Las escondidas
Título | Las escondidas |
---|---|
Autor | Godofredo Iommi |
Páginas | 6 |
Imágenes | 6 |
Ancho | 21 cms. |
Alto | 27 cms. |
Fecha | 1947 |
Colección | Poesía |
Fondo | Iommi-Amunátegui |
Conjunto | Carpeta Celeste |
Número de Ingreso | 017 |
Nota | Versión original mecanografiado. Poema perteneciente al conjunto editado con el título Fuese (Escuela de Arquitectura UCV, Viña del Mar 1984). En la primera página se lee manuscrito «17» y «1947»; y en la sexta página: «1947». |
Archivo:Las escondidas.pdf | |
Código | IOM-POE-IAM-CCE-ESC-947-017 |
p. 1
Con
la paz audaz,
las plumas
que corren por los lados
o el lugar del viento
o una hora apoyada entre las manos
Tiendo los ojos encima
hasta parecerlos al agua
ella
que puede nacer de una persona
como actos
encontrados par la luz junto a las cosas.
p. 2
– porque bien que ellos,
vuestras formas,
bien que no me parecen,
destituida,
y rosas sobre las mesas,
atareadas
una afirmación tan simple
hace durar y durar el viento sobre la calle
se deja pasar el aire
entre tus pelos,
las distancias
que se van
cerrando
puras
bajo pequeños
árboles con hojas
y todavía
los burros grises dejan con sus ojos las maletas
delante de uno.
p. 3
las rayas salen de la mirada
se endurecen las cosas junta a ellas
y otros cuerpos nuevos
entre guías
que tienen muy buenas cartas de recomendación
las imágenes veloces se aplacan entre
panes
y una voz desaparece en la promesa
- descorro el aire
junto a ciertos huérfanos
con escarapelas y rodillas tristes
ataviadas por el domingo
porque la claridad se entorpece de rama en rama
hasta hacerse una
ciudad y otra y otra
y el itinerario
levanta un día
en la garganta.
p. 4
Entonces caminan una misma noche
y abro las manos
para ver si alcanza un llanto
a tocar las maderas
- si pasara la noche separada de sus formas
en cuyo término tiembla tu saludo
Hermana antigua oímos
con la cabeza unida abría el portario delicado
junto a tus pies
como el agua
que más tarde yo volvería
a mirar cara de cara
distante.
Nos llamamos
con ciertos convenios heredados en el pan
- el jardín se vuelve morado –
Subamos las manos
dadas vuelta coma el ojo en la fuente
y naturalmente
ella pone la espada blanca sobre la mesa.
p. 5
No es posible
absuelto por tus ademanes en el vano de la puerta
hacia la poca luz de este verano
“El ha llegado” – dicen – cuando los objetos se golpean
y apresuran sus nombres.
Quiero doblar su juego
unirme al susurro
que hace un color cuando pasa a otro
Volver a decir que todo lo recibo
contra el sol
o se roba en la oscuridad
un apercibimiento nocturno
como las tríadas
con el antebrazo claro que gira y se abre
sobre las cabezas grises
que siguen esperando un turno en la plaza
con dulzura.
p. 6
Las rejas de fierro se sueltan
detrás
hasta el último júbilo
y nos damos alcance
en la generosa capa de sus senos
abiertos
al abismo que se lleva flotando
los niños cantantes de ojos azules.
El resplandor de los vidrios no puede ocultarle,
la curva borda este día
y ellos se posan con livianura
en la voz que a nadie recuerda.
Describen un alrededor
la amenaza alzada y blanca
y sin embargo
no puede decirse que no sean
de estos lugares
y vuestros cierros tiernos
y ágiles vecinos que deslizan
esperando como ellos que vuelva
esta pureza detenida, cerrada
que dura en todas las sombras
como el paisaje que comienza a vivir cuando yo
llego.
---
Fondo Iommi-Amunátegui / Carpeta Celeste:
---