Medidas armónicas y acústica colorida: correlación entre las corrientes artísticas de la primera mitad del siglo XX - Catalina Paz Álvarez Schilling

De Casiopea



TítuloEnsayo 2-2ºS 2021
AsignaturaPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad
Del CursoPresentación de las Vanguardias a la Contemporaneidad 2021 - Andrés Garcés
CarrerasArquitectura
3
Alumno(s)Catalina Paz Álvarez Schilling

Medidas armónicas y acústica colorida: correlación entre las corrientes artísticas de la primera mitad del siglo XX.

Abstract

La arquitectura y la música han estado relacionadas desde los tiempos del Mundo Antiguo; sin embargo, es desde los inicios de 1900 cuando la relación de las artes de la arquitectura y la pintura se estrechan con mayor facilidad a la música y sus procesos creativos. Las experiencias que los músicos han tenido a lo largo de la historia en el uso de las obras arquitectónicas y la estrecha relación de los arquitectos de vanguardia con la música y la pintura es lo que permite establecer la existencia de un vínculo artístico más allá de lo explícito como son los usos de espacios. Le Corbusier afirma en su libro El Modulor, publicado en 1953, que la música es tiempo y espacio, como la arquitectura. La música y la arquitectura dependen de la medida. Es a partir de esta afirmación de un arquitecto reconocido mundialmente por sus obras vanguardistas que se establecerá los modos de vincularse entre la música, la arquitectura y la pintura: tres artes que se construyen y componen.

El Modulor: Ensayo sobre una medida armónica a la escala humana aplicable universalmente a la arquitectura y a la mecánica
Introducción

La música y sus obras siguen un patrón y se articula a través de un orden compositivo que utiliza el método matemático para la aplicación práctica. Así como la música, la arquitectura pasa por los mismos procesos creativos fundamentados en la matemática y la proporción para la proyección. Los músicos y arquitectos a lo largo de la historia han compartido sus experiencias para poder generar nuevos espacios de conversación de los cuales salgan nuevos elementos compositivos para sus respectivas áreas de experiencia.

Cuando un músico comienza el inicio de la composición de una pieza musical se encuentra con la jerarquización de los pasos: primero, viene la composición de los cimientos que le brindan sustentos a la armonía; luego, viene la estructura general de la obra y finalmente se generan las terminaciones o arreglos. En el área de la arquitectura el proceso es básicamente el mismo: primero vienen los croquis y bocetos, para luego pasar a los planos y a la estructura y terminar afinando los detalles del proyecto. La analogía es simple, los instrumentos que elige un músico para presentar su obra musical se asimilan a los materiales que escoge un arquitecto para darle vida a su proyecto. La pintura se relaciona con estas dos artes a través de los grupos vanguardistas que nacieron en la época de comienzos del siglo XX, artistas visuales presentaron su obra basadas en piezas musicales para generar una simbiosis en las artes. Así, se determina que la música también se construye y la arquitectura pasa por un proceso de producción y composición.

Desarrollo

A principios del siglo XX los artistas dieron inicio a un periodo marcado por el acercamiento a las realidades intangibles del arte, en el cual pudieran manifestar sus sentimientos más puros y transmitieran ideas expresivas que manifestaran sus estados de ánimo. Es así como en la pintura se vio el inicio del régimen de los ritmos formales, utilizando el color como sonido y así abandonando el medio expresivo prestablecido. František Kupka fue de los primeros artistas en pinturas obras abstractas basadas en la fuga musical: la Fuga en Dos Colores fue una pintura de este artista de origen checo en la cual introdujo el movimiento musical al mundo de la abstracción a través de dos voces principales correspondientes al azul y al rojo. La sinestesia es la relación existente entre distintos sentidos y cómo estos se conectan entre sí; dentro de ella existen varios subgrupos y uno de ellos es la chromastasia, que es la sinestesia entre colores y sonidos. Dentro de los estudios o proyectos que se han realizado en este campo, podemos nombrar la sensación que describe Vasili Kandinsky, pintor de origen ruso, que producen los sonidos en el libro “De lo espiritual en el arte” y también su atribución a cada sonido un color para que sus obras se transformen en piezas musicales visuales; también se puede nombrar la relación de colores con un círculo de quintas que establece Aleksandr Skriabin en su Sinfonía No. 5 “Prometeo: el poema del fuego”. En el documento titulado “Sonido y percepción –la música y el color- correspondencias e interacciones” los autores señalan que Arthur Schopenhauer ya había argumentado que su teoría del color tenía las ventajas de dar cuenta de la peculiaridad de la impresión de cada color y cómo estos poseen una esencia particular. En el mismo se señala que “el autor reconoce que su teoría parte esencialmente de apreciaciones subjetivas […], pero advierte que solamente con sus planteamientos puede hallarse la omitida conexión entre la esencia del color y la sensación del mismo”.


