la comunicación concisa. Nos permiten prescindir de los excesos y los adornos, y dirigirnos a lo puntual. Pero cuando el lenguaje es principalmente fonético, cuando los medios de comunicación no son producto de la tecnología que tenemos al alcance en estos días, comunicar una noticia, idea o historia resulta más eficiente dándole contexto. El ejemplo que John F. Carrington nos da en su libro , ilustra a la perfección la disparidad comunicacional entre nuestro continente y el africano. El lenguaje basal de las tribus se regía más que por palabras (sílabas) por tonos y entonaciones, entonces una palabra de dos sílabas podría significar una infinidad de cosas distintas dependiendo de cómo se entonen. Y es precisamente en situaciones como esas dónde el contexto, los adornos y la historia cobran su verdadera importancia. Si el mensaje que se envía mediante el tam-tam (tambor) fuese corto…podría interpretarse de mil maneras distintas, porque la entonación que se alcanza a manejar con los tambores, por sí sola, no es tan precisa como cuando ese mismo mensaje se verbaliza. Pero cuando esa idea o mensaje se contextualiza, los otros significados que podrían ir tomándose, uno a uno, van siendo descartados. Y cuando finalmente llega a destino, no hay confusión respecto de lo que se ha transmitido. La certeza viene dada en la so called Redundancia. Y si bien el lenguaje de los tambores fue capaz de transmitir mensajes a través de distancias considerables, con mayor rapidez y efectividad que los principales métodos de comunicación a mediados del siglo XX, el avance de la tecnología ha ido lentamente borrándolo de la faz de la tierra.

No por nada Gleik afirmaba que “cada medio de comunicación nuevo, transforma la naturaleza del pensamiento humano. Al final, la historia no es más que el relato de la información que va adquiriendo consciencia de sí misma”.


Clase 4: El significado de las palabras.

Bertrand Russell, planteaba que el lenguaje se explica a través de principios expresados por una progresión lógica, de forma categórica. P.F.Strawson, por su parte, señalaba que el lenguaje no tenía un significado predeterminado, sino que por el contrario, se determinaba gracias a su uso. Ambos grandes filósofos británicos, que trataron en sus ensayos y libros el tema del análisis del lenguaje difieren sustancialmente en sus planteamientos respecto al lenguaje.

Russell enfatizaba que “Language serves not only to express thought but to make possible thoughts which could no exist without it”. Esta afirmación puede parecer un poco confusa, ya que asume que hay ciertos pensamientos que sólo podrían exteriorizarse con palabras, cuando hoy en día sabemos que eso ya no es efectivo, pero claramente coincide con la visión que Russell tenía respecto del lenguaje (siendo también un filósofo de la lógica, tiene sentido que buscara progresiones y cánones para descifrar lo que él entendía por lenguaje), pero la práctica tiende a coincidir con Strawson, por cuanto el lenguaje es un ente vivo…con el tiempo va mutando [no digo evolucionar porque no supongo quitarle valor a la gramática y ortografía de antaño y ni agregárselo al lenguaje de hoy]. Palabras desaparecen, palabras se crean, palabras se agregan en las respectivas academias de la lengua y la interacción diaria es la que va dando forma a nuestro lenguaje; por eso Strawson afirmaba que el lenguaje adquiere su significado a través de su uso.

Así la labor del artista en su oficio, es también como terapeuta o curador de su lenguaje. Su misión no es sanar a la persona, sino más bien indicarle el camino a seguir, esclarecer las dudas y confusiones típicas que nacen de la necesidad intrínseca del ser humano de complicar las cosas. No busques el significado, busca el uso; así es como podemos entender con la mayor claridad el significado de las palabras. Y claro queda que es imposible asegurar que un concepto sólo tiene un significado y un uso


Clase5: Los sentidos y la travesía

“El que no posee el don de maravillarse ni de entusiasmarse más le valdría estar muerto, porque sus ojos están cerrados. “ La travesía ha desatado en nosotros la concepción de la obra en el recorrer América dándonos la experiencia en que la visión arquitectónica puede ser fundada.

Una obra concreta pero sin firmeza física, más bien de mi experiencia, ambas de obras pasajeras, que hemos tenido como práctica en Sao Paulo (pormenores en la favela) y en Pichidangui (Túnel de Viento en la playa), son regalos que se han hecho en la máxima expresión de todos nuestros sentidos. Cada integrante del taller logra desplegar sus sentidos y en conjunto se potencian todos ellos, donde la obra se logra contemplar por partes pero en conjunto en 360°.

