- Paula Vilugrón

De Casiopea
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PARQUE NATIVO LA QUEBRADA, PARQUE INSERTO EN LA CIUDAD

ORIGEN DEL PARQUE

La Quebrada es un proyecto de restauración ecológica, que desde 1994 ha transformado un sector urbano en el primer parque nativo de flora y fauna de la ciudad de Viña del Mar, Chile.

El parque nace posterior a un incendio ocurrido en el año 1993, donde un grupo de vecinos, formado por jóvenes y niños decide recuperar una quebrada cercana a sus viviendas, la cual se encontraba constantemente afectada por incendios y acumulación de basura.

Se trabajó mucho con los vecinos con el fin de recuperar la vertiente natural y así mismo, lograr la introducción de especies nativas que mantuvieran el flujo y sistema de la quebrada.

En 1995 se suma a este proyecto el Comité Nacional Pro Defensa de la Fauna y Flora (CODEFF) filial V Región brindando ayuda técnica. Luego la Comisión Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) y el Fondo de las Américas, con la colaboración de la I.Municipalidad de Viña del Mar, apoyaron la iniciativa de restauración ambiental.

De este modo, con mucho trabajo colectivo, en 1999 la quebrada logra consolidarse como parque nativo y nace el Grupo Ecológico de Defensa de Quebradas (G. E DE Q.), con personalidad jurídica desde el 16 de Agosto del 2004, donde se definen como una organización comunitario de carácter funcional y sin fines de lucro.


Manuel Aguirre, uno de los vecinos de la cooperativa Melvin Jones, inicia este proyecto junto a su hijo Francisco Aguirre (biólogo ucv.actual Presidente GEDEQ.) y nos cuenta que no ha sido fácil mantener el parque a lo largo del tiempo, pues no todos los vecinos del barrio sienten de compromiso de cuidarlo, pero sí de mantener sus jardines. Otro problema del cual se han tenido que hacer cargo es del tráfico de fauna (aves), donde un grupo de personas se dedica a capturar aves con distintos fines, los cuales distan mucho de ser fines educativos o científicos.


Del recorrido del parque

Sumergirse en la Quebrada


Comenzamos el recorrido insertándonos a través de un sendero de tierra, pese a ser un parque urbano, la intervención y disposición de mobiliario público ha sido mínima.

El lugar se iba develando a medida que se recorría, en todo momento la vegetación era protagonista, muy próxima al cuerpo, en ocasiones había que ayudarse con las manos, para hacer paso. Impresiona la vitalidad del lugar (teniendo en cuenta la cercanía con el centro de la ciudad, a 10 min. aprox. en auto), goza de un pulsar constante, ya sea por la humedad del lugar o por los múltiples cantos de pajaritos y ladridos de perros que se escuchan como fondo.

Dentro de la mantención del parque y su flora nativa, el principal problema es la proliferación expansiva e invasiva de la zarzamora, la cual pese a no ser endémica crece rápidamente, cubriendo no tan sólo el suelo, sino que trepa por los árboles, creciendo entre su follaje, para luego dejarse caer, volver al suelo para seguir expandiéndose. La lucha contra la zarzamora es la que más tiempo demanda en el cuidado del parque, la cual solo es posible controlarla sacándola de raíz, o bien, se ha visto que la pasiflora ha podido apaciguar su crecimiento.


El parque como espacio común

Aún falta poner en valor la riqueza de la quebrada, hay un constante combate de lo propio, en el aparecer de un recurso, como un sendero, o algo para la comunidad, hay entusiasmo en los vecinos.

Es fundamental llegar a un acuerdo común entre los vecinos, para la mantención y consolidación del parque como un bien de uso público. El cerco delimita el espacio de cuidado, pero no limita su ingreso, al contrario, se establecen accesos y senderos para que lona gente habite libremente el parque.

El parque en la quebrada se configura como un núcleo verde y frondoso, un jardín que cuenta con la facultad de albergar tanto a vecinos como a visitantes en un gran patio común. Aún queda trabajo en ello, ya que la gente del lugar lo considera propio y como parte de su espacio desde una perspectiva de pertenencia (pero no de cuidado) donde algunos vecinos no están de acuerdo con que venga gente de otros lugares y haga uso de él.

Cabe destacar el gran valor que tiene como área verde inserta en la ciudad, el florecimiento de la riqueza de la Naturaleza que se ha traído a una escala barrial, un lugar que esplende por su vitalidad y pulso constante, un regalo que da cabida a un habitar más pleno y en armonía con el entorno, donde en su recorrer y permanecer en el lugar es posible vivirlo, sentirlo y comprenderlo, ampliar la concepción del lugar que el habitante tiene en el territorio como parte de un total, una unidad.