La moral poética

De Casiopea





TítuloLa moral poética. Poetic Morality. Clase de Godofredo Iommi
Año2015
AutorGodofredo Iommi
CoautoresJaime Reyes
Tipo de PublicaciónLibro, Inédito
Edición1a
ColecciónPoética
CiudadViña del Mar
Palabras Clavepoética, moral, iommi, santidad de la obra, poetic, moral, sanctity of the work
Área de InvestigaciónEducación, Espacio y Aprendizaje
LíneaFormación y Oficio
Carreras RelacionadasArquitectura, Diseño, Diseño Gráfico"Diseño Gráfico" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Diseño Industrial"Diseño Industrial" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Náutico y Marítimo"Náutico y Marítimo" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Ciudad y Territorio"Ciudad y Territorio" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Formación y Oficio"Formación y Oficio" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property., Interacción y Servicios"Interacción y Servicios" is not in the list (Arquitectura, Diseño, Magíster, Otra) of allowed values for the "Carreras Relacionadas" property.
NotaTranscripción de la clase Magistral del poeta Godofredo Iommi M., de marzo de 1980. Translation of the transcription of the master class of the poet Godofredo Iommi M., March 1980

La Moral Poética

Esta clase ha sido publicada como libro digital, en formato ePub, con la transcripción, los apuntes y el audio; disponible en este enlace

Este libro presenta la transcripción de la clase Magistral del poeta Godofredo Iommi M., de marzo de 1980, a propósito de la Moral Poética, para la recepción a los alumnos de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Pero sobretodo, esta edición digital está dedicada a la voz del poeta; y entonces junto con la transcripción de su clase presentamos el audio original, además de unas breves notas que intentan contextualizar o profundizar algunos de los contenidos expuestos por el poeta.

La obra de Godofredo Iommi M., hasta ahora, constaba de sus poemas y sus textos sobre poética. En estas ediciones del Archivo de la Palabra presentamos sus clases, discursos o conversaciones, las que sostuvo durante más de cincuenta años tanto en la Escuela como en la Ciudad Abierta. Así quisiéramos extender una parte de los contenidos creados por un poeta cuya vida, trabajo y estudio son esenciales tanto para quienes formaron y siguen aún formando parte de un pueblo poético, como para quienes están comenzando a andar estas las rutas abiertas donde se reúnen los oficios y la poesía.

Audio de la clase

Publicado en la plataforma SoundCloud el Archivo Histórico José Vial Armstrong

La Moral Poética

Yo tomo como testigos a todos los demás alumnos, desde primer año a décima etapa, para hablarle específicamente a los titulantes, a los que se van a titular, y también a todos los que se titularon desde hace 28 años. Y de lo que voy a hablar es de la moral poética.

Cuando a uno le hablan de moral, lo primero que acude a la cabeza es un conjunto de normas, de deberes que cumplir y de cosas prohibidas a hacer. Y naturalmente siente casi instintivamente una rebelión. Y no está mal pensar así porque es un falso criterio de la moral. La moral, que en griego se dice ethos (1), es en sustancia la apertura del ser; es el ser que se abre. Se puede hablar en ese sentido, en forma figurada, del ethos del universo. Es decir el ser que se abre y se expande y para mayor lucimiento, para mayor luz, para que esplenda todo lo que es posible que esté contenido en él. Y para que esplenda todo lo que es posible que esté contenido en él, inmediatamente, para que eso pueda suceder y sea múltiple y de varios y de todos y de muchos y de infinitos seres que existen y que no conocemos, se necesita un orden. Orden quiere decir en griego cosmos; se necesita un orden, es decir, aparece instintivamente, precisamente para poder abrirse, un rigor (2). Por lo tanto no es un conjunto de normas; puede tomar esa forma para memorizarla, pero el fundamento no está allí; el fundamento es que el rigor es inherente a la posibilidad de que esplenda en toda su plenitud el propio ser: nuestro, del universo y de las cosas.

Por ejemplo, desde este punto de vista… voy a dar dos puntos de vista; el de la apertura y el del placer. Desde este punto de vista, no robar, no matar, no es una lata prohibición. De hecho es tan poco lata que se roba y se mata. Sino es no impedir que algo que pueda ser sea, es darle curso al mundo. Si yo cerceno una vida no la dejo ser, si yo robo algo no lo dejo ser. El fundamento de esos no, son para que esplenda la plenitud de cada cual.

