Luz y cristiandad: La iglesia y su interacción con la luminosidad en el acto escénico - Benjamín Torres Navarro

De Casiopea



TítuloEnsayo 1-1ºS 2022
AsignaturaTaller del Programa y Forma de la Edificación
Del CursoTaller del Programa y Forma de la Edificación 1º Semestre 2022
CarrerasArquitectura
10
Alumno(s)Benjamín Torres Navarro

Luz y cristiandad: La iglesia y su interacción con la luminosidad en el acto escénico

Resumen

Dentro de la liturgia cristiana se presenta una figura inmaterial siendo parte fundamental del acto cargado de teatralidad que es la iglesia. Este personaje principal es la luz, una cuya desde la claustrofobia de las cavernas hasta las imponentes catedrales góticas se ha mantenido siempre presente y por ende siempre activa como el conector entre el mundo material o terrenal que habitamos y el de la figura imponente, pero cuidadora que es Dios. Por lo que ver a la luz como sólo un atributo tanto estético como funcional es equivocado, ya que como más adelante se busca indagar en el texto, la luminosidad se encuentra cargada de un significado metafórico importante para la cristiandad, funcionando como manifestación en palabra y contacto de Dios con sus seguidores, que se han de adentrarse en el espacio diseñado para el culto, que es la iglesia una puerta abierta que invita a una conversación.

Palabras clave Luz, Liturgia, Iglesia, Dios, Cristiandad

Introducción

Dentro de la liturgia cristiana la luz ha sido parte esencial de la misma, como un conector entre lo divino y lo terrenal, desde las primeras “iglesias” en el imperio romano, que escondidas se situaban en casas personales o cavernas alejadas de la ciudad. Tenue y efímera las primeras luces encontraban cobijo en el secretismo de lo prohibido, es así, que cuando el cristianismo se hace fuerza dominante con la llegada de Constantino al poder, lentamente la luz se gana un podio en los espacios de culto y por ende en el acto mismo, como un personaje indirecto, pero siempre presente, visible y constante.

Cuerpo

El cristianismo a diferencia de las otras religiones que existían en el continente, como por ejemplo la griega o la romana que, por una parte, la primera, ponía la presencia de sus divinidades en la naturaleza, en lo amplio de esta y en su magnificencia dejando al hombre como un mero juguete de los dioses, la segunda, aunque también sus seguidores eran fieles creyentes de los mitos que se contaban de sus deidades, se centraba más en lo humano, lo terrenal. El cristianismo por otro lado rescataba lo amplio de lo magnífico, la riqueza de Dios en el mundo que se habita, pero también en aquello que somos cada uno de nosotros.

La cristiandad partió su acto eclesiástico en la cotidianidad del hogar debido a que los primeros fieles esperaban la segunda venida de Dios en la brevedad del tiempo, la vivienda y cavernas fueron el refugio de lo santo, siendo la luz no solo una fuente primordial para la visibilidad en aquellos espacios claustrofóbicos sino que se percibe como una metáfora misma de cómo pese a ser algo prohibido Dios se hace presente en donde sus fieles se encuentren, iluminándolos con su luz, con un abrazo de protección, de guía en la obscuridad.

Es con esto que hasta antes del siglo V la idea de iglesia como se piensa hoy en día no tomaba una forma, debido que, al momento de ser proclamada religión oficial del imperio romano, los espacios dispuestos para el culto fueron construcciones ya existentes, modificándose para cumplir sus necesidades. Siendo la forma más representativa de esta interacción, la basílica, partiendo como un centro de actividades administrativas del imperio.

"Adoptadas y dispuestas interiormente con algunas modificaciones y mobiliario específico, las basílicas cumplían bien los requisitos para ser usadas para actividades litúrgicas. Desde entonces el nombre basílica entró el vocabulario arquitectónico como propio de las iglesias, pero en su origen, como su nombre revela (basilikos, basileía: “gobernante”, “reino”), estaban al servicio de funciones de gobierno"(Chiquete, 2012, p.53)

Más fue luego del siglo V donde la iglesia comienza a estar separada de lo ya existente, creando nuevos espacios, que recogían las características de su contexto para ser diseñados, pero siempre rescatando en contacto con lo infinito del cielo, la luz.

Es así como las primeras iglesias en las ciudades medievales guardan el secretismo de sus antepasadas, guiando al cuerpo, al ojo y al alma hacia el interior del edificio, que no era solo un sitio de encuentro donde rendir culto, sino que es el mismo hogar de Dios, uno que abre sus puertas a quien desee acercarse y ser tocado con su luz, con su mano. Por lo que es importante evidenciar todo el significado espiritual que guarda la envolvente de una iglesia, que en la mayoría de las ocasiones se dibuja con el símbolo más representativo de la cristiandad, la cruz. Una que en su extremo superior guarda el toque de lo divino, así sintetiza Crespillo (2017) “En este ámbito el uso de la luz y su aplicación técnica en los espacios arquitectónicos nos desvelan una arquitectura que hay que sentir como contenedora de amplios significados” (p.46)

En estas primeras iglesias el contacto con la luminosidad era algo íntimo y leve, debido a que la materialidad del edificio no les permitía integrar grandes fuentes de luz natural. Por lo que aun cuando la significancia e importancia de la iluminación era gigantesca, la tecnología propia de la época no cumplía con las expectativas de la iglesia, ya que, aunque la altura de la construcción se podía lograr, el abrir ventanas en aquellos muros tan gruesos que se encargaban de soportar las cargas de aquellos arcos superiores se hacía imposible, así como expresa Ter en uno de sus videos.

