Autonomía femenina como consecuencia del desprendimiento del hombre - Sofía Pastrián Reyes

De Casiopea



TítuloEnsayo1-2ºS2021
AsignaturaPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad
Del CursoPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad 2021 - Andrés Garcés
CarrerasArquitectura
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Alumno(s)Sofía Pastrián Reyes

Autonomía femenina como consecuencia del desprendimiento del hombre.

¿Cómo surge la reestructuración de la sociedad y el rol de la mujer en el siglo XIX?

Desde el pensamiento conservador católico se les concedió a las mujeres el rol de madres y esposas. Fue el modelo hegemónico el que las redujo al espacio privado y doméstico y las convirtió en fundamentales para el mantenimiento y desarrollo de los núcleos familiares, asignándoles las labores reproductivas y del hogar. Parte de estas actividades se han centrado en el ámbito doméstico, donde producen objetos y alimentos indispensables para el desarrollo de las fuerzas de trabajo.

Mujeres Trabajadoras

Mientras tanto los espacios públicos estaban reservados para el hombre, quien actuaba como jefe de hogar. Si bien se reconoce a la mujer como imprescindible en el hogar, su trabajo como tal en el ámbito doméstico es considerado como una parte fundamental de su “virtud” como mujer, siendo esta “virtud” fundamental para la familia, despreciando su trabajo y esfuerzo.

Aunque la historia tradicional ha querido ver siempre a las mujeres dentro de los muros del hogar, lo cierto es que las mujeres han tenido una presencia activa en las ciudades como trabajadoras: ganándose el sustento como hiladora, modista, orfebre, niñera, lechera, criada en las ciudades y en el campo, a su vez trabaja como independiente desde el mercado en donde se desempeñan como vendedoras de los productos del campo, que ellas mismas cultivan, cuidan y elaboran, desprendiéndose de a poco de su rol en el hogar a partir de un trabajo informal.

Desde la aparición de la mujer en trabajos formales asalariados en el siglo xix, se pone en duda su capacidad de cumplir en funciones maternales y de sustentabilidad familiar, puesto que a la mujer se le consideraba como la “materia prima”, encargada de dar a luz y criar a sus hijos, mientras que el hombre estaba a cargo de la “reproducción”, responsable de la transformación de los hijos de niños a adultos, a causa de su salario, considerado primordial para la familia, mientras que el salario de la mujer se consideraba como suplementario. Se pensaba que las mujeres solas, que eran el sostén de sus familias serian irremediablemente pobres, a causa de los bajos salarios, ya que fuese cual fuese su estado civil, dependían de los hombres por naturaleza.

El legislador francés Jules Simon, en 1860 afirmaba que “una mujer que se convierte en trabajadora ya no es una mujer”. Este pensamiento se produce a partir de la perdida de esclavitud hogareña, tomándose como la actividad productiva y el cuidado de los hijos, el trabajo y la vida doméstica, de la mujer y su independencia.

La revolución industrial trae como consecuencia esta desaparición de la familia como unidad de producción y el desplazamiento del lugar de trabajo productivo desde el hogar al taller o fábrica -de la industrialización domiciliada a la manufacturación-. En Paris a comienzos de siglo XIX, la quinta parte de la población femenina adulta percibía salario, en su mayor parte de las mujeres trabajadoras eran jóvenes y solteras, y generalmente trabajaban lejos de sus casas.

Una de las industrias más importantes que se desarrolló durante el periodo de la Revolución Industrial fue la industria textil, en la cual se concentró en toda Europa la mano de obra femenina del sector secundario, y la expansión trajo consigo los irregulares y pobres salarios que se pagaban a las mujeres. Este sistema deficiente se vio reflejado alrededor del mundo, trayendo consigo el alza de la voz femenina en una revolución.

El día 8 de marzo de 1857, las mujeres trabajadoras en la industria textil, de Nueva York, organizaron una huelga por salarios más justos y condiciones laborales más humanas. Dos años más tarde, las manifestantes crearon su primer sindicato para pelear por sus derechos.

