Travesía Futaleufú 2023
| Travesía Quila Seca, Futaleufú, 2023 | |
| 2023/11/15 - 2023/11/30 | |
| Destino | Futaleufú |
| Profesores | Igor Fracalossi |
| Ayudantes | Rodrigo Daine |
| Alumnos | Agustina magnatera, Rosario Marticorena, Pablo Santos Miranda, Francisca Blanco, Paula Hofflinger Pereira, Catalina Lizana Maturana, Catalina Pardo, Mahatu DE RYCKE, Maximiliano Quilodrán, Benjamín Muñoz, Daniela Soto Loyola, Vicente Fuentes, Matias Breschi, Carlos Henríquez Ahumada, Francisco Mercado Guzmán |
| Talleres | Taller del Acto y el Vacío: la Casa en Vertical 2ºSemestre 2023 |
| Talleres | ARQ 1º, ARQ 2º, Tit. ARQ |
Obra
Entre Cerchas sobre Piedras
Bitácora
Medir lo inmensurable. Esta fue la misión de la Travesía Quila Seca, en la Comuna de Futaleufú, Región de los Lagos. La travesía se puede explicar como una carta, a través de sus días, de sus tiempos y contratiempos. La travesía surge del ritmo creado por ella misma.
Tres semanas de pre travesía: trabajo intenso para la compra de un pañol mínimo de herramientas, algunos implementos para cocina y varias lonas, toldos y plásticos para eventualmente protegerse de la lluvia. Y más trabajo en las definiciones y cubicaciones de restauro.
La ruta se vuelve una travesía en sí misma: 75 horas de viaje. Buses de línea hacia Santiago y luego Puerto Montt. Equipaje: los mochilas y 4 baúles con las herramientas. Llegamos a Puerto Montt a las 6 de la mañana. La salida está marcada para las 9:00. Nos organizamos en 4 grupos para hacer todas las compras de restauro y algunas de obra. 30 minutos para comprar. Lo logramos. En bus, seguimos por el circuito bimodal compuesto por 3 tramos por agua y 2 por tierra. En la segunda barcaza, el mal tiempo nos impide desembarcar en Leptepu, obligándonos a devolvernos a Hornopirén. Otras 4 horas. Busca urgente por un lugar para dormir esa noche. Nos alojamos -todos- en una pequeña y muy humilde casa ofrecida por los dueños de un camping. Desayunamos ahí mismo la mañana siguiente. Nuevo zarpe a las 14 horas: por tercera vez el mismo recorrido. Ahora sin problemas para desembarcar y finalmente llegar al último puerto de Caleta Gonzalo. Llegamos a Chaitén a las 21 horas. Cenamos en un local y dormimos en el propio bus. La mañana siguiente: desayuno improvisado y seguimos hacia Futaleufú, donde llegamos a las 15 horas. Traspaso lento, por el cansancio, de todo y todos a 3 mini buses que harán el último tramo del viaje. Un mini bus va solamente con equipaje y cajas de provisiones.
Llegada al destino final: 17 horas. Camping Arroyo Quila Seca. Una tarde de sol, regalo de la lluvia. La demora fue un regalo. Armar el campamento: 3 sectores de carpas, dispuestos en el perímetro de una esplanada, cada uno protegido por dos lonas de 4 por 6 metros. El proceso tarda. A las 23 horas logramos comer, lo que era también nuestro almuerzo, la primera de muchas comidas cocinadas a leña. Los siguientes 3 días: lluvia incesante. El calendario de la travesía se vuelve insostenible. 3 días de intentos de faenas de campamento: dar cuenta de lo necesario para sobrevivir. No se logra nada. Poca materia, poca realidad. Se dejan atrapar por el proyecto.
Cuarto día: expedición. Nos dividimos en dos grandes grupos. Uno se dirige hacia el norte, el otro hacia el sur, sin camino, cada uno con su bandera, en la aventura de darse con la medida, con la médula que haga posible la existencia de una obra. Cada expedición debe regalar algo al lugar, una primera ocasión de forma y de libertad, y debe también traer algo de regalo a la otra expedición. La expedición norte se encuentra con lo literal de lo inmensurable: el paisaje no se puede precisar en cuanto distancia: es más lejos de lo que parece o quizás más cerca. Los tamaños confunden. La expedición sur atrapa lo literal de la medida: doscientos sesenta y un metros con sesenta y dos centímetros, lo que dista entre la bandera clavada al suelo y el mástil que indica el sur. Las dos expediciones se superponen: casi trescientos metros que parecían 30.
De vuelta al campamento, nos vemos urgidos por la inexistencia de obra. Esta frase de Fabio Cruz estuvo presente durante todos nuestros primeros días. Ella nos reafirmaba la certeza del nacimiento de la obra. Algún día: hoy o mañana. Pero, en ese entonces, tenía que ser ya.
La mañana siguiente: tiene que nacer la obra. Sabemos, con la experiencia del taller, que el inicio no importa. Lo importante es la voluntad y el arrojo de lanzarse a lo inesperado de la invención artística. Se parte por los atributos intrínsecos: lo que hace de una obra, una obra y no otra. Doscientos sesenta y un metros con sesenta y dos centímetros: dos números consecutivos: 61 y 62. Por tanto, dos elementos. Surgen dos estaturas: 2 metros 80 y 3 metros 20. Dos cerchas. El número 2 nos indica el doble: 2 cerchas de 2,80 y una de 3,20. Un elemento estructural y arquitectónico tradicional, simple. A través de él se busca medir lo inmensurable: el largo se define por 3 listones empalmados. Madera verde de coigüe, durísima y dificilísima de perforar. Se llegan a los 9 metros con 60 centímetros. En el chantier de obra la medida se ve inabarcable. Al menos 12 personas para levantarla y moverla al lugar de la obra. Pero una vez ahí, el triángulo que se levanta como flecha, se ve como un pormenor: una hoja de un árbol.
Aparecen los atributos extrínsecos: el encargo y el lugar. La gente del lugar nos había ayudado con la madera. Toda la madera que necesitáramos, recién aserrada en el bosque, y también con los costos de alojamiento y alimentación. Una pareja mayor, humilde, con hijos que viven lejos. Viven de la madera, la ganadería y un huerto. El camping es reciente, una iniciativa de los hijos para que sus padres tengan más ingresos. Nosotros fuimos los primeros del libro de visitas. Aún no tienen una buena infraestructura, salvo dos baños y un lavadero instalado a nuestro pedido. Surge en una conversación la necesidad de un espacio para recibir a los visitantes. Dar cabida al acto de recibir: un recibidor.
El lugar es inmenso. El acceso al lugar se ve orientado al fondo por el granero y el galpón para guardar la lana de oveja. Como telón de fondo, el “saltillo”, una cascada altísima. El recibidor va a ser inevitablemente un mirador: una obra que hace aparecer el lugar, el paisaje y las construcciones antiguas.
El lugar nos regala piedras. Serán las fundaciones, sin más. Las cerchas se posan sobre ellas: una firmeza y una estabilidad insospechadas. Sus extremidades se lanzan en voladizo hacia la cascada. Surgen dos vacíos entre cerchas sobre piedras. La noción fabiana de obras conclusas nos indica que cada obra tiene su validez propia, desde el diseño del trazado a la construcción de las cerchas. A partir de ellos, se diseñan los pisos y luego los primeros trazos de un manto protector. La obra se termina con el destello de un habitar: aquí puede estar alguien, la obra quiere permitir una experiencia y abrir a la emoción arquitectónica.