Travesía Aldea Itaxim
Travesía Aldea Itaxim, 2016 | |
2016/11/07 - 2016/11/19 | |
Destino | Paraty Mirim, Brasil |
Profesores | Rodrigo Saavedra |
Ayudantes | Javiera Fernández |
Alumnos | Benjamín De la Paz, Eber Sáez, Lucas Schiesewitz, Cristóbal Carrillo, Belén Flores Contreras, Macarena Ramdohr |
Talleres | ARQ 3º |
Travesía del atravesar en la continuidad del continente americano
El Taller Arquitectónico:Contenidos y su vínculo con la travesía
El Taller presenta 32 proposiciones de Escuelas Rurales en la región de Valparaíso. Los lugares de proyecto son Ritoque, Valle Alegre, Colmo, Tabolango, Quebrada Verde, Olmué, los Maitenes, el Manzanar, Pocuro, Laguna Verde y Longotoma.
Se presenta en cada caso la escuela en tres tamaños consecutivos que va desde el aula, al aula extensa, y el aula extensión del territorio. Obteniendo el total de la propuesta que revela la condición y carácter rural observado, rescatando siempre que la extensión del territorio no es netamente visual, sino que el aula es capaz de establecer círculos virtuosos entre escuela y la comunidad.
Partimos desde la fórmula de aula, planteando que el acto global es aprender en vínculo con el territorio. Se propone así, un aula que se extiende al territorio, donde el Vacío y Lugar son parte del aprendizaje.
Un aula en la extensión, un aula en el territorio americano, en su realidad, paisaje e identidad.
Con ello partimos de Travesía... para construir una relación con la extensión americana.
El viaje y sus dimensiones atrapadas
La travesía realizada por el taller del oficio D comienza en Valparaíso mediante la observación de la continuidad en la ciudad al inicio del trimestre, dicha continuidad lleva a la construcción de una ventana, la cual se origina en un espesor, permitiendo una mirada dirigida en relación al paisaje y territorio. Dicha ventana es la que se pre fabrica durante pre-travesía y se decide llevar al lugar de obra.
Es debido a lo observado en relación al espesor de la ventana que se decide atravesar del Pacífico al Atlántico en bus.
Caemos en la cuenta que la opción del viaje extenso permite llevar el espesor del recorrido, sus observaciones, vivencias, tiempos y distancias a la obra. La observación en este sentido, constituye el ámbito en el viaje, y es ella la que permite mantener esa continuidad de inicio a fin. Partimos siempre en un estado de incertidumbre y determinación. En el recorrido, vemos el viaje como un tiempo y una posibilidad de estar en un interior en movimiento, siempre en un estado contemplativo en relación a la continuidad del paisaje y realidad observada desde Valparaíso hasta Paraty Mirim:
El ir y venir de automóviles, de camiones con sus mensajes religiosos y motocicletas que atrevidamente pasan; casas y edificios que revelan el modo de habitar un lugar y clima; árboles arbustos y rocas que muestran un paisaje, extensión de su territorio y perfil. Contrastes...
Luz y sombra en la mañana que despierta al ojo ante la claridad de lo observado, sol saliente rojo anaranjado al otro lado; la lluvia y su humedad bajo un cielo amenazante y oscuro inmersos en la selva; luz amable y sombras cálidas entre y ante el verdor de la mata atlántica, sol húmedo, Pampa y montañas envolventes inmersos junto al río.
Obviamos sonidos, cánticos y mugidos, casi imperceptibles como los olores que arrojaba el paisaje. Solo atravesamos contemplando ansiosos por la llegada. De repente lo inesperado y lo imprevisto de tocar el Atlántico como una pausa a penas fuese visto, permitiendo marcar un tiempo, un ritmo, y situándonos inmediatamente en una proximidad con respecto a nuestro destino.
Cabe destacar que el acontecer holgado del viaje y la realidad del lugar hace aparecer el presente a través de la importancia de consolidar una rutina. Es el breve tiempo destinado a la obra (4 días) que genera la insistente existencia de un tiempo constante o una rutina persistente. Aparece dicha rutina como un hábito de rigor mediante la planificación, orden, estrategias, pericias y astucias; todo con el fin de construir nuestra obra en los tiempos determinados. Ni una jornada más ni una menos.
