Palabras a quienes egresan

De Casiopea







TítuloElogio
Año2022
AutorJaime Reyes
Tipo de PublicaciónOtro
ColecciónPoética
CiudadViña del Mar
Palabras Claveelogio, titulación, regalo
Área de InvestigaciónEducación, Espacio y Aprendizaje
LíneaFormación y Oficio
NotaPalabras para los que egresan en la ceremonia del regalo final.

Godofredo Iommi, de Walter Otto, recoge el siguiente relato "acerca del origen de la palabra en su función primordial: «Zeus termina la construcción de un mundo. Con todas las cosas, incluidos el hombre, la mujer, los demás animales. Todos los dioses están presentes. Sobreviene un admirable silencio, estupor ante la belleza de lo construido. Entonces Zeus pregunta a los dioses si falta algo para que la construcción sea perfecta. Los dioses convienen que algo falta. ¿Qué? Falta la palabra, pues sólo la palabra elogia (la belleza de la creación). Y entonces Zeus crea las Musas».

En el relato la palabra es originaria de las Musas –se trata pues de todas las artes. En seguida su función primordial es el elogio. El elogio es de suyo el reconocimiento. En el fondo la vía o método del conocimiento es el elogio que nace de la admiración".

Se trata pues del elogio. Pero de un modo del elogio particular.

Ustedes saben que San Francisco de Asís es el patrono de nuestra Escuela. Y lo celebramos todos los años. Y lo hacemos no porque fue un santo, sino precisamente porque nos muestra o nos indica el secreto del elogio. ¿Cómo lo hacía?

Hace más de cien años una mujer escribió un poema sobre esto[1]. Se los leo.

"Francisco, no querías alabar a los hombres porque es Uno solo el dueño de toda alabanza… A las cosas sí las alabas; ellas no se engríen. ¿Cuándo el lirio tiene un estremecimiento si se dice su blancura? Nosotros sí… El elogio nos hace un grato cosquilleo en los oídos; el pecho se nos hincha feamente.

Mucho alabamos nosotros, en cambio, tanto que parecemos cambiadores de cuentas de colores, trocando alabanza por alabanza... Por eso andamos lentos en la perfección. Si el lirio a cada pétalo que echa esperase el elogio, tardaría en echar el otro pétalo; si el agua cantarina aguardase que la oyesen se quedaría parada en la vertiente.

Cuando nos hacemos una mancha de impureza, la ocultamos con ademán rápido, pero en cuanto nos nace una puntita de virtud la levantamos, esperando la sonrisa del que pasa.

En vez del hambre nuestra de alabanzas, tú tenías un hambre de humillaciones que llegaba a parecer frenesí, mi Pobrecillo. Si un día te amanecía el alma luminosa como una pradera con rocío, llamabas atribulado a un fraile menor y le pedías que te humillase diciéndote una letanía de miserias que eran mentiras.

Tú, Francisco, por humildad también, no quisiste nunca pensar como los hermanos de tu fe que Dios hizo a las criaturas: corderos, vacas, venados para el servicio y gloria del hombre. Las criaturas nacieron para sí mismas, y por eso tú las llamabas hermanas. Nosotros decimos hasta en nuestras oraciones, que las estrellas del cielo alumbran para nuestros pobres ojos de gusanillos.

Somos débiles, Francisco, como la caña que necesita del viento para oírse. Tú el pequeño Francisco, eras fuerte, porque no necesitabas al cantar oír tu canto rodando por los cerros en un collar de ecos."

Aquí y ahora ustedes finalizan sus estudios y de esta Escuela tienen en sus manos y en sus corazones un instrumento con el cual podrán interpretar el secreto del elogio para los demás, no para ustedes, sino para los otros: esto es la obra. Sus oficios del diseño y de la arquitectura son para hacer las obras que elogien la belleza de las creaciones. Esperamos que esparzan por el mundo sus obras; que estas sean siempre, en cualquier medida posible, un enaltecimiento y una alabanza de la creatividad inagotable que abre el mundo, para hacerlo más justo, más abierto, más pacífico y más bello. Esperamos que sus obras sean el anuncio de la hospitalidad hacia los demás para que brillen sus cualidades y sus méritos. No las de ustedes, sino las de las demás personas. Así podremos seguir viviendo, estudiando y trabajando en comunidad.

Muchas gracias por haber compartido aquí su formación y esta casa estará siempre abierta para ustedes y sus obras.

Salud y hasta la próxima.

Ahora, como estamos en el presente, voy a llamarlos uno por uno porque les tenemos un regalo, que han preparado Alejandro Garretón e isidora Correa.

  1. Gabriela Mistral. Motivos de San Francisco. Aparecidos originalmente dispersos entre 1923 y 1926, en el Mercurio. Poemas en prosa, Inspirados directamente en las Florecillas de San Francisco y sus Hermanos, algunos de ellos constituyen versiones de episodios narrados por los Hermanos León, Rufino, y Angel Tancredi.