La experiencia de la Travesía se ha presentado no como un viaje con retorno, sino que a un constante ir en lo múltiple. Lo que según Alberto Cruz, “toca un nervio primero de la arquitectura; la multiplicidad.” Y es esta multiplicidad que se ve reflejada con el uso de nuestros sentidos, desde la organización previa, hasta lo que se decanta y recoge en el “término” de la travesía. El oír los distintos acentos(travesía Sao Paulo), el dormir en el camping en Pichidangui cerca del mar y escuchar las olas romper en un compás natural, el sentir la brisa marina y al sentir la arena en el rostro al estar en obra, en fin todos los sentidos funcionando en un 100% Y todo este recorrer que comprende viajes, actos, obras, tiene el tinte del asombro y la admiración, lo que nos conmueve, o personalmente lo que me conmovió, al aproximarme al oficio en la celebración de cada una de mis travesías, nuestras.

En esto, es que podemos darnos cuenta de lo que desata la Travesía es a través de los sentidos, lo que desata este recorrer de la extensión americana, en que se revela algo del secreto del estar en lo abierto para aproximarse al oficio mediante la poesía que, según Alberto Cruz, “... lo excéntrico que desata la poesía en los oficios. Y de un modo tan especial en la arquitectura. Es a partir de la construcción de lo excéntrico que se da la argumentación nuestra.”


Clase6: Lo abisal y lo fundacional

Algo del origen de ciudad abierta

Algo de lo abisal de América fue el nacimiento de Ciudad Abierta Hace ya más de 2 décadas en que surgió la idea de “fundar una ciudad abierta”. Era hacer lo inimaginable. Pero la poesía y la arquitectura al unirse permitieron volver esta utopía algo tangible y aprovechable que perdura hasta hoy, siendo un legado para nosotros los estudiantes de la e[ad].

Uno de los pasos en que se incluye a las nuevas generaciones, permitiendo durar en el tiempo, además de las clases de amereida, es con las Travesías en que sale a recorrer el continente. Este recorrer América es para que nuestros días sean simultáneos a nuestro obrar y así alcancemos el presente. Sin éste no puede haber ciudad, ni menos ésta ser abierta. Lo primero que se construyó fueron las ágoras y luego las hospederías, donde se practica la hospitalidad. En las ágoras se habla de pie y en las hospederías se sientan a la mesa para escuchar. Se construye para ese silencio anterior y posterior de los actos que abren lo cotidiano. Contracción del cuerpo en el silencio, dentro de la expansión de los espacios de ágoras, hospederías y obras tales como la Sala de Música, Cenotafios, Talleres, como asimismo, las calzadas y caminos, que vienen de las obras y no las anteceden como en los loteos. Desde el primer momento los poetas salieron a las calles para realizar actos. Entre ellos, la Phalène donde el público juega a nombrar las cartas de un juego poético, para oírla enseguida dentro de un poema, que el poeta compone sólo colocando las conectivas.

Sigue el orientación, cuyas primeras armas son las puertas y las ventanas. Por eso el patrimonio de éstas del siglo veinte, y de aquellas –las puertas equidistantes de los españoles en América– han de encontrarse con el Océano Pacífico, cuyo “desconocido” es orientación sin direcciones. Y por eso la ciudad abierta se construye para construir su traza, y no para levantarla sobre una ya determinada.

Se construye con recursos propios usando las manos, configurando el espacio siguiendo lo dictado por la palabra poética. Es por eso que lo establecido podía concebirse y realizarse en ronda en la cual todos intentaban construir un único arquitecto. Este arquitecto junto al poeta construyen lo público. Porque los oficios al estar en lo abierto, crean.


Clase7: La belleza armonía y la palabra

El camino hacia la belleza se relaciona con la capacidad de oír.

La belleza está en cada partícula de la naturaleza, y se presenta en distintos cánones en que, socialmente, se ven influidos por estos núcleos sociales y culturales que condicionan el habitar en medida que las personas cambian y se adaptan para “encajar” en estos perfiles que, cambiando de una forma casi inconsciente el juicio natural que podrían tener de las “cosas”, en otras palabras la belleza, socialmente, es un acuerdo, es decir armonía.