¿Cómo medir el paisaje observado?, ¿en qué aporta el viaje a la dimensión del continente americano?
La relación del recorrido y la continuidad permiten definir un espesor para entender el recorrido mediante la aparición de horizontes, planos verticales y elementos arquitectónicos con el propósito de vincular lo que el ojo ve y la experiencia del viaje arroja, llevando aquella distancia atrapada en la obra. Extensión, entrever aparecer, contemplar, profundidad, proximidad, lejanía, enmarque, borde, fondo y frente.
El regalo de ver por primera vez llevando esa capacidad de asombro a la obra.
El viaje permite atravesar, con él aparece la distancia entre un punto con otro… un espesor. Por eso insistimos que debíamos construir un espesor...llevar parte del viaje a la obra para fijar una relación y continuidad entre el Pacífico y el atlántico como fue durante el viaje… a través de la mirada.
Así se decide utilizar las ventanas previamente mencionadas, las cuales son ese espesor construido en la envolvente; ellas son las que permiten el atravesar de la mirada y la continuidad del vacío interior con el exterior selvático. Ellas construyen una relación de distancia regalada, la cual no es solo a través del ojo, sino también es a través del cuerpo, el cual desde el interior se posiciona en virtud del exterior atrapado.
Siendo aquella distancia, construida por el cuerpo y ojo del que habita, la que extiende el espesor de la ventana más allá de sus límites construidos, revelando una envolvente mayor en virtud del emplazamiento y su contexto, lo que nos permite extender el vacío al territorio, extender la mirada del niño o kirin gué guaraní para caer en la cuenta de su realidad.
Regalamos el interior con ventanas, regalamos un mirador de la continuidad que revela lo propio, un develador de la mirada para el guaraní, un mirador de la extensión a través de la ventana.
El lugar, el encuentro de una orientación poética
Íbamos a la Aldea Araponga pequeña Comunidad Guarani próxima a Paraty. Pero allá el cacique Agostino no acepto que construyéramos la obra en su aldea, no lo acepto porque no vio posible su conclusión dado el poco tiempo que podríamos estar allá, él con mucha energía nos señalaba los cerros y nos decía si ustedes construyen algo acá debe ser con aquella madera, y para ello necesitan dos días solo para traer esos troncos y deben conocer muy bien los caminos porque hay cobras en la Selva.
La construcción la permitiría solo en un Mutirao, un trabajo conjunto entre la comunidad y visitantes, y en la aldea en esos dias habia pocos hombres por lo que debían pedir trabajadores a otras aldeas y eso era más tiempo, nuestras posibilidades no eran esas, todo esto dicho en una reunión en Araponga con los líderes de tres aldeas de la zona, los representantes de FUNAI (Fundacion del Indio de Brasil) y del Municipio de Paraty, todos ellos si querían que nos quedáramos allí, pero el Cacique era la voz que orientaba la aldea y su no aceptar el regalo nos planteaba una pausa, el lo hacia por que cuidaba muy celosamente una espiritualidad que no se entrega en una conversación, y en un primer momento sólo da señales para comenzar una relación, había que ganar una confianza, había que demorar.
Dentro de los líderes Guaraní que participaban en esa reunión estaba Ivanilde una mujer Guaraní líder de la Aldea Itaxin quien ya nos conocía desde una Travesía anterior, por lo tanto ya habíamos ganado su confianza, entonces ella nos invita a su aldea y nos entrega a disposición un lugar que tenían destinado a un espacio comunitario, aceptamos la invitación y curiosamente desde aquel mismo día desaparecen para nosotros todos los adultos de la aldea, en todos los días de la obra, un lugar en el centro de la aldea en la cual solo veíamos niños, ellos eran nuestros interlocutores de principio a fin, los adultos desaparecieron, asi los días de obra fueron en la realidad puro presente y continuidad.