Tomo otro ejemplo —no se escandalicen—. El placer. Es evidente que los sentidos causan placer y que el intelecto causa placer y que la voluntad causa placer y que la memoria causa placer. Es evidente que una buena comida como la que vamos a tener hoy causa placer. Es evidente que andar en una moto magnífica causa placer. Y después dentro del placer de los sentidos está el placer de los placeres, que no necesito nombrar (como lo saben) [risas del auditorio].

Bueno, todos esos placeres no sólo son legítimos, no sólo son reales: son morales. ¿Cuando puede aparecer un no? Cuando uno no ama en la totalidad a ese placer. Por ejemplo: qué mayor placer que el de vivir, qué mayor placer entonces que amar mi vida. Pero si la amo poco, no amo verdaderamente la plenitud del placer (3). Como yo la quiero plenamente y la quiero en su máxima expresión, puedo llegar a pensar, como pensaban los antiguos y piensan todas las religiones, que la vida es eterna. Entonces yo amo la vida en tanto cuanto es eterna, y en tanto cuanto es eterna la vivo con ese rigor que me permite el acceso a la eternidad. Porque la amo mucho; mucho más que si no fuera eterna, porque no acepto que mi vida termine; porque me causaría pena y no placer. Entonces la sed de placer infinito es también el fundamento del rigor moral.

Hecho este alcance con respecto de la palabra moral que es fundamentalmente apertura y placer, esta moral se transmite y se confunde con la moral propia del hacer, del hacer obra. Si yo me propongo tener un máximo placer con el hacer obras entro al rigor de la obra; al verdadero rigor de la obra y nada —nada— puede traicionarla. Porque si yo desciendo de ese rigor pierdo placer y consecuentemente pierdo apertura, no dejo ser la obra en su propia plenitud.

Esto, en esta Escuela, es el ABC. Esta Escuela, fundada hace muchos años pero refundada después, desde hace 28 años no sólo cree en esta moral; eso no tendría ningún sentido; no es una cosa en la que se cree o no se cree. Como decía recién Alberto respecto de la observación: no es un ornamento, ni tampoco es un procedimiento; para la Escuela esto ‘es’ el camino de la plenitud de la obra.

Qué significa entonces una moral poética; la moral poética significa algo muy claro y transparente. Yo parto de la base que la obra se funda en una disputa secreta que tengo que descifrar mediante la observación y en las otras artes de otro modo. Pero es una disputa secreta que no puedo ignorar porque si no partiera de eso, la obra partiría de cánones preestablecidos que aseguran un buen resultado. Eso es un modo de trabajar completamente distinto de como trabajamos aquí. Aquí la obra parte de una disputa secreta que hay que descifrar. Y ¿cuál es el rigor? la fidelidad absoluta, mía, personal, a esa disputa secreta que tengo delante. Aunque naufrague. En el orden de la Escuela naufragar puede querer decir salir mal, en el orden del trabajo fuera quiere decir otras cosas, por ejemplo la miseria; el no tener dinero para vivir. Son dos extremos. Pero yo no doy un solo paso, no retrocedo un solo milímetro…

Había una célebre frase de Alberto en un trabajo de hace treinta años, en que proponía una gran obra aquí en Achupallas. Y él mismo se planteaba las dificultades para que eso se realizara y llegaba al extremo último en que ya no había ni un solo peso; que nadie tenía nada para hacer nada; que lo único que había era un maestro con una pala… y entonces Alberto decía —lo pueden leer en la biblioteca—, tomaba al maestro y le decía —por favor maestro, con la palita, corte un poco más acá la tierra— pero ¡jamás la arquitectura traicionada! ¡jamás! (4).

Esta es la moral poética.

Ustedes se preguntarán —y los titulantes con más filo, con más agudeza, porque están al borde de la batalla— bueno, pero con ese criterio estamos todos condenados al fracaso porque lo que vemos edificarse —no acá— en el mundo, es cualquier cosa menos arquitectura y porque en la mayoría de los oficios la situación está condicionada por cierta perversión respecto de la disputa secreta que tiene que descifrar. Es cierto, completamente cierto.