Hilma Af Klint

Recién a finales del siglo XIX y a partir de la primera guerra mundial, la mujer comienza a incorporarse a la educación universitaria y a participar con su trabajo en ciertas áreas específicas. De esta manera va en contra de las expectativas de rol de la mujer en esos tiempos, en donde se esperaba que fuese casada, tuviera hijos y se dedicara a cuidar el hogar. La mujer se comenzó a desprender del dominio del hombre.

Hilma af Klint nacida en Solna, Suecia, en 1862, es una mujer que vive en su totalidad esta ruptura con el dominio del hombre, a lo largo de su vida y fue más allá con su carrera artística. Entro a la Real Academia Sueca de las Artes en 1882, uno de los pocos lugares de Europa donde a las mujeres se les permitía estudiar. Hija de un almirante, se ganaba la vida por sí misma vendiendo paisajes naturalistas y retratos. Poco reconocida por su familia al ser una mujer independiente que poseía sus propias ideas, no tuvo hijos ni formo una familia.

En la última década del siglo XIX abandona la Real Académica para ir “más allá de lo que se podía ver con los ojos”, como ella misma lo expreso. Tardando años en desprenderse de lo aprendido en la Academia de Artes, desafiando al arte figurativo con una abstracción mucho más pura, a la que llego plasmando directamente sus emociones.

Hilma experimentaba otro tipo de pinturas, comprometiéndose con el espiritualismo y la teosofía, formas de espiritualidad que fueron muy populares en aquellos años en Europa como en Estados Unidos. Su trabajo se basa en representar la conexión entre lo espiritual y lo material, el micro y el macrocosmos, la luz y la oscuridad, lo femenino y lo masculino, su fin es plasmar la dualidad como motor del mundo. Busca guiar al espectador hacia una suerte de revelación, hacia la compresión de unos conceptos que, más allá de su complejidad, no hacen sino representar de un modo pionero el natural anhelo humano de trascendencia.

Svanen - Hilma Af Klint

Hilma Af Klint se empeñó en plasmar en los cuadros este mundo de trascendencia, pero en la época no estaba muy bien visto, menos para una mujer que bien podría ser acusada de bruja, por lo que además de sus experimentos que continuaron de manera secreta, siguió practicando cuadros normales para ganarse la vida.

Desde su juventud dibujo círculos concéntricos, óvalos descomunales y espirales infinitas, como expresión del cosmos, bajo los efectos de la hipnosis. A partir de 1896 formo parte de “Las Cinco”, un grupo de mujeres pintoras que se reunían para practicar el esoterismo, sesiones de espiritismo y dibujar en estado de seminconsciencia. Siempre considero que actuaba como un intermedio, que lo hacía “en conexión con sus guías espirituales de otra dimensión”.

Esta artista es muy consciente de sí misma y en constante búsqueda espiritual, que trabajo en el aislamiento para visualizar sus percepciones sobre lo universal. Ella está al margen del mundo del arte establecido. Independientemente de las influencias de los artistas hombres de la época y de la Academia Sueca de Artes, donde se formó, siguió su propio camino, registrando los mensajes espirituales que recibió como médium de la conciencia superior. Hilma expresó las ideas y experiencias que se fueron manifestando en su mundo interior en un universo innovador de símbolos y colores inédito para su época.

CONCLUSIÓN

La mujer comenzó su labor en la sociedad como trabajadora, desarrollándose a partir de la Industria textil, que dio paso para poder salir de casa y asentarse en el sector social y trabajador, llevando a cabo la posibilidad de la especialización en los estudios de la mujer, posibilitando construir su propio camino. Así, surge la reestructuración de la sociedad y el rol de la mujer en el siglo XIX, encontrando la autonomía económica y utilizando el auto sustento como forma de vida. Un ejemplo de esta autonomía femenina seria la artista Hilma Af Klint, la cual fue una mujer independiente que creo su propio camino de investigación por el área del arte, siendo una pionera en arte abstracto.

Referencias
  • Fraisse, G., Duby, G., Perrot, M., Pastor, R., Galdo, M. J. R., & Rodriguez, M. A. G. (1993). Historia de las Mujeres. La mujer trabajadora en el siglo XIX. (pp. 405–436).