Pedro Palma Casanova - Seminario de América I – S2 2021 / T 2

De Casiopea



TítuloCarta a Christos Clairis sobre la lectura de: La gracia Grecia equivoca la luz
AsignaturaSeminario America
Del CursoSeminario de América I 2021 2S
CarrerasMagíster
1
Alumno(s)Pedro Palma Casanova

Christos

Mi nombre es Pedro Palma Casanova, ex alumno de la Escuela (Diseñador Gráfico) y ahora, después casi 25 años después vuelvo a estudiar a la escuela de Arquitectura y Diseño de la PUCV, en el Magíster en Arquitectura y Diseño que desde el año pasado se imparte. Tuve la fortuna de tener como profesores a Claudio y Godo, con los cuales usted hizo el viaje por Grecia en 1978.

Manuel Sanfuentes me dio su correo electrónico cuando le conté que, en este Magister, quería abordar la bitácora de este viaje, ya que me encuentro empapándome de la cultura helénica, sobre todo las ilustraciones de vasos áticos, estudiando las grecas y morfismos, para vérmelas después con la no figuración.

A propósito de lo mío y a propósito de su vivencia de ese viaje (si me comenta o responde), le paso comentar una lectura entre líneas, muy propia.

Al comenzar la lectura de la bitácora que edita Claudio, con textos de él y las cartas de Godo, no puedo dejar pensar que el viaje a Grecia tenia una raíz mas profunda y de carácter familiar. Godo y Claudio tenían casi la misma edad, se criaron juntos. De hecho, en su texto Perplejidades, Godo lo cuenta como:

“Claudio Girola, que es Girola Iommi y Ennio Iommi que es el hermano de Claudio, que se llama Ennio Girola Iommi, son sobrinos míos hijos de mi hermana. La edad que nos separa es muy poca, y nos criamos juntos. Nosotros no buscamos nada, así como a la gente le es dado algo, a nosotros nos fue dado el mundo del arte. Dos o tres bosquejos rápidos; el padre de Claudio y Ennio era escultor, cincelador, gran cincelador…”. (Iommi, 2015)

Pienso en Godo y Claudio cuando niños, en este mundo de arte en que se criaron, pensando algún día viajar juntos. Como lo podría pensar cualquier niño, a modo de un sueño infantil. Pienso en esto, ya que, en las primeras páginas de la bitácora dejan entrever cierta ansiedad por el viaje: el tema de las maletas, cuando pierden la combinación de vuelo y terminan viajando en un avión que venia de Sudáfrica y así como también al final, cierran ambos los textos como niños satisfechos de haber emprendido un viaje memorable. La bitácora entera, merodea en esa ansiedad y ese asombro con cada encuentro, con cada pensamiento y con cada poema. Una primera lectura me deja o me traspasa esa emoción.

Luego pienso, que el viaje a Grecia era un viaje que había que hacer, allá estaba (o está) la estrella, ¡la eida! Sabemos que Amereida es el encuentro de América y la Eneida. La Eneida que es el viaje de Eneas, el troyano de la Iliada que parte en busca de su destino, que lo lleva primero a Cartago y luego Roma. De hecho, Godo escribe en su libro “Eneida-Amereida” lo siguiente en lo cual quiero que repare:

“Así hay lecturas que tocan la existencia más allá del hecho sicológico como si el propio lenguaje se oyese a sí mismo como cuando niños se oía en la caracola el ruido del mar, y se oye en el lenguaje lo que ocultamente tiene de más propio: su innumerable diamante. La tradición siempre renovada aflora y construye el lenguaje desde la Poesía, para las ciencias y oficios, hasta para la terapéutica y el habla.” (Iommi, 1982)

¿No le parece que esta “Eida” de América o luz (o estrella) le da el sentido a su propia travesía que parte en busca su mar interior, con su propia Cartago o Roma?, no sabemos. Pero si Godo nos da una pista en su escrito, que puede leer así:

“Yo voy a omitir las circunstancias en que se nos produjo este cruce de América y Eneida, no las omito porque sean secretas o vergonzosas, porque no son del caso, las puedo contar después, sin embargo, un día, como seguramente a otros, la pregunta por nuestro ser americano amanece y ancla en uno, tal pregunta inquiere por lo que se suele llamar destino, que no es de suyo una fatalidad sino el lote de ventura y desventura –ritmo– que no toca, que nos atañe, con y en el cual resonamos y con el cual nos volvemos personas (per-sonare).” (Iommi, 1982)

Ahora bien, y volviendo a la lectura de la bitácora de viaje a Grecia, los textos que escribe Claudio tienen un ritmo: nombrando los lugares por los cuales van pasando, con cierta velocidad (la del auto), y también, colocando eruditamente notas históricas y míticas de como por ejemplo el lugar en que Edipo se limpia la sangre por la muerte de su padre o la sorpresa de estar donde ocurrió la batalla de la Termopilas. Así, Claudio repara o juega con el sentido del texto al agregar unos “¡Oh!” que, a modo de perplejidad o asombro, va hilando su relato donde no pueden faltar ciertos recuerdos de la primera travesía de Amereida.