Pero podemos hacer un balance rápido de los años que llevamos en este verdadero baluarte, en esta verdadera trinchera. Aproximadamente se han graduado por esta Escuela unos 150 arquitectos. Bueno, más de un tercio, más de un tercio, lo que es enorme, no ha cejado nunca en dar la batalla. Y algunos de ellos —bueno, todos ellos— viven y pueden vivir de la arquitectura, pero ninguno ha dejado de dar la batalla; algunos más otros menos, pero un tercio la ha dado. No sólo aquí sino también en el exterior, también en otros países, manteniéndose fieles a esa disputa secreta sin abandonarla.

¿Cuál es la tentación máxima del abandono? Vamos a hablar claro: el dinero.

Entonces el dinero, que es una maravilla para poder dar lugar a las cosas, se convierte en lápida tumbal que encierra y hace desaparecer la razón de ser del oficio. Pero nosotros estamos convencidos, porque hemos perdurado, y gracias a ese tercio, de que tampoco es verdad eso. No es verdad de esa manera, porque es posible que la gente que haya permanecido fiel también haya podido vivir. Por supuesto que teniendo otras ambiciones que las que tienen los del dinero. Me explico; vuelvo a la teoría del placer. Si yo no encuentro placer, no quiero vivir mi placer a muerte, al máximo, transo enseguida. Pero si yo quiero vivir el placer al máximo de mi obra, entonces todos los otros placeres son secundarios, son menores, no son los importantes. El decisivo es el de esta disputa que yo descifro y traigo a luz. Y la traigo a luz —esto yo quiero referirlo con mucha claridad y subrayarlo mucho sobretodo para los titulantes y para que se lo digan a los ya titulados, y para que lo sepan los de primer año— que no importa, no importa que me parezca a mi fragmentaria la cosa que he hecho, que me parezca a mi que no he logrado hacerla en su máxima totalidad y en su máxima plenitud. Eso no tiene ninguna importancia, en la vida del arte un artista no hace todos los días la máxima obra. Como decía Picasso, en verdad en la vida del arte lo que interesa es la suite de las ideas del artista. Y en algunos momentos se produce la catálisis de esta obra genial que puede recogerlo todo. Lo que sí importa en cambio; jamás la arquitectura traicionada.

Muchas veces yo me he preguntado cuando me encuentro con algunos amigos, ya más viejos que yo —porque uno se mantiene joven en esto ¿no?— que fueron alumnos y que son ricos, que no han sido fieles a su disputa. Y tienen razón, si la vida es más compleja, esto no es ninguna acusación a nadie, pero siempre me he preguntado esto otro: ¿valdrá la pena un esfuerzo de 7 u 8 años, mínimo casi de promedio, de estudiar en esta Escuela, pasar por una serie de experiencias artísticas, para hacer después lo que con menos tiempo y más fluidez se puede hacer estudiando en otras escuelas? Si nosotros lo que queremos es que haya muchas escuelas, y que cada una piense diferente, no una sola cosa.

Bien. Yo termino incitándolos a todos los que salen, a dar la lucha por esta fidelidad. Y si quieren una lucha pública. Siempre me llamó la atención que en todos estos 28 años —como nosotros nunca hemos dado una lucha de manifiestos ni nada de grupos, a lo mejor eso ha influido también en todos los que salieron— pero que no hayan expresado en alguna parte públicamente, de algún modo, vívamente, su criterio arquitectónico. En ese sentido nosotros reafirmamos esta moral poética y se me ocurre en este momento que podríamos pensar con el Centro de Estudiantes, que al comenzar el tercer período, lo comenzáramos por ejemplo —bueno es una locura, pero si uno no dice locuras— con un gran viaje; que nos fuéramos a ver las primeras obras edificadas por la Escuela, después de un enorme y terrible terremoto, desde Puerto Montt viniendo hacia arriba, todas las que hemos hecho (5). Para que se vea lo que es una pura batalla arquitectónica; mucho más allá de si las iglesias son lindas o feas (que desgraciadamente es un muy buen criterio pero muy demasiado usado, como ustedes saben, por las tías). [risas del auditorio]. Bueno. Ahora les van a repartir una edición de algo que es muy caro para la Escuela, que se llama la Santidad de la Obra. Haga quien haga una obra buena o bella, dice San Ambrosio, le pertenece por derecho propio al Espíritu Santo. Es decir, en lenguaje de no creyentes podría ser, el amor sublime, o de la divinidad, es el verdadero dueño y el verdadero autor de cualquier obra que sea buena o bella. Esto canta el salmo 104 de la Biblia y se ha hecho una edición para que se lo guarden como texto, si pueden, de aquí hasta que sean los grandes arquitectos que esperamos todos que sean (6).

