Ponencia para el Claustro Pleno Extraordinario 2022

De Casiopea






TítuloPonencia para el Claustro Pleno Extraordinario 2022
Año2022
AutorJaime Reyes
Tipo de PublicaciónPonencia
CiudadValparaíso
Palabras Claveclaustro, creación, universidad
Área de InvestigaciónEducación, Espacio y Aprendizaje
LíneaFormación y Oficio
Carreras RelacionadasArquitectura, Diseño, Magíster

Ponencia para el Claustro Pleno Extraordinario 2022

Sr. Vice Gran Canciller, Sr. Rector. Señoras y Señores Vicerrectores, autoridades universitarias. Estimadas profesoras, profesores y estudiantes.

A propósito de la visión institucional de nuestra universidad, voy a mencionar un aspecto que hemos debatido en nuestra Escuela de Arquitectura y Diseño. Se trata de lo que llamamos la creación. Para ello voy a tomar un pequeño desvío.

En 1987, en una de sus clases de Taller de América, el poeta Godofredo Iommi leyó un texto de un profesor universitario (Iommi, 1987):

“Permitiréis, estoy seguro, a un antiguo profesor de universidad, que ha consagrado largos y felices años a la enseñanza universitaria en su tierra natal, que os hable unos momentos de lo que yo considero como los dos objetivos esenciales de toda formación universitaria, completa y auténtica: ciencia y conciencia, o dicho de otra manera: el acceso al saber y la formación de la conciencia… La primera misión de una universidad es la enseñanza del saber y la investigación científica. De tan vasto campo, no abordaré aquí más que un punto: quien dice ciencia dice verdad. El auténtico espíritu universitario estaría absolutamente ausente allí donde no se diera la alegría de buscar y de conocer, inspirada por un ardiente amor a la verdad. Esta búsqueda de la verdad da la grandeza al saber científico…”

Aquel profesor universitario era el Papa Juan Pablo II hablando en la universidad de nacional de Zaire, en 1980. Godofredo Iommi, un poeta y profesor de nuestra Universidad, durante una clase para estudiantes de arquitectura y diseño, cita al Papa dando una de las claves de lo universitario a través de la investigación y la ciencia. Nos parece que en esta reunión se cifra algo del presente de una universidad de este siglo.

En la Escuela de Arquitectura y Diseño una de nuestras premisas es que la manifestación de la creatividad es posible para todos. Cualquier persona, del oficio que sea, puede ser creativa; todas las disciplinas pueden y deben alcanzar y construir cosas nuevas que ensanchen los horizontes de la alegría espiritual que tenemos enfrente. Sostenemos también que, en particular, la creación artística obedece a un ejercicio sistemático y ordenado y no existe ninguna clase de inspiración metafísica para abordarla. Partimos de la base de que la creatividad es inherente a todos los seres humanos (Brandt, 2022) y que puede –y debe– cultivarse en la formación de las personas a cualquier edad y en cualquier contexto.

La creatividad es el rasgo único y definitorio de nuestra especie; y su objetivo último es comprendernos a nosotros mismos: Quiénes somos, cómo llegamos a serlo y qué destino podríamos tener.

En nuestro caso, en la Escuela, intentamos dar con la creatividad artística, pero sostenemos que esta es la misma que se requiere para cualquier clase de invención, innovación o creación en todos las disciplinas humanas. Si bien nuestras experiencias versan sobre materias, materiales y construcciones tradicionalmente relacionadas con las artes plásticas, mantenemos que estos principios son válidos también para las ciencias y para las humanidades. No sólo no importa la disciplina o el oficio sino que es posible desarrollar e implementar medidas y sistemas para la formación creativa en general, independientemente de estas o aquellas habilidades o campos o materias de estudio.

Si bien las ciencias y las humanidades pudieran estar dedicadas más a la creación de conocimiento que a la producción artística, todas las disciplinas y los oficios humanos tienen cosas en común. Se reúnen especialmente en sus puntos de partida; la curiosidad, el asombro ante los fenómenos de la realidad y la necesidad e insistencia de los humanos por hacerse preguntas. Este asombro es a su vez pura admiración, y todos nosotros habremos sido alguna vez conmovidos frente a lo hermoso. Ese estremecimiento puede suscitarse por la hermosura de la vastedad del cosmos a través de un simple telescopio, por la belleza de la verde profundidad dentro de un bosque lluvioso con árboles centenarios, ante el silencio provocado por un cuadro de Vincent Van Gogh o por la maravilla de un flujo químico entre células. Carl Sagan proponía que el asombro debía ir siempre acompañado de escepticismo (Sagan, 2017), es decir que inmediatamente después de provocada la sorpresa nos corresponde hacernos, críticamente, ciertas preguntas y no aceptar las primeras explicaciones. Es más, aquí, en ese cuestionamiento crítico, puede residir un sentido de la espiritualidad humana: el asombro ante la belleza de la creación, la gratitud por nuestra propia existencia y la humildad ante las fronteras del conocimiento. La mayoría de las veces la estructura interna del mundo y de nosotros mismos nos muestra “que las cosas son más profundas y más racionales de lo que sospechábamos, y revelan que estamos más a menudo equivocados que acertados.” (Barrow, 2007). Luego, debemos proseguir con humildad, paciencia, esfuerzos metódicos y persistentes.

Siempre, hagamos lo que hagamos, estaremos escudriñando una superficie, bajo la cual reside el fantástico manto de lo desconocido. Y podemos contrastar nuestras pequeñas preocupaciones con esa vastedad (Dennet, 1995).

El gran científico y pensador E. O. Wilson reúne indefectiblemente a “la curiosidad ilimitada y el impulso creador” (Wilson, 1999) como dimensiones o herramientas fundamentales para la evolución de nuestra especie. Y en este sentido, ambas son claramente innatas en todos nosotros, o en cualquiera.