Le Corbusier afirma en la página 27 de El Modulor que “el artista es un medium infinita y extraordinariamente sensible; siente, discierne la naturaleza y la traduce en sus creaciones experimenta su fatalidad y la expresa”. Mediante esta afirmación se puede recordar al músico revolucionario Arnold Schöenberg, quien fue creador del dodecafonismo que es un sistema de composición atonal en el cual las doce notas de la escala cromática tienen la misma importancia y mediante el cual se busca alcanzar la abstracción total.

Durante la Primera Guerra Mundial, el jazz alcanza territorios europeos como un estilo musical innovador que llama profundamente la atención de los artistas vanguardistas, incluyendo al movimiento artístico De Stijl. Este movimiento fue constituido en Holanda en 1917 y tenía como objetivo la integración total de las artes y en conjunto con el jazz, Piet Mondrian desarrolló un ensayo titulado Jazz y Neoplasticismo. Para el artista neerlandés, el aspecto unificador del arte y la vida era el ritmo, por lo cual interpretó el estilo “boogie-woogie” como una liberación de las líneas negras entre los colores de su obra. Un poco antes, el cofundador del movimiento J.J.P. Oud exigió que la arquitectura fuera provista de “la tensión tal y como se realiza estéticamente el gran ritmo, en el complejo equilibrado de elementos que se remiten recíprocamente unos a otros y se influyen mutuamente”.

La interpretación artística de las obras también se daba en sentido contrario. La incorporación del carácter visual se traslada a lo sonoro, otorgándole nuevas sensaciones a la música y ampliando el campo de la libertad creativa de composición. Uno de los ingenieros de Le Corbusier, Iannis Xenakis, comenzó a dedicarse a la música mientras desarrollaba su carrera profesional y fue así como teorizó acerca de las proporciones que poseía la música y su analogía con la proyección arquitectónica. Su música se basaba en el uso de la atonalidad como método expresivo –como lo hizo Schöenberg en su minuto– y utilizaba todos los componentes que el sonido le permitía. A través de este método, Xenakis pudo generar música mucho más completa a la que denominó estocástica y su obra estableció un vínculo entre la arquitectura y la música a través de la matemática. Uno de los principales ejemplos de esta unión interdisciplinaria fue el Pabellón Phillips, encargado al estudio de Le Corbusier para la Exposición Universal de Bruselas en 1958. Para este proyecto la responsabilidad fue delegada a Xenakis y fue este quien debía desarrollar y profundizar las ideas centrales que su maestro había propuesto: una composición espacial vinculada a una obra musical realizada por Iannis y un poema electrónico desarrollado por Edgar Varèse. El proyecto se constituyó como una sala central que posee dos estrechas galerías ubicadas en entrada y salida en las cuales se incorporaron a la forma unas superficies de radio de curvatura variable. La idea de este tipo de forma era que se pudiera atravesar el lugar, yendo de un punto a otro, sin tener que interrumpir necesariamente la continuidad. En esta misma línea constructiva, Iannis Xenakis compuso una obra para 61 músicos titulada Metastaseis que requería de 12 instrumentos de viento, 3 percusionistas que tocaran 7 instrumentos y 46 instrumentos de cuerda, los cuales tocarían individualmente cada una de sus partes y se utilizaría el glissando como efecto sonoro para pasar de un sonido a otro pasando por la mayor cantidad de sonidos intermedios. La composición en partitura consta de paraboloides hiperbólicos que dieron forma al Pabellón Phillips.

Conclusión

Tanto la arquitectura, la música y la pintura han estado relacionadas desde tiempos remotos y sus procesos compositivos están estrechamente vinculados unos con otros. En todas estas artes, el sonido y el color se ha visto reflejados en la realización de diversas obras, utilizando la abstracción, los sentidos y las relaciones como parte de sus elementos compositivos para representar los sentimientos y emociones más puros del interior de los artistas.

Referencias
  • Álvarez, C. (2020). Correspondencias entre transformación espacial, acústica y proyección lumínica. Viña del Mar. Obtenido de wiki.ead.pucv.cl/Catalina_%C3%81lvarez_Schilling-Correspondencias_entre_transformaci%C3%B3n_espacial,_ac%C3%BAstica_y_proyecci%C3%B3n_lum%C3%ADnica
  • Grupo de Acústica Arquitectónica, Ambiental e Industrial de la UPV. (2001). Sonido y percepción –la música y el color- correspondencias e interacciones. Obtenido de TecniAcústica: www.sea-acustica.es/fileadmin/publicaciones/publicaciones_4366lj009.pdf
  • Kandinsky, V. (1911). De lo espiritual en el arte. Ediciones Paidós.
  • Le Corbusier (1953). El Modulor. Buenos Aires: Poseidón. p. 27. Obtenido de fauufpa.files.wordpress.com/2013/07/el-modulor-por-le-corbusier.pdf.