La obra fluía, teníamos las ventanas de la continuidad llevadas desde Valparaíso, 30 ventanas que construían una cualidad de la continuidad observada acá. Teníamos también la levedad del aula rural. Comenzamos ubicando las ventanas ante la naturaleza. Y para dar soporte a la mirada construimos un campo espacial cúbico, cuyas aristas escalaron un estar bajo los arboles, Construimos un vacío en la Selva Guaraní de la Mata Atlántica un ventanal en la Selva, un observatorio para desvelar el propio lugar, en Guaraní ventana se dice “oveta”, pero es algo que en el origen de sus casas no existe dado que cuidaban protegerse de la intemperie cerrando los limites dejando solo la puerta y las aperturas para el sol y ventilación eran mínimas, la ventana hacia el paisaje es un elemento que no es propio a su origen.
Los Guaraní mantienen dicha tradición en donde el limite interior exterior es sin espesor, nosotros regalamos la ventana construyendo una posibilidad a la mirada de extenderse a su paisaje, su propia mirada magnificada, para ver la belleza que los rodea a cada instante. Un cubo ventanal cuya envolvente ubica las 30 ventanas. Aporte concreto, espacial y constructivo, con la justeza de la obra y la materia del taller, los destinatarios son los niños, junto a ellos los alumnos comprendieron y asumieron el lugar y la comunidad. Los niños siempre estaban allí, dando vueltas, esperando, creaban el regalo, era una aldea de niños. Estuvimos atentos viviendo la naturaleza, las chicharras cantaban justo al atardecer anunciando nuestra partida, ahí guardábamos herramientas y nos íbamos al campamento… la lluvia nos advirtió cuando detenernos, el saber detenerse a tiempo como planteaba Picasso.
En la lámina de una alumna leí lo siguiente “Me sentía extraña por la tanta protección que ocupaba contra la tierra (bototos) y el agua (capa), las alejaba de mí, mientras ustedes (por los niños) se acercaban a ellas, nos enseñaron el despego...
Nosotros con bototos y capa y ellos descalzos.. Y aquí veo una relación con el Proyecto de la Escuela Rural, que tiene que ver con las conclusiones que se va llegando en relación a la educación, los Guarani, los Pehuenches, los grandes pedagogos del siglo pasado, los estudiosos actuales del tema dicen la mejor aula es la naturaleza ahí se desencadena la estimulación y el aprendizaje se da por la experiencia. El mismo cacique nos dijo, los niños tienen los árboles y los cerros para jugar y aprender..
Entonces aquí surge la pregunta ¿por qué proyectar una escuela rural?, si sabemos que la naturaleza es una unidad didáctica más estimulante.. Pues justamente se construye una distancia para estar en la naturaleza, se necesita llegar a ella, así el aula Rural es un umbral a la naturaleza, su distancia entre límites es un vacío que permite permanecer en continuidad, la obra tenía eso, leve ventanal ante la naturaleza un umbral de la Selva.
Los alumnos al volver tienen muy presente, el atravesar, la naturaleza cruda con lluvia con barro, pero sobre todo el destinatario de la obra el niño, pero el niño en la naturaleza, protagonista y aprendiz de ella.
Lo rural, la vida rural en un formato, la justeza de los m2, lo justo que se encuentra con una vida plena, los protagonistas los niños que van y vienen que continúan sus jornadas en una escuela 00000ventanal de la extensión, el límite en lo que se observa desde un interior. Al volver al Proyecto les pedimos ponerse los bototos, y m2 cerrados, fidelidad a la norma actual, que busca mediante criterios bien estudiados construir en la escuela un medio ambiente confortable (distante de la lluvia y el barro) no solo para el aprendizaje de las materias, y poder tener jornadas en continuidad sino también para constituirse en un hogar.
Es la continuidad del hogar, cuidando la permanencia en el día. Y como reúnen muchas continuidades de hogares estos son unos Palacios para llegar a la naturaleza..
Quien proyectara son los alumnos y la travesía les enseña a alegrar por lo tanto no olviden que sus proyectos construyen la emoción mediante la alegría, que en la travesía se aprende eso en el goce del ver aparecer, ver aparecer la obra, ver aparecer la Selva..la inmensidad en un formato y con justeza… Atravesar para volver.