Notas

(1) La Gran Moral, libro primero, capítulo VI. De la influencia del placer y del dolor sobre la virtud: “y he aquí de donde toma la virtud moral el nombre con que se la designa, si es posible en la letra misma de una palabra descubrir la verdad y encontrar en ella la realidad, medio que quizá es tan aceptable como cualquier otro. Lo moral, que en la lengua griega se llama ethos con e larga, tiene también la denominación del hábito, que también se dice ethos con e breve; y la moral, ethike, se llama así en griego, porque resulta de los hábitos y de las costumbres, ethidzesthai”.

Azcárate, P. d. (2005). "La gran moral." Obras de Aristóteles, 2011.

(2) La Gran Moral, libro primero, capítulo XVII.

“Es preciso que digamos a qué va unida y a qué aspira la virtud. ¿Es al fin mismo? ¿Es sólo a las cosas que conducen a él? Por ejemplo: ¿es al bien mismo a que se aspira? ¿O simplemente a las cosas que contribuyen al bien? Pero ante todo, ¿qué es lo que toca hacer a la ciencia en este punto? ¿Pertenece a la ciencia de la arquitectura definir bien el fin que se propone al hacer una construcción? ¿O sólo le corresponde conocer los medios que conducen a este fin? Fijo bien este, que no es otro que el de hacer una casa buena y sólida, sólo al arquitecto toca procurar y encontrar todo lo que se necesita para realizar su obra. La misma observación puede hacerse respecto a todas las demás ciencias”.

(3) En La Gran Moral, libro segundo, capítulo IX, Del placer:

“Para completar todas las teorías precedentes, debemos tratar del placer, puesto que se trata de la felicidad, y todo el mundo está acorde en creer que la felicidad es el placer y en que consiste en vivir de una manera agradable, o por lo menos, que sin el placer no hay felicidad posible. Los mismos que hacen la guerra al placer y que no quieren contarlo entre los bienes, reconocen cuando menos que la felicidad consiste en no tener pena, y no tener pena es estar a punto de tener placer. Es preciso, pues, estudiar el placer, no sólo porque los demás filósofos creen que deben ocuparse de él, sino también porque en cierta manera es una necesidad que lo hagamos. En efecto, tratamos de la felicidad, que hemos definido diciendo que es el acto de la virtud en una vida perfecta; pero la virtud se refiere esencialmente al placer y al dolor, y por consiguiente, es imprescindible hablar del placer, puesto que sin placer no hay felicidad”.

“Lo mismo sucede respecto a las ciencias, pues también las hay de escasa elevación, por ejemplo, todas las mecánicas, y sin embargo no por esto la ciencia es mala. Todo lo contrario, la ciencia y la naturaleza son generalmente buenas, porque así como el mérito de un estatuario no debe graduarse por las obras que ha ejecutado mal, sino por las que ha hecho de una manera acabada y perfecta, en igual forma ni la ciencia, ni la naturaleza, ni las cosas en general deben apreciarse por los malos resultados que producen, sino por los buenos”.

“Cuando se obra con placer es uno virtuoso, y se cesa de serlo, si sólo se hace el bien con dolor. El dolor no se encuentra más que en las cosas que se hacen por necesidad, y si se experimenta dolor al obrar bien, es porque se ejecuta bajo el imperio de la necesidad. Pero desde el momento en que se obra por necesidad, ya no hay virtud. La razón es que no es posible practicar actos de virtud sin experimentar pena o placer; no hay otro remedio”.

(4) En la lámina 33 del proyecto conocido como Achupallas se lee (Cruz 1954):

“La improvisación de maestro.

