Reflexión sobre el espacio público - Vicente Del Río

De Casiopea



TítuloReflexión sobre el espacio público - Vicente Del Río
AsignaturaFundamento y Forma
Del CursoFundamento y forma 2019
CarrerasArquitectura
3
Alumno(s)Vicente Del Río

Reflexión: Espacio Público

Lámina de Reflexión

"Espacio público como lenguaje por la dignidad"

Lámina de Reflexión:


Acercamiento de los croquis:

Digitalización de texto:

Introducción: Claro está, que entre los objetivos de las salidas de observación debemos contemplar y admirar aquello que nos rodea. Rescatar con la retina, la mano y el lápiz, la belleza en la ciudad dado que es contenido fructífero, útil y explotable para el planteamiento de un proyecto venidero. Sin embargo, desde el momento en que uno se dispone a salir del hogar, el espacio público se hace presente, y con él, la ciudad. Con una mirada optimista tengo la certeza de que, al estar en una etapa inicial de adquisición de experiencia en el tema, al igual que mis compañeros, sigo las huellas en el camino de la arquitectura, traducido como un acotamiento en lo transmitido, no es impedimento para generar una opinión y una reflexión, en lo que a “espacio público” se refiere.


De esta manera, es preciso establecer un acercamiento a los términos “espacio” y “público”. Y es que el primero, abordado desde el oficio de la arquitectura se comprende como el conjunto de elementos, formas y actos que configuran una atmósfera, independiente de encontrarse en contención (interior) o en extensión (exterior); mientras que el segundo término alude a lo accesible por personas, conformando colectividad. Entonces “espacio público” sería entendido como una atmósfera, que propicia la reunión de individuos democráticamente, compartiendo de forma libre, pero regidos por normas que priorizan el bien común con el fin de crear colectividad a partir de vínculos.


Históricamente, el espacio público nace como un centro político, en donde el poder se encontraba concentrado, en él se configuraban los gobiernos y centro de culto, posteriormente se incorpora el mercado. Lo que significó una posterior conquista por parte de la ciudadanía (personas), derivando en la necesidad de instaurar control y normas, puesto que como es sabido, unión de masas puede ocasionar desestabilización política.


Desde la perspectiva urbanística, el suelo público que debería ser un ordenador e integrador de la ciudad, se contrapone impulsado por el sistema económico imperante, aumentando progresivamente su privatización. Desde este enfoque la ciudad y los espacios se ofrecen como producto con la finalidad de desarrollar actividades lucrativas a corto plazo, excluyendo a la población media- baja, limitándola y erradicándola a las periferias dado que no forman parte de la fachada ideal que conforma la etiqueta de este producto de consumo, es decir, se evidencia un abandono en proyectos de integración social.


Hoy bajo el marco del estallido social, el espacio público adquiere protagonismo, adoptando un carácter político en el cual se acusa un conflicto, aquí las masas se encuentran manifestando y reclamando. Existe un continuo atravesar de calles, avenidas, plazas y centros de ciudades con el fin de generar visibilidad e influenciar en la opinión pública entendiéndolo como un derecho. El espacio público fue conquistado, es usado, logra unificar y reunir a las personas, conformando una unidad que nos resultaba ajena en esta cultura individualista de la que formamos parte.


Proyectándome como un futuro arquitecto, y siendo poseedor de un sentido autocrítico desarrollado, cuya finalidad es aprender de los errores y no reincidir en ellos, es que veo necesario asociar dicho estallido, entre otros factores, como consecuencia de desigualdades que en gran medida se encuentran vinculadas a la carencia de regulación en nuestro oficio. Tal como fue presentado en la charla titulada “Pensemos la agenda social urbana”, el Consejo Nacional de Desarrollo Urbano se crea tardíamente el año 2014, se suma a esto, que previo a esta creación del consejo existía una carencia de ética profesional en la que los expertos no fueron parte de una solución, sino contribuyentes al problema. Como estudiante de arquitectura, me resulta de gran importancia el nivel de involucración que tenemos con la ciudad, puesto que no nos reducimos a la mera teoría e historia de cómo se conformó, ni como debemos crearla, sino que la vivimos en carne propia, la recorremos, nos hacemos parte de ella y la reconocemos, adquiriendo la praxis necesaria para generar un análisis.


Yo, vecino del sector de Mirador de Reñaca, soy testigo de esta urbanización sin ciudad, un crecimiento de ella sin regulación, que desencadena en problemas que debemos acatar como una normalidad y hacerlos parte de nuestra rutina diaria, puesto que existe una segregación hacia los sectores altos que internaliza el concepto de marginalidad con respecto al plan. Y es que para emprender un día a la Universidad debo tener en consideración una hora en locomoción, tanto por la distancia, como la reducida accesibilidad del sector, que en consecuencia de su alta densidad de población genera un alto congestionamiento vial, el que lamentablemente se ve aún más acrecentado por el aumento de “tomas” en los cerros que lo conforman. La carente fiscalización agrava el problema de la fragmentación urbana.


El sentimiento de marginalidad me invade cuando requiero y deseo realizar actividad física en exterior, y es que el sector no cuenta con los espacios o áreas verdes idóneos para ello, a diferencia del plan, la solución es hacer uso de un complejo deportivo que no es más que una cancha de tierra cercana a mi hogar, la que irónicamente fue en mi infancia el espacio de reunión con los demás niños. Y tal como sucede con esto, sucede con la salud, servicios públicos, etc.


La problemática antes mencionada me lleva a suponer que estos aspectos de planificación quedan a cargo de unos pocos profesionales, los que en muchas ocasiones son ajenos a las mismas comunidades, estos mismos son los que diseñan espacios a partir de 1m2 por persona sin respetar, como enseña la escuela, los actos y formas previamente establecidos.


Lo anterior me permite establecer un vínculo con la charla de “Espacio, infancia y aprendizaje”, dado que lo expuesto por Piera Medina, quien señala que, en la conformación de ciudad, la accesibilidad de niños es dejada de lado, los espacios educativos para ellos son impuestos, y tal como ocurre con ellos, sucede con los adultos, mayores, discapacitados, e incluso, mujeres.


Al concluir, comprendo mi rol de estudiante perteneciente a la generación de futuros profesionales, que es mi deber ético comprometerme con la educación recibida, debiendo aprovechar ese derecho, el que paradójicamente es un privilegio, para contribuir desde el núcleo del desarrollo urbano al mejoramiento del país.


¿Qué se requiere para ello? visualizar en nuestro horizonte el proyectar pensando en el otro, sin dejar de lado el vínculo ciudadano, oponiéndonos a marginalizar y segregar, dignificando el diario vivir de la comunidad, teniendo en cuenta que en esta sociedad no hay ningún problema en ser diferente, sino en ser desigual.