Abraham Vallejos Arias-La Rememoranza de las Comunidades Fraternalistas, a la Luz de la Industria

De Casiopea



TítuloLa Rememoranza de las Comunidades Fraternalistas, a la Luz de la Industria
AsignaturaPresentación de las Vanguardias
Del CursoPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad 2019
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Alumno(s)Abraham Vallejos

La Rememoranza de las Comunidades Fraternalistas, a la Luz de la Industria

Un análisis de la importancia del sincretismo Comunidad – Industria, llevado a cabo por la Bauhaus, y la implicancia arquitectónica de estas ideas sobre la sede en Dessau

Se suele limitar el legado de la Bauhaus al campo de las artes, aquella escuela de arquitectura que fue capaz de unir el arte, el diseño y la arquitectura, lo cual si bien es cierto, dista bastante del real aporte que tuvo la escuela alemana, ya que al análisis el contexto podemos que el objetivo de Walter Gropius fue diseñar el ideal de ser humano moderno, juntos pensaron que mediante las artes, podían transformar la sociedad, de modo que no solo unían el arte, la arquitectura y el diseño, sino que en los inicios, buscaba unir el Arte, la Artesanía y la vida (Hofmeister, 2018)1 , rememorando la vida en comunidad fraternalistas a la luz de las posibilidades que otorgaba la industria, en un sincretismo donde las obras serían el fiel reflejo de estos ideales, como lo sería la escuela de la Bauhaus en Dessau.

Durante mediados del siglo XIX, con el origen de los socialistas utópicos, e inicios del siglo XX, con la Revolución Rusa, los artistas e intelectuales de la época se debatían sobre el destino que la sociedad contemporánea debía seguir, ya que, mientras John Ruskin, escritor inglés, postulaba el fin del alienante trabajo de la fábrica, mediante la vuelta al trabajo en comunidades fraternalitas de típicas de la Edad Media (Wick, 1993)2, mientras que por otro lado Theo van Doesburg, artista holandés, que si bien, nunca logró ser profesor de la Bauhaus, influyó mucho al pensamiento de ésta, era un feroz crítico del trabajo artesanal, debido que este proceso solo encarecía el producto final, el cual solo un burgués era capaz de comprar (Wolfe, 1999)3.

La sociedad vivía cierto punto de inflexión, existían dos variantes posibles, una dicotomía del arte, aquellos que, con cierto romanticismo, rememoraban la comunidad medieval y la relación Maestro – Aprendiz, formulándola como la utopía que se debía apuntar como destino, pero negaba todo avance tecnológico, considerando el producto de la industria como productos de mal gusto y menor calidad, pero siendo concretos, este pensamiento se volvería anticuado al contextualizarlo con el rápido progreso de la industria. Pero por el otro lado, la postura contraría, la absoluta idealización de la industria, deshumanizaba el arte, tanto el proceso, el producto y el usuario. Estas posturas pareciesen inconciliables entre sí, hasta que la Bauhaus recogiera esta aparente dicotomía en un sincretismo que no tan solo modelaría la arquitectura y las artes, sino la sociedad y al humano moderno.

…Arquitectos, escultores, pintores, todos debemos volvernos al trabajo manual. El arte no es una profesión. No hay diferencia sustancial entre el artista y el artesano. El artista es un artesano perfeccionado… Construyamos nuestro nuevo gremio de artesanos, sin distinción de clases, el cual eleva una arrogante barrera entre artesanos y artistas. Juntos concibamos y creemos las nuevas construcciones del futuro… las que se alzaran desde las manos de millones de trabajadores como símbolo cristalino de una nueva fe. (Manifiesto Bauhaus - Traducción Propia)1

En su obra “¿Quién teme al Bauhaus Feroz?”, el periodista estadounidense, Tom Wolfe, rescribe de manera irónica este manifiesto, el cual, a pesar de esto, retrata perfectamente el objetivo final de la Bauhaus, “…propalar la más alta de las virtudes socialistas: la hermandad entre los hombres”2. Esta vida en comunidad sería la que, de la mano de los trabajadores, traería las construcciones del futuro, negando el romanticismo conservadurista de la Edad Media, sino que estas comunidades debían estar a la luz de la industria y los nuevos procesos, la Bauhaus sería un fiel reflejo de una fábrica con obreros, vendedores, administrativos (Tejeda, 2008), una comunidad que aprendería viviendo, diseñando y construyendo en un solo lugar.