Entonces el urbanista, el que ama el espacio y la ciudad y comprende las manifestaciones espaciales de la vida en la ciudad, no desmaya y se va a los cerros de Achupallas y a los nuestros les dice:

Maestro por favor tráceme por aquí la platica.

Maestro por favor largue por aquí su calle.

Maestro por favor ensáncheme un poquito esta avenida.

Jamás el destino traicionado”.

(5) Estas obras son las conocidas como Iglesias del Sur. La Escuela de Arquitectura asumió como autoencargo la reconstrucción de algunas iglesias que habían sido destruidas por el terremoto de Valdivia de 1960. El Archivo Histórico ha venido publicando el material fotográfico Iglesias del Sur y Comunidades Religiosas - A y 2A (http://www.flickr.com/photos/archivo-escuela/collections/72157624239167034/) (Armstrong 2011)

(6) El Salmo 104 de la Biblia:

1 Bendice a Yahveh, alma mía. ¡Yahveh, Dios mío, muy grande eres!; De majestad y belleza estás vestido.
2 Envuelto estás de luz como de un manto, despliegas los cielos como lona de tienda;
3 Construyes en las aguas tus altos aposentos; pones las nubes por carroza, caminas sobre las alas del viento;
4 Los vientos te sirven de mensajeros, el fuego llameante, de ministro.
5 Cimientas la tierra afirmada sobre sus bases; no será jamás removida.
6 Lla cubriste con el manto del de océano; ante los montes detuviéronse las aguas.
7 Ante tu amenaza huyen; A la voz de tu trueno se precipitan;
8 Suben a los montes, descienden a los valles, Al lugar que tú les fijaste.
9 Les pusiste término, el cual no traspasen; Ni han de volver a cubrir la tierra.
10 Tú eres el que envías las fuentes por los valles; las cuales corren entre los montes.
11 Abrevan a todas las bestias del campo: apagan su sed los asnos salvajes.
12 Junto a aquéllos habitan las aves de los cielos; que hacen oír su voz entre las frondas.
13 Riegas los montes desde tus moradas: Del fruto de tus obras se sacia la tierra.
14 Haces brotar la hierba para el ganado, Y las plantas para el servicio del hombre; haciendo salir el pan de la tierra.
15 Y el vino que alegra el corazón del hombre, Y el aceite que hace lucir el rostro, Y el pan que sustenta el corazón del hombre.
16 Llénanse de jugo los árboles del Señor. Los cedros del Líbano que él plantó.
17 Allí anidan las aves; en los cipreses pone casa la cigüeña.
18 Los montes altos son para los gamos; Las peñas, madrigueras para los tejones.
19 Hiciste la luna para indicar los tiempos, y el sol, que conoce el punto de su ocaso.
20 Pones las tinieblas y viene la noche: En ella corretean todas las bestias del bosque.
21 Los leoncillos rugen por la presa, y solicitan de Dios su alimento.
22 Sale el sol, recógense ellos, Y échanse en sus madrigueras.
23 Entonces sale el hombre a su tarea y su labranza hasta la tarde.
24 ¡Cuán numerosas son, Yahveh, tus obras! Hiciste todas ellas con sabiduría: La tierra está llena de tus creaturas.
25 Ahí esta el mar, tan grande y espacioso: En él hay infinidad de seres, animales pequeños y grandes.
26 Lo surcan los navíos; y el Leviatán que modelaste para que juegue con el mar.
27 Todos ellos esperan en ti, Para que les des su comida a su tiempo.
28 Cuando tú se la das, ellos la toman; Abres tu mano, se sacian de bienes.
29 Si ocultas tu rostro, se turban: Si el soplo les retiras, fenecen, Y se tornan en polvo.
30 Sin envías tu espíritu, son creados: Y renuevas la faz de la tierra.
31 Sea la gloria de Yahveh por siempre; Alégrese Yahveh en sus obras;
32 El cual mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y hechan humo.
33 A Yahveh cantaré mientras dure mi vida: A mi Dios celebraré mientras yo viva.
34 Ojalá penetre en él mi discurso: Yo me alegro en Yahveh.
35 Sean borrados de la tierra los pecadores, Y los malvados no existan más. Bendice, alma mía, a Yahveh. Aleluya.

