Palabras a los que egresan

De Casiopea








TítuloPalabras a los que egresan
Año2024
AutorJaime Reyes
Tipo de PublicaciónOtro
ColecciónPoética
CiudadViña del Mar
Palabras ClavePoesía, oficio

El oficio es dar curso

Primer semestre 2024

La poesía le propone a los oficios de la arquitectura y el diseño que cada obra no es tan relevantes ni para el mundo ni para sus autores; es más importante el obrar. Es decir, importa más la ruta que la hermosura, y esto es difícil aprenderlo. Es más relevante una vida en el obrar que una acumulación de obras terminadas. Es lo que llamamos el cada vez. Una ruta es seguir partiendo siempre, cada vez, mantener un rumbo abierto.

Por supuesto que nunca será un camino despejado, libre, pues toda ruta presenta obstáculos. La poesía nos muestra que ruta y obstáculo no son términos antinómicos. Es decir que no son necesariamente una contradicción uno del otro. Lo más corriente es intentar enfrentar el obstáculo, anularlo, hacer que desaparezca para despejar la ruta. Mejor todavía podría ser sortearlo, eludirlo sin enfrentamiento de acuerdo a la economía de la justeza, sin destruirlo, para continuar la ruta. En ambos casos la relación obstáculo-ruta sigue siendo de opuestos. Pero la poesía propone otra modo, más allá del sorteo o elusión y fuera del enfrentamiento; un modo en que los obstáculos son precisamente aquello que da curso a la ruta.

El poeta Godofredo Iommi ponía un buen ejemplo para vislumbrar cómo opera la poesía proponiendo un nuevo modo de ver.

Se trata de observar la carrera pedestre de ciento diez metros con vallas. La pista plana es una franja periódicamente atravesada por obstáculos que van de un borde al otro impidiendo el rodeo. Al ojo, la pista plana y horizontal y los obstáculos verticales aparecen contrapuestos. Ahora bien, allí y en esas condiciones sucede la carrera. La carrera consiste, precisamente, en la invención de otra pista que no es visible sino durante su transcurso. El corredor, que en verdad no salta, a la manera del salto en alto o en largo, pasa las vallas y diseña fugazmente una pista ondulada que sube y desciende alternadamente desde la altura de las vallas.

La nueva pista escurre ondulándose desde el plano hasta los indicadores de altura, de suerte que los que fueron obstáculos para la franja plana se reiluminan con otra función. La carrera se muestra, allí, donde parecía imposible, revelándonos una pista que no se ve ni antes ni después del transcurso sino únicamente en él y su durante. Esta pista –inaparente, fugaz, inventada– que se cursa es la carrera misma que como tal se expone.

La poesía, semejante a la carrera, sería fundamentalmente, ese “dar curso”; ese mostrarse como tal en la variedad de sus invenciones las que, de suyo, manifiestan durante sus transcursos lo que fuera de ellos no es reconocible poéticamente (inventio-invenire-venir a-dar curso).

Esperamos (y sabemos), que vuestro andar en ruta del obrar de los oficios, que es la vida misma, se topará constantemente con toda clase de obstáculos. La poesía les propone que la gracia sería que esos obstáculos se conviertan en la belleza del andada.


—————————————- Finalmente

Por la sentida voluntad de sus compañeros y profesores tenemos también uno de estos regalos en memoria de Fernanda Montaño Pastén, recibido por sus hermanos Daniela y Juan Pablo.


La condición humana es poética

Primer semestre 2023

Es el año 1800, al poeta alemán Friedrich Hölderlin le quedan unos pocos años de lucidez. Comienza a crear un cuerpo de poemas que se conocerán como las grandes elegías. El primero de estas es El Archipiélago.

Ya oigo a lo lejos el canto coral del día de fiesta
sobre la verde montaña y el eco de los bosques,
donde se conmueve el pecho de los adolescentes, donde tranquilamente
se une el alma del pueblo en un canto más libre, en honor del dios, al que corresponde la altura, mas para quien también los valles son sagrados;
porque allá donde alegre se desliza el río en juventud creciente
entre las flores del campo, y donde maduran en llanuras soleadas el noble trigo y los árboles frutales, gustosamente también
los devotos se coronan para la fiesta, y sobre la colina de la ciudad resplandece,
cual vivienda humana, el pórtico celeste de la alegría.
Pues toda vida se ha tornado plena de sentido divino,
y, perfeccionándolo todo, como entonces, vuelves a aparecer ante tus hijos,
¡oh naturaleza!, y como desde la montaña rica en manantiales,
de aquí y allá fluyen bendiciones sobre el alma germinante del pueblo.