Por otro lado, se deja entrever que el idioma también les generaba cierta ansiedad a Godo y Claudio, preguntándole a usted (quizás repetidamente), de qué estaban hablando las personas a su alrededor cuando estaban en algún lugar. Me imagino que un idioma tan ajeno al español como el griego (no se si al francés es así de tan lejano, que sé que Godo y Claudio dominaban) los hacia sentir verdaderamente extranjeros y ajenos. Creo aquí, que el idioma y la lengua apropian a las personas de un territorio, es decir como el nombre no solo aborda el lugar, si no que también lengua. Quizás por ello, Claudio se asombra despertando a Godo y asustando a usted, cuando reconoce las tierras de Aristóteles. Quizás aquí voy a ser majadero, pero ese asombro lo relaciono a lo primero que le comentaba: este viaje era lo que Godo y Claudio habían pensado desde niños.

El ritmo del relato de Claudio es diferente del ritmo del relato de Godo. Se entiende la diferencia: Godo a modo de carta con un destinatario poético o cercano y Claudio narrando rápidamente entretejiendo pensamientos y asombros. Pero ambos en realidad, lleno de asombros, como cuando Godo repara sobre el Hades y los ríos que lo bordean. No me deja de llamar la atención ciertas anotaciones de Claudio, de cual Godo no anota en paralelo, por lo menos no literalmente, de una mujer de la taberna que los deja deslumbrados con su belleza. Debo reconocer que este pasaje me soltó algunas sonrisas, pensado en Claudio (Y quizás Godo) atónitos por la belleza de la fémina y debo confesar que están perfecta su descripción, que la elegancia desborda.

En una parte Claudio anota, a propósito de lo espeluznante que les resulta a ambos cuando les retienen los pasaportes camino Daphni, puerto de Athos, que “Es como quedarse desnudo en medio de la calle. La casa, el hogar, el extranjero lo lleva en el bolsillo interior de la chaqueta, es su pasaporte”. Me despierta la relación con la pregunta que gatillaba acá en el magister, frente a la pregunta de ¿Qué es ser americano? A lo cual mi respuesta iba por esa vieja historia que escuchamos de Godo y de Amereida, de aquel viaje que Cabeza de Vaca hace desnudo por la Florida, quizás así, estamos los americanos, desnudos como extranjeros sin pasaporte. ¿Sera así el destino del viajante que se queda sin pasaporte? ¿Sin una identidad?

Hasta aquí las preguntas – creo que de cada palabra podría brotar alguna - por ello, me quiero referir a tres grandes rasgos de la edición y que como diseñador gráfico me gustaría apuntar.

La poesía de Godo que recorre la edición a modo carta y de poema

Dentro de la poesía de Godo, que recorre la edición -y que termina poco antes que le texto continuo de Claudio- es donde aparece la relación con el título de la edición: “La gracia equivoca la luz…” que es un verso que termina con “Su gracia equivoca la luz”. La palabra Grecia, no aparece ahí como si en título de la edición. Seguramente al titular aparece esa palabra que juega de manera poética ¿Fue una decisión en la que usted participó? Ya que en la página siguiente hay 4 escritos. Puedo reconocer la escritura de Godo, las otras no como muestra la siguiente imagen:

Pag 56 57 del libro la gracia grecia equivoca la luz (Iommi, Girola, 1981)

¿Parte de la poesía que aparece en la edición es producto de actos poéticos? Me imagino que si, sobre todo cuando aparecen los textos en griego y me gustaría aquí, sus comentarios. El tono poético de Godo se manifiesta en sus cartas – todo en prosa poética - con una cadencia que casi obliga a leer en voz alta. Seguramente esas cartas que enviaba Godo se leían así: uno leía la carta y otros escuchaban, luego comentaban entre todos.


Registro fotográfico

Las fotografías que recorren la diagramación de la edición, que son una especie de imágenes en duotono, que cuando se miran, es necesaria como una segunda mirada donde se puede reconocer los rasgos de lo que se fotografió que construyen una especie de rumor sobre la lectura del texto en general. Me pregunto si esos registros fotográficos existirán. Voy a averiguar ya que sería maravilloso poder tenerlos. ¿Usted guarda algún registro de ese viaje? Y aquí aprovecho de preguntarle ¿Cómo se gesto que ustedes 4 harían es viaje? Me gustaría que comente mas.


Los dibujos de Claudio

Pienso que los dibujos de Claudio van marcando su propio relato, como que hay intentos de registro tipo croquis o dibujo de algún lugar, pero que Claudio los trasforma en ejercicios plásticos de su propio obrar.

[SIGUE]

No se, creo que esta bitácora merece una reedición, algo mas a la mano en formato más pequeño, a lo mejor algunas notas de usted comentando la visión de estos niños Godo y Claudio, algo que acerque a las nuevas generaciones de nuestra escuela, que en general valoran cierta inmediatez. Me imagino una edición a contracara: Las cartas de Godo en la página izquierda y los textos lineales de Claudio a la derecha. Yo, con todo gusto me haría cargo de la edición y esta diagramación que abrazaría la rememoración. ¡No se!

Saludos desde Valparaíso, Chile


Bibliografía

Iommi, G., Girola, C. (1981) La gracia grecia equivoca la luz. Ediciones EaD: Valparaíso

Iommi, G. (1982) Eneida-Amereida. Ediciones EaD: Valparaíso

Iommi, G. (2015) Perplejidades. Clases de Godofredo Iommi. Ediciones EaD: Valparaíso