Bibliografía

  1. Armstrong, A. H. J. V. (2011). "Colección Fotográfica." en http://www.ead.pucv.cl/mundo/archivo/.
  2. Azcárate, P. d. (2005). "La gran moral." Obras de Aristóteles, 2011, en http://www.filosofia.org/cla/ari/azc02a.htm.
  3. Cruz, A. (1954). Estudio Urbanístico para una Población Obrera en Achupallas. Anales UCV. Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso. En http://wiki.ead.pucv.cl/index.php/Achupallas

Poetic Morality

Prologue

This book presents the transcription of the master class of the poet Godofredo Iommi M., March 1980, about the Poetic Morality, for the reception of the students at the School of Architecture and Design of the Pontifical Catholic University of Valparaiso. But above all, this digital edition is dedicated to the voice of the poet; And then together with the transcription of his class we present the original audio, as well as brief notes that try to contextualize or deepen some of the contents exposed by the poet.

The published work of Godofredo Iommi M., until now, consisted in his poems and poetic texts. In these editions of the Archive of the Word we present his classes, speeches or conversations, which he held for more than fifty years in both the School and the Open City. Thus we would like to extend a part of the contents created by a poet whose life, work and study are essential both for those who were participants and still remain part of a poetic people, as for those who are beginning to walk these open routes where they will meet the trades and poetry.

Poetic Morality. The class.

I take as a witness all the other students, from the first year to the tenth stage, to speak specifically to the senior students; those students who are going to graduate, and also to all those who have graduated for the last 28 years. And what I'm going to talk about is poetic morality.

When anyone is told about moral, the first thing that comes to mind is a set of rules, duties to perform and prohibited things to do. And of course, we feel almost instinctively a rebellion. And it is not wrong to think so because it is a false criterion of morality. Morality, which in Greek is called ethos (1), is in substance the opening of being; it is the being that opens. We can speak, in this sense, figuratively, of the ethos of the Universe. That is, the being that opens and expands and for greater lucidity, for greater light, to shine everything that is possible that is contained in it. In order that it may shine all that is possible to be contained in it, immediately, so that it can happen and be multiple and of several people, and of all and many, and of infinite beings that exist and that we do not know, an order is needed. Order means, in Greek, Cosmos. An order is needed. Then, instinctively appears and precisely to be able to open, a rigor (2). Therefore it is not a set of rules; may take that form to memorize it, but the foundation is not there; the foundation is that rigor is inherent in the possibility that shine in all its fullness the being: our, of the Universe and of the things being.

For example. I will give two points of view; The one of the opening and the one of the pleasure. From this point of view [the one of the opening], not stealing, not killing, is not a strict prohibition. It is so little rigorous, that in fact people steal and kill each other. It is about not to prevent something that can be, is to give way to the world. If I kill a life I do not let it be, if I steal something I do not let it be. The foundation of those no, is so that the fullness of each one can shine.

I take another example, do not get scandalized. The pleasure. It is evident that the senses causes pleasure, and that the intellect causes pleasure, and that the free will causes pleasure, and that the memory causes pleasure. It is evident that a good meal, like the one that we are going to have today, causes pleasure. It is obvious that riding on a magnificent motorcycle causes pleasure. And then within the pleasure of the senses is the pleasure of pleasures, which I do not need to name (yes you know) [audience laughter].

Well, all those pleasures are not only legitimate, they are not only real: they are moral. When can a ‘no’ appear? When one does not love in totality to that pleasure. For example: what greater pleasure than living, what greater pleasure then to love my life. But if I love it little, I do not really love the fullness of pleasure (3). As I fully love it and I love it at its best, I can come to think, as the ancients thought and think of all religions, that life is eternal. Then I love life in so far as it is eternal, and insofar as it is eternal I live it with that rigor that allows me access to eternity. Because I love it very much; much more than if it were not eternal, because I do not accept that my life ends; Because it would cause me grief and not pleasure. Then the thirst for infinite pleasure is also the foundation of moral rigor.

Having achieved this scope with respect to the word moral that is fundamentally openness and pleasure, this morality is transmitted and merges with the moral of doing, doing the work. If I intend to have maximum pleasure with doing works I go to the rigor of the work; To the true rigor of the work and nothing –nothing– can betray it. Because if I go down from that rigor I lose pleasure and consequently lose openness; I do not let the work be in its own fullness.

