Travesía Valle del Pupío
El lugar de travesía fue en la localidad de Caimanes, ubicada en uno de los valles transversales del Norte Chico, y permitió leer el territorio como un palimpsesto: un manuscrito que ha sido reutilizado a lo largo del tiempo, donde nuevas escrituras se superponen sin borrar por completo las anteriores. Al igual que este concepto, la obra buscó revelar las múltiples capas que componen la historia y la identidad de Caimanes, muchas veces ocultas por su actual protagonismo minero.
La obra se enfocó en el desarrollo de 5 torres emplazadas a lo largo de una huella vernacular en la actual Plazoleta de Emergencia de Caimanes. Estas torres funcionan como dispositivos que permiten volver a leer estas capas del territorio. Cada torre pone en valor un hito específico: el cielo despejado como una ventana al universo y a las estrellas, las huellas de la terratenencia que marcaron la historia de la propiedad de la tierra, el ramal ferroviario que conectó y dio origen al poblado, los petroglifos ancestrales como vestigios de culturas pasadas y el agua del Estero Pupío, un elemento central, pero también fuente de conflictos actuales.
Las torres fueron construidas en modularidad con perfiles de aluminio tubular circular de 1 pulgadas y angular de 30x30mm 2 y 3 metros, unidos mediante vínculos de madera y pernos. Cada torre se apoya sobre tres puntos, lo que les otorgó esbeltez y estabilidad estructural. Estas dimensiones permitieron generar una obra de presencia ligera y transparente, capaz de integrarse al paisaje sin imponerlo. Cada torre incorporó placas de terciado de 9 mm diseñadas y grabadas en el MADLAB (que daban cuenta de cada hito por medio del dibujo, reseñas y calados, actuando como superficies narrativas que interpretaron los hitos del lugar trabajando como filtros que proyectan sombras y generan nuevas lecturas pintando el entorno inmediato de cada torre. Así, la obra no agrega una capa más al territorio de manera arbitraria; en cambio, hace visibles las anteriores, revelando cómo el tiempo y las distintas ocupaciones humanas han construido Caimanes.
En este sentido, las torres funcionan como un palimpsesto tridimensional: son estructuras que permiten al observador reconectar con los fragmentos de la historia local, transformando la plaza del encuentro en un lugar donde coexisten las huellas del pasado y las tensiones del presente. De este modo, la obra resalta que el territorio no es estático, sino una acumulación de capas que se leen, reinterpretan y resignifican a través del tiempo.