Walter Otto recoge el siguiente relato acerca del origen de la palabra en su función primordial: “Zeus termina la construcción de un mundo. Todos los dioses están presentes. Sobreviene un admirable silencio, estupor ante la belleza de lo construido. Entonces Zeus pregunta a los dioses si falta algo para que la construcción sea perfecta. Los dioses convienen que algo falta. ¿Qué? Falta la palabra, pues sólo la palabra elogia. Y entonces Zeus crea las Musas.” En el relato la palabra es originaria de las Musas -se trata pues de todas las artes-. En seguida su función primordial es el elogio. El elogio es de suyo el reconocimiento. En el fondo la vía o método del conocimiento es el elogio que nace de la admiración. Esta armonía se traduce como la armonía frívola. Los griegos supieron y construyeron esta palabra.

El “Kallos” que se puede traducir por belleza. Esta se funda en la armonía, es su resplandor. Este modo de la “poiesis” atraviesa los siglos manifestándose en múltiples facetas. Para comprender qué significa “armonía”. León Battista Alberti. Dice “De Re Aedificatoria”: “Definiremos la belleza como armonía, la armonía de todas las partes entre sí ... de tal modo que no se pueda aumentar, disminuir o cambiar sino para peor .... Es el resultado de este gran valor y casi divino para obtener el cual, es necesario empeñar todo el ingenio y toda la habilidad técnica de la que uno está provisto”.

¿Pero, qué quiere decir “armonía de las partes entre sí”? Alberti aclara: “Es una cualidad resultante de la conexión y unión de los elementos y en ella resplandece toda la forma de la belleza y que nosotros llamamos “conccinnitas” – agrega – “Es deber y tarea de la “conccinnitas” ordenar según las leyes precisas las partes que por su propia naturaleza serían distintas entre sí, de modo que su aspecto presente una recíproca concordancia”. Dice Alberti que la “conccinnitas” se nutre de la gracia y decoro – decoro en latín quiere decir esplendor. “compañera del ánimo y la razón”.


Clase 8: …Para callarse, hay que hablar. Pero, ¿con qué clase de palabras?

La escuela planteaba ya en 1972 que “la condición humana es poética, vale decir que por ella el hombre vive libremente y sin cesar en la vigilia y coraje de hacer mundo”. Ahora, más que antes, nosotros como estudiantes nos damos cuenta de esta realidad. Armamos nuestros proyectos, nuestros mundos sumergidos en poesía, en prosa y lírica. Nos ha quedado claro que nuestra arquitectura ya no puede desasociarse de nuestra poética intrínseca. Ya no podemos concebir una propuesta llena de meras palabras, las letras y sus sonidos ya no representan lo que solían. Antes de este descubrimiento, nuestro hablar era mecánico, rutinario y carente de sentido; sentido en cuanto a propósito, porque dirección siempre hubo. Se podría decir que éramos autómatas, la correcta combinación de comandos generaba una respuesta sonora que comunicaba patrones pre-establecidos. Eso éramos; pero ya no más. Nos hemos dado cuenta que nuestra palabras importan. Nos hemos vuelto responsables del hablar, nuestro y de nuestro entorno. El poder que tienen las palabras se nos ha hecho evidente, y somos capaces de cuidar nuestra comunicación buscando siempre respetar esta herramienta que nos ha sido dada. Y qué es la poesía, sino la exaltación de la lengua. Y qué busca lograr en nosotros, sino la glorificación de nuestro espíritu. No por nada, poēsis (ποιέω), origen etimológico de poesía, era definido por Platón como “la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser”. Nuestras palabras crean. Y que mayor imperativo que ese, para motivarnos a aspirar a lo mejor que podamos, buscando siempre mejorar nuestro universo. Nuestra condición es poética, lo es nuestra vida y lo es nuestra muerte, y el camino que recorremos entremedio. Entonces, porque no ensalzarla.

“Existe una producción del alma fuera de sí misma. El sujeto que persigue a Eros se trasciende a sí mismo, engendrando y pariendo hijos del espíritu. Se trasciende en una póiesis. El objeto de Eros no es, por tanto, la posesión de la belleza a través de la contemplación sino de la generación y el nacimiento de la belleza” .