Hölderlin es uno de los pocos poetas que Amereida recoge en sus páginas, citándolo directamente. Y no es por circunstancia o coincidencia, pues suyos son algunos de los versos que cambiaron el curso de esta Escuela y de la Ciudad Abierta. En el regalo que ustedes reciben hoy está uno de esos versos, que ha provocado lo que nosotros somos hoy, y lo que espero sigamos siendo. En ese nosotros están todos ustedes y espero que sigan estando ahora y en los bellos años que para ustedes hoy comienzan.

Hace justo 40 años, en unos pizarrones manuscritos, esta Escuela presentó un parecer: “Nos parece que la condición humana es poética, vale decir que por ella las personas viven libremente y sin cesar en la vigilia y coraje de hacer un mundo.

El coraje de la condición humana, al que también llamaremos virtud, surge necesariamente.

Sus apariciones abren un campo del cual se configuran los oficios y las artes humanos”.

Este parecer implica que existe una naturaleza humana, universal, común a todos los seres humanos existentes, a los que han existido y a los que existirán. No es un parecer inocente; significa que los seres humanos no somos enteramente moldeados por ninguna clase de ambiente, ni por la familia, ni por la educación, ni por el lugar en que nos ha tocado en suerte nacer.

Hay algo que todos los humanos llevamos con nosotros, más allá de la lengua que hablamos, la época en que nacimos, los padres que tuvimos. Y es una paradoja; aquello que tenemos todos en común es justamente lo que nos hace preciosamente únicos e irrepetibles.

Muchos saludos y bienaventuranzas para ustedes.

El secreto de la espiritualidad

Segundo semestre 2023

Muy buenas tardes a todos y todas.

Hay muchas cosas que decirles en este feliz momento. Cosas respecto de vuestros estudios, que ahora finalizan una etapa, pues la verdad es que el estudio es un compromiso interminable. Vuestros oficios y de las sendas que estos oficios le abren a cada uno de ustedes y así, mediante el trabajo, a la sociedad toda. Las disciplinas de la arquitectura y el diseño tienen una posibilidad extraordinaria de construir el mundo. En buenahora.

Pero en esta Escuela queremos reunir estos dos aspectos, el estudio y el trabajo con la vida. Mis palabras de ahora, desde un punto de vista de la poesía, se refieren a la vida. Una sencilla indicación poética para la vida.

Les leo unas palabras del filósofo Daniel Denett sobre las buenas personas.

Estas personas se han percatado de uno de los mejores secretos de la vida: dejar de preocuparse. Si cada uno de ustedes puede acercarse a las complejidades del mundo, tanto a sus glorias como a sus horrores, con una actitud de humilde curiosidad, y reconocer que, no importa cuan profundo las hayan visto —si acaso, apenas rasguñando la superficie—, encontrarán entonces mundos dentro de mundos, bellezas que hasta entonces no había podido imaginar, y sus preocupaciones mundanas se reducirán a un tamaño adecuado, no muy importante cuando se contrastan con el gran esquema de las cosas. Mantener esa imagen formidable del mundo lista y a la mano, mientras uno trata de lidiar con las demandas de la vida cotidiana, no es un ejercicio sencillo, pero definitivamente vale el esfuerzo, pues si pueden mantenerse centrados e interesados, encontrarán que es más fácil tomar las decisiones más difíciles, las palabras adecuadas llegarán cuando las necesiten, y serán en realidad unas mejores personas. Mi propuesta es que ése es el secreto de la espiritualidad, y no tiene nada que ver con la creencia en un alma inmortal, o en nada sobrenatural.

Salud y felicitaciones a todos ustedes.

Elogio

2022

Godofredo Iommi, de Walter Otto, recoge el siguiente relato "acerca del origen de la palabra en su función primordial: «Zeus termina la construcción de un mundo. Con todas las cosas, incluidos el hombre, la mujer, los demás animales. Todos los dioses están presentes. Sobreviene un admirable silencio, estupor ante la belleza de lo construido. Entonces Zeus pregunta a los dioses si falta algo para que la construcción sea perfecta. Los dioses convienen que algo falta. ¿Qué? Falta la palabra, pues sólo la palabra elogia (la belleza de la creación). Y entonces Zeus crea las Musas».