(3) Esquema de Elaboración Propia (Pilares y su juego con la luz) https://wiki.ead.pucv.cl/Archivo:Esquema_de_Elaboración_Propia_(Imagen_3).jpg

“Tenemos que evitar hacer pilares muy gruesos porque, aunque eso solucionaría el problema estructural, si tu abres una ventana ahí, pues al final sería como un túnel, entonces se pierde el efecto místico y esotérico de la luz entrando por la vidriera” (Ter, 2019, 05:15)

Mas es con la llegada del Gótico que las posibilidades constructivas y representativas de lo divino se expanden, creando un contacto mucho más directo entre la dualidad siempre presente de lo terrenal y lo divino, siendo este un acontecer de actos litúrgicos que se crean dentro del espacio, uno que aunque aún direccionado hacia el extremo más profundo de la construcción no limita a la creación de una escena espiritual , haciendo hasta del mismo caminar una conexión con lo místico, siendo posible gracias a las imágenes que, expuestas en los vitrales dejan entrar lo divino, convirtiendo del orar un contacto no solo espiritual, sino también físico con Dios.

Con todos estos antecedentes se hace visible la complejidad de una conversión implícita que cada fiel entabla con Dios, es por esto mismo que el acto de orar es en sí mismo un acto escénico, uno de introspección y de trance debido a que, desde ojos ajenos somos extranjeros en el mundo interno que cada uno posee.

Sin embargo, debido aun cuando el orar es una actividad de lo más íntima y que se establece en la periferia del camino hacia un centro claro de atención, es quien dirige los actos litúrgicos el mayor actor, director y guionista del momento. Es por esto mismo que la luz es tan importante dentro del acto mismo de la iglesia. Un teatro cargado de símbolos no solo que contextualizan la palabra de Dios, sino que la llaman a presencia.

No obstante, con la venida de los vitrales al rededor del año 1134 con la predominación de este como elemento arquitectónico que se conforma una nueva conversación, a diferencia del acto que se hace presente en los fieles o actores, aparece marcando una característica espacial leve pero visible y por ende siendo posible dotar de significado.

"La decoración y el sistema de iluminación juegan un papel muy importante en la configuración del espacio transmitiendo una serie de valores. La luz configura la relación construcción significado, permitiendo comprender la metáfora visual […] La vidriera es un filtro transformador que consigue trascender más allá del mundo sensible dentro del ámbito sagrado. (Crespillo, 2017, p.51)"

Esta conversación espacial se ve guiada por un nuevo “vestuario” del actor que es la luz, ahora siendo posible dotarla de color. Pero aún más importante, de significados explícitos, debido a que las vidrieras buscan representar momentos, deidades o figuras importantes dentro de la religión, la propia luz es actor y contexto. Creando un juego de atenciones más, guiando la mirada ahora no solo en el suelo o en la fuente de luz que enmarca el ábside principal de la iglesia, sino en los muros y techos que difuminan los límites de lo terrenal, que con intención premeditada guían el ojo hacia el centro del rito, creando una relación actora/espacio cada vez más directa, pero silenciosa.

Conclusión

Como síntesis, ya que desde el inicio de la historia cristiana la luz ha sido un elemento fundamental no solo por su utilidad sino por la representación misma del ser a quien rinden culto, sería imposible separarla del acto litúrgico.

Mas sin embargo como nos demuestra el acontecer del cristianismo a lo largo de los años esta relación es mutable y para nada estática, creando nuevas “palabras” para la conversación que se genera entre liturgia-luz-escenario, que se genera gracias a la fe y el acontecer de momentos tanto comunitarios como personales de conexión espiritual, tanto estáticos como en movimiento, no solo del cuerpo propio, sino de la mirada, la palabra, la atención.

Con todo lo anterior podríamos definir la iglesia como un diálogo permanente entre fieles y Dios, que, a través de la luz, como un susurro de esperanza personal, un abrazo cálido, o una mirada de cuidado constante, de parte de aquel ser que con delicadeza toca al cuerpo con su mano que inunda el espacio, en simultaneidad que crea una conversación con cada uno que habita el edificio.

Referencias

Chiquete, D. (2012). ARQUITECTURA CRISTIANA: CARACTERÍSTICAS Y SIGNIFICADOS en Barreda, J. y Sánchez, E. Arte, liturgia y teología. Buenos Aires (pp. 52-65). Editorial Kairos https://www.academia.edu/38093427/ARQUITECTURA_CRISTIANA_CARACTERÍSTICAS_Y_SIGNIFICADOS

Crespilla, L. (2017). Itinerarium mentis ad Deum. La luz en los edificios medievales cristianos e islámicos: un análisis comparativo en Rios, S. Reyes, E. (2017). CULTURA SIMBÓLICA II ESTUDIOS (pp. 43-62) https://www.academia.edu/37511348/Itinerarium_mentis_ad_Deum_La_luz_en_los_edificios_medievales_cristianos_e_islámicos_un_análisis_comparativo?auto=citations&from=cover_page

Arnau, J. (2014). El espacio, la luz y lo santo la arquitectura del templo cristiano. Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla La Mancha. https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/45814/1/El-espacio-la-luz-y-lo-santo-La-arquitectura-del-templo-cristiano.pdf

Ravisi G. (19 enero 2015). La luz, arquetipo simbólico universal [Discurso]. Ceremonia de Inauguración del Año Internacional de la Luz, UNESCO 2015 http://www.latinitas.va/content/cultura/es/organico/cardinale-presidente/texts/lux.html