Si bien el Manifiesto se convirtió uno de los documentos más representativos de dicha escuela, sería un error separarlo del Curricular inicial (Fig.1), primeramente, ya que ambos se complementaban entre sí, demostrando el sincretismo que proponían, ya que mientras el primero abordaba la sociedad utópica hacia la cual se apuntaba, el otro expresaba la necesidad de cada estudiante y artista, por desarrollar una maestría de los materiales y de las nuevas tecnologías. Muy bien lo plasma Juan Guillermo Tejeda, diciendo que el artista “era un fabricante de maravillas para la vida cotidiana”3, maravillas que se debían desarrollar desde la técnica y la innovación, mediante las cuales construiría, y acercarían dichos objetos, que en un tiempo eran exclusivos de la burguesía, a las comunidades obreras del manifiesto.

Hasta ese momento la Bauhaus tenía un vasto conocimiento teórico, pero no fue hasta 1925, cuando la escuela deja Weimar para instalarse en la hospitalaria ciudad de Dessau, que tendrían la posibilidad de llevar a cabo cada uno de sus ideales, mediante la construcción de su nueva sede, que más allá del gran valor arquitectónico de su morfología funcionalista, sería una obra que pondría de manifiesto lo dicho por Walter Gropius, 2 años antes de llegar a Dessau, “Nada puede existir, aislado de la sociedad” 4. Por este motivo, los tres bloques (Fig. 2) que componen la sede, son una fiel imagen que los profesores de la Bauhaus, pensaban la relación Maestro – Aprendiz, y el modo de organización del humano totalmente moderno, mediante la triada Academia – Vida – Hacer, actos que interactúan entre sí, de manera gradual, reflejados en el uso que tenían cada corredor de la escuela.

a. Academia

  • Este bloque, ubicado en extremo norte de la escuela, es la zona del Maestro, el cual posee un categórico carácter académico, ya que, si se analiza programáticamente los planos de la obra (Fig. 3), se puede apreciar una planta segmentada, donde cada uno de los niveles, se convierten en recintos que propician el estudio, tales como bibliotecas, laboratorios, salas de personal y las aulas donde se impartían las clases teóricas de cada uno de los profesores.

b. Vida

  • Al otro extremo se encuentra la zona del Aprendiz, con varios dormitorios donde los estudiantes podían vivir, mientras realizaban sus cursos en la Bauhaus. Distanciados programáticamente de la zona de estudios teóricos, potenciaba el desarrollo del estudiante en otros ámbitos de la vida, como lo era el deporte, motivo por el cual, los baños y el gimnasio se encontraban en el primer nivel, ya que, en un diseño original, al lado se emplazaba una cancha. De esta manera, dentro sociedad industrializada, la Bauhaus, elevaba la importancia del ocio dentro del individuo, como un modo de desarrollar en completitud al ser humano.

c. Hacer

  • Los grandes paneles vidriados, las grandes luces de las vigas y la planta libre, son las primeras cosas que uno piensa al hablar de esta zona, pero dentro de ella de esta innovación de la industria, se oculta el pilar fundamental del Manifiesto, la vida en comunidad, es aquí donde el alumno atravesaba el teatro, donde se hacía grandes fiestas con las máscaras construidas en los talles, y el maestro llegaba desde las oficinas de dirección que se elevaban para no interrumpir el paso de la calle (Fig. 4), y ambos se encontraban, maestro y aprendiz, sin distinción de clases, se aprendía haciendo, donde la teórica del bloque norte, y el ocio constructivo del bloque residencial, se daban reunión en el trabajo manual de los talleres, donde no había diferencia sustancial entre el artista y el artesano.

Finalmente, el aporte de la Bauhaus no tan solo se limito a la unión de las artes, y la complementación entre ellas, sino que, al conocer el contexto histórico y el devenir de las artes, podemos comprender su importancia histórica, la construcción de una filosofía que logró, desde las artes, dar paso al nuevo siglo, dejando de lado el romanticismo histórico sin sentido, sin caer en la frialdad de la industria, y reimaginando la vida del humano moderno.

Bibliografía

  1. Hofmeister, S. (2018). My Bauhaus: 100 architects on the 100th anniversary of a myth = Mein Bauhaus: 100 Architekten zum 100. Geburtstag eines Mythos.
  2. Wick, R. (1993). La pedagogía de la Bauhaus. Madrid: Alianza.
  3. Wolfe, T. (1999). ¿Quién teme al Bauhaus feroz?: El arquitecto como mandarín. Barcelona: Anagrama.
  4. Gropius, W., Bayer, H., Gropius, I., & Newhall, B. (1972). Bauhaus, 1919-1928. New York: The Museum of Modern Art.
  5. Tejeda, J. G. (2008). La fábrica.
  6. Gropius, W. (1923). The Theory and organization of the Bauhaus.