En el relato la palabra es originaria de las Musas –se trata pues de todas las artes. En seguida su función primordial es el elogio. El elogio es de suyo el reconocimiento. En el fondo la vía o método del conocimiento es el elogio que nace de la admiración".

Se trata pues del elogio. Pero de un modo del elogio particular.

Ustedes saben que San Francisco de Asís es el patrono de nuestra Escuela. Y lo celebramos todos los años. Y lo hacemos no porque fue un santo, sino precisamente porque nos muestra o nos indica el secreto del elogio. ¿Cómo lo hacía?

Hace más de cien años una mujer escribió un poema sobre esto[1]. Se los leo.

Francisco, no querías alabar a los hombres porque es Uno solo el dueño de toda alabanza… A las cosas sí las alabas; ellas no se engríen. ¿Cuándo el lirio tiene un estremecimiento si se dice su blancura? Nosotros sí… El elogio nos hace un grato cosquilleo en los oídos; el pecho se nos hincha feamente.

Mucho alabamos nosotros, en cambio, tanto que parecemos cambiadores de cuentas de colores, trocando alabanza por alabanza... Por eso andamos lentos en la perfección. Si el lirio a cada pétalo que echa esperase el elogio, tardaría en echar el otro pétalo; si el agua cantarina aguardase que la oyesen se quedaría parada en la vertiente.

Cuando nos hacemos una mancha de impureza, la ocultamos con ademán rápido, pero en cuanto nos nace una puntita de virtud la levantamos, esperando la sonrisa del que pasa.

En vez del hambre nuestra de alabanzas, tú tenías un hambre de humillaciones que llegaba a parecer frenesí, mi Pobrecillo. Si un día te amanecía el alma luminosa como una pradera con rocío, llamabas atribulado a un fraile menor y le pedías que te humillase diciéndote una letanía de miserias que eran mentiras.

Tú, Francisco, por humildad también, no quisiste nunca pensar como los hermanos de tu fe que Dios hizo a las criaturas: corderos, vacas, venados para el servicio y gloria del hombre. Las criaturas nacieron para sí mismas, y por eso tú las llamabas hermanas. Nosotros decimos hasta en nuestras oraciones, que las estrellas del cielo alumbran para nuestros pobres ojos de gusanillos.

Somos débiles, Francisco, como la caña que necesita del viento para oírse. Tú el pequeño Francisco, eras fuerte, porque no necesitabas al cantar oír tu canto rodando por los cerros en un collar de ecos.

Aquí y ahora ustedes finalizan sus estudios y de esta Escuela tienen en sus manos y en sus corazones un instrumento con el cual podrán interpretar el secreto del elogio para los demás, no para ustedes, sino para los otros: esto es la obra. Sus oficios del diseño y de la arquitectura son para hacer las obras que elogien la belleza de las creaciones. Esperamos que esparzan por el mundo sus obras; que estas sean siempre, en cualquier medida posible, un enaltecimiento y una alabanza de la creatividad inagotable que abre el mundo, para hacerlo más justo, más abierto, más pacífico y más bello. Esperamos que sus obras sean el anuncio de la hospitalidad hacia los demás para que brillen sus cualidades y sus méritos. No las de ustedes, sino las de las demás personas. Así podremos seguir viviendo, estudiando y trabajando en comunidad.

Muchas gracias por haber compartido aquí su formación y esta casa estará siempre abierta para ustedes y sus obras.

Salud y hasta la próxima.

Ahora, como estamos en el presente, voy a llamarlos uno por uno porque les tenemos un regalo, que han preparado Alejandro Garretón e Isidora Correa.

Notas y referencias

  1. Gabriela Mistral. Motivos de San Francisco. Aparecidos originalmente dispersos entre 1923 y 1926, en el Mercurio. Poemas en prosa, Inspirados directamente en las Florecillas de San Francisco y sus Hermanos, algunos de ellos constituyen versiones de episodios narrados por los Hermanos León, Rufino, y Angel Tancredi.