En la creación o creatividad pretendemos recorrer una ruta precisa, repetible y ordenada. No se trata de enunciar leyes infalibles, porque en arte no hay una fórmula que pueda asegurar la comparecencia del asombro o el goce estético en el espíritu de las personas. Pero tampoco vamos a trabajar orientados por la inspiración de las musas ni por aquel incierto lugar común que establece que los artistas operan mediante métodos misteriosos e inescrutables. Expresamente pretendemos que nuestras obras se entiendan sin requerir intermediaciones de una crítica supuestamente especializada que las deba explicar.

Hoy los últimos estudios sobre las formas en que funciona nuestro cerebro nos permiten aventurarnos en la formación de la creatividad a través de sistemas lógicos que se construyen o arman siguiendo un método. El método experimental es casi el mismo en ciencias y en artes, pero hay diferencias al final. En ciencia “siempre y cuando los alumnos sigan los procedimientos establecidos, llegarán al resultado previsto. En las artes, los alumnos aprenden el método experimental, pero sin ninguna garantía.” (Brandt, 2022). Podemos orientar nuestros esfuerzos por principios o enunciados concretos que abren buenas probabilidades. Sabemos que es posible, al menos, encaminarse hacia los hallazgos y la belleza. Porque a eso precisamente es a lo que aspiramos; provocar el asombro que abre el gozo. Intentamos construir obras que efectivamente puedan emocionar a los seres humanos, basados en comprender, con ayuda de la ciencia, algunos de los temas más universales de nuestra especie (Caicedo, 2008). Sabemos que los cerebros humanos tienen todos una estructura biológica base y que su plasticidad nos permite aventurarnos en crear nuevas preguntas en nuestros entornos culturales. Creemos que nuestras obras de arte se deben a que exista un deleite; gracias a este es que puede florecer al menos alguna de las dimensiones constituyentes de la condición humana. Por supuesto creemos conocer nuestros propios límites y no pretendemos alcanzar la belleza universal ni ser del pleno gusto de todos ni estar en la vanguardia del circuito artístico ni local ni nacional ni nada.

Pretendemos que en la creación artística no existen secretos; las obras se construyen mediante procesos perfectamente explicables y fundadas en cuestiones objetivas, aunque apelen finalmente a provocar una emoción. Según la psicóloga Lisa Feldman Barrett el modo en que una emoción acontece en cada uno de nosotros es precisamente individual y no existe algo que pueda desatar una emoción universal; igual para todas las personas. Cada uno de nosotros –nuestros cerebros– construyen la experiencia emotiva frente a los estímulos, dependiendo de la compleja relación entre nuestra biología y nuestra cultura; entre lo cerebral y lo cultural.

En este sentido hacemos las cosas para que tengan un efecto positivo entre las gentes que viven y conviven con nosotros y además en coherencia con la naturaleza. No se trata de fabricar sólo objetos útiles, sino artefactos artísticos que nos alimenten. La razón de ser de nuestras obras, aquello que las justifica, es decir su sentido final, no responde únicamente a la necesidad material o a lo utilitario, sino que su sentido es también gratuito y se transmite como fiesta o festivo: “Y la Fiesta es el juego, supremo rigor de mi libertad.” (Iommi, 1976).

Utilizaremos nuestra tradición y nuestro legado, reunidos por tantos maestros y profesores y estudiantes que durante más de setenta años han cultivado la arquitectura, el diseño, la poesía, la escultura, la pintura, las ciencias y las humanidades, en mayor o menor medida, en nuestra Escuela de Arquitectura y Diseño en Valparaíso, para ponerlos a disposición de nuestra Universidad. Celebramos que exista una nueva Dirección de Creación bajo el alero de la Vicerrectoría de Investigación, Creación e Innovación. Nos parece entonces que el desafío hoy, es comprender que estas tres dimensiones –Investigación, Creación e Innovación– no son dominios independientes en los que intervienen separadamente nuestros estudiantes y el profesorado, sino que son ámbitos que atraviesan todo el quehacer universitario, cuyos alcances se mezclan a la hora de concebir la vida, el trabajo y el estudio. El esfuerzo de distinguir sería para reunir y congregar a las disciplinas en la construcción de una Universidad centenaria que atiende con plenitud a su presente.

Bibliografía.

  1. Iommi, G. (1987). Taller de América de 1987. Clases de Godofredo Iommi. En J. Reyes (Ed.), Taller de América (Vol. 9). Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV: Archivo Histórico José Vial Armstrong.
  2. Encuentro del Santo Padre Juan Pablo II con el mundo universitario. Viaje Apostólico a África. Kinshasa, domingo 4 de mayo de 1980. Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana
  3. Brandt, A., & Eagleman, D. (2022). La Especie Desbocada. EDITORIAL ANAGRAMA.
  4. Sagan, C., & Abelló, D. U. (2017). El mundo y sus demonios: La ciencia como una luz en la oscuridad. Grupo Planeta.
  5. Barrow, J. D. (2007). El universo como obra de arte. Crítica.
  6. Dennett, D., Dennett, D. C., Weiner, P., & Ravera, S. B. (1995). La conciencia explicada: una teoría interdisciplinar. Paidós.
  7. Wilson, E. O. (1999). Consilience: la unidad del conocimiento. Galaxia Gutenberg.
  8. Caicedo, A. C. V, & Vélez, A. C. (2008). Homo artisticus: una perspectiva biológico-evolutiva. Editorial Universidad de Antioquia.
  9. Iommi, G. (1976). Carta del Errante (segunda). Valparaíso: Escuela de Arquitectura y Diseño PUCV.