This, in this School, is the ABC. This School, founded many years ago but later refounded, has not only believed in this morality for 28 years; That would not make any sense; It is not a thing in which one believes or one does not believe. As Alberto recently said about observation: it is not an ornament, nor is it a procedure; for the School this is the path of the fullness of the work.

What does a poetic morality mean? Poetic morality means something very clear and transparent. I start from the base that the work is founded on a secret dispute that I have to decipher by the observation. And in the other arts is in another way. But it is a secret dispute that I can not ignore, because if I did not start from that, the work would start from pre-established canons that ensure a good result. That's a way of working completely different from how we work here. Here the work starts from a secret dispute to be deciphered. And what is the rigor? The absolute fidelity, mine, personal, to that secret dispute that I have before. Although I wreck. In the order of this School, shipwreck may mean to get a bad grade, and in the order of work outside means other things, for example misery; not having money to live. This are two extremes. But I do not take a single step, I do not go back a single millimeter...

There was a celebrated phrase of Alberto in a work of thirty years ago, in which he proposed a great assignment here in Achupallas. And he himself considered the difficulties for that to be realized and reached the extreme end where there was not a single peso [money]; That nobody had anything to do anything; That all he had was a worker with a shovel... and then Alberto –you can read it in the library–, took the worker and said –please worker, with the little shovel, cut a little more here the land: But never the architecture betrayed! Never! (4).

This is the moral poetic. You will wonder –and the senior students with more edge, more sharply, because they are about to begin the battle– well, but with that criterion we are all doomed to failure because what we see built up –not only here– in the world, is anything but architecture and because in most trades the situation is conditioned by a certain perversion with respect to the secret dispute that has to be decipher. It is true, completely true.

But we can make a quick balance of the years that we carry in this true bulwark, in this true trench. Approximately 150 architects have graduated from this School. Well, more than a third, more than a third, which is huge, has never ceased to give the battle. And some of them –well, all of them– live and can live from architecture, but none has stopped giving battle; Some more, others less, but a third has given. Not only here but also abroad, also in other countries, remaining faithful to their secret dispute without abandoning it.

What is the ultimate temptation of abandonment? Let's talk clear: money.

Then money, which is wonderful to be able to give way to things, becomes a tombstone that encloses and makes disappear the reason of the being of the trade. But we are convinced, because we have survived, and thanks to that third, that is not true either. It is not true in this way, because it is possible that people who have remained faithful could also live. Of course, having other ambitions than those of money. I explain myself; I'll return to the theory of pleasure. If I do not find pleasure, I do not want to live my pleasure to the death, to the maximum, then I will give up immediately. But if I want to live the pleasure to the maximum of my Work, then all other pleasures are secondary, are minor, are not important. The decisive pleasure is that of this dispute that I have to decipher and bring it to light. And I bring it to light –this I want to refer very clearly and emphasize it especially for the senior students and to tell the graduates, and also for the first year students to know– that it does not matter, it does not matter that it seems to me I would fragment the thing I have done, that it seems to me that I have not succeeded in doing it in its full totality and in its maximum fullness. That does not matter, in the life of art an artist does not every day do the maximum Work. As Picasso said, in truth in the life of art, what interests the artist is the suite of ideas. And in some moments there is the catalysis of this brilliant Work collect everything. What does matter instead? Never the architecture betrayed!

Many times I have wondered something. Sometimes I meet some friends, already older than me –because one stays young in this, right?– who were students and they are rich, and they have not been faithful to their dispute. And they are right, because life is more complex; this is no accusation to anybody, but I have always wondered this: will it be worth an effort of seven or eight years, minimum of average, to study in this School, to go through a series of artistic experiences, to do later what with less time and more fluidity can be done studying in other schools? We want to let there be many schools, and that each one thinks differently, not a single thing.

Well. I will end by inciting to all who will graduate, to give the fight for this fidelity. And if you want, a public fight. It has always struck me that in all these 28 years –as we have never given a fight in manifestos or in any group, maybe that has also influenced all those who graduated– and have not expressed somewhere publicly, visibly, his architectural criterion. In this sense we reaffirm this poetic morality and I think at this moment that we could think, with the Student Center, that at the beginning of the third period, we start for example –it is crazy, but if one does not say crazy things– with a great trip; That we go to see the first wWorks built by the School, after a huge and terrible earthquake, from Puerto Montt coming up, all we have done (5). To see what is a pure architectural battle; Far beyond whether the churches are cute or ugly (which unfortunately is a very good criterion but too much used, as you know, by aunts). [Laughter from the audience].

Now is going to be distribute to you an edition of something that is very dear for the School, that is called the Holiness of the Work.

Anyone who does a good or beautiful work, said St. Ambrose, belongs in its own right to the Holy Spirit. In the language of unbelievers could be the sublime love, or the divinity, is the true owner and true author of any Work that is good or beautiful. This sings psalm 104 of the Bible and has been edited to be kept as a text, if you can, from here until you are the great architects we all hope that you become (6).

Notes

(1) The Great Moral, first book, chapter VI. From the influence of pleasure and pain on virtue: "and here is where moral virtue takes the name with which it is designated, if it is possible in the very letter of a word to discover the truth and find in it the reality, Half that is perhaps as acceptable as any other. Morality, which in the Greek language is called ethos with long e, also has the denomination of habit, which is also called ethos (with e in lower case), and morality, ethike, is so called in Greek, because it results from habits and Of customs, ethidzesthai. "

Azcárate, P. d. (2005). "Great morality." Works of Aristotle, 2011.

(2) The Great Moral, book first, chapter XVII. "It is necessary that we say to what it is united and to what aspire the virtue. Is it really to the very finality itself? Is it just to the things that lead to it? For example: is it the moral aspire to the good itself? But above all, what does science do at this point? Or science just have to know the means that lead to that end the things that contribute to the good? But above all, what does science do at this point? Does it belong to the science of architecture to define well the purpose that is proposed in making a construction? Or is it only for it to know the means that lead to this end? Well settled down this, which is none other than to make a good and solid house, only the architect touches to make and find everything that is needed to carry out his work. The same observation can be made with respect to all other sciences." Ibid.

(3) In The Great Moral, Book II, Chapter IX, Of Pleasure: "To complete all the preceding theories, we must treat pleasure, since it is about happiness, and everyone agrees to believe that happiness is pleasure and In which it consists in living in a pleasant way, or at least, that without pleasure there is no happiness possible. Those who make war on pleasure and who do not want to count it among goods, recognize at least that happiness consists in not having pity, and not having pity is to be about to have pleasure. It is necessary, therefore, to study pleasure, not only because other philosophers believe that they should deal with it, but also because in some way it is a necessity that we should do so. Indeed, we are dealing with happiness, which we have defined as the act of virtue in a perfect life; But virtue refers essentially to pleasure and pain, and therefore it is essential to speak of pleasure, since without pleasure there is no happiness. " "The same is true of the sciences, for there are very few of them, for example, all mechanics, and yet science is not bad. On the contrary, science and nature are generally good, because just as the merit of a statuary should not be graduated by the works that he has done wrong, but by those he has done in a finished and perfect way, in the same way neither the Science, or nature, nor things in general should be appreciated by the poor results they produce, but by the good. " "When one works with pleasure one is virtuous, and one ceases to be one, if one only does good in pain. The pain is found only in things that are done out of necessity, and if you experience pain by doing well, it is because it is executed under the rule of necessity. But from the moment it is done out of necessity, there is no virtue. The reason is that it is not possible to practice acts of virtue without experiencing pain or pleasure; There is no other remedy ". Ibid.

Bibliografía / Bibliography

  1. Armstrong, A. H. J. V. (2011). "Colección Fotográfica." en http://www.ead.pucv.cl/mundo/archivo/.
  2. Azcárate, P. d. (2005). "La gran moral." Obras de Aristóteles, 2011, en http://www.filosofia.org/cla/ari/azc02a.htm.
  3. Cruz, A. (1954). Estudio Urbanístico para una Población Obrera en Achupallas. Anales UCV. Valparaíso, Universidad Católica de Valparaíso. En http://wiki.ead.pucv.cl